ECO: El general Eustoquio Gómez regresa a
Caracas en medio de condiciones muy diferentes a las que imperaban cuando
salió rumbo al Táchira en 1911. El gobierno del general Gómez está
consolidado, los mecanismos para el ejercicio del poder ya estaban montados
y funcionando: la familia Gómez era el centro de la vida nacional.
EG: Inmediatamente después de llegar a
Caracas papá comenzó a hacer lo necesario para establecerse en esa ciudad.
Compró una casa entre las esquinas de Marrón a Cují, en pleno centro de la
capital. La casa estaba identificada con el número cuarenta y cinco y
quedaba justamente frente al Colegio Sucre, el cual era dirigido por el
doctor Nuñez Ponte. En aquel colegio iniciaría mis estudios.
Aquélla seria nuestra casa hasta el año
1929, cuando a raíz del levantamiento del general Gabaldón en Lara, mi padre
fue nombrado Presidente de aquel Estado.
ECO: ¿Cómo fue la vida de su familia en
aquellos años?
EG.: Fueron unos años de mucha paz para mi
familia. Papá se mantuvo totalmente separado de la vida política, por lo que
pudimos disfrutar de una presencia permanente de nuestro padre.
Papá paseaba por las calles de Caracas,
visitaba a sus amigos, mucho de ellos eran comerciantes como los Ramia y
muchos otros. Iba al mercado de San Jacinto con mucha regularidad a comprar
frutas y verduras. Me contaba Florencio Gómez, que su padre el general Gómez
y Antonio Pimentel, aquel hombre de quien Juan Vicente Gómez tenía tanta
confianza, acostumbraban hacerle bromas a mi padre por las cantidades
exageradas de frutas que compraba cuando Iba al mercado.
Papá era un gran aficionado a las
actividades artísticas. En Lara y en el Táchira se ocupó por asegurar una
orquesta para las retretas en la plaza. Durante su estadía en Caracas
asistía con nosotros a los conciertos, óperas, zarzuelas y operetas que
presentaban en los teatros Municipal y Nacional de esa ciudad.
Era de nota obligada sus paseos vespertinos
por la zona de El Paraíso, donde departía largamente con sus amigos que se
daban cita en aquel lugar de moda para la época.
Los domingos asistía a las carreras de
caballos en el Hipódromo Nacional, así como asistía a las corridas de toros
en el Circo Metropolitano y en Nuevo Circo de Caracas.
En casa pasaba mucho tiempo, dedicado a su
jardín y hasta en reparaciones caseras, como pintar una pared en la cual
viera una pequeña mancha. Era por naturaleza un hombre inquieto, por lo que
estaba permanentemente dedicado a sus ocupaciones favoritas.
ECO: Llama la atención el hecho de que el
general Eustoquio Gómez no utilizara vestimenta militar...
EG: Mi padre utilizó vestimenta militar
hasta cuando se encargó de la Presidencia del Estado Táchira.
DJ: Recuerdo que siendo nosotros unos niños,
encontramos en unos baúles de mi padre, un grupo de varios uniformes
prusianos, con aquellos cascos tan pintorescos, por lo que nosotros los
utilizamos para jugar a los disfraces.
EG. Papá siempre prefirió vestir con traje
civil, siempre muy elegante, siempre cuidando el aspecto de su ropa. Mi
padre era un hombre de buen gusto, le agradaba vestirse muy bien, era un
hombre que disfrutaba de la buena mesa. Mi padre no fue el salvaje campesino
del que hablan en algunos libros.
ECO: Siendo el general Eustoquio Gómez un
hombre nacido y formado en un ambiente rural, muy alejado de una educación
refinada, causa curiosidad sus modales refinados y sus gustos en cuanto a
vestimenta y alimentos...
EG: A pesar de la formación campesina de mi
padre, allá en La Mulera, él mostraba unos modales muy cuidados. Atendía
rigurosamente a las formas y a nosotros, a sus hijos, nos indicaba
permanentemente cómo debíamos comportamos en la mesa o en sitios públicos.
Creo que en su educación en este sentido,
influyó en mucho el famoso libro de Carreño, el famoso Manual de Carreño.
