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Eustoquio Gómez

Versión digital del libro de Edgar C. Otálvora

Editorial Pomaire. Caracas. 1993

 En el texto se identifica al autor con las iniciales “ECO”. Las intervenciones del señor Eustoquio Gómez Villamizar y la señora Josefita Gómez de Briceño se identifican con las iniciales "EG” y “DJ”, respectivamente


 

Capítulo V

Otra vez en la pelea

 

ECO: En el año 1929 se produce el retorno definitivo del general Eustoquio Gómez al ejercicio del gobierno. Desde aquel año y hasta su muerte permanecería en el gobierno gomecista, encargado de asegurarla seguridad en la región centro occidental del país. ¿Cómo fue el regreso de su padre a la vida política del país?

E.G.: El regreso de papá al ejercicio del poder se produce a raíz del alzamiento del general Gabaldón en su hacienda Santo Cristo, de Biscucuy. Déjame contar primero una anécdota de algo ocurrido antes del alzamiento de Gabaldón.

Como ya antes te había dicho, el general Gabaldón fue un hombre muy cercano al gobierno del general Gómez, en base a esa vieja relación Gabaldón visita al general Gómez en su casa de la Plaza Girardot. Según lo contado por el doctor Requena, secretario privado del general Gómez en aquel año de 1929, el general Gabaldón vino a pedirle un crédito al general Gómez con el objeto de hacer unas mejoras en su hacienda. El general Gómez le aprueba el crédito y luego que el general Gabaldón salió a buscar su dinero en las oficinas que quedaban al lado de la casa presidencial, el general Gómez le dijo a Requena: “Esos reales que le estoy prestando al general Gabaldón le van a costar cinco años de cárcel”.

Por supuesto que aquella sentencia llamó la atención del doctor Requena quien le preguntó al general Gómez las razones de lo que había dicho. La respuesta fue: “porque con ese dinero el general Gabaldón no va a arreglar ninguna hacienda, él va a armar a sus hombres para alzarse contra el gobierno”.

Dicho y hecho, al poco tiempo se levanta en armas el general Gabaldón...

 

ECO: ¿Cuáles fueron las causas del alzamiento del general Gabaldón?

EG.: Eso formaba parte de un plan donde estaba involucrada mucha gente, viejos caudillos y políticos jóvenes de Caracas. Recuerda que poco tiempo después del alzamiento de Gabaldón se produce el desembarco de Román Delgado Chalbaud en Cumaná...

ECO: Eso ocurre en agosto de 1929...

EG: Exacto, por eso no es difícil pensar que el alzamiento de Gabaldón formaba parte de un plan que incluía otras acciones.

ECO: Antes del ascenso del general Eustoquio a la Presidencia del Estado Lara, el general Gabaldón obtuvo algunas victorias militares sobre las fuerzas del gobierno. ¿Esta situación causó preocupación dentro del régimen gomecista?

EG: Inmediatamente que comienzan a llegar las noticias de las acciones de Gabaldón, papá es llamado a Maracay, usando el teléfono directo que habían instalado en nuestra casa, el año anterior. El general Gómez le dijo en aquella oportunidad a papá: “Eustoquio, yo necesito que usted se me encargue de la Presidencia del Estado Lara para que acabe con el alzamiento de Gabaldón”.

Papá estaba muy bien con su vida tranquila en Caracas, además pervivía el recuerdo del año 1925, y por eso papá no le acepta al general Gómez su ofrecimiento.

“Yo estoy cansado de estar peleando, ya estoy cansado de tantos años de lucha. Yo estoy muy bien viviendo en Caracas con mi familia”. Estas, según papá, eran sus respuestas al general Gómez.

Pasaron pocos días, poco menos de una semana y volvió a sonar el teléfono. Una vez más el general Gómez le pedía a mi papá que fuera a Maracay a entrevistarse con él.

Antes de viajar a Maracay, papá conversó sobre aquel viaje con mi mamá. Hablaron de la petición que seguramente el general Gómez le iba a volver hacer. Papá dijo en aquella oportunidad: “El general Gómez me está llamando para insistir en que yo me encargue del Estado Lara para combatir al general Gabaldón. Pero en esta ocasión le voy a decir que sí pero con unas condiciones bien apretadas que es muy seguro que él no va a aceptar. El desconfió de mi cuando me sacó del Táchira y ahora tiene que darme una prueba de confianza”.

