El Gobierno cubano anunció la ejecución, está
semana, de un masivo despliegue de su aparato militar y político,
bajo la denominación de Ejercicios Bastión 2004. Las maniobras
militares, ampliamente publicitadas, involucrarían a las unidades
(terrestres, aéreas y navales) de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, a miembros del denominado “sistema defensivo
territorial” (la reserva militarizada) y a la población en general.
Además de los ejercicios militares estaría planeada la simulación de
un ataque aéreo. El ejercicio ha sido definido por La Habana como un
mensaje a EEUU sobre las dificultades que encontraría una fuerza
expedicionaria estadounidense en territorio cubano. Algunos
analistas han sugerido que “Bastión 2004” busca además, crear
cohesión política interna alrededor del anciano régimen.
Un asunto que no pareciera ser accesorio sino central en las
maniobras cubanas de esta semana, es la presencia en Cuba del
Presidente venezolano, en visita con categoría de “oficial”. La
visita se produce durante fechas coincidentes con las maniobras
militares, justamente en la etapa descrita como de “participación
popular masiva”. Este hecho deja ver que la coordinación militar
entre ambos gobiernos no pareciera sólo un condimento para los
discursos antiestadounidenses, sino que es un componente ya
operativo de la alianza política.
Debe recordarse que en septiembre pasado se difundió noticias sobre
la compra conjunta por Caracas y La Habana de equipo militar
ucraniano, incluyendo carros de transporte de tropas.
Esta información no fue desmentida por los supuestos compradores.
Por el contrario, existirían similitudes entre equipos cuya compra
autorizó el Parlamento venezolano con los que, según la publicación
especializada Jane´s, habrían adquirido Cuba y Venezuela.
Las maniobras militares cubanas se producen en momentos cuando los
países del vecindario redefinen su perfil militar. En la reunión del
Grupo de Río de noviembre, quedaron claras dos posiciones sobre el
tema de la seguridad continental y las relaciones con los EEUU.
Brasil y Chile, con Argentina de cerca, ratificaron su participación
en operaciones multilaterales, a propósito de la crisis en Haití.
Brasil está encargado de la jefatura militar y Chile dirige la ayuda
económica en ese país. Los grandes jugadores políticos del
vecindario propugnan soluciones regionales a problemas regionales
enmarcadas en la institucionalidad internacional y en sintonía con
Washington.
En contraste, Venezuela y Cuba rechazan la presencia militar de la
ONU en Haití. Promueven una alianza militar regional para defenderse
de quien califican su enemigo: EEUU. Ya Caracas propuso este tipo de
alianza al Gobierno dominicano, con motivo del reciente acuerdo
petrolero.
Hablan de crear una situación militar que genere un clima de
“contención” al estilo de la “guerra fría”, lo cual llevaría a que
Washington se abstenga de una eventual invasión. El vecindario sigue
de cerca la carrera armamentista venezolano-cubana.