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4 / El Mundo
/ Lunes / Caracas , 12 de Septiembre de 2005 |
Mirando el
vecindario
Nicaragua: ¿Hará algo la OEA?
Tras su llegada a
la Presidencia en enero del 2002, Enrique Bolaños vio debilitar
rápidamente su capacidad de acción a raíz de su decisión de promover
-con el apoyo táctico del sandinismo- el enjuiciamiento de su
compañero de partido, el ex presidente Arnoldo Alemán.
Alemán sigue al mando de su partido (PLC) y junto con Daniel Ortega
(Fsln) mantiene una alianza que controla la Asamblea Nacional.
Para el PLC, a la vez que una forma de venganza contra el antiguo
socio político, su alianza con el sandinismo busca mantener la
influencia de Alemán y sortear la condena judicial que ya recibió.
Para el Fsln es la vía para ampliar sus posiciones de poder.
La alianza entre Alemán y el Fsln se materializó en reformas
constitucionales que limitan las facultades presidenciales de
Bolaños, quien además está amenazado de destitución por parte de la
oposición. En tanto, el Fsln que ya preside la Asamblea Nacional se
distribuye con el PLC el control de la Corte Suprema, el Consejo
Electoral y la Contraloría.
La Asamblea Nacional se adjudicó el veto a las designaciones
ministeriales, así como la autoridad para destituir ministros y
designar la administración de los organismos que prestan servicios
públicos.
El gobierno de Bolaños que califica las reformas como contrarias al
criterio constitucional de equilibrio entre poderes, apeló a
instancias multilaterales ante la abrumadora alianza Alemán-Ortega.
La Corte Centroamericana de Justicia CCJ emitió en el 2004 una
medida cautelar para frenar la aprobación de las reformas, la cual
fue desoída por la Asamblea Nacional. Tras la aprobación de las
reformas, la CCJ las declaró inaplicables. El gobierno de Bolaños
insiste en la preeminencia de las decisiones de la CCJ, mientras la
Corte Suprema de Nicaragua, controlada por la oposición, ratificó la
constitucionalidad de las reformas y rechazó la preeminencia del
Tribunal Internacional. Basado en el mandato de la CCJ, Bolaños
recurre a las instancias políticas regionales.
El 5 de septiembre reunidos en Managua, los presidentes de
Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica, el segundo
vicepresidente de Panamá, el canciller dominicano y un emisario de
Belice, dieron un espaldarazo a Bolaños y a la acción internacional
en la crisis nicaragüense, pidiendo que la OEA actúe para
restablecer el equilibro de poderes. Pero todo indica que la OEA
hará poco al respecto.
Ya en Fort Lauderdale el organismo se pronunció por la
institucionalidad nica. Luego, el nuevo secretario general
directamente, y por medio de un enviado especial, ha buscado mediar
entre Bolaños y la oposición.
La semana pasada, la OEA debatía los términos para una nueva e
inocua declaración a favor de la institucionalidad nicaragüense.
Los amigos de Daniel Ortega en el ente hemisférico están prestos
para bloquear una sanción a Nicaragua por violación de la Carta
Democrática.
Bolaños, al parecer, seguirá prisionero de la alianza Alemán-Ortega,
mientras éste último ofrece gasolina venezolana barata como parte de
su oferta electoral.
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