Cuando se reunió con el general Gómez en Maracay, éste le preguntó sobre su decisión. Papá le respondió: “Yo le voy a poner una condición para aceptar la Presidencia del estado lara. Usted debe autorizar que yo forme un batallón con hombres de mi absoluta confianza. Este batallón no debe depender del Ministerio de Guerra Marina, ese batallón estará formado por gente mía, con mis oficiales, con mis soldados y con el armamento que yo crea necesario”.

El general Gómez sin dudarlo un momento le respondió: “Haga lo que usted quiera. Arme uno, dos o todos los batallones que usted quiera tener”.

Papá le pidió quince días para prepararlo todo. Así nació el Batallón 13 de Mayo, fecha cuando papá se encarga del estado Lara. Ese batallón tenía como comandante al coronel Mateo Gámez.

Papá comenzó a organizar su marcha a la ciudad de Barquisimeto. Decidió llevar consigo al doctor Ramón Vargas como su Secretario de Gobierno, y por supuesto llevó a Eloy Montenegro su eterno acompañante.

El doctor Vargas, Eloy Montenegro, el coronel Gámez salieron una noche de Caracas, junto a papá rumbo a Lara. Salieron con la sola compañía del chofer y de Maximiliano, el asistente de papá.

Recuerdo que aquella noche, Eloy Montenegro se acercó a mamá para decirle: “Ese hombre refiriéndose a papá-sigue cometiendo imprudencias. Sigue andando con la manía de salir sin escolta, sabiendo que él tiene enemigos y que la situación en Lara es muy peligrosa.”

Al día siguiente telefoneó desde Barquisimeto. Nos avisaba su llegada y nos decía que oportunamente se fijaría la fecha para nuestra mudanza a aquella ciudad, porque Barquisimeto estaba hecha un desastre, azotada por el paludismos con inmensas lagunas en las calles del pueblo, burros y cerdos sueltos.

Su decisión fue esperar a que él hubiera pacificado la región y que nosotros hubiésemos terminado el año escolar en Caracas.

La milicia organizada personalmente por papá se encargó de acabar rápidamente con el alzamiento del general Gabaldón, el que fue hecho prisionero y confinado en la cárcel Las Tres Torres de Barquisimeto. Poco tiempo después el general Gabaldón enferma, y papá, con licencia del general Gómez permite que lo trasladen a su casa para que la familia lo cuidara y fuera atendido por su médico. Poco después, al sanar el general Gabaldón, llegó una orden de Maracay para trasladar a Gabaldón al Castillo de Puerto Cabello, a cumplir una condena de cinco años tal como lo había previsto el general Gómez cuando la solicitud del crédito del que te hablé antes.

En una de sus visitas a Maracay, a la cual yo lo acompañé, papá conversó con el general Gómez sobre la situación de la familia de Gabaldón. Ya habían pasado dos años desde el encarcelamiento del general y la situación de su familia era muy mala económicamente, por lo que hacia falta la presencia del jefe de la familia. Papá le pidió al general Gómez la libertad de Gabaldón. El general Gómez le respondió: “Yo le voy a soltar para complacerlo a usted, al hijo del general Gabaldón, a Joaquín Gabaldón, porque él ha demostrado ser un buen hijo haciéndole caso a su papá, y los hijos no tienen la culpa de lo que hacemos los padres. Pero al general Gabaldón no lo voy a soltar todavía, él va a estar cinco años preso y de eso no lo salva nadie”.

A los cinco años de estar preso salió el general Gabaldón, regresó a Barquisimeto con una gran barba y fue a visitar a mi papá en nuestra casa. Hablaron largo rato mientras tomaban café.

Aquella vez yo presencié su encuentro desde un sitio en que ellos no podían verme. Me impresionó cuando papá salió de la sala y fue a su estudio de donde regresó cargando un revólver. Escuché cuando papá le decía: “General aquí tengo su revólver. Tómelo junto a estas cajas de cartuchos para que usted se defienda porque usted nunca va a dejar de tener enemigos en esta tierra”. Se despidieron con un gran abrazo.

Papá había tenido una conducta muy recta con la familia Gabaldón durante los años de la prisión del general. Siempre estuvo atento a las necesidades de esa familia.

