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EL ESPEJO COLOMBIANO

El Universal, Caracas, Venezuela. 17 de marzo de 2001


El columnista Hernando Gómez Buendía escribía en enero de 1996: ”Hay cuatro cosas claras en este maremágnum. Que Samper tiene que irse. Que tiene que irse pronto. Que es difícil que se vaya. Y que debe irse dentro de la Constitución”.

El proceso sobre aportes del narcotráfico a la campaña de Ernesto Samper Pizano, dividió a Colombia en dos toletes irreconciliables. A diario, las columnas de opinión, en los comedores del Jockey Club y del Gun, en reuniones diplomáticas se daba como un hecho la inminente caída de Samper. El Vicepresidente, embajadores y altos mandos militares renunciaban a sus carreras por no aceptar el mando. El Embajador gringo no dejaba de fustigar al gobierno y finalmente no renovó la visa al Presidente. El gobierno, en tanto,  revisaba las declaraciones de impuestos de los opositores empresarios antioqueños. Mientras, alguien asesinó a la testigo clave del caso. Unos hombres que al parecer se movían en un vehículo militar, asesinaban al patricio Álvaro Gómez, el civil llamado a encabezar una hipotética junta de gobierno en reemplazo de Samper.

El final de la historia se resume en el título de un libro publicado a finales de aquel terrible año colombiano: “El Presidente que se iba a caer”. La salida constitucional aspirada por Gómez Buendía y los conspiretas light, suponía un improbable  pronunciamiento del Congreso para abrirle juicio al presidente. Una comisión parlamentaria presidida por un cercano aliado de Samper abortó toda posibilidad de un impeachment.

Samper se salvó, acabó su gobierno, se fue a Madrid por unos años y ya ha regresado a Bogotá. Desde allí escribe artículos contra Clinton y busca ganarse el papel tutelar que los ex presidentes han tenido en la vida política colombiana.

El aporte del narcotráfico era del tamaño de un elefante, según lo dijo el ahora Cardenal Rubiano. Más, Samper no se cayó, no lo tumbaron y no renunció,  pero durante su gobierno, las FARC y el ELN se fortalecieron convirtiéndose en verdaderos ejércitos que  ponen en peligro la integridad misma del estado colombiano. Samper se salvó a un altísimo precio para Colombia.        

 

 

 

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