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10 / El Mundo
/ Miércoles / Caracas , 18 de
Febrero de 2004 |
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Mirando el vecindario
¡Otra vez Aristide!
El 5 de febrero, grupos armados
tomaron la central policial de Gonaives, al norte de Haití,
asesinaron policías y declararon liberada la ciudad. Dos días
después, un intento de retoma efectuado por 159 policías enviados
desde Puerto Príncipe, fue repelido por los alzados. Dos semanas
después, decenas de pequeñas aldeas y ciudades están bajo control
de bandas armadas antigubernamentales.
La oposición política ha exigido la renuncia de Jean Bertrand
Aristide acusándolo de fraude cuando fue reelecto en el 2002. Pero
la crisis no estalló ante la acción de los políticos de Puerto
Príncipe, sino por la violencia desatada por grupos paramilitares
que han proliferado a la sombra de este y anteriores gobiernos.
Bandas armadas cuyo único punto en común es el coyuntural rechazo
a Aristide. Los "liberadores" de Gonaives son un grupo paramilitar
que hasta noviembre operaba a las órdenes del Gobierno. La toma de
Hinché fue ejecutada por ex integrantes de unidades paramilitares
creadas por el gobierno de Raoul Cédras.
En enero, en la Cumbre de las Américas de Monterrey, Aristide
anunció que convocaría elecciones anticipadas. Ahora, con olor de
pólvora y cadáveres en las calles, Aristide afirma que se
mantendrá en la presidencia hasta el fin de su mandato, en febrero
del 2006. Él sabe que las salvajes imágenes transmitidas por la TV
global han situado a Haití en la mira mundial y espera que su
salvación política venga, otra vez, desde el extranjero.
El Gobierno estadounidense no pretende quemar naves por Aristide y
se ha movido en el contexto de la OEA y del Caricom, brindando
apoyo a los países antillanos que han procurado, sin éxito, una
salida política a la crisis. Piensan en Washington que el problema
en Haití es "policial" y no "militar" y no desean comprometer
tropas, prefiriendo una solución "regional". El Gobierno francés
anunció que aportará ayuda humanitaria pero, por ahora, no
ofrecerá tropas para una eventual "fuerza de paz", la cual
apoyaría sólo como una acción de la ONU.
Como los haitianos emigran con guerra civil o sin ella, el tema de
los refugiados está en la agenda. En República Dominicana temen la
llegada de nuevos refugiados haitianos. Mientras, el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados, Acnur, está en
conversaciones con Estados Unidos y con países caribeños,
incluyendo Cuba, buscando destino para la esperada nueva oleada de
refugiados haitianos.
Pareciera existir poco espacio para una negociación diplomática
que mantenga a Aristide en el poder. Washington y París quizás se
verán forzados a intervenir, financiando una fuerza policial
antillana y "convenciendo" a Aristide sobre el final de sus días
como presidente. Esta vez es poco probable que una de las suites
presidenciales del Caracas Hilton se convierta de nuevo en su
residencia como lo fue tras el golpe de 1991. En cambio, es más
probable un incremento en el número de haitianos que aspiren
empujar un carrito para vender helados en las calles caraqueñas.
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