ECO: En el año 1929 se produce el retorno definitivo
del general Eustoquio Gómez al ejercicio del gobierno. Desde aquel año y
hasta su muerte permanecería en el gobierno gomecista, encargado de
asegurarla seguridad en la región centro occidental del país. ¿Cómo fue el
regreso de su padre a la vida política del país?
E.G.: El regreso de papá al ejercicio del poder se
produce a raíz del alzamiento del general Gabaldón en su hacienda Santo
Cristo, de Biscucuy. Déjame contar primero una anécdota de algo ocurrido
antes del alzamiento de Gabaldón.
Como ya antes te había dicho, el general Gabaldón fue un
hombre muy cercano al gobierno del general Gómez, en base a esa vieja
relación Gabaldón visita al general Gómez en su casa de la Plaza Girardot.
Según lo contado por el doctor Requena, secretario privado del general Gómez
en aquel año de 1929, el general Gabaldón vino a pedirle un crédito al
general Gómez con el objeto de hacer unas mejoras en su hacienda. El general
Gómez le aprueba el crédito y luego que el general Gabaldón salió a buscar
su dinero en las oficinas que quedaban al lado de la casa presidencial, el
general Gómez le dijo a Requena: “Esos reales que le estoy prestando al
general Gabaldón le van a costar cinco años de cárcel”.
Por supuesto que aquella sentencia llamó la atención del
doctor Requena quien le preguntó al general Gómez las razones de lo que
había dicho. La respuesta fue: “porque con ese dinero el general Gabaldón
no va a arreglar ninguna hacienda, él va a armar a sus hombres para alzarse
contra el gobierno”.
Dicho y hecho, al poco tiempo se levanta en armas el
general Gabaldón...
ECO: ¿Cuáles fueron las causas del alzamiento del
general Gabaldón?
EG.: Eso formaba parte de un plan donde estaba
involucrada mucha gente, viejos caudillos y políticos jóvenes de Caracas.
Recuerda que poco tiempo después del alzamiento de Gabaldón se produce el
desembarco de Román Delgado Chalbaud en Cumaná...
ECO: Eso ocurre en agosto de 1929...
EG: Exacto, por eso no es difícil pensar que el
alzamiento de Gabaldón formaba parte de un plan que incluía otras
acciones.
ECO: Antes del ascenso del general Eustoquio a la
Presidencia del Estado Lara, el general Gabaldón obtuvo algunas victorias
militares sobre las fuerzas del gobierno. ¿Esta situación causó preocupación
dentro del régimen gomecista?
EG: Inmediatamente que comienzan a llegar las noticias de
las acciones de Gabaldón, papá es llamado a Maracay, usando el teléfono
directo que habían instalado en nuestra casa, el año anterior. El general
Gómez le dijo en aquella oportunidad a papá: “Eustoquio, yo necesito que
usted se me encargue de la Presidencia del Estado Lara para que acabe con el
alzamiento de Gabaldón”.
Papá estaba muy bien con su vida tranquila en Caracas,
además pervivía el recuerdo del año 1925, y por eso papá no le acepta al
general Gómez su ofrecimiento.
“Yo estoy cansado de estar peleando, ya estoy cansado
de tantos años de lucha. Yo estoy muy bien viviendo en Caracas con mi
familia”. Estas, según papá, eran sus respuestas al general Gómez.
Pasaron pocos días, poco menos de una semana y volvió a
sonar el teléfono. Una vez más el general Gómez le pedía a mi papá que fuera
a Maracay a entrevistarse con él.
Antes de viajar a Maracay, papá conversó sobre aquel
viaje con mi mamá. Hablaron de la petición que seguramente el general Gómez
le iba a volver hacer. Papá dijo en aquella oportunidad: “El general
Gómez me está llamando para insistir en que yo me encargue del Estado Lara
para combatir al general Gabaldón. Pero en esta ocasión le voy a decir que
sí pero con unas condiciones bien apretadas que es muy seguro que él no va a
aceptar. El desconfió de mi cuando me sacó del Táchira y ahora tiene que
darme una prueba de confianza”.
