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  9 / El Mundo / Jueves / Caracas , 07 de Abril de 2005

Mirando el vecindario

De Macagua a Buenos Aires

El 29 de marzo, a orillas del río Caroní, se reunieron los presidentes de Brasil, Colombia, España y Venezuela. Mientras, los presidentes de Argentina y EEUU cumplían su propia cumbre.

En Macagua, Lula, Uribe, Zapatero y Chávez atendieron la rutina: cada uno dio su discurso debidamente comentado por el amo de casa y luego firmaron una declaración de ocasión sobre temas coincidentes de política internacional.

Uribe Vélez se mostraba incómodo en este encuentro. Fuentes del Gobierno colombiano nos comentaron que la presencia de Uribe en Macagua fue forzada por las circunstancias. Dado que Zapatero iría a Bogotá dos días después, era difícil que Uribe alegara algo para no viajar a la cuatripartita. En los medios el tema fuerte era el armamentismo de Chávez y, en Macagua, Uribe coincidiría con dos de los proveedores y el comprador. Si bien Madrid y Caracas insisten en el carácter no ofensivo de las armas negociadas, en el ambiente aún suenan los voceros militares venezolanos que afirman estarse preparando para escenarios bélicos, una de cuyas hipótesis es de guerra con Colombia.

Ante la inevitable asistencia, Uribe optó por colocar cartas suyas en la mesa.

Emplazó a sus izquierdistas interlocutores a exigir un cese del fuego de las Farc y el ELN como condición para abrir negociaciones.

Y mientras Uribe declaraba no objetar las compras bélicas de Chávez, pedía a los “vecinos” cuidar que la guerrilla colombiana no reciba armas “nuevas ni viejas”.

El lunes pasado, en declaraciones a la Cadena Caracol, Uribe se justificó alegando que “es más importante ir a una cumbre a pedir que se adopten controles, a instar a que se cumplan los acuerdos internacionales de negociación y de manejo de armas, que simplemente aislarse, renegar o llorar".  Uribe calcula que empató.

Zapatero abandonó Macagua ganancioso, con aires de activo actor de la política latinoamericana y, con la forzada venia colombiana para sus negocios bélicos con Venezuela.

A la vez, Chávez recibía el apoyo de Lula para su diario cruce de ataques verbales con Washington. Pero el balance del día no estaba completo.

A la misma hora en la Casa Rosada el presidente Néstor Kirchner recibía una llamada telefónica desde la Casa Blanca. Argentina preocupada por el silencio de EEUU, temía hasta entonces que el presidente Bush no iría a la cumbre continental de noviembre en Buenos Aires. Bush habría ofrecido a Kirchner su apoyo ante el FMI en las negociaciones sobre deuda y le pronosticó nuevas inversiones extranjeras. Luego tocó un asunto ya enunciado por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld en sus visitas a Brasilia y Buenos Aires: la inestabilidad de Bolivia y la exportación de la revolución bolivariana son asuntos que afectan a toda la región, especialmente a Argentina y Brasil, dependientes del gas boliviano.

La Argentina recientemente se muestra querenciosa con EEUU. Fue de los primeros apoyos a la designación del polémico Paul Wolfowitz como presidente del Banco Mundial.

El Parlamento aprobó una ley sobre terrorismo promovida por Washington. Y el ministro de Defensa, José Pampero, anunció que Argentina comparte la preocupación de EEUU por la compra de armas de Chávez. Luego, el canciller argentino se reunió con la secretaria de Estado Condolezza Rice quien, a su vez, prepara maletas para ir a Brasilia. En paralelo, EEUU acaba de prorrogar la condición de socio comercial privilegiado a Brasil.

Ya es evidente que Washington tomó una nueva actitud, más activa y política, ante los crecientes problemas de inestabilidad en Latinoamérica.

 



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