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"Mirando el Vecindario"

 

 

VISIONES LATINOAMERICANAS y del CARIBE

sobre GLOBALIZACION

 

Texto leído en el Foro "Viçoes Latinoamericanas e do Caribe sobre Globalizaçao". Organizado por la Universidade Latinoamericana e do Caribe.

Brasília. Brasil. 30 de abril de 1998.


Debo en primer término agradecer a la Universidad LatinoAmericana y del Caribe, y en especial al Señor Rector, el profesor Mario Tomelin, por la cordial invitación que hiciera a la Embajada de Venezuela, para participar en esta conferencia.

            El tema propuesto, el de la globalización, pareciera sin lugar a dudas el tema de finales del segundo milenio cristiano. En los próximos minutos, sin pretender hacer una exhaustiva revisión del concepto, me voy a permitir enunciar algunas ideas asociadas.

            En primer lugar, quisiera revisar el contenido preciso del término.

            Un asunto inicial es el de la actualidad del fenómeno. Diversos autores prefieren referirse a la "actual globalización" para diferenciarla de las precedentes. La comprobación de la redondez de la tierra, la revolución industrial y las construcción de los grandes imperios marítimos europeos serían eslabones de globalizaciones previas, o etapas de un mismo proceso, asociado a la historia de la humanidad.

            Si bien existen las más diversas definiciones del fenómeno globalización, todas parecieran coincidir en dos aspectos centrales: ellos son los referidos a los contenidos económicos y tecnológicos del proceso.

            Algunos han expresado que el reconocimiento de la tecnología y por lo tanto el conocimiento, como motor del proceso económico, es la victoria del pensamiento shumpeteriano sobre las ortodoxias ricardianas-marxistas o marginalistas que buscaban explicar el crecimiento económico. En todo caso, lo que ahora llamamos las sociedades del conocimiento forman parte del telón de fondo de la globalización.

            El profesor brasileño Vamireh Chacon comentaba en un reciente artículo publicado por la Secretaría de Asuntos Estratégicos, que la lucha por el control del poder internacional se viene moviendo del control apenas del espacio, para el control del tiempo: según Chacon quienes detentan la iniciativa de la creación tecnológica dicta los ritmos de la innovación de los demás.       

            En general, se entiende globalización como la construcción de una economía planetaria sustentada en las nuevas tecnologías. Con base a este idea, la globalización suele entenderse como una mezcla de mercado mundial de bienes y servicios, amparado en computadoras, monitores digitales, satélites artificiales, capacidad de guerra electrónica de destrucción limitada, teléfonos celulares, internet, CNN, lanzamiento simultáneo de productos, modas y costumbres en la forma de comer, vestirse y hasta hablar asumidos de forma planetaria.

            El epicentro de la globalización, en todo caso, es el intercambio comercial. La globalización se presenta como la realización de la utopía (perdonen que utilice una palabra poco usual en estos días) del aperturismo comercial. Utopía que lleva implícitos los supuestos de maximización de beneficio y de bienestar para las comunidades. Globalización para algunos es entonces, el desidetarum liberalista manchesteriano.

            En literatura reciente se ha venido desarrollando dos aspectos que parecieran afectar la percepción sobre la globalización.

            Uno. Existen quienes niegan la supuesta existencia de un mercado global. Esa negación se sustenta en aspectos probatorios tales como el alto porcentaje (75 por ciento) del valor agregado producido por las empresas transnacionales en sus mercados internos, o el hecho de que los países mayores exportadores de capitales son a su vez los  mayores receptores de inversiones. Por otra parte, aparte de la posibilidad de adquirir paquetes accionarios, nadie tiene dudas sobre que la FIAT es italiana, la XEROX y Microsoft norteamericanas, la SONY es japonesa, Brahma es brasileña y Siemens es alemana.         

            Dos. Con independencia de posiciones doctrinales, la literatura económica comienza a resaltar el costo social de la globalización.

            En una edición reciente del boletín económico que el  Bank of Boston publica en Brasil, sus autores explicaban la presencia de un fenómeno preocupante, como sería la pérdida de apoyo político como respuesta de la población a los programas de estabilización. Aseguraba el boletín que esta pérdida de apoyo responde a una certeza: la buscada estabilización conlleva a costos sociales que no tardan en reflejarse en desgaste político de los gobiernos democráticos.