ECO: ¿Usted escuchó a su papá formular críticas contra el gobierno del general Gómez?

EG: Una de las cosas que siempre le criticó, y esto quizás nadie lo va a creer hoy en día, es que papá criticaba la censura de prensa. Nos decía que el general Gómez debía darle libertad a la prensa, para que él mismo se enterara de los desastres que en todo el país hacían muchos de sus funcionarios, de sus jefes civiles.

También en muchas ocasiones escuché a papá hablar de la costumbre de mantener engrillados a los presos. A él le molestaba esa situación en las prisiones, seguramente porque recordaba los dos años que estuvo engrillado en La Rotunda por orden de Cipriano Castro.

Yo no recuerdo que papá diera nunca una orden para engrillar a una persona, ni para que castigaran o torturaran.. A meter presos sí mandó a muchos. Recuerdo haber presenciado cuando papá estando en Barquisimeto, mandó a meter preso a uno de sus oficiales a un capitán de apellido Molina. Este hombre andaba de guapetón amenazando a la gente con su arma. Ante un incidente que armó este capitán mi padre ordenó su arresto.

Mi padre era un hombre fuerte de carácter, le gustaba que las cosas que ordenaba marcharan sobre rieles. El inspeccionaba personalmente la planificación y la ejecución de las obras públicas. En el Estado Lara se preocupó por hacer un montón de obras de mucha importancia y que le dieron a esa zona una nueva cara. En Barquisimeto diseñaron y construyeron las principales calles que luego las mandó a asfaltar. Bajo su gobierno se hizo una obra de mucha relevancia y de mucha dificultad como fue la construcción de un acueducto para Barquisimeto. Allí usando una técnica muy moderna trajeron agua desde muy lejos, resolviendo hasta nuestros días el problema de agua potable para Barquisimeto.

Mandó a construir el Parque Ayacucho, la Gobernación, la Plaza Bolívar. Barquisimeto es una obra de mi papá, él construyó esa ciudad, él la planificó haciéndole sus principales obras. Porque cuando papá llegó a Barquisimeto en el año 1929, en esa ciudad sólo había una calle de verdad, que es la actual calle 20.

Uno de los principales decretos de mi papá al encargarse de la Presidencia del Estado Lara fue ordenar que recogieran a los animales de la calle. Cada burro, cabra, vaca o cerdo, cuando no cumplieran sus dueños con el decreto, era enviado al matadero.

ECO: ¿Qué fue lo que ocurrió entre Juan Alberto Ramírez y Eustoquio Gómez estando ya su papá como Presidente de Lara?

EG: Juan Alberto Ramírez fue el militar a quien el general Gómez envió al Táchira a sustituir a papá. Una vez que el general Ramírez viene a Maracay desde el Táchira papá se encargó de hacerle una jugarreta. Papá se entera previamente del viaje de Ramírez y ordena que sea detenido en la alcabala de entrada al estado Lara, como en efecto ocurre. Un día papá recibe la llamada desde la alcabala, ya Ramírez había llegado y los guardias lo tenían parado. Papá comienza a dar órdenes por teléfono. “Averigüen si está armado el general Ramírez”. En caso de estar armado, como en efecto lo estaba, los guardias tenían la orden de decomisarle el arma porque existía una disposición del Presidente del Estado, de mi papá, de prohibición del porte de armas. Por teléfono le informaron que ya habían decomisado el arma del general Ramírez, papá entonces mandó que le pidieran el certificado de vacunación el cual, por supuesto, no lo tenía Ramírez. Papá ordenó que vacunaran a Ramírez y luego lo dejaran seguir su viaje.

En la alcabala de salida del estado Lara, el general Ramírez se detuvo a solicitar le devolvieran su arma. Desde allí llamaron a papá y él les dijo: “Díganle al general Ramírez que si necesita un arma se la pida al general Gómez cuando lo vea en Maracay”.

Papá llegó aquel día de particular buen humor a nuestra casa. Contándonos lo sucedido al general Ramírez, nos dijo: “Ya me las pagó el hombre ese”.

Al tiempo cuando el general Ramírez debía regresar al Estado Táchira, no lo hizo por tierra, porque se hubiera visto obligado a pasar otra vez por el Estado Lara. Prefirió viajar en barco, vía Curazao hasta Maracaibo.

