El
martes 18 de enero falleció uno de los 13
“medios hermanos” del presidente brasileño Lula da Silva. Lula envió una
ofrenda floral y a su hermano Frei Chico como representante en las exequias
del día siguiente.
La agenda del miércoles estaba apretada. Lula haría el viaje inaugural del
nuevo avión presidencial.
El Airbus A-319, de US$ 56 millones, lo llevaría a una de las localidades
más apartadas de la geografía brasileña:
Tabatinga.
Situada sobre el Amazonas en la triple frontera con Colombia y Perú,
Tabatinga forma junto a la ciudad colombiana de Leticia una activísima
frontera.
El viaje de Lula a la muy lejana Tabatinga servía para acallar las voces que
protestaron por la compra de un avión.
Tabatinga, al igual que buena parte de las poblaciones de la Amazonía
brasileña, vive del gasto público que procede en buena parte del presupuesto
militar. Los militares brasileños están orgullosos de su contribución
histórica para la incorporación de la Amazonía a la vida brasileña, pero hoy
en día el tema de la presencia efectiva brasileña en la Amazonía es
nuevamente factor de preocupación de la élite brasileña.
La creación del Mercosur conllevó en los años noventa a una redefinición de
la doctrina militar brasileña.
La hipótesis de guerra contra Argentina perdió importancia. La mira fue
dirigida hacia la vigilancia de la mayor y más indefensa extensión
territorial: la Amazonía. El futuro de la humanidad estaría en la reserva de
agua y biodiversidad amazónica, y los militares brasileños se aprontaron a
su defensa. A finales de los años noventa la prensa brasileña descubrió los
vínculos entre el narcotr&aacut! e;fico, el tráfico de armas y la presencia
de subversivos colombianos en los corredores del norte amazónico. Los
militares brasileños, reacios a intervenir en operaciones antinarcóticos
alegando que es materia policial, debieron reconsiderar el asunto. La
defensa de la Amazonía dejó de ser un problema teórico de geopolítica
futurista para ser un tema urgente. Y el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso retomó una política, seguida por Lula, para fortalecer la estructura
de defensa militar de la Amazonía.
Lula fue a Tabatinga a inaugurar una renovada versión del Proyecto Rondon.
El gobierno socialista retoma así, incluso con el mismo nombre, un programa
adelantado por los gobiernos militares desde 1966. El programa lo diseñó y
manejará el Ministerio de Defensa y consiste en movilizar estudiantes
universitarios de todo el país hacia las áreas fronterizas donde cumplirán
tareas sociales.
Ese mismo día Lula se reunió en Leticia con el presidente Álvaro Uribe. La
prensa se centró en el impasse Colombia-Venezuela, olvidando que Uribe y
Lula son desde el 2003 socios en la cooperación militar y en el combate al
terrorismo.
Brasil sigue evitando involucrarse en el conflicto colombiano, pero está
fortaleciendo su frontera y actuando bilateralmente con Bogotá y Perú para
repeler a narcotraficantes y terroristas. Brasil no apoya el Plan Colombia
pero los hechos lo están llevando a ayudar.
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