Cuando nos llamaba la atención por algo,
siempre nos decía:”Carreño dice que...”.
ECO: ¿Cuál era la conducta de su padre en
relación a la educación de sus hijos?
EG: Mi padre se preocupó por asegurarles a
sus hijos una educación completa. Siempre estaba atento a los avances que
hacíamos en la escuela. Cuando coincidíamos él y nosotros en casa en ratos
libres, papá le pedía a mi hermana que tocara el piano, especificando que
deseaba escuchar piezas clásicas y no música popular.
Mi hermana completó sus estudios básicos en
el Colegio Paraíso, donde era obligatorio aprender a hablar en francés. Por
mi parte inicié mis estudios en el Colegio Sucre y luego en La Salle. Con
los años comenzaría mis estudios de medicina en la Universidad de Caracas,
los cuales me vi obligado a abandonar por nuestro exilio a la muerte del
general Gómez.
ECO: Don Eustoquio, ¿cómo calificaría su
conducta personal, siendo un miembro de la familia Gómez, con la gente de la
calle, con quienes no eran Gómez ni estaban cercanos al poder?
EG: Mira Edgar, yo puedo decir que era un
muchacho muy popular, con muchos amigos entre la gente del pueblo.
Yo logré que se eliminara en las
Universidades de Caracas y Mérida el sistema de abrir nuevos cursos de
Medicina cada dos años y en forma alternada. Cuando yo voy a comenzar mis
estudios de medicina, en 1934, le correspondía a la Universidad de Mérida
abrir el primer año de Medicina, para mí esto no era un problema, pero yo
tenía amigos que por razones familiares y económicas no hubieran podido
mudarse a la ciudad de Mérida a iniciar sus estudios. Por esta razón, y con
el consentimiento de mi padre, viajé a Maracay a pedirle al general Gómez
que permitiera que las dos universidades, la de Caracas y la de Mérida,
abrieran cursos de Medicina simultáneamente, para que los muchachos no
perdieran un año.
El general Gómez me dio una tarjeta para
llevársela al Ministro de Instrucción Pública quien me recomendó volver una
semana después por la respuesta la cual fue positiva. Y así comenzamos
estudios de Medicina aquel año en Caracas.
Los muchachos con quienes inicié mis
estudios de Medicina, luego de muerto el general Gómez, le pidieron al
general López Contreras que me permitiera continuar mis estudios. Claro,
aquello resultó imposible.
Incluso, no pude continuar mis estudios en
el extranjero. Los documentos que probaban mis estudios de bachillerato,
fueron extraviados por alguna gente. Desde el extranjero intenté
solicitarlos pero me pedían a cambio una pequeña fortuna que yo no estaba
dispuesto a pagar. En resumidas cuentas, nunca pude llegar a ser médico.
ECO: En general, la familia Gómez se
aprovechaba de su privilegiada situación para hacer daño a quienes nada
tenían que ver con el gobierno?
EG: No. Los Gómez, y por Gómez me refiero a
los más cercanos familiares del general Gómez, no abusaban. Los hijos del
general o yo nunca abusamos aprovechándose del poder. Claro que había
abusos, pero venían de los subalternos, los subordinados, los empleados, los
jefes civiles, los choferes.
ECO: Sin embargo, en prácticamente toda
la literatura referida a esa época de la vida nacional, se habla de abusos,
de un estado de terror...
E G.: Claro que no existía un estado de
terror. Terror de verdad existe ahora, en 1985, ahora cuando la gente teme
salir a la calle ante la posibilidad de ser asesinado en la primera esquina,
o ser asaltada en cualquier calle a plena luz del día.
El terror que pudo haber cuando el gobierno
del general Gómez, no lo sufrió el pueblo. Lo vivieron los enemigos jurados
del régimen.
ECO: El año 1928 quedó marcado en la
historia venezolana, como el momento cuando hizo su entrada a la vida
nacional, una nueva generación de políticos e intelectuales Aquel año se
produce el carnaval estudiantil y. poco después sucede el alzamiento de un
grupo de militares.
En 1928, el general Eustoquio Gómez
estaba residenciado en Caracas. ¿Cuál fue la conducta asumida por él en
aquellos días?