            Dado el eterno carácter conservador que todo banco tiende a poseer, se debe suponer que el Bank of Boston no es, ni mucho menos, un vocero radical opuesto a los programas de ajuste, estabilización, o de apertura económica con reducción del tamaño del Estado. Tampoco pareciera estar proponiendo un endurecimiento político (Pinochet v.g.) para enmudecer oposiciones. Sin duda, tras la alarma del equipo de economistas del Boston en Brasil, se descubre la preocupación por el impacto negativo que los programas económicos tienen sobre los procesos políticos, restándole viabilidad a los gobiernos democráticos. Esto es especialmente crítico en casos como los latinoamericanos en general, sociedades que todavía tienen recientes y amargos recuerdos de tiranías, y donde no faltan auspiciadores de salidas extraconstitucionales.

            Ya es notoria la posición que viene exponiendo el Banco Mundial (uno de los padres de la criatura) en diversas publicaciones en cuanto a que los programas de ajuste han creado serios deterioros en la calidad de vida de las poblaciones. Esta confesión, además, está siendo ampliamente difundida por aquellos que han combatido los programas de ajuste, para reafirmar las tesis intervencionistas.

            Los intelectuales de izquierda que nunca han creído en el Banco Mundial, ahora parecieran haberse vuelto asiduos seguidores de las prédicas de éste, cada vez que los voceros del todopoderoso banco muestran las cifras mundiales de pobreza y desigualdad. Así, en el documento final de un evento organizado por la UNESCO aquí en Brasilia ("Cumbre regional para el desarrollo político y los principios democráticos", julio 1997), los intelectuales allí reunidos proclamaron que Latinoamérica, cito "ahora aprende que ni la igualdad social ni la estabilidad política son bienes que se logran en el mercado", por lo cual propugnaron por "un Estado reformado y modernizado, con la legitimidad y la eficiencia suficientes para producir los equilibrios que el mercado no genera automáticamente..."     

            La inclusión de las variables políticas cuando se revisa el tema de la globalización,  está adicionalmente siendo conectado a un aspecto muy sensible. El tema de las soberanías nacionales, la existencia misma de los estados nacionales. El fin de la guerra fría, el eventual esquema hegemónico planetario encabezado por los Estados Unidos, la multilateralización de temas antes sólo de interés nacional (ambiente, etnias, delitos transnacionales), han colocado en la palestra la relativización de la capacidad de acción de los Estados nacionales ante poderes supranacionales. El profesor Helio Jaguaribe  en una reciente conferencia sobre horizontes al año 2006, profetizaba incluso sobre los países componentes del futuro consejo de gobierno mundial.  

            De lo anterior se deduce, adicionalmente, la necesidad que tienen nuestros países, de ajustar sus agendas internacionales a las nuevas realidades.

            Dicho todo lo anterior, y asumiendo como buena la hipótesis sobre la construcción de un mercado global, quisiera bajar un escalón conceptual para aterrizar en el ciclo vivido por Latinoamérica, visto desde una perspectiva venezolana.

            La condición de país petrolero que posee Venezuela desde los años veinte, le ha asignado un carácter diferenciado con respecto a su estructura de funcionamiento. Esas particularidades a grandes rasgos pueden resumirse en las siguientes características:

            -un ingreso permanente de recursos externos a manos del Estado.

            -la naturaleza rentística de esos ingresos, generando una dinámica y una ética no capitalista en las relaciones económicas.

            -las importaciones como mecanismo de estabilización del sistema económico, ya que permiten drenar los recursos externos.

            -la dificultad de crear un aparato productivo no viciado con la dinámica rentística petrolera

            Como buena parte de los países de la región, Venezuela asumió en los años sesenta un esquema de sustitución de importaciones, con altos niveles de protección a la incipiente industria. El modelo mostraría su fracaso cuando en la década de los setenta, el crecimiento de los ingresos petroleros, crisis del medio oriente mediante, llevara los precios del crudo desde 4 hasta 14 dólares. Esto hizo que las importaciones de bienes de capital y de consumo crecieran casi cincuenta por ciento en 1974, junto al gasto público, el ahorro, la inversión pública y privada. Este es el período cuando se produce la estatización del negocio petrolero y de otras industrias básicas.

            Las caídas de los precios de las materias primas en los años ochenta, junto a los difíciles momentos de la llamada crisis de la deuda latinoamericana, hicieron que Venezuela comenzara a vivir una nueva etapa. Desde entonces los programas de liberalización económica, desregulación, privatización, y finalmente de apertura comercial y económica se han venido sucediendo.

            En el camino hacia la apertura, Venezuela había ido avanzando desde los primeros años setenta, junto a sus socios andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú), en la construcción de una estructura integracionista, sin precedentes en el continente. El Acuerdo de Cartagena, o Grupo Andino andando entre dos aguas (el proteccionismo imperante y el integracionismo declarativo) fue prefigurando una alianza comercial entre los países de la región.

