Arte Taurino

Los adolfos y las enchiladas del mañana

Joaquín Albaicín *

Toros con perversas intenciones, implacables en el derrote y, lo peor de todo, sin son alguno. Lo de su mala leche se combate esquivando el hachazo. Apechar con lo segundo –su falta de son- puede resultar más complicado, porque propicia que el muletazo bueno que se logre pegarle no cale en los tendidos, cornada que, a su manera, puede ser tan dolorosa o más que la del marfil. Me gustan Rafaelillo y Fundi porque, pese a oler de lejos a quirófano, son mucho más que romos suscitadores de angustias: el muletazo que logran enjaretar a las alimañas, se lo enjaretan bueno. Y esa es, creo, la razón de ser de la lidia: torear bien.

El domingo, el segundo de Adolfo Martín, de preciosa lámina, casi parte en dos por tres veces a Rafaelillo. Y también el quinto, cuando se le arrancó en los medios sabiendo dónde tiraba el gañafón… Toros como estos y toreros con este arrojo reviven en cierto modo aquel ambiente que trajo Belmonte el día de sus cinco verónicas sin enmendarse. Los aficionados, cuentan, se llevaron las manos a la cabeza sumidos en el paroxismo… El problema es que hablamos de 1913. Para finales de la década de los veinte, el ajuste, ligazón, cadencia y languidez logrado con veraguas, coquillas y villamartas por Curro Puya, Cagancho, Márquez o Félix Rodríguez habían dejado ya lo de las cinco sin enmendarse de Juan Terremoto en pura arqueología. Tras el lancear en años subsiguientes de Manolo Escudero, Rafael Albaicín, Rafael Perea Boni, Mario Cabré, Gallito, El Soldado o Silverio, continuando con el toreo a la verónica que hemos visto a Rafael de Paula, Curro Romero, Curro Vázquez o Julio Robles, o el que mismamente vemos hoy a Manuel Amador, Serafín Marín, David Mora, Uceda Leal, Morante, Ambel Posada, Sebastián Castella… nadie considera hoy una gesta cinco verónicas sin enmienda. Pegar hoy las cinco sin enmendarse de Belmonte en el marco “climático” determinado por los adolfos del domingo huele, más bien, a naftalina. No digo con ello que estos toros no debieran lidiarse en plazas de primera, ni nada así. Me parece perfecto que los anuncien. Sólo comento –sin saber si la apreciación será, en sí, buena o mala- que a mí la corrida me olió a eso, a naftalina. Y naftalina y solera no son una y la misma cosa, ni muchísimo menos.

Echar a la arena reses de tal jaez es retrasar las manillas y volver a la fiesta de Frascuelo y Cara-Ancha, a ejemplares criados para ser toreados por Bombita a metro y medio y con el pico del engaño. Ya los enduendados suspiros de Rodolfo Gaona, que profetizaban los lances de Ordóñez con mayor rotundidad de lo que suponemos, se antojaban “exóticos”, por no decir que un tanto marcianos, al aficionado que los saboreaba entonces cual esquimal que degustara una enchilada. Pero ahora, cuando todos tenemos el paladar hecho a los gustos de los cuatro puntos cardinales y presumimos que ningún sabor puede sorprendernos, resulta que aún quedan especias taurinas inéditas.

Cuando -como fue el caso de la terna actuante el domingo- se pretende hacer a los toros de 1890 un toreo acorde con las exigencias de 2007, invariablemente se extiende por el ruedo una neblina invisible que lo mismo puede anunciar la tragedia que un estallido auroral de primicias artísticas que ignoramos aún adónde nos conducirá (¿a redescubrir a Luis Miguel o, quizá, a Domingo Ortega?). Sentimos el domingo, repito, algo parecido al asombro -y el interés- del baturro de 1912 que veía por primera vez a Gaona o -por decirlo mejor- que, habituado al torrezno, saboreaba por primera vez una enchilada… Porque no nos equivoquemos: hoy, a los toros de los tiempos de Sol y Sombra no se les puede hacer faena con la lidia que creemos que entonces se les administraba (y digo creemos porque tengo la sincera convicción de que a los aficionados actuales, por muchas razones, nos es prácticamente imposible situarnos en las coordenadas mentales de los que aplaudieron a Guerrita, no digamos a Pedro Romero). Los enamorados confesos de esa lidia, si hubieran visto a Fundi, Rafaelillo y López Chaves entenderse con estos toros antiguos a la antigua, es decir, con el manejo de engaños y el juego de piernas propio de Bombita, les habrían silbado, recriminándoles con aspereza por no arrimarse, no cruzarse, no correr la mano… Es decir: que la sabrosísima enchilada habitual no sirve con esos toros, pero tampoco ya nadie –ni siquiera sus reivindicadores- quiere el torrezno. ¿Qué hacer?

Toreo de hoy a toros de ayer: loco, absurdo, criminal dilema. Mas, pese a todo, también bella aventura. No tenemos la solución a semejante enigma, que creemos es la gran ecuación que resta por resolver al toreo antes del Fin de los Tiempos. Y es que nos abraza la impresión de que hay ahí, sí, dos eslabones –Luis Miguel y Ortega- de los que, pese a lo bien presente que debería tenerse su legado, a nadie vemos acordarse en los ruedos, pero también la de que el misterio del aún irresuelto encuentro del toro antiguo con el toreo de hoy no concluye en lo que los citados les hacían (y hoy no parece querer hacerles nadie). Entre otras cosas, porque ambos, sobre todo Luis Miguel, mataron –esta es la verdad- poco toro antiguo. Su época no era ya la del torrezno.

López Chaves fue el único de la terna que, sin mucho éxito, se propuso el domingo torear de capa sin mover los pies, hasta que salió Rafaelillo en el sexto y, en su quite, pegó a este ejemplar una verónica y media de mucho sabor torero. Seguro que le gustaron esos lances a Frascuelo, al Frascuelo de hoy, que con gafas oscuras y cazadora de ante seguía la corrida desde un tendido bajo del dos. Y a lo mejor, en contra de lo que todos presuponemos, ya las pegaba así el Frascuelo de la prehistoria. ¿Así era? Es un misterio. No lo sabemos. Pero es incógnita que, tarde o temprano, habremos de despejar.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo... El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: 
"Opinión y Toros"

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