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11/ El Mundo
/ Miércoles / Caracas , 14 de
Abril de 2004 |
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Mirando el vecindario
Bolivia: gas tumba-gobiernos
El
gas representa más del 20% de las exportaciones bolivianas y es junto
a la soja, uno de los motores de potencial crecimiento económico.
Actualmente, el manejo del gas es centro de la disputa política, parte
de un explosivo coctel que incluye dosis de reclamos reivindicativos
de diversos sectores, el contraste entre la pujante economía del
oriente y la miseria de la sierra y la renovada disputa territorial
con Chile.
Durante el último gobierno de Hugo Banzer se diseñó un proyecto
privado para exportar gas hacia Baja California (México) donde se
inyectaría a la red de gasoductos de los Estados Unidos. El proyecto
Pacific LNG parecía perfecto: California enfrenta una crisis
energética, y Bolivia posee gas cerca de las costas del Pacífico. Para
las deficitarias arcas del fisco boliviano, el proyecto era
providencial. Los ingresos por concepto de gas se habían resentido
tras la suspensión de ventas a Argentina a finales de los 90; y el
cliente principal, Brasil, ya planteó una reformulación de cuotas y
precios que afectará el valor de las exportaciones bolivianas en breve
plazo. Por ello, el presidente Jorge Quiroga viajó a Washington en
diciembre del 2001 para ser el “testigo de honor” en la firma de una
carta de intención para la exportación a partir del 2005 de gas
natural a California.
El proyecto sólo tenía dos defectos: requería que el gasoducto
boliviano llegara a costas chilenas, lo cual irrita al nacionalismo
boliviano. Y, para desvelo de la radical izquierda boliviana, el gas
tendría como destino a los Estados Unidos.
Sánchez de Lozada inauguró gobierno en el 2002, viéndose obligado a
congelar el proyecto Pacific LNG, alejándose la posibilidad de mejorar
los ingresos públicos. En tanto, las organizaciones sindicales (COB de
Jaime Solares), agrarias (Csutcb liderizada por Felipe Quispe) y la
comunista-cocalera de Evo Morales, con ocasionales coincidencias con
los empresarios, incendiaron el país con reclamos gremiales, negativas
a reformas tributarias, acusaciones de traición a la patria ante el
enemigo chileno y ante el imperialismo neoliberal.
Tras el feroz paro nacional convocado por Quispe y Solares, al cual se
sumó Morales a última hora, Sánchez de Lozada abandonó la presidencia
en octubre del 2003. Carlos Mesa prometió convocar un plebiscito sobre
el proyecto gasífero y reformar la ley de hidrocarburos. Ambas
promesas aún sin cumplimiento.
Ahora, ante la posibilidad de venderle gas a Argentina, la alianza
radical de izquierda que tumbó a Sánchez, amenaza con alborotar de
nuevo al país. Alegan que el gas se desviará hacia Chile y sólo
enriquecerá a las petroleras.
Mientras, algunos señalan que Mesa está cogobernando con Evo Morales,
virtual embajador especial ante los gobiernos de Caracas y Buenos
Aires.
Mesa camina sobre un delgado hilo... algunos de los artífices de su
gobierno hablan de sacarlo. El martes anunció su proyecto de ley de
hidrocarburos y duras condiciones para la venta de gas a Argentina,
buscando calmar a sus amigos radicales.
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