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La biografía de Juan Pablo Rojas Paúl

 

 

 
 
 
  10 / El Mundo / Miércoles / Caracas , 01 de Septiembre de 2004
 


Mirando el vecindario

El poderío cubano

El fin de la ayuda rusa al Gobierno cubano a finales de los años ochenta, cambió de forma inmediata  el estilo violento de la diplomacia cubana hacia sus vecinos. Gabriela Febres, quien presidiera el Instituto de Comercio Exterior, gusta recordar la circunstancia en la cual conoció a Fidel Castro.

Fue en una recepción el día de la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez en 1989. Castro pedía que su amigo CAP le enviara varios barcos con pollo venezolano, porque en la isla no había comida.

Poco después, Castro, reunido con CAP y Salinas de Gortari en México, habría pedido que el Pacto de San José se extendiera a Cuba. México y Venezuela coincidieron que no habría petróleo barato para Cuba sin claras señales de apertura política.

En aquellos tiempos, comenzaron a llegar hoteleros y turistas a Cuba. El Gobierno de EEUU se ablandó y abundantes remesas de dólares familiares llegan desde Miami. Castro dedicaba largas noches para cenar y ofrecer    Cuba a inversionistas extranjeros: de ello pueden dar fe algunos banqueros caraqueños.

A mediados del 2001 en Chile, angustiados productores de conservas de pescado apelaban a su gobierno para cobrar cargamentos de jurel enlatado vendido a Cuba, ya que el cliente se declaraba incapacitado para pagar la deuda de US$ 20 millones. El Banco de Chile aprobó una línea de crédito a los cubanos para pagarle a los enlatadores chilenos.

Las dificultades de pago del 2001 quizás fueron las últimas.

Ya al año siguiente las cosas se habían resuelto y el Gobierno cubano nuevamente fue un buen cliente para el pescado chileno y para otros proveedores. Las compras cubanas de víveres a los Estados Unidos pasaron de US$ 165 millones en el 2002 a US$ 344 millones en el 2003, es decir, un crecimiento de más del cien por cient! o.
Pese a la caída del turismo por el 11S, el PIB cubano se mantiene creciente. Ya han pasado los días cuando debían utilizar empresas fantasmas panameñas para comprar tecnología. Ahora en La Habana exhiben computadoras de última generación Made in USA, las cuales legalmente no pueden ser exportadas a Cuba por empresas estadounidenses. Cuba ahora se ha transformado hasta en un país petrolero. Sus estadísticas oficiales registran aumentos en la producción. Brasil le construirá una planta de lubricantes y la española YPF explora mar afuera en aguas cubanas. Y los ingresos por los servicios vendidos a Venezuela (asesoría política, maestros, espías, entrenadores deportivos, intermediación comercial, etc.) lamentablemente no reflejados en las cifras oficiales, completan junto a medicinas y patentes, las señales de unas arcas fiscales prósperas.

Así las cosas, Castro insulta sin miramientos a los presidentes latinoamericanos que no le son propensos (Fox, Menem, Duhalde, Moscoso, por ejemplo) y alardea de las operaciones de sus servicios de espionaje, como en el reciente caso panameño.

Cuba hasta rompe relaciones diplomáticas con países, segura que desde Caracas seguirá recibiendo apoyo financiero.

 



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