**** Andrés Pastrana, con el sol en la espalda, confiesa su fracaso para acabar con la guerra.

La semana pasada el gobierno colombiano mostró un poco usual video sobre una operación cumplida por la Marina y el Ejército en el Valle del Cauca. Las fuerzas militares colombianas cercaron una unidad de las Autodefensas de Colombia. Oficialmente fueron detenidos 60 paramilitares.

La difusión del video tenía múltiples destinatarios. Uno, los gobiernos europeos potenciales contribuyentes para el Plan Colombia, altamente permeables a la opinión de la izquierda mundial,  quienes critican la falta de acciones contra los paramilitates. Dos, el Congreso de Washington, donde algunas voces censuran a Bogotá por supuesta permisividad ante las violaciones de derechos humanos cometidas por los paramilitares. Tres, las FARC y el ELN  que se  quejan amargamente porque el gobierno no combate a los paramilitares. Y cuatro, a Colombia toda, porque Pastrana tiene que desmentir la percepción según la cual perdió el control del país.

Con más de la mitad del lapso cumplido, con tres candidatos presidenciales en la calle y ninguno de ellos apoyando al gobierno, sin un partido que lo respalde, con la reforma económica inconclusa y la reforma política abortada, el presidente Andrés Pastrana está débil y con pocas perspectivas de salir airoso. Su principal bandera, el tema de la violencia, se quedó en lo que ya había logrado durante la campaña presidencial: periódicas sesiones de fotografía con Manuel Marulanda y rutinarios ofrecimientos de reiniciar conversaciones para negociar la metodología de las negociaciones de paz. Pero tras la cesión territorial a las FARC y las múltiples concesiones políticas al ELN, el gobierno no ha logrado frenar la acción guerrillera, ha perdido control territorial, ha visto crecer la influencia de las Autodefensas y ha creado malestar entre la clase militar que se siente una vez más maniatada.

Andrés Pastrana dijo el pasado jueves 03MAY01 que “se agotan las razones para seguir creyendo en la paz” ante “la bestialidad” mostrada por la guerrilla y los paramilitares. También el presidente Pastrana debe sentir que se agota su tiempo sin que pueda mostrar un éxito significativo para su gestión.