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Eustoquio Gómez

Versión digital del libro de Edgar C. Otálvora

Editorial Pomaire. Caracas. 1993

 En el texto se identifica al autor con las iniciales “ECO”. Las intervenciones del señor Eustoquio Gómez Villamizar y la señora Josefita Gómez de Briceño se identifican con las iniciales "EG” y “DJ”, respectivamente


 

Capítulo VI

Los años de la tranquilidad

 

ECO: La otra vez comenté a una profesora universitaria especializada en historia venezolana petrolera, sobre este trabajo alrededor de la figura de Eustoquio Gómez. No me causó sorpresa su comentario, pero es digno de recordarlo. Esta señora me dijo: “Ah si, Eustoquio Gómez, ése fue el que se alzó contra López Contreras y quiso tomar por asalto la gobernación de Caracas”.Lo cierto del asunto es que en la historia oficial venezolana han colocado al general Eustoquio Gómez como la contrafigura de López Contreras. Eustoquio en la historia oficial venezolana es el hombre que luchó a toda costa por perpetuarse en el gobierno, tratando de impedir el ascenso del general Eleazar López Contreras una vez muerto El Benemérito.

Existe un acontecimiento en 1934, el año antes de la muerte de Juan Vicente Gómez y que pareciera definitivo para entender la pugna de poder entre Eustoquio y López.

EG: Recordemos que papá estaba en Barquisimeto desde 1929, como Presidente del Estado Lara. A mediados de 1934 el general Gómez llamó a Maracay a mi papá, y yo lo acompañé en aquella ocasión. Visitamos al general en su casa la Plaza Girardot donde poco antes habían estado haciendo unas reparaciones, llevó a papá para que viera un apartamentico que había mandado a preparar en su propia casa. El apartamento se componía de dos habitaciones, una sala y una especie de despacho. El general Gómez le dijo: “Mire, Eustoquio, yo le mandé a preparar estas habitaciones, una para usted y otra para Eustoquito, porque él siempre le acompaña a usted, y aquí para que usted tenga su propio despacho.”.

Recuerdo le dijo algo muy gracioso: “Y cuando te mudes colocas tus reales ahí en el Banco Agrícola y por esta ventana puedes asomarte día y noche a ver si están los reales ahí tranquilos”. Entonces se echó a reír. Después le dijo a papá: “Ya sabe que tiene a dónde llegar a vivir cuando yo lo llame para que se me venga”.

Ese día le ofreció a papá el Ministerio de Guerra y Marina, el cargo que después ocuparía López Contreras y que le aseguró la Presidencia cuando se murió el general Gómez.

Papá le respondió que para él era un placer poder servirle donde él quisiera, y poder estar siempre a su lado en Maracay.

ECO: La imagen bucólica de Juan Vicente Gómez que nunca decidió sobre quién iba a sucederle en el poder ha sido muy utilizada. Al estereotipo del omnipresente dictador se suma curiosamente la de un hombre despreocupado por el tiempo más allá de su muerte. Esto lo digo porque a mi manera de ver las cosas, el llamado que le hace a Eustoquio Gómez para que asuma un cargo de mayor responsabilidad, pareciera un claro intento por dejar definido el problema de la sucesión. Se me ocurre que Eustoquio Gómez era el heredero perfecto, porque siendo miembro del clan Gómez, no estaba metido en la pugna sucesoral de los hijos, los hijos de Doña Amelia y los de Dionisia Bello...

EG: Papá no quería encargarse del ministerio. El quería incluso dejar la Presidencia del Estado Lara, irse al extranjero. Por eso cuando regresa a Barquisimeto, después de visitar al general Gómez en Maracay, habla con mamá, el comentario que nos hace es que el general le había ofrecido el Ministerio de Guerra y Marina a él, pero que no lo iba a aceptar.

