Artículos
publicados por Alejo Carpentier en el diario "El Nacional"
de Caracas, Venezuela, en
su sección
"Letra y Solfa"
Colaboración
de Ramón Rodríguez
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UN
FILOSOFO ANTE LOS PLATILLOS
Rogel
Caillois, con su ensayo sobre la evolución del concepto de
guerra total; Pierre Mabille, con su ensayo sobre el complejo paradisiaco
en el hombre moderno, nos dieron típicos ejemplos de examen,
análisis e interpretación de hechos ajenos a la literatura,
y que forman parte, a la vez, de las preocupaciones de todo hombre
culto, en nuestra época. Así, esta floreciendo un
nuevo tipo de ensayo que tiende a alejarse de lo literario, de la
obra hecha por otros, para tratar de acercarse - y "ensayar",
no lo olvidemos, es "acercarse"- a ciertos fenómenos,
a ciertos hechos, a ciertas reacciones colectivas, de las que tenemos
un conocimiento epidérmico, por así decirlo, pero
cuya interpretación se hace particularmente difícil
por lo inmediato y contemporáneo de sus manifestaciones.
Ahora un joven ensayista, Miguel Carrouges, tomando el toro por
las astas, como suele decirse, se ha enfrentado con el caso de los
llamados platillos voladores, examinando y comparando las declaraciones
hechas a ese respecto, por aviadores, constructores de aviones,
ingenieros, científicos, industriales de la aeronáutica,
etc. De ello ha sacado todo un archivo de frases y testimonios que
asombran por la aceptación de lo maravilloso, de lo prodigioso,
de lo extraterreno, en gentes que, precisamente, debería
mostrase escéptica y burlona, ante toda interpretación
que no respondiera a la más sana lógica de pies en
tierra. Y como Miguel Carrouges no pretende explicar lo que son
los platillos, sino estudiar la actitud del hombre actual ante el
fenómeno, nos entrega, en su ensayo, estas interesantísimas
consideraciones:
"Frente a la hipótesis de una intervención extra-terrestre
el hombre se siente estremecido en todo el ser, por ello, el problema
de los platillos voladores que debiera ser un simple problema de
observación histórica y científica, se ha planteado,
desde el comienzo, como un enigma más inquietante que el
de las mesas que hablan, las casas con fantasmas, las coincidencias
astrológicas, las apariciones de Fátima, o la historicidad
de los milagros de la Biblia.
No terminaríamos nunca si quisiéramos detallar la
forma en que el área de cada conjunto de civilizaciones humanas
ha sido rodeada siempre de un aura de tierras fabulosas; así
el dominio de los muertos de las islas afortunadas y el extremo
occidente; así las comarcas aureoladas por prestigios mágicos,
las hiperbóreas, la última Thule, la Cólquida,
el país del Vellocino de Oro, la Atlántida... Todavía
en la edad media se buscaba, en un círculo más vasto
más allá de las columnas de Hércules y del
Ponto Euxino, las islas de ultratumba, de San Bradano, el reino
del sacerdote Juan, en espera del Dorado...
En el límite, cuando toda la superficie del globo resultó
prácticamente explorada, no hubieran sido trasladadas en
otra dirección, sólo hubiera quedado al hombre la
tierra de acá abajo, frente al cielo de allá arriba,
que desde tiempos inmemoriales es símbolo del más
allá. Pero, entre tanto, la noción antigua del cielo
había sido radicalmente modificada. Nadie podía creer
ya que la Luna fuese el lugar de residencia de los muertos, por
ejemplo, y que la Vía Láctea constituye el camino
de las almas difuntas. El progreso del espíritu positivo,
tanto en la religión como en la impiedad, había hecho
algo laico de la noción de cielo visible.
Así, el espacio celestial, dejaba de ser un dominio sobrenatural,
solamente accesible por la vía de la muerte para volverse
un medio cuya conquista se hacía posible con la ayuda de
agentes mecánicos.
La consecuencia de todas esas circunstancias convergentes fue que,
en el momento que las fantasmagorías del más allá
se retiran del espacio celestial, y en que los exploradores arrojan
de la superficie del globo las últimas comarcas fabulosas,
estas ante los ojos de la imaginación humana emigran hacia
las nuevas tierras descubiertas en el cielo: los planetas.
Así, el problema de la pluralidad de los mundos de tipo profano,
ha sustituido en el cielo físico, el problema de la pluralidad
de los mundos de tipo religioso.
Por otra parte, observen ustedes, que el modo con el que los autores
de ficciones científicas se representan a los habitantes
de los otros planetas es tributaria de las viejas representaciones
mitológicas.
"Desde ese punto de vista es muy notable que una rutina simplista
les incita frecuentemente a imaginarse a los marcianos como guerreros
por excelencia, a los habitantes de Venus como enamorados, en tanto
que los selenitas, o habitantes de la luna, aparecen como eternos
soñadores... Los planetas que nos rodean han conservado un
formidable potencial de mitología, y, por proceso natural,
comunican ese potencial a los platillos voladores que se suponen
provienen de ellos. De ahí, la fantástica agitación
que esos platillos promueven en la imaginación humana.
Alejo
Carpentier
1904-1980
Es
la mayor figura de la novelística cubana y uno de los más
importantes escritores de la lengua española en el siglo
XX.
Su
obra está conformada por: ¡Ecué-Yamba-O! (1933),
Viaje a la semilla (1944), El reino de este mundo (1949), Los pasos
perdidos (1953), El acoso (1956), Guerra del tiempo (1958), El siglo
de las luces (1962), El derecho de asilo (1972), El recurso del
método (1974), La consagración de la primavera (1978)
y El arpa y la sombra (1979). Ha sido traducido a todas las lenguas
modernas.
Fue
reconocido con las más altas distinciones literarias cubanas
y de otros países, entre ellas el Premio Miguel de Cervantes
en el año 1978.
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