EG: En 1928, coincidiendo con los sucesos
del carnaval estudiantil en Caracas, el general Juan Vicente Gómez inicia un
muy pensado plan para convencer a mi papá para que volviera a la escena
pública. Papá continuaba sentido por la falta de confianza mostrada por el
general Gómez en 1925.
Incluso, el general Gómez ordenó que
instalaran una línea telefónica para él comunicarse directamente con mi
casa.
Se presenta el problema de los estudiantes.
El general Gómez convocó a mi papá a Maracay. Le pidió que le diera ayuda a
Rafael María Velazco, Gobernador de Caracas para esa época. Cuando papá
regresó de Maracay nos contó su conversación y nos dijo: “Yo no estoy para
estarme peleando con muchachos. Yo decidí no volverme a ocupar de asuntos
oficiales. Además la cosa no es muy grave, en la calle he visto que son
muchachos y mujeres los que andan alborotado”. Recuerdo que le dio un
consejo a Rafael María Velazco: “Mándeles a echar agua fría a los muchachos
para que se fueran a sus casas, y a las mujeres mándeles a echar flores que
es lo que a ellas les gusta”. Este consejo da una idea de la poca
importancia que papá le dio a aquel bochinche.
Recuerdo que siendo tiempo de carnaval, y
siendo mi papá un amante de esos espectáculos, ordenó a su chofer quitar el
techo de su carro y salió a jugar carnaval en las calles de Caracas, por
alguna razón se negó a llevarme con mi hermana.
ECO: Pero el gobierno gomecista no
respondió con agua y flores, por el contrario envió a unos cuantos
estudiantes a la cárcel.
EG: La cosa se complicó cuando el general
Gómez atendiendo a informes recibidos en Maracay, ordenó a Rafael Maria
Velazco que metiera presos a los estudiantes embochinchados. Los presos eran
enviados para Palenque, una carretera que estaba en construcción en los
llanos, el general ordenó que los pusieran a trabajar uno o dos meses. No
fue tanto el castigo que sufrieron esos muchachos.
ECO: El día 7 de abril del mismo año
1928, se produjo el alzamiento militar en Caracas, un movimiento de civiles
y militares intentaba derrocar al gobierno del general Gómez. ¿Cuál fue la
respuesta de su padre a esta situación altamente peligrosa para el régimen?
EG: Eso ocurrió en los días de la Semana
Santa del año 1928. Papá había alquilado una casa en el litoral, una casa
que quedaba en Maiquetía muy cercana a la casa que en Macuto tenía el
general Gómez, llamada la Quinta Trece nombre dado a aquella construcción
porque había sido construida en trece días exactos. En Maiquetía estábamos
esperando al general Gómez quien había planificado pasar unos días en la
playa. Pero el general nunca llegó.
A papá le causó preocupación el hecho de que
el general Gómez no llegara, por lo que llamó durante el día a Caracas,
desde donde le informaron que había cambiado de planes y había tomado rumbo
a Ocumare de la Costa, en el Estado Aragua.
En realidad el general Gómez había
despistado a todo el mundo, porque no estaba en Macuto, tampoco estaba en
Caracas, ni en Ocumare de la Costa, él estaba en San Juan de los Morros.
Al general Gómez lo iban a asesinar aquella
noche en el Palacio de Miraflores, cuando rumbo a Macuto pasara la noche en
la residencia presidencial de Caracas.
Cuando el general salió de su casa en Las
Delicias en Maracay se despidió de todos, dado que se iba a Caracas, tal
como estaba programado. Según lo que tiempo después me contó el chofer del
general, tomaron inicialmente rumbo a Caracas, luego de bajar de Las
Delicias, le ordenó a su chofer que tomara rumbo hacia Ocumare de la Costa,
el chofer cambió de rumbo. Ya estaban cerca de El Limón en la vía hacia
Ocumare, cuando volvió a ordenar cambiar la ruta. El destino de aquel viaje
sería San Juan de los Morros. De esta forma logró no sólo frustrar el
intento de asesinato contra su persona, además logró despistar a la larga
cola de adulantes que se peleaban el puesto tras el carro del general Gómez
cuando él salía de viaje.
Aquella noche, en la cual se esperaba la
llegada del general Gómez a Caracas, fue el alzamiento militar del año 1928.