DJ: Mamá llamaba a papá de “general’. Le dijo: “Pero, general ¿cómo le va a hacer eso al general Gómez, cómo lo va a desairar?”. Fíjate que mi tío estaba supervisando personalmente los trabajos del apartamento que iba a ser para papá en Maracay.

ECO: ¿Qué explicación dio Eustoquio para no aceptar el ofrecimiento?

EG: Papá nos habló de sus razones para no aceptar el alto cargo que el general Gómez le había ofrecido. Nos explicó que prefería abandonar la vida política. Además papá no deseaba verse involucrado en los problemas palaciegos alrededor del general Gómez, su familia y los miembros de esos grupos que rodeaban al general.

DJ: En realidad, mi papá estaba pensando desde que se vino del Táchira, irse a vivir a Europa.

EG: Total, viene la fecha del viaje a Maracay a encargarse de ministerio. Papá era muy alérgico al polvo y de eso se aprovechó. Para aquel entonces estaban haciendo en Barquisimeto una obra que creo era la Gobernación, no estoy muy seguro. Aquello estaba lleno de escombros.

Esa obra la habían comenzado en la época del general Cipriano Castro. Cuando Gómez sube al poder ninguno de los presidentes de Estado que pasaron por Barquisimeto se habían atrevido a continuarla. Esto ha pasado toda la vida en Venezuela, las obras que inicia y no termina un gobierno, el próximo no la continúa, y si es posible manda a borrar lo que esté hecho.

En aquella época, nadie se atrevía a continuar las obras iniciadas por Cipriano Castro.

Papá decidió continuar la obra, usando los servidos de un ingeniero francés de nombre Federico Couteau, quien se encargó de diseñar varias obras. Revisaron las bases que ya estaban echadas y reiniciaron los trabajos. “Porque no podemos dejar en pleno centro de Barquisimeto estos escombros...”.

Volviendo a 1934, papá se fue para la construcción donde, por supuesto, había mucho polvo levantado. Cuando papá regresó a la casa venía con una alergia pavorosa, un catarro tremendo. Ese fue el motivo para enviarle al general Gómez una carta que se la llevó Josué Gómez, un medio hermano nuestro y padre del actor de la televisión Toco Gómez.

En la carta se excusaba que por su súbita enfermedad no podía asistir a Maracay, a una recepción que daba el general Gómez y que seguramente era la llamada que le había anunciado para que se encargara del ministerio. Que en otra oportunidad, al permitírselo la salud, iría a Maracay.

Aquello no le debe haber gustado para nada al general Gómez y papá se quedó de Presidente del Estado Lara.

DJ: Me contaba años después Femando Gómez que al general no le había parecido muy bien que Eustoquio le sacara el cuerpo de esa manera.

ECO: Les propongo que nos saltemos unos meses en el tiempo a los efectos de llegar al año 1935. Un poco la reconstrucción de los últimos meses de Juan Vicente y Eustoquio Gómez puede comenzar con el matrimonio de Doña Josefina en Barquisimeto...

DJ: Mi boda fue el día 10 de agosto de 1935 en Barquisimeto, de allí, pocos días después salí de viaje con mi esposo, Leopoldo Briceño con rumbo a Caracas. Nuestro viaje era con la intención de irnos a Europa de luna de miel.

Nosotros estuvimos en Maracay y luego pasamos a Caracas, entonces yo me enfermé gravemente.

EG: Yo viajé desde Barquisimeto con Josefita y su esposo. Hicimos una escala en Maracay para saludar al general Gómez, pero él no esperó que lo visitáramos. Cuando se enteró que Josefita y el doctor Briceño estaban en el Hotel Jardín, fue personalmente a saludarlos y felicitarlos.