Cuando se reunió con el general Gómez en Maracay, éste le
preguntó sobre su decisión. Papá le respondió: “Yo le voy a poner una
condición para aceptar la Presidencia del estado lara. Usted debe autorizar
que yo forme un batallón con hombres de mi absoluta confianza. Este batallón
no debe depender del Ministerio de Guerra Marina, ese batallón estará
formado por gente mía, con mis oficiales, con mis soldados y con el
armamento que yo crea necesario”.
El general Gómez sin dudarlo un momento le respondió:
“Haga lo que usted quiera. Arme uno, dos o todos los batallones que usted
quiera tener”.
Papá le pidió quince días para prepararlo todo. Así nació
el Batallón 13 de Mayo, fecha cuando papá se encarga del estado Lara. Ese
batallón tenía como comandante al coronel Mateo Gámez.
Papá comenzó a organizar su marcha a la ciudad de
Barquisimeto. Decidió llevar consigo al doctor Ramón Vargas como su
Secretario de Gobierno, y por supuesto llevó a Eloy Montenegro su eterno
acompañante.
El doctor Vargas, Eloy Montenegro, el coronel Gámez
salieron una noche de Caracas, junto a papá rumbo a Lara. Salieron con la
sola compañía del chofer y de Maximiliano, el asistente de papá.
Recuerdo que aquella noche, Eloy Montenegro se acercó a
mamá para decirle: “Ese hombre refiriéndose a papá-sigue cometiendo
imprudencias. Sigue andando con la manía de salir sin escolta, sabiendo que
él tiene enemigos y que la situación en Lara es muy peligrosa.”
Al día siguiente telefoneó desde Barquisimeto. Nos
avisaba su llegada y nos decía que oportunamente se fijaría la fecha para
nuestra mudanza a aquella ciudad, porque Barquisimeto estaba hecha un
desastre, azotada por el paludismos con inmensas lagunas en las calles del
pueblo, burros y cerdos sueltos.
Su decisión fue esperar a que él hubiera pacificado la
región y que nosotros hubiésemos terminado el año escolar en Caracas.
La milicia organizada personalmente por papá se encargó
de acabar rápidamente con el alzamiento del general Gabaldón, el que fue
hecho prisionero y confinado en la cárcel Las Tres Torres de Barquisimeto.
Poco tiempo después el general Gabaldón enferma, y papá, con licencia del
general Gómez permite que lo trasladen a su casa para que la familia lo
cuidara y fuera atendido por su médico. Poco después, al sanar el general
Gabaldón, llegó una orden de Maracay para trasladar a Gabaldón al Castillo
de Puerto Cabello, a cumplir una condena de cinco años tal como lo había
previsto el general Gómez cuando la solicitud del crédito del que te hablé
antes.
En una de sus visitas a Maracay, a la cual yo lo
acompañé, papá conversó con el general Gómez sobre la situación de la
familia de Gabaldón. Ya habían pasado dos años desde el encarcelamiento del
general y la situación de su familia era muy mala económicamente, por lo que
hacia falta la presencia del jefe de la familia. Papá le pidió al general
Gómez la libertad de Gabaldón. El general Gómez le respondió: “Yo le voy
a soltar para complacerlo a usted, al hijo del general Gabaldón, a Joaquín
Gabaldón, porque él ha demostrado ser un buen hijo haciéndole caso a su
papá, y los hijos no tienen la culpa de lo que hacemos los padres. Pero al
general Gabaldón no lo voy a soltar todavía, él va a estar cinco años preso
y de eso no lo salva nadie”.
A los cinco años de estar preso salió el general
Gabaldón, regresó a Barquisimeto con una gran barba y fue a visitar a mi
papá en nuestra casa. Hablaron largo rato mientras tomaban café.
Aquella vez yo presencié su encuentro desde un sitio en
que ellos no podían verme. Me impresionó cuando papá salió de la sala y fue
a su estudio de donde regresó cargando un revólver. Escuché cuando papá le
decía: “General aquí tengo su revólver. Tómelo junto a estas cajas de
cartuchos para que usted se defienda porque usted nunca va a dejar de tener
enemigos en esta tierra”. Se despidieron con un gran abrazo.
Papá había tenido una conducta muy recta con la familia
Gabaldón durante los años de la prisión del general. Siempre estuvo atento a
las necesidades de esa familia.
ECO: ¿Usted escuchó a su papá formular críticas contra
el gobierno del general Gómez?