ECO: En Barquisimeto, durante la Presidencia del general Eustoquio Gómez ocurrió un encuentro que dentro de la historia venezolana de estos años es muy significativo. Dos hombres que estuvieron enfrentados militarmente durante muchos años, se encuentran por primera vez frente a frente. Uno continuando con el poder, el otro prisionero en camino a la prisión donde moriría. Me refiero al encuentro de Juan Pablo Peñaloza y Eustoquio Gómez.

EG: Permíteme contarte un acontecimiento de nuestros años del Táchira. En una ocasión, mi padre, siendo Presidente del Táchira, había organizado lo necesario para que mi hermana y yo pasáramos algunos días de vacaciones en Palmira. El día antes de salir para aquel pueblo, yo presentaba síntomas de fiebre, por lo que aquel viaje se suspendió. Al día siguiente la casa que había sido preparada para nuestra permanencia en Palmira fue quemada por hombres de Peñaloza que seguramente buscaban secuestrarnos o asesinamos.

Pero esa anécdota no le quita a Peñaloza su figura de héroe. Fue un hombre de mucho valor, que siempre perseveró en sus ideas, hasta el momento cuando es hecho finalmente prisionero en el Táchira.

Yo de verdad lo aprendí a admirar especialmente después que lo conocí en Barquisimeto, cuando después de haber sido capturado era llevado al castillo de Puerto Cabello.

Papá me invito a ir al cuartel de la policía donde Peñaloza estaba preso, la noche que pasó en Barquisimeto. En esa conversación no hubo rencor, no hubo violencia, hubo por el contrario un gran respeto entre ambos.

Cuando sintió que abrían la puerta levantó la cara, miró a papá, me miró y volvió a bajar su rostro, “Buenas tardes, general Peñaloza”. Papá y Peñaloza, a pesar de haberse combatido por tantos años en el Táchira, jamás se habían visto frente a frente. Peñaloza le respondió el saludo llamando a papá por su nombre y por eso papá le preguntó: “sabe quién soy yo?”. “Sí, usted es el general Eustoquio Gómez. Mi general, yo a usted lo vi muchas veces desde cerquita. En varias de mis venidas al Táchira yo estuve muy cerca de usted y usted no se dio cuenta. Pero yo a usted no le quise matar, porque yo a usted lo respeto y lo admiro como general que usted es”.

Hablaron mucho, pidieron café para acompañar la conversación. Hablaron de sus vidas en el Táchira, de los malos momentos vividos. Papá le preguntaba a Peñaloza las razones que lo llevaron a tener esa vida entre invasión e invasión, siempre saliendo derrotado. Papá le preguntaba por qué un hombre como él, a su edad y con una salud tan precaria andaba todavía metido en peleas contra el gobierno. Peñaloza le respondió a papá: “Si yo vuelvo a tener oportunidad, yo vuelvo a invadir al Táchira”. Papá le dijo: “Carajo, general, usted sí que es un hombre bien guapo, pero ya nosotros estamos muy viejos y enfermos para estar peleándonos”.

Se despidieron amablemente y papá le informó a Peñaloza que había ordenado que trajeran comida del mejor sitio de Barquisimeto. “Mándeme a avisar si usted necesita algo”.

Se despidieron con un gran abrazo y luego Peñaloza me despidió igualmente con un abrazo.

ECO: ¿Qué pensaba Eustoquio Gómez de Peñaloza, su enemigo de tantos años?

EG.: Papá decía que Peñaloza era un hombre muy guapo, un gran peleador pero que había perdido su tiempo organizando esas pequeñas invasiones que siempre fueron derrotadas.

Cuando salimos de la policía y ya íbamos en el carro, papá hizo un comentario sobre el estado de salud de Peñaloza, que era muy malo, dijo: “Si yo fuera el general Gómez dejara libre a este hombre, porque ya Peñaloza no es un peligro para el gobierno”.

Se me olvidaba un detalle de la conversación de Peñaloza y papá. El general Peñaloza le mostró a papá el sombrero y le dijo: “Por poquito y no nos llegamos a conocer”. El sombrero tenía un agujero de bala.