            Como ustedes saben, lo que ahora se denomina como Comunidad Andina, es un sistema integrado que posee estructuras políticas, legislativas financieras y jurisdiccionales, amen de niveles de concertación. Hoy en día el sistema andino de integración está conformado por las siguientes instancias:

            -El Consejo Presidencial Andino

            -El Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores

            -La Comisión de la Comunidad Andina

            -La Secretaría General de la Comunidad

            -El Tribunal de Justicia

            -El Parlamento Andino

            -Consejos Consultivos empresarial y laboral

            -La Corporación Andina de Fomento

            -Fondo Latinoamericano de Reservas

            -Convenio Simón Rodríguez (asuntos laborales)

 

            A partir del año 1989 se inició un relanzamiento del esquema andino. Con una intensa movilización de diplomacia cumbre, se comenzó a repensar el proceso de los países andinos para efectivamente eliminar las barreras comerciales entre sí, y configurar  la actual zona de libre comercio y el proceso de ajuste de las estructuras arancelarias nacionales al arancel externo común aprobado en 1994.

            De manera especial debo resaltar las relaciones que entre Venezuela y Colombia surgieron. Ambos socios andinos decidieron abrir sus fronteras comerciales a partir de enero de 1992. El impacto de esa decisión, sumado a una intensa actividad de conceptualización del desarrollo fronterizo, abrieron las puertas a un incremento sostenido del comercio intraandino, esencialmente representado en el comercio venezolano colombiano.

             Las realidades comerciales que se han creado entre los andinos, están girando hacia nuevos ángulos de acción. Al igual que en el interior del Mercosur, a nivel andino comienza a sentirse la necesidad de darle cuerpo a una política exterior comunitaria.

            El fenómeno de la globalización está obligando a nuestros países a definir nuevas instancias de cooperación y de fortalecimiento en la capacidad de negociación internacional, no sólo en términos de los aspectos comerciales.

            En este ámbito debe verse la aproximación  de Venezuela al Mercosur. Mi país consideró que como parte de su apertura, resultaba importante una alianza comercial con Brasil y por esa vía, con el Mercosur. Pero, a su vez, Venezuela decidió mantener a toda costa su prioridad andina. Esa confluencia de posiciones ha hecho que Venezuela no concluyera negociaciones aisladas con el Mercosur, prefiriendo acompañar a sus socios andinos en las negociaciones que se están llevando a cabo. En caso de no llevarse a su fin la creación del ALCA, debemos estar pendientes en todo caso, de la muy probable constitución de la zona de integración suramericana, producto del matrimonio Mercosur Comunidad Andina.

            Debo finalmente referirme a un aspecto nuevo y significativo. Me refiero a las relaciones entre Venezuela y Brasil. Ambos países iniciaron en 1994 un intenso camino de relaciones políticas que con el pasar de los años se han traducido en nuevas y crecientes relaciones comerciales. Brasil decidió regionalizar su demanda de hidrocarburos y de energéticos en general, y dentro de ese modelo Venezuela se ha transformado en un importante proveedor de petroleo a Brasil, el segundo después sólo de Argentina. Y a partir del próximo mes de enero, desde Venezuela se proveerá electricidad de origen hídrico al estado de Roraima.

            El comercio se ha venido incrementando, gracias a los acuerdos de alcance parcial suscritos y renovados reiteradamente, en el seno de la ALADI. Estos acuerdos, que no serán renovados, deberán ser sustituidos a finales del presente año con los primeros acuerdos firmes entre los andinos y el Mercosur.

            Hace algunos meses mi hijo debió explicar a sus compañeros del colegio Dom Bosco, el concepto de la globalización. En aquella oportunidad, Gabriel como se llama mi hijo, no consiguió mejor forma de hablar de ello, que refiriéndose al caso de la cerveza Brahma. Se trata, todos ustedes lo saben, de una empresa brasileña. La Brahma adquirió a mediados de la década, una vieja planta cervecera en Barquisimeto, una ciudad del centro oeste venezolano. Y Brahma comenzó a producir cerveza, compitiendo internamente contra la poderosa cerveza Polar, una de las más importantes empresas venezolanas. Pero Brahma decidió comenzar a surtir el mercado del norte brasileño con cerveza con su marca pero hecha en el remoto Barquisimeto. A todas luces es más rentable traer mercancía desde el otro lado de la frontera hasta la Amazonía brasileña, que llevarla desde los centros de producción de este país. Este es un ejemplo tan simple y complejo como la propia globalización.

GRACIAS.              

 

 

 

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