El general estaba enterado o presintió algo raro entre los militares jóvenes
de Caracas. Por esas cosas hasta de brujo lo calificaron.
ECO: De brujo o de brote de la tierra
satánica, en las palabras de Rómulo Gallegos...
EG: El general tenía una capacidad muy
grande de prever situaciones lo que por supuesto le valió para gobernar
durante tanto tiempo. Volviendo a los sucesos del 7 de abril de 1928,
aquella noche papá estaba en la casa de Maiquetía que había alquilado. Muy
temprano la casa quedó sin comunicación telefónica, por lo que papá quedó
sin posibilidades de recibir información oportunamente. Como a las dos de la
madrugada los hijos del general Juancho Gómez, Efraín y José Rosario,
llegaron a nuestra casa apurados para traer informaciones recibidas desde
Caracas. Habían tomado a Miraflores y era muy posible que tomaran el Cuartel
San Carlos en Caracas. Efraín y José Rosario, empantuflados, sin ninguna
experiencia en aquellas cosas, en plena madrugada salieron con mi papá rumbo
al cuartel de La Guaira, desconociendo si ese cuartel estaba comprometido
con los insurrectos de Caracas.
Llegaron cerca del cuartel y papá ordenó al
chofer que se detuviera. A los muchachos le ordenó que lo esperaran dentro
del vehículo mientras él iba hasta el cuartel a conocer su situación. Según
lo que me contara José Rosario, papá se acercó a la puerta del cuartel y
gritó. Soy el general Eustoquio Gómez, abran inmediatamente la puerta. La
puerta se abrió y papá entró al cuartel
Al poco rato llegó hasta el carro donde
esperaban Efraín, José Rosario y el chofer, un soldado del cuartel de La
Guaira, que traía un mensaje de papá ordenándoles que entraran al cuartel.
Allí lo encontraron rodeado de los oficiales de la plaza y hablando por
teléfono. En aquel momento papá estaba comunicándose con Eleazar López
Contreras, quien para aquella fecha era el jefe de la Guarnición de Caracas.
En aquella conversación telefónica, según lo que José Rosario me contara
varios años después, mi papá le decía a López Contreras que bajo ningún
criterio mantuviera la tropa en los patios del cuartel. Le decía que montara
el mayor número posible de hombres en el techo del cuartel para que
recibieran a los alzados con fuertes descargas desde la parte alta del
edificio.
Tengo entendido que aquélla fue la forma
como se defendió el edificio del ataque del que era objeto.
ECO: Un par de años atrás, tuve la
oportunidad de conversar en casa del doctor Arnoldo Ocaña, en Barinas, con
don Pancho Betancourt Sosa. Don Pancho fue uno de los jóvenes civiles que
estaban comprometidos en el intento de tomar el cuartel San Carlos en 1928.
Me comentaba don Pancho, la sorpresa que ellos se llevaron cuando no
solamente el plan de abrir las puertas del o. por parte de un comprometido
que se encontraba dentro del cuartel les falló, además recibieron una
descarga cerrada desde las partes altas del cuartel, lo que obligó a que se
retiraran buscando refugio.
Es importante señalar la relevancia como
objetivo político y militar del Cuartel San Carlos en Caracas, el cual era
el arsenal de la capital de la República.
EG: El cuartel San Carlos fue el arsenal de
Caracas hasta el golpe que derrocó a Isaías Medina Angarita. El 18 de
octubre del año 45 la gente logró tomar aquel cuartel. Lo que unos hombres
intentaron hacer en 1928 y no lo consiguieron, otros lo lograrían en 1945.
ECO.: En el alzamiento de 1928 estaba
comprometido un hijo de Eleazar López Contreras quien iría preso a La
Rotunda, donde moriría poco tiempo después...
EG: Sobre ese detalle, muy doloroso por
cierto, yo tengo mi opinión. Yo en el caso de Lópéz Contreras hubiera
renunciado a la posición que tenía dentro del régimen, en vez de pretender
demostrar a toda costa que él no estaba comprometido sino que era sólo el
hijo. En ese momento López pagó un precio demasiado alto para continuar
cerca del general Gómez.
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