DJ: Nos puso en un aprieto porque él no iba a visitar a nadie, a ninguna parte. Quien quería verlo tenía que visitarlo. Yo acababa, de salir de la ducha, me había puesto un traje muy bonito y estaba maquilándome, pero Leopoldo seguía bañándose cuando llegó Fernando Gómez a tocamos la puerta de la habitación. Entonces escuchamos el ruido de la comitiva que llamaban “la mosca”. Eran las motos que iban abriendo paso al carro de mi tío. Imagínate que llegó con toda aquella comitiva, con los edecanes, con Uslar Pietri que era como el secretario de los hijos del general y no los dejaba solos ni a sol ni a sombra; llegaron los muchachos, los primos, toditico el mundo. ¡Dios mío!

El general llegó y se arrecostó a la baranda que daba al patio del Hotel Jardín a esperar por nosotros. Yo salí primero, de recordarlo todavía me dan nervios. Me dice el general: “Ajá, ¿cómo está la muchacha? ¿A qué hora llegaron? Ya me dijeron los muchachos que el catire-como llamaba a papá- les hizo una boda que quedó suntuosa. ¿Y dónde está el doctor Briceño?”. En ese momento se apareció Leopoldo todo mojado, con los zapatos sin medias, con un paltó cerrado sin camisa abajo y todo nervioso por el apuro y la sorpresa.

El general nos felicitó y nos deseó que tuviéramos muchos hijos. Hablamos un poco y luego se fue con su comitiva. Imagínate que uno esté llegando, esté metido en el baño y vengan a avisarle que el general Gómez lo está esperando a uno en la puerta para saludarlo...

Al día siguiente nos fuimos para Caracas y a los días me vino una.pielonifritis, una infección renal y estuve muy, muy mal.

EG.: Recuerda que para aquellos tiempos no habían antibióticos.

DJ: Me trataban con azul de Metileno y Urotropina.

EG: Papá se viene a Caracas inmediatamente que sabe de la enfermedad de mi hermana, porque realmente la enfermedad era grave. Al final toda la familia estaba en Caracas a mediados de septiembre de ese año. Mamá estaba con nosotros en Caracas, Josefina estaba enferma, yo seguía mis estudios de primer año de Medicina en la Universidad y papá se vino de Barquisimeto.

ECO: ¿La visita del general Eustoquio Gómez a Caracas coincidió con su enfermedad...?

EG: Papá viene a Caracas de Barquisimeto, visita al general Gómez en Maracay y estando ya con nosotros enfermó. Le dio un derrame cerebral que lo obligó a permanecer en Caracas un tiempo. Luego volvería a Barquisimeto, hasta que se le informara de la gravedad del general Gómez a principios del mes de diciembre de 1935. La enfermedad de papá que era atendido por el doctor Félix Lairet hizo que nosotros viviéramos en la casa de Caracas por última vez.

DJ: Esa casa estaba amueblada muy bien, con unos muebles traídos por el señor Joaquín Nuñez desde el extranjero, y que le costaron a papá trescientos mil bolívares. Esa es la casa que a la muerte del general iban a asaltar y donde después pusieron a funcionar la Lotería de Caracas.

Ahora que hablamos de los estudios de Medicina de mi hermano me he acordado de una anécdota muy graciosa. Bueno, mi papá estaba muy orgulloso de que un hijo suyo estuviera estudiando medicina. Por eso le compró un esqueleto, un esqueleto alemán, que era una maravilla, era desarmable. Y era muy raro que papá le permitiera eso sin decir nada, porque él era muy supersticioso. Una vez pasó algo con tía Regina. El quería mucho a tía Regina, se trataban muy bien desde siempre. Ella lo llamó por teléfono para que fuera a ver unos paravanes hindúes que le habían traído de regalo. Papá me dice: “Mija, vístase que vamos a donde la tía Regina”.

EG: La tía Regina, la señorita Regina, vivía en Caracas justamente donde ahora está el Palacio Blanco, frente a Miraflores.

