Arte Taurino

Moyano somos
y en Moyano nos convertiremos

(Entretanto, cenamos en Mayte)

Joaquín Albaicín *

De pocos hábitos disfrutamos tanto como del de revolver fotos polvorientas en las cajas de cartón apiladas en las tiendas de coleccionismo, antaño llamadas de ropavejero. La víspera del banquete había hundido los dedos en una en la que las instantáneas de los héroes del ruedo vestidos de luces se alternaban con otras en que corbatas y chaquetas reemplazaban bajo sus sonrisas o sus ceños de preocupación a alamares, repujados y corbatines… Eran fotos, digámoslo así, de la vida civil de los héroes, en las que junto a ellos, chocando esos cinco, brindando con buen vino o departiendo relajadamente, sonríen o miran las musarañas del techo empresarios, escritores, artistas plásticos, niños que hoy son casi ancianos, admiradoras, mayorales, condesas, mozos de espadas, ese boxeador, tal actriz…

Los aficionados, lo mismo que quienes no lo son, cada vez que degustamos un plato de jamón o bebemos un whisky en el sitio adecuado, estamos haciendo sin saberlo historia gráfica de la Fiesta. Igual que, por curiosidad o nostalgia, compramos una foto de Domingo Ortega, Armillita o Antonio Bienvenida dándose un festín con un veterinario o recibiendo un trofeo de manos de un filósofo o una soprano de su época, comprarán los aficionados de mañana las nuestras con Julio Aparicio, Morante o Curro Díaz. Cada minuto que pasa se incrementa, no lo olvidemos, el valor que en el futuro alcanzará en Moyano nuestra imagen congelada. Es el destino de todo aficionado de pro: la gloria en sepia. Cuando nadie de cuantos un día nos tutearon siga en esta tierra, siempre quedará abierta, batida por el viento o castigada por el sol, alguna almoneda donde brille un silente fulgor del cometa de nuestro aura.

Al pie de esas fotos -¡hará tantos años positivadas!- lucirán las firmas de Constante, Botán, David Cordero, Alfredo Arévalo, Vega… Como ayer las de Alfonso, Serrano, Rodero, Marí, Santos Yubero, Lara, Chapresto, Rubio o Baldomero Hijo en las de nuestros predecesores en la devoción taurólatra. De ahí que, consciente de que Moyano soy y en Moyano me convertiré, pida siempre a Domingo Estringana –de Filmoteca Gan- y Muriel Feyner que me guarden copia de cada instantánea que me tiren en un evento de la familia taurina. El mero hecho de tenerla es ayudar al tiempo a tejer su melodía reveladora con el arco de nuestros perfiles.

Llevar tiempo en esto, claro, ayuda. Hay aficionados que son ya verdaderos clásicos de la cena de entrega de premios en Mayte Commodore, efigies que nunca faltan a la convocatoria anual en el hospitalario comedor de Luis Aguado. Algunos, de hecho, aparecen ya –con más pelo y sin gafas- en las fotos de los entreactos y bastidores del toreo de ayer. Con quien –ni aquí ni en ningún otro lado- coincidía desde hacía bastante era con Ricardo Cué, que lanzara a baluartes de la danza como Joaquín Cortés y Ángel Corella. Hoy compartimos mantel en este festín de los amigos de los premios Mayte. Anda Ricardo preparando coreografías para el Bolshoi y los Champs Elysées, además de algo fuerte con Maya Plisetskaya. Nunca, nos cuenta, ha olvidado la mirada de Carmen Amaya, aquel destello felino, aquella brasa, la noche en que, siendo niño, sus padres le llevaron a verla en el Capri de La Habana.

Pero la mayoría de los rostros presentes en la velada los hemos visto ayer, como aquel que dice, en el patio del desolladero de Las Ventas. Bueno, los de mi madre, mi mujer y mi hermana, impresionados ya en ni se sabe cuántos carretes de historia gráfica del toreo, los vemos a todas horas. Rostros de desolladero propiamente dicho, estaban Amorós, Santiago de Santiago y Javier de Montini. El siempre jovial Tico Medina. Raúl del Pozo sin rictus de póker. El doctor Fernando Claramunt, que acaba de sacar libro sobre Manolete y su tiempo. José Ortega Cano, que se desenvuelve ante el micrófono con la misma facilidad que con la pluma en las páginas de ABC. Rafael Campos de España, que, más que un clásico, es el Suetonio de la noche. Marilí Coll y María Rosa, presencias fijas en todo cóctel a que asistimos desde los días del inolvidable Pepe Montero Ríos y su corte de los milagros. Gabriel de la Casa y su hijo escultor, del mismo nombre. Maleni Loreto y Kika Aparicio (sin Julio, otro busto fijo en las cenas en Mayte y que ayer en Toledo la formó con el capote). Marujita Díaz, a quien he de buscar y dar las fotos con mi abuelo y Ali Khan en Cannes. Rafael Perea Boni, nieto de uno de los toreros a quienes más me habría gustado ver: sí señor, el de la estatua en México, el eterno novillero, el que organizó una de órdago con Rafael Ortega Gallito la tarde –agosto de 1940- en que uno debutaba en Madrid como novillero y el otro se despedía. Juan José Alonso Millán, empeñado en que me pase por Autores a cobrar y en quien mi escasa premura en abordar la susodicha gestión empieza a despertar la sospecha de si, a la chita callando, seré millonario. Álvaro Luis, una hora menos en Canarias. Luguillano, triunfador en Vista Alegre en el arranque de la temporada. Jaime Ostos, as de espadas. La Condesa de Romanones, siempre prestigiando las barreras. El periodista José Luis Jiménez, comensal también de nuestra mesa. Vidal Pérez-Herrero, que saluda desde los medios cada año con su agenda taurina. Santiago Martín El Viti, majestad inmarchitable. Gregorio Sánchez, otro especialista en puertas grandes venteñas… Un éxito, en fin, de organización de Karen Zúñiga, de los Zúñiga de Colombia, toreros valientes donde los haya habido. Y Santiago, como siempre, a cargo del protocolo.

Pasan, claro, por el estrado de los premiados Sebastián Castella, Aranda, Encabo, un Victoriano del Río que también este año ha lidiado en Madrid una corrida lucidísima… Y se anuncian los nombres galardonados por el jurado en el ciclo de 2007, que recibirán el aplauso en la próxima cena: el ya difunto Rabosillo, de la ganadería de Palha; El Juli; Morante y su magno toreo de capa en la de Beneficencia; Fernando Téllez con los palos; Fundi con la tizona… Me alegra mucho saber que el trofeo del año que viene al mejor puyazo se lo lleva Israel de Pedro. Me alegro por lo bien que picó al toro de Victoriano del Río en la tarde cumbre de la feria. Me alegro porque es amigo mío. Me alegro también porque su padre, Doroteo, apoderó a mi primo Ramón. Y porque su abuela Concha medio crió a mi madre. Porque me depara, en fin, gran regocijo que pasen los años y las generaciones y las mismas familias sigamos encontrándonos en el camino y arrimando el hombro en la común, agradecida y noble tarea de legar un buen patrimonio de imágenes de la Fiesta de hoy a los transeúntes que, dentro de cincuenta años, se rascarán el bolsillo en un puestecillo de la Cuesta de Moyano para llevarnos al salón de su casa y, quizá, hasta ponernos en un marco.

Repitámoslo, para que no se nos olvide: Moyano somos y en Moyano nos convertiremos. Entretanto… ¡vamos con ese solomillo!

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo... El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: 
"Opinión y Toros"

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