EL CAOS
El Universal, Caracas, Venezuela. 16 de febrero de 2001
La dictadura constitucional establecida en Venezuela, pareciera requerir del
escándalo y el caos para sobrevivir.
La principal obra del
gobierno es su tesonero esfuerzo para desarticular el aparato institucional
venezolano: Los partidos (nuevos o viejos), los sindicatos, la educación, el
sector cultural, las federaciones deportivas, las universidades autónomas,
las empresas del Estado, el poder legislativo, los gobiernos estadales, el
sistema de ayuda social de la Iglesia, la Iglesia misma, las organizaciones
empresariales, los medios de comunicación, las organizaciones de
participación ciudadana.
El caso más reiterado y quizá uno de
los más graves, lo constituye el manejo dado a las Fuerzas Armadas
Nacionales (ruego al corrector mantener las eses).
La designación de un civil como
Ministro de defensa hubiera resultado un tránsito natural y lógico en una
democracia seria. Pero Chávez lo convirtió en parte de su permanente
promoción del caos. Porque no otra cosa que malestar y fricciones podía
generar entre los militares, la designación como ministro de quien hizo
carrera política arremetiendo contra las Fuerzas Armadas, y quien es
notable y franco abogado del principal enemigo militar que confronta
actualmente el país: la guerrilla colombiana.
La inconsulta mudanza en la estructura
del alto mando militar anunciada por Chávez, es otra alerta sobre los medios
que la mente presidencial podría estar calculando para acabar la estructura
militar democrática. Esa erosión se pretende imponer mediante el estímulo de
rivalidades entre civiles y militares, y en el interior mismo de la
comunidad militar. La razón es única: las Fuerzas Armadas institucionales no
se corresponden con los requerimientos del régimen, el cual aspira a
construir sus milicias populares fieles a los caprichos del caudillo.
No
cabe duda que la urgente discusión sobre la Venezuela post chavista, pasa
hoy en día, por la definición de una estrategia de reconstrucción nacional
que incluya la restitución de los canales democráticos entre la sociedad
como un todo y sus hombres de armas.
|