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La biografía de Juan Pablo Rojas Paúl

 

 
   
 
10 / El Mundo / Miércoles / Caracas , 24 de Noviembre de 2004

Mirando el vecindario

 Estatismo para exportación

Las elecciones presidenciales dominicanas estuvieron marcadas por una crisis energética agudizada por el embargo petrolero que el gobierno venezolano impuso en el 2003.

Por ello, Leonel Fernández durante su campaña mostraba sus especiales relaciones con Venezuela como parte de su oferta electoral. Iniciado su segundo mandato en agosto, Fernández designó emisarios especiales quienes durante largas estadías en Caracas escucharon los términos que Venezuela exigía para reactivar el suministro y financiamiento petrolero. Entre los emisarios estaba Miguel Mejía, parte del nuevo gobierno como secretario de Estado sin cartera, y conocido en los medios dominicanos como el ministro para las Relaciones con Venezuela. Mejía es secretario general del Movimiento Izquierda Unida y forma parte de la internacional comunista denominada “Congreso Bolivariano de los Pueblos”. Mejía junto a Evo Morales y otros militantes suscribieron en septiembre del 2003 un pronunciamiento calificando a Carlos Andrés Pérez como “prófugo de la justicia” en el cual exigían que el gobierno dominicano lo expulsara para así mantener “las buenas relaciones diplomáticas, comerciales y de amistad entre los dos pueblos y gobiernos”.

Mejía fue el vocero ante la prensa dominicana de las condiciones impuestas por el gobierno venezolano para activar los envíos energéticos: Caracas vetó por razones políticas a un grupo de empresas dominicanas y exigió que el negocio petrolero sea a nivel estatal.

Mejía quien actuó en su doble rol de negociador dominicano y de aliado del gobierno venezolano afirmó que “Lo que sí está claro es que Dominicana no puede poner en juego esas facilidades que está ofreciendo Venezuela”.

Quedó en evidencia así una abierta intervenci&oac! ute;n ve nezolana en la pequeña economía dominicana que se ha reflejado en enredos políticos entre diversos actores afectados.

Los acuerdos petroleros de Venezuela con Argentina y Paraguay y el sorpresivo anuncio de inversión venezolana en la refinería de Cartagena igualmente están creando reacciones contrarias en esos países. La venta de combustibles a Paraguay con un modelo similar al impuesto a los dominicanos desató agrias críticas contra el gobierno de Nicanor Duarte. El diario ABC de Asunción editorializó calificando al acuerdo como “una peligrosa fuente de rápido endeudamiento, expansión estatal descontrolada y corrupción”. El convenio es claramente estatista y contradice las promesas de Duarte para poner fin al monopolio de Petropar.

En Buenos Aires, donde el gobierno Kirchner creó una nueva empresa petrolera estatal, Enarsa, han surgido señalamientos sobre las compras sin licitación, los precios y el verdadero origen del gasoil vendido por Venezuela.

En Colombia diversos analistas comentan que la inversión de  Pdvsa  en Cartagena, además de ilusoria, está en contravía con la desestatización petrolera en ese país. En lista de espera estaría Uruguay para recibir su cuota de estatismo petrolero venezolano.

 



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