4 / El Mundo
/ Lunes / Caracas , 05 de Septiembre de 2005
Mirando al vecindario
Benedicto XVI y Latinoamérica
El Papa Benedicto
XVI da señales de gran actividad como Jefe del Estado Vaticano. En
los últimos días del mes de agosto, coincidiendo con su estadía
veraniega en Castel Gandolfo, recibió las cartas credenciales de
tres embajadores latinoamericanos.
En los discursos pronunciados en respuesta a los saludos de los
nuevos embajadores de Ecuador, Paraguay y Venezuela, Benedicto dejó
sentir la orientación de Roma hacia Latinoamérica. Las tres piezas
están redactadas en términos indiscutiblemente protocolares, pero en
cada uno de ellos fueron tocados asuntos críticos.
El Papa dejó constancia de su conocimiento directo de Latinoamérica
(rememoró sus estadías en Guayaquil, Cuenca, Ambato y Quito), y del
seguimiento que el Vaticano hace de las realidades de cada país. En
sus intervenciones resaltó “la adhesión a la Iglesia católica” y el
carácter histórico de la Iglesia en Latinoamérica.
Además, confirmó el papel activo que la Iglesia debe cumplir,
refiriéndose a aspectos tan diversos como el apoyo a los emigrantes
ecuatorianos; la ejecución de una consulta nacional en Paraguay (”
Habla Señor que tu Iglesia escucha” ) para “tomar conciencia de que
la construcción de la patria es un compromiso de cada ciudadano” ; o
el rol cumplido en Venezuela, “para consolidar instituciones básicas
de la sociedad como la educación, la asistencia médica y las
estructuras de beneficencia”.
Afirmó que la Iglesia no busca “inmiscuirse en la política de los
Estados”. Dijo que “los Gobiernos de los Estados nada deben temer
por la acción de la Iglesia” y que la Iglesia sabe distinguir “lo
que es del César y lo que es de Dios”. Pero hizo un llamado al
“ejercicio de una verdadera democracia” definida como aquella que
“hace posible que el acervo cultural de las personas y el progresivo
desarrollo de la sociedad responda a las exigencias de la dignidad
humana”.
Recordó la encíclica Centessimus annus en la cual Juan Pablo II
afirmaba que “una democracia sin valores se convierte con facilidad
en un totalitarismo visible o encubierto”.
El Papa no rehuyó la polémica en sus solemnes palabras. Sobre
Paraguay dijo que con el actual gobierno fue “restablecida la
legitimidad de la Suprema Magistratura del Estado”, calificando
implícitamente de ilegítimo al gobierno de Luis González Macchi,
quien ascendió al poder tras la renuncia forzada de Raúl Cubas Grau.
Al gobierno ecuatoriano pidió atención para las poblaciones
indígenas. En cuanto a Venezuela, hizo públicas las tensiones con el
gobierno por la designación de las autoridades eclesiásticas y sobre
el tema de la educación, al tiempo que planteó la conveniencia de
(re) ” establecer diversas formas de colaboración fecunda entre el
Estado y la Iglesia”.
El mensaje es claro: Roma está decidida a seguir jugando un papel
relevante en el vecindario latinoamericano. Tiende puentes, llama a
la concordia y al diálogo entre los distintos sectores, a la vez que
reclama respeto a las libertades políticas y religiosas.