Manuel Donís Ríos entrega un nuevo aporte en el área de
su especialización: la historia de la delimitación del territorio
venezolano, o como el autor prefiere denominarla, la Historia Territorial
de Venezuela.
El propósito del autor es de tipo pedagógico,
procurando estimular el interés en el tema. Alega que las mutilaciones
territoriales sufridas desde la separación de Colombia en 1830 hasta la
fecha, han respondido en mucho, al desconocimiento y a la incomprensión del
proceso de integración política, institucional y territorial del período
colonial.
El libro es una recopilación de fuentes documentales
básicas, referidas al proceso de determinación de los linderos venezolanos.
En total, se presentan cincuenta y seis documentos organizados
cronológicamente: Reales Cédulas, Reales Ordenes, Capitulaciones (genésicas
según el autor), Tratados y Acuerdos que conformaron el marco normativo
delimitador.
La Introducción a los documentos ocupa setenta y
nueva páginas y quizás merecía un título menos modesto o más expresivo,
pues, además de presentar argumentos sobre la pertinencia de la obra, la
Introducción incluye aportes de interés. El primero de ellos atañe a los
criterios metodológicos de la selección (“Lo que pretendemos”). En las
siguientes secciones –“Capitulaciones, términos y doblamiento”,
“Capitulaciones genésicas”, “Se complica el proceso de integración
territorial”, “Las Instituciones Borbónicas”- se incluye una apretada
síntesis de conceptos, definiciones y breves recuentos narrativos sobre el
tema en tratamiento.
Antes de señalar sus criterios de selección, Donís Ríos
contextualiza su obra dentro de la historiografía nacional. Da cuenta de
esfuerzos editoriales previos, realizados por autores e instituciones del
país, quienes en la década de los años cincuenta iniciaron la producción de
recopilaciones bajo el título de cedularios. Estas empresas
académicas y editoriales dieron aliento al estudio de la historia
colonial venezolana.
Los documentos incluidos por Donís en esta
recopilación, ya publicados en su mayoría, proceden del Archivo General de
Indias, del Archivo Arquidiocesano de Caracas y del Archivo del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Venezuela. Todos ellos, a juicio del autor,
deben considerarse como fuentes primarias impresas. Cada documento
está identificado por un título, y está acompañado con información sobre el
repositorio donde consta el original, las obras que lo han publicado
previamente y una apostilla sobre el significado y relevancia del mismo.
Salvo un documento con data en 1814 (la cesión de
Guyana a Inglaterra por parte de los Países Bajos), toda la selección está
referida al período colonial venezolano. Los documentos incluidos forman una
ruta que se inicia con la Capitulación de Alonso de Ojeda sobre la
gobernación de Coquibacoa (1501) y sigue el hilo evolutivo de la historia
territorial de Venezuela hasta la conformación de la Capitanía General. A la
sucesión de capitulaciones genésicas que dan vida a las provincias
primigenias (Margarita, Venezuela, Nueva Andalucía, Guayana, Trinidad y
Maracaibo) sigue la selección de documentos que señalan los pasos andados:
creación, supresión y recreación del Virreinato del Nuevo Reino de Granada,
creación de la Real Compañía de Caracas, la integración bajo el mando
borbónico con la creación de la Intendencia de Ejército y la Real Hacienda
en 1776, y finalmente la constitución en 1777 de la Capitanía General y de
la Audiencia de Caracas nueve años después. La inclusión de extractos del
Tratado de Westfalia (1648), de los tratados de límites entre España y
Portugal (1750, 1777), de la Capitulación de la Isla de Trinidad (1797) y
del Tratado de Amiens (1802) apoya uno de los argumentos de Donís sobre la
especificidad del proceso de integración territorial venezolano resultante
del manifiesto impacto de los hechos políticos europeos.
El autor reconoce la ausencia de documentos
importantes, algunos de ellos de relevancia en las posteriores disputas
diplomáticas que confrontaría Venezuela luego de 1830. Entre las faltas
notadas por Donís, estarían los documentos relacionados con las
titularidades de la Villa de Sinamaica, la Guajira y San Faustino. La
ausencia de estos textos es explicada por motivos técnicos: la no
disponibilidad de las fuentes, dificultad de reproducción o imposibilidad
para profundizar en el respectivo estudio.
Donís aporta una breve narración del proceso de
definición territorial, utilizando como criterio organizador de su
exposición la creación y consolidación de las provincias primigenias y la
posterior consolidación borbónica del territorio. Durante el desarrollo
narrativo, el autor realiza conexiones referenciales entre su texto y los
documentos recopilados.
Finalmente, el libro contiene una “Bibliografía
fundamental”, así como cinco mapas a suerte de ilustración.
El texto introductoria merece alguna crítica. Sostiene
Donís que en el caso venezolano hay una tardía estructuración de la
unidad territorial, idea esta que obligaría al autor a una exposición
sobre la estructuración territorial venezolana en contraste con otras
estructuraciones, pero escapa al contenido del libro. Supone el lector, sin
forzar límites interpretativos, que Donís implícitamente realiza una
comparación entre diversos procesos territoriales americanos; sin embargo,
no hay elementos en la obra a favor de esta presunción ni de la hipótesis
del autor. Las variables o circunstancias que alega Donís para explicar la
complejidad del proceso venezolano y su consiguiente tardanza son: la acción
exterior de las colonias adversas a España, la influencia de sucesos
políticos de Europa, la existencia de cuatro áreas fronterizas sin
delimitar, y las filosofías jurídicas desiguales que gobernaban esos cuatro
frentes. Para validar la apreciación del autor sobre la disparidad y la
tardanza en el caso venezolano, habría sido necesario desarrollar estas
ideas y hace el obvio ejercicio comparativo con otros procesos de
estructuración territorial.
Un comentario introductorio del autor deja cierta duda
sobre su justeza: las unidades territoriales hispanas del siglo XVI
permanecieron indefinidas a causa del retraso de la conquista en amplias
áreas geográficas de la actual Venezuela. Se trata de una conclusión
demasiado gruesa y polémica sobre el proceso de expansión hispana en
América, la cual exige una adecuada argumentación, no presente en el libro.
Probablemente las percepciones personales del autor, su
particular valoración interpretativa del proceso de integración territorial
venezolano, procuren abrir el apetito del lector desde el primer párrafo
introductorio. Se trata de un recurso siempre válido, pero innecesario en
este caso. El inobjetable valor de la recopilación y la didáctica
presentación narrativa que Donís hace de los documentos justifican por sí
solos la lectura de la obra.
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