CHÁVEZ II
El Universal, Caracas, Venezuela. 09 de noviembre de 2001
Tras una de las usuales sesiones de
vituperios presidenciales contra vivos y muertos, el alcalde Alfredo Peña
decidió probar que en asuntos de vulgaridad no tiene que envidiarle a su
anterior camarada Chávez, el mismo con quien compartía helicópteros
oficiales en las giras electorales.
Además de demostrar que Chávez y Peña
son dos caras del mismo empobrecimiento de la política venezolana, el
lanzamiento presidencial del alcalde fue muy ilustrativo sobre la historia
venezolana reciente.
Quizás buscando acusar a Chávez de mal
pagador, Peña dijo poder testificar que en casa del señor Miguel Henrique
Otero, Chávez solía recibir comida y ropa en aquellos años cuando el
golpista andaba armando sus equipos partidistas. Esta confesión venida de
quien ha sido subalterno tanto de Otero como de Chávez, se suma a las
afirmaciones de William Izarra, quien en su libro sobre la gesta bolivariana
reseña su asistencia, siendo aún militar activo, a reuniones políticas en la
casa de Otero donde se habría discutido el proyecto ARMA, una de los
antecedentes del frustrado golpe de 1992.
En lo que es un episodio más de la
crisis interna del chavismo, Otero y Peña ahora se enfrentan con Chávez,
esperando obviamente participar en un futuro reemplazo del poder. La
conducta de este grupo forma parte de una trágica secuela que está
resultando altamente costosa al país. Es la historia de unas cuantas
eminencias nacionales, quienes desde 1989 jugaron al titulazo para
desestabilizar a CAP, y que luego de tumbarlo se quedaron sin plan debiendo
recurrir al anciano Rafael Caldera, mientras desde bambalinas alimentaban a
los movimientos antidemocráticos. Eminencias que ahora andan arrepentidas
organizando reuniones en los salones caraqueños, para quejarse de Chavez, el
hasta hace poco aliado.
Ayer hicieron de Chávez un fenómeno
mediático, hoy intentan hacerlo con Peña. Ojalá el país no caiga en esta
renovada trampa. |