EG: Una de las cosas que siempre le criticó, y esto
quizás nadie lo va a creer hoy en día, es que papá criticaba la censura de
prensa. Nos decía que el general Gómez debía darle libertad a la prensa,
para que él mismo se enterara de los desastres que en todo el país hacían
muchos de sus funcionarios, de sus jefes civiles.
También en muchas ocasiones escuché a papá hablar de la
costumbre de mantener engrillados a los presos. A él le molestaba esa
situación en las prisiones, seguramente porque recordaba los dos años que
estuvo engrillado en La Rotunda por orden de Cipriano Castro.
Yo no recuerdo que papá diera nunca una orden para
engrillar a una persona, ni para que castigaran o torturaran.. A meter
presos sí mandó a muchos. Recuerdo haber presenciado cuando papá estando en
Barquisimeto, mandó a meter preso a uno de sus oficiales a un capitán de
apellido Molina. Este hombre andaba de guapetón amenazando a la gente con su
arma. Ante un incidente que armó este capitán mi padre ordenó su arresto.
Mi padre era un hombre fuerte de carácter, le gustaba que
las cosas que ordenaba marcharan sobre rieles. El inspeccionaba
personalmente la planificación y la ejecución de las obras públicas. En el
Estado Lara se preocupó por hacer un montón de obras de mucha importancia y
que le dieron a esa zona una nueva cara. En Barquisimeto diseñaron y
construyeron las principales calles que luego las mandó a asfaltar. Bajo su
gobierno se hizo una obra de mucha relevancia y de mucha dificultad como fue
la construcción de un acueducto para Barquisimeto. Allí usando una técnica
muy moderna trajeron agua desde muy lejos, resolviendo hasta nuestros días
el problema de agua potable para Barquisimeto.
Mandó a construir el Parque Ayacucho, la Gobernación, la
Plaza Bolívar. Barquisimeto es una obra de mi papá, él construyó esa ciudad,
él la planificó haciéndole sus principales obras. Porque cuando papá llegó a
Barquisimeto en el año 1929, en esa ciudad sólo había una calle de verdad,
que es la actual calle 20.
Uno de los principales decretos de mi papá al encargarse
de la Presidencia del Estado Lara fue ordenar que recogieran a los animales
de la calle. Cada burro, cabra, vaca o cerdo, cuando no cumplieran sus
dueños con el decreto, era enviado al matadero.
ECO: ¿Qué fue lo que ocurrió entre Juan Alberto
Ramírez y Eustoquio Gómez estando ya su papá como Presidente de Lara?
EG: Juan Alberto Ramírez fue el militar a quien el
general Gómez envió al Táchira a sustituir a papá. Una vez que el general
Ramírez viene a Maracay desde el Táchira papá se encargó de hacerle una
jugarreta. Papá se entera previamente del viaje de Ramírez y ordena que sea
detenido en la alcabala de entrada al estado Lara, como en efecto ocurre. Un
día papá recibe la llamada desde la alcabala, ya Ramírez había llegado y los
guardias lo tenían parado. Papá comienza a dar órdenes por teléfono.
“Averigüen si está armado el general Ramírez”. En caso de estar armado,
como en efecto lo estaba, los guardias tenían la orden de decomisarle el
arma porque existía una disposición del Presidente del Estado, de mi papá,
de prohibición del porte de armas. Por teléfono le informaron que ya habían
decomisado el arma del general Ramírez, papá entonces mandó que le pidieran
el certificado de vacunación el cual, por supuesto, no lo tenía Ramírez.
Papá ordenó que vacunaran a Ramírez y luego lo dejaran seguir su viaje.
En la alcabala de salida del estado Lara, el general
Ramírez se detuvo a solicitar le devolvieran su arma. Desde allí llamaron a
papá y él les dijo: “Díganle al general Ramírez que si necesita un arma
se la pida al general Gómez cuando lo vea en Maracay”.
Papá llegó aquel día de particular buen humor a nuestra
casa. Contándonos lo sucedido al general Ramírez, nos dijo: “Ya me las
pagó el hombre ese”.
Al tiempo cuando el general Ramírez debía regresar al
Estado Táchira, no lo hizo por tierra, porque se hubiera visto obligado a
pasar otra vez por el Estado Lara. Prefirió viajar en barco, vía Curazao
hasta Maracaibo.
