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15-Julio-2005
 
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MI EXPERIENCIA CON ZARATE
Por Carlos Alberto Heredero Gracia
Imágenes tomadas del documental "OVNIs...¿en Cuba?

 
   

A finales del mes de julio de 1999 me decidí a visitar al protagonista del caso más sonado del presente cubano. El caso Torrientes, ocurrido el 15 de octubre del año 1995 (y ya tratado en la sección de casos cubanos por mi colega matancero Orestes Girbau) en su momento tuvo una repercusión inmensa. La radio, la televisión y sobre todo la prensa, se hicieron eco del suceso. Pero si, como algunos afirmaron, lo que Zárate buscaba era protagonismo, no todo sería color de rosa para el protagonista. Muchas cosas ensombrecieron ese momento, y también un tiempo después.

Yo tenía la esperanza de obtener una declaración del testigo, y para eso llevaba mi acostumbrada cámara de video. Me acompañaba Erick Mota, quien realizó ese viaje junto a mí.

 
Ubicación del suceso
 

Después de más de 10 horas de viaje, por fin dimos con la residencia de Adolfo. Es una casa sencilla que tiene un patio trasero, donde amablemente se nos hizo pasar, no sin antes vencer inteligentemente cierta resistencia por parte de la familia. Realmente, ni Zárate ni su familia querían saber nada de platillos voladores, o como decimos en buen cubano, "habían mandado al carajo el asunto".

Zárate se encontraba en ese momento algo mal de salud, psicológicamente decaído y por si fuera poco, contrariado. Llegué de inmediato a darme cuenta que iba ser imposible grabar una entrevista: simplemente no quería. Nos limitaríamos entonces a conversar un poco con él para tratar de conocerlo lo mejor posible.

Ante los comentarios que nos hizo, nos dimos cuenta de inmediato que aquel suceso de Torrientes no había sido algo bienvenido en la vida de este hombre de campo. Algo que no sería lógico para algunos de nosotros, que investigamos el tema y que deseamos un contacto alguna vez en nuestras vidas, le llenaba la mente a esta persona.

Según sus propias palabras, tantas cosas le habían sucedido desde aquel hecho que ya estaba arrepentido de ser un testigo de tal naturaleza. A su experiencia de hallarse detenido unas horas en el sector de policía de su respectiva zona (tras reportar el suceso), se agregaron las declaraciones y burlas de la prensa (con un lenguaje muy poco cultural, por cierto).

 
Zárate fue blanco de burlas
de todo tipo

Si las publicaciones fueron duras con él, podrán imaginarse sus "entrevistadores", que iban desde periodistas hasta militares, pasando por científicos de reconocida aparición en la televisión nacional. Me imagino que sus vecinos no se quedarían atrás en estos ataques, pero comparado con lo que este hombre pasó en los días que siguieron al incidente a manos de los "profesionales" que pasaron frente a él, no sería mucho.

Resulta contraproducente un caso que su familia nos narró en su presencia donde, ya en horas de la madrugada, alguien tocó a su puerta. Sin abrirla, escucharon como una voz desde el exterior le proponía dinero por oír su historia. ¿Curioso, verdad? Lo cierto fue que Zárate no abrió la puerta, entre otras razones por temor y desconfianza, las cuales ya estaban y estarían afianzadas por el resto de los años de su vida.

Si algo abunda entre los hombres, es el irrespeto a sus congéneres. ¿Quién va a creer a un viejo campesino que dice que vio un platillo volador? ¿Qué importa si en el terreno había huellas, o si los profesionales que darían el dictamen sobre el asunto creían o no en OVNIs? ¿Qué importancia tenía este hombre? Si la medimos por la magnitud de las burlas divulgadas a nivel nacional, no sería más que un loco.

 
   

Pero el hombre de verdad, ese que fui a buscar personalmente en Torrientes, era lo que yo me esperaba. Un campesino, ya entrado en años, serio y trabajador. Un hombre que estaba cansado de hablar de "el asunto del platillo". Un hombre que no quería saber nada de periodistas, ufólogos o extraterrestres. Simplemente, un ser abrumado por esta historia en la que no hubiera estado complicado, si no fuera por la suerte.

Es irritante para cualquiera entrar de esta violenta forma en la historia, aunque sea en la "ridícula y enfermiza" historia de los OVNIs. Sirva este artículo para llamar la atención sobre el peligro que significa descuidar la atención de las personas que han observado casualmente un OVNI.

Y les recuerdo a todos que cualquiera de nosotros puede, algún día, terminar de frente a un platillo volador o sus ocupantes. Si piensa en lo que le provocaría este hecho, se dará cuenta entonces de lo que hombres como Adolfo Zárate han pasado, sin tener la más mínima oportunidad de elegir si lo deseaban o no. Y en lo que concierne a mi experiencia con Zárate, me ha dejado una impresión inolvidable de frustración...

 
 
 
 
 

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