ECO: Juan Pablo Peñaloza con 77 años va preso a Puerto Cabello hasta los últimos días de su vida. Allí, en la cárcel gomecista sería compañero de prisión con hombres jóvenes que con el pasar del tiempo se convertirían en los nuevos gobernantes del país. Me llama poderosamente la atención este hecho porque dentro de una misma cárcel coincidieron representantes de dos Venezuelas muy diferentes. La vieja Venezuela con sus caudillos, sus generalotes de charretera y ejército propio, y la Venezuela contemporánea.

Luego, en los años cincuenta, se daría otra vez este curioso hecho. Eloy Tarazona, el representante de los hombres que rodeaban al general Gómez durante su gobierno, es hecho prisionero por el gobierno de Pérez Jiménez y termina sus días en la Seguridad Nacional, compartieron su prisión con los hombres que poco después se consolidarían en el poder, luego del 23 de Enero. Tarazona, el eterno asistente de Juan Vicente Gómez, terminó siendo cuidado por los muchachos adecos presos en la cárcel de Pedro Estrada.

EG: Yo volví a ver a Tarazona después del año 35 sólo cuando en 1945 me refugié en Cúcuta raíz del golpe contra Medina Angarita. Tarazona a quien hoy le adjudican un poder que nunca tuvo, vivía en el exilio en la más completa miseria, vivía de la caridad de quienes lo habíamos conocido y se alojaba en la casa del señor Roque Ibañez. Tarazona siempre hablaba a los que lo escuchaban de unos fabulosos tesoros que él y el general Gómez habían enterrado y que permanecían ocultos todavía. Contaba que él había acompañado al general Gómez cuando éste había enterrado en varios sitios una enormes fortunas en joyas y dinero, también hablaba de un supuesto tesoro de Juan Alberto Ramírez.

Durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, Eloy Tarazona regresa a Venezuela. No me consta la forma cómo murió pero se ha hablado que fue estando preso en la Seguridad Nacional, en tiempos de Pedro Estrada.

ECO: Volviendo un poco atrás en el tiempo Se ha dicho que en el año 1929, antes las tensiones políticas que se estaban viviendo, Juan Vicente Gómez volvió a recurrir a los hombres fuertes de su confianza tales como Eustoquio Gómez y Félix Galavís. El caso de Félix Galavís es muy interesante porque luego de ser Inspector General de las Fuerzas Armadas había caído en desgracia ante Juan Vicente y luego es llamado de nuevo a participar en el gobierno.

EG: Siendo papá Presidente del Estado Lara, se suicida el general Victoriano Jiménez, Presidente del Estado Yaracuy. El general Gómez consultó a mi papá sobre quién debía encargarse de ese cargo y le pidió la opinión a papá porque Yaracuy y Lara son vecinos y era importante que allí estuviera un hombre que se llevara bien con mi papá. Por eso propone a Félix Galavís quien para la época estaba dedicado a cuidar de sus haciendas.

ECO: Al parecer Félix Galavís contaba con una confianza muy grande de parte de Eustoquio Gómez porque luego en 1935 lo vuelve a proponer para la Gobernación de Caracas...

EG: En efecto, papá le tenía mucha confianza a Galavís. Cuando papá se lo propone al general Gómez, éste inmediatamente dice que a Galavís él no lo quiere en el gobierno. Ellos tuvieron un problema muy serio que originó la salida de Galavís de su alto cargo en el ejército. Papá insistió y le dijo a Juan Vicente que él se responsabilizaba personalmente por la conducta de Félix Galavís. Finalmente el general Gómez aceptó.

Papá y Félix Galavís eran muy amigos. Pasaban mucho tiempo juntos en Barquisimeto porque Galavís nos visitaba casi todos los fines de semana.

Ellos eran amantes de las peleas de gallos, eran gallerazos, les encantaba irse juntos a pelear gallos... A lo mejor por es que papá le insistió al general Gómez en cuanto al nombramiento de Galavís... El otro compinche gallero era el Presidente del Estado Portuguesa, que para el aquel entonces tenía como capital a Acarigua. El general Juan Fernández, padre de Doña Menca Fernández (quien fuera luego la esposa del presidente Raúl Leoni) era el tercero del trío de Presidentes de Estado que se reunían a cada rato para irse juntos a las peleas de gallos.

 

 

 

El general Eustoquio Gómez, presidente del estado Táchira

 

 

 

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