En agosto del año 2000, el presidente Clinton realizó una
visita de ocho horas a Cartagena de Indias. Largos
preparativos para garantizar la seguridad del mandatario
estadounidense que llegaba a Colombia para formalizar su apoyo
a la estrategia antinarcóticos y antiguerrillera del gobierno
Pastrana.
En un mensaje difundido por la TV
colombiana con motivo de su visita, Clinton afirmó que “La
democracia colombiana es atacada”. “Los beneficios del
narcotráfico financian el conflicto civil. Fuerzas poderosas
hacen su propia ley, y ustedes enfrentan el peligro todos los
días”. “No tenemos un objetivo militar.No creemos que su
conflicto tenga una solución militar.
Apoyamos el proceso de paz”.
Clinton llegó a Cartagena acompañado de una comitiva en la
cual resaltaba, por sus implicaciones políticas, una
representación bipartidista de parlamentarios encabezada por
el presidente de la Cámara, el republicano Dennis Hastert, y
el senador demócrata Joseph Biden.
Luego murieron las negociaciones con las
Farc, a la Casa Blanca llegó un republicano, al Palacio de
Nariño llegó Uribe Vélez. La política de colocar al
narcotráfico y a la guerrilla en el mismo saco se ha impuesto,
la acción militar no se intenta mimetizar como lo procuró
Clinton y ya no se limita a Colombia. La ayuda militar
estadounidense para la lucha antinarcóticos es legalmente
utilizada en operaciones antiguerrilleras desde el 2002. Lo
que era un plan de apoyo en tareas antinarcóticos derivó en un
plan antiguerrillero.
En el 2003 ganó publicidad con el
respaldo a la protección del oleoducto Caño Limón-Coveñas en
su sección araucana. Ha continuado con la creciente
participación de entrenadores y asesores (civiles y militares)
en la ofensiva que el gobierno Uribe ejecuta al sur del país
bajo el nombre de Plan Patriota.
Un informe sobre política militar
estadounidense, distribuido por la Oficina en Washington para
Asuntos Latinoamericanos Wola, afirma que el Pentágono ha ido
progresivamente absorbiendo responsabilidades antes reservadas
al Departamento de Estado.
La diplomacia militar se ha intensificado
al punto que el general James Hill, hasta ahora Comandante del
Comando Sur, realizó 78 viajes a la región entre agosto de
2002 y julio de 2004. El informe de Wola registra que el
número de militares colombianos entrenados por EEUU pasó de
2.475 en el año 1999 a 12.947 en el 2003. Colombia es el mayor
receptor de este tipo de ayuda a nivel mundial.
La semana pasada, el Congreso de los EEUU
aprobó una ampliación en el número de militares y asesores que
participarán en la actual ofensiva antiguerrillera. En el año
fiscal 2005 la cifra de asesores militares se duplicará de 400
a 800, y los asesores civiles podrán sumar hasta 600. Cuatro
años después del viaje de Clinton, sigue funcionando el apoyo
bipartidista en el Congreso estadounidense a la participación
militar en Colombia. No hay que esperar que esto sea tema de
polémica en los debates electorales entre Bush y Kerry.
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