GRACIAS SOFÍA
El Universal, Caracas, Venezuela. 31 de enero de 2001
Gracias Sofía, por haber permitido que un muchacho de
quince años viera en vivo a Charlotte Moorman con su violonchelo, y
conociera el video art, y los nuevos lenguajes que en ese momento pugnaban
por adquirir estatura de arte.
Gracias por haber permitido que con sólo un modesto
boleto de autobús Mérida-Caracas-Mérida, pudiera enfrentarme a aquellas
obras que de otra forma, sólo hubiera podido conocer en los libros de arte
de la biblioteca de la Universidad.
Gracias por haber permitido que mi hijo Gabriel,
comenzara desde temprana edad a identificar las obras del “gordo Botero”. Y
gracias porque después, en las salas de tu Museo, Gabriel conoció a Botero
descubriendo que no es tan gordo.
Gracias por haber demostrado que un proyecto venezolano
de alto vuelo, puede llevarse a cabo.
Gracias por haber enseñado que el trabajo como valor, y la intransigencia
con la mediocridad, son guías para el vivir.
Gracias por haber demostrado que es posible desarrollar
un proyecto de excelencia intelectual, académica, pedagógica, técnica,
museística, de las manos de una mujer venezolana, con colaboradores
venezolanos y visión de largo futuro.
Gracias por haber logrado que tu Museo sea ejemplo de
mantenimiento y mejoramiento, en contraste con el Parque Central donde
reside, y cuyos elevadores están a punto de colapso, sus escaleras
eléctricas hace años no funcionan y el olor a mugre comienza a igualarse con
las Torres de El Silencio.
Gracias por haber aprovechado tu imagen pública, tu
respetabilidad, tu reputación, tu inquebrantable tenacidad y tu cercanía
con los jefes políticos y empresariales del país, para garantizar recursos
para tu Museo.
Gracias Sofía, por esa mirada brillante plena de
dignidad, con la que enfrentaste las cámaras de televisión, cuando te
despedías del personal de tu Museo.
Y gracias Sofía, por seguir entre nosotros. Eres, sin
duda, ejemplo vivo y práctico del tipo de mujeres y hombres que el país
requiere en sus puestos dirigentes.
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