ECO: En Barquisimeto, durante la Presidencia del
general Eustoquio Gómez ocurrió un encuentro que dentro de la historia
venezolana de estos años es muy significativo. Dos hombres que estuvieron
enfrentados militarmente durante muchos años, se encuentran por primera vez
frente a frente. Uno continuando con el poder, el otro prisionero en camino
a la prisión donde moriría. Me refiero al encuentro de Juan Pablo Peñaloza y
Eustoquio Gómez.
EG: Permíteme contarte un acontecimiento de nuestros años
del Táchira. En una ocasión, mi padre, siendo Presidente del Táchira, había
organizado lo necesario para que mi hermana y yo pasáramos algunos días de
vacaciones en Palmira. El día antes de salir para aquel pueblo, yo
presentaba síntomas de fiebre, por lo que aquel viaje se suspendió. Al día
siguiente la casa que había sido preparada para nuestra permanencia en
Palmira fue quemada por hombres de Peñaloza que seguramente buscaban
secuestrarnos o asesinamos.
Pero esa anécdota no le quita a Peñaloza su figura de
héroe. Fue un hombre de mucho valor, que siempre perseveró en sus ideas,
hasta el momento cuando es hecho finalmente prisionero en el Táchira.
Yo de verdad lo aprendí a admirar especialmente después
que lo conocí en Barquisimeto, cuando después de haber sido capturado era
llevado al castillo de Puerto Cabello.
Papá me invito a ir al cuartel de la policía donde
Peñaloza estaba preso, la noche que pasó en Barquisimeto. En esa
conversación no hubo rencor, no hubo violencia, hubo por el contrario un
gran respeto entre ambos.
Cuando sintió que abrían la puerta levantó la cara, miró
a papá, me miró y volvió a bajar su rostro, “Buenas tardes, general
Peñaloza”. Papá y Peñaloza, a pesar de haberse combatido por tantos años
en el Táchira, jamás se habían visto frente a frente. Peñaloza le respondió
el saludo llamando a papá por su nombre y por eso papá le preguntó: “sabe
quién soy yo?”. “Sí, usted es el general Eustoquio Gómez. Mi general,
yo a usted lo vi muchas veces desde cerquita. En varias de mis venidas al
Táchira yo estuve muy cerca de usted y usted no se dio cuenta. Pero yo a
usted no le quise matar, porque yo a usted lo respeto y lo admiro como
general que usted es”.
Hablaron mucho, pidieron café para acompañar la
conversación. Hablaron de sus vidas en el Táchira, de los malos momentos
vividos. Papá le preguntaba a Peñaloza las razones que lo llevaron a tener
esa vida entre invasión e invasión, siempre saliendo derrotado. Papá le
preguntaba por qué un hombre como él, a su edad y con una salud tan precaria
andaba todavía metido en peleas contra el gobierno. Peñaloza le respondió a
papá: “Si yo vuelvo a tener oportunidad, yo vuelvo a invadir al Táchira”.
Papá le dijo: “Carajo, general, usted sí que es un hombre bien guapo,
pero ya nosotros estamos muy viejos y enfermos para estar peleándonos”.
Se despidieron amablemente y papá le informó a Peñaloza
que había ordenado que trajeran comida del mejor sitio de Barquisimeto. “Mándeme
a avisar si usted necesita algo”.
Se despidieron con un gran abrazo y luego Peñaloza me
despidió igualmente con un abrazo.
ECO: ¿Qué pensaba Eustoquio Gómez de Peñaloza, su
enemigo de tantos años?
EG.: Papá decía que Peñaloza era un hombre muy guapo, un
gran peleador pero que había perdido su tiempo organizando esas pequeñas
invasiones que siempre fueron derrotadas.
Cuando salimos de la policía y ya íbamos en el carro,
papá hizo un comentario sobre el estado de salud de Peñaloza, que era muy
malo, dijo: “Si yo fuera el general Gómez dejara libre a este hombre,
porque ya Peñaloza no es un peligro para el gobierno”.
Se me olvidaba un detalle de la conversación de Peñaloza
y papá. El general Peñaloza le mostró a papá el sombrero y le dijo: “Por
poquito y no nos llegamos a conocer”. El sombrero tenía un agujero de
bala.