DJ: Mi tía era una mujer exquisita, de esas viejas monas, que hasta que no se visten, se maquillan y se ponen el collarcito de perlas, hasta que no están de punto en blanco, no se dejan ver. Cuando llegamos la estaba peinando su peinadora y le mandó a decir al “Catire” que la esperara. Ella se demoraba y yo me metí en uno de los salones de la casa y encontré una belleza de "paravanes", bordados a mano, con escenas de la caza de un tigre de Bengala. Cuando mi papá se asomó atrás mío pegó el grito...”. ¿Yeso es lo que tiene Regina para mostrarme”. Me agarró por un brazo y salimos corriendo de la casa. Al rato de haber regresado a nuestra casa, sonó el teléfono y era la tía Regina para saber por qué Eustoquio se había ido tan rápido. Mi papá le dijo por teléfono que hasta que no quitara esos bichos pavosos que tenía en la sala, él no iba a volver a visitarla. Imagínate que le tenía pavor a las figuras de los tigres.

EG: Aquí tengo una carta que me envía mi padre el 29 de noviembre de 1935 desde Barquisimeto. Dice: “Señor Bachiller Eustoquio Gómez hijo. Querido hijo: Recibí su carta donde me dice que ya no tiene clases, sino que ya le dieron las vacantes. Como el doctor (...el doctor es el marido de mi hermana) me ha manifestado que quiere darse una vuelta por acá puede venirse con él para que me acompañe unos días y así se distraerá un poco y descansará de los estudios. Como mando la camioneta con unas gallinas y unos huevos para la casa puede mandar el equipaje. Saludos afectuosos para todos. Reciba mis bendiciones en unión de Josefita y el doctor. Abrazos para su mamá. Su afectísimo papá. E.G.”.

DJ: ¿Eustoquio, tú no le has mostrado a Edgar, la letra de papá? Tenía una letra bellísima a pesar de que ahora dicen que los Gómez no sabían escribir.

EG: En lo que era fuerte era en matemáticas. Aquí hay una carta con fecha anterior a la que ya leí. Esta está dirigida a mamá y es del 6 de noviembre. Dice: “Estimada Celia. Hoy sale Lino con un camión para llevarte ochenta sacos de carbón (...recuerda que se cocinaba con carbón), pues creo que llevándolo de aquí sale más barato. En primera ocasión se te enviarán unos huevos y unas gallinas. Me complace informarte que mi estado de salud ha continuado muy bien y estoy muy repuesto...”.

DJ: Eso fue como un mes después de la enfermedad de papá en Caracas, del derrame que le dio.

EG: La carta sigue: “Espero que Josefita siga bien y continúe su reposición para que muy pronto la veamos con perfecta salud. Muchos recuerdos para todos. Para Eustoquio, Josefita y el doctor mis bendiciones, y para ti un abrazo muy afectuoso. Te abraza. E.G.”

Aquí tengo otra carta de esos mismos días, del 14 de noviembre del año 1935, que le envía papá desde Barquisimeto a mamá quién estaba con nosotros en Caracas “Muy grata me ha sido la lectura de tu apreciada cartica del 31 de octubre último, con la buena noticia de que Josefita, primeramente Dios, continuará reponiéndose cada día. Dígale a Eustoquio que tenga cuidado con su novedad en el ojo, que se ponga el colirio con puntualidad y que le esté consultando al oculista hasta que se ponga bueno del todo. Las claves las recibí pero no he podido abrir las cajas...”.

Eran las claves de las cajas de hierro, de cajas de seguridad. Los números de las claves los conocía sólo mi mamá y papá se las habían mandado a pedir... La carta dice: “las claves las recibí pero no he podido abrir las cajas. La del cuarto no tiene cero, principia en 10 y termina en 70. Por eso te puse un telegrama diciéndote que rectificaras y me enviarás en otra oportunidad. Con respecto a mi salud, me he sentido muy bien, las medicinas las tomo puntualmente. Día por medio me hago medir la tensión con el doctor Elías Ortíz. Hoy tenía 20 de máxima y diez y cuatro de mínima. De la vista también me he mejorado mucho...”.

 

 

 

De visita en Maracay.

 

 

 

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