ECO: Juan Pablo Peñaloza con 77 años va preso a Puerto
Cabello hasta los últimos días de su vida. Allí, en la cárcel gomecista
sería compañero de prisión con hombres jóvenes que con el pasar del tiempo
se convertirían en los nuevos gobernantes del país. Me llama poderosamente
la atención este hecho porque dentro de una misma cárcel coincidieron
representantes de dos Venezuelas muy diferentes. La vieja Venezuela con sus
caudillos, sus generalotes de charretera y ejército propio, y la Venezuela
contemporánea.
Luego, en los años cincuenta, se daría otra vez este
curioso hecho. Eloy Tarazona, el representante de los hombres que rodeaban
al general Gómez durante su gobierno, es hecho prisionero por el gobierno de
Pérez Jiménez y termina sus días en la Seguridad Nacional, compartieron su
prisión con los hombres que poco después se consolidarían en el poder, luego
del 23 de Enero. Tarazona, el eterno asistente de Juan Vicente Gómez,
terminó siendo cuidado por los muchachos adecos presos en la cárcel de Pedro
Estrada.
EG: Yo volví a ver a Tarazona después del año 35 sólo
cuando en 1945 me refugié en Cúcuta raíz del golpe contra Medina Angarita.
Tarazona a quien hoy le adjudican un poder que nunca tuvo, vivía en el
exilio en la más completa miseria, vivía de la caridad de quienes lo
habíamos conocido y se alojaba en la casa del señor Roque Ibañez. Tarazona
siempre hablaba a los que lo escuchaban de unos fabulosos tesoros que él y
el general Gómez habían enterrado y que permanecían ocultos todavía. Contaba
que él había acompañado al general Gómez cuando éste había enterrado en
varios sitios una enormes fortunas en joyas y dinero, también hablaba de un
supuesto tesoro de Juan Alberto Ramírez.
Durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, Eloy
Tarazona regresa a Venezuela. No me consta la forma cómo murió pero se ha
hablado que fue estando preso en la Seguridad Nacional, en tiempos de Pedro
Estrada.
ECO: Volviendo un poco atrás en el tiempo Se ha dicho
que en el año 1929, antes las tensiones políticas que se estaban viviendo,
Juan Vicente Gómez volvió a recurrir a los hombres fuertes de su confianza
tales como Eustoquio Gómez y Félix Galavís. El caso de Félix Galavís es muy
interesante porque luego de ser Inspector General de las Fuerzas Armadas
había caído en desgracia ante Juan Vicente y luego es llamado de nuevo a
participar en el gobierno.
EG: Siendo papá Presidente del Estado Lara, se suicida el
general Victoriano Jiménez, Presidente del Estado Yaracuy. El general Gómez
consultó a mi papá sobre quién debía encargarse de ese cargo y le pidió la
opinión a papá porque Yaracuy y Lara son vecinos y era importante que allí
estuviera un hombre que se llevara bien con mi papá. Por eso propone a Félix
Galavís quien para la época estaba dedicado a cuidar de sus haciendas.
ECO: Al parecer Félix Galavís contaba con una
confianza muy grande de parte de Eustoquio Gómez porque luego en 1935 lo
vuelve a proponer para la Gobernación de Caracas...
EG: En efecto, papá le tenía mucha confianza a Galavís.
Cuando papá se lo propone al general Gómez, éste inmediatamente dice que a
Galavís él no lo quiere en el gobierno. Ellos tuvieron un problema muy serio
que originó la salida de Galavís de su alto cargo en el ejército. Papá
insistió y le dijo a Juan Vicente que él se responsabilizaba personalmente
por la conducta de Félix Galavís. Finalmente el general Gómez aceptó.
Papá y Félix Galavís eran muy amigos. Pasaban mucho
tiempo juntos en Barquisimeto porque Galavís nos visitaba casi todos los
fines de semana.
Ellos eran amantes de las peleas de gallos, eran
gallerazos, les encantaba irse juntos a pelear gallos... A lo mejor por es
que papá le insistió al general Gómez en cuanto al nombramiento de Galavís...
El otro compinche gallero era el Presidente del Estado Portuguesa, que para
el aquel entonces tenía como capital a Acarigua. El general Juan Fernández,
padre de Doña Menca Fernández (quien fuera luego la esposa del presidente
Raúl Leoni) era el tercero del trío de Presidentes de Estado que se reunían
a cada rato para irse juntos a las peleas de gallos.
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