LA TENTACIÓN REPRESIVA El Universal, Caracas, Venezuela,
07 de agosto de 2000
El 28 de julio la ciudad de Lima
ardía, como consecuencia de las protestas contra la tercera toma de posesión
de Alberto Fujimori. Ese mismo día, el limeño diario La República publicada
una nota bajo el título de “Chávez anuncia represión a opositores”. Nada
gratuito el titular, ya que se sustentaba en las afirmaciones del día
anterior, proferidas por Hugo Chávez ante las cámaras de Televen. Esas
declaraciones, a su vez, repetían las amenazas de Chávez, gritadas ante un
auditorio de militares retirados en Parque Central el martes 25JUL00. Aquel
día Hugo Chávez dijo que mandaría a meter preso a los que le atacan, quienes
a su juicio hablan “pistoladas” y cometen “difamadera contra el país”.
El incidente tiene dos filones: la amenaza
represiva que se cierne sobre los contradictores de Chávez, y la renovada
ingerencia del gobierno cubano en la política venezolana. Dos caras de un
mismo hecho.
Las luchas civiles que en los años ochenta
llevaron a las reformas de descentralización, representatividad y
responsabilidad de los electos, regionalización y lanzamiento de los
gobiernos locales, lograron una verdadera ampliación del marco de
participación política. Ahora, la constitución chavista, y las reformas de
estructura y funcionamiento que están efectuando en el aparato de gobierno,
están inflando una vez más la figura del presidente de la república. En ese
marco de cosas, la provocación de Chávez al anunciar medidas represivas es
algo más serio que aquella televisada amenaza del expresidente Lusinchi
contra un reportero. ¡Nada que ver!. La amenaza de Chávez es hecha desde las
alturas del poder re-legitimado, como gusta decir la jerga oficial.
En el contexto, dos hechos repudiables: las
ruedas de prensa emitidas por el Excelentísimo Embajador de Cuba, y por su
jefe Fidel Castro. El prepotente y nada diplomático embajador cubano, (quien
gusta calificar las críticas de los venezolanos de “ladridos”) el sábado
22JUL00 indicó las medidas policiales que el gobierno hermano de
Venezuela debía cumplir en el sainete del supuesto espía cubano. A su vez,
el dictador cubano, desde Cuba y con transmisión oficial de Venezolana de
Televisión, apeló a un expediente policial para agredir a un
venezolano llamado Luis Giusti.
Expediente es una palabra clave de
esta historia. El presidente Chávez, cada vez que es confrontado suele
afirmar que ya mandó a que le abrieran una investigación al denunciante y
que está esperando el expediente. Cada vez que asiste a un programa de
entrevistas, gusta dejar claro que conoce el expediente del periodista de
turno. Expediente, expedientes, archivos secretos, policía secreta, anuncios
presidenciales de detenciones sin trámite judicial, reforma del COPP,
abiertas amenazas represivas, embajadores cubanos marcando la pauta
policial, anuncios de movilización de tropas a la calle... ¿qué sigue?.
Los resultados electorales del 30JUL00
(advierten la necesidad de un esfuerzo personal y colectivo, en defensa de
la integridad individual y de los derechos elementales. Esfuerzo para
rechazar los llamados a la “unidad” hechos por Chávez desde Miraflores la
noche de su reelección. Porque esa convocada “unidad” es un claro remedo
del totalitario concepto fidelista de “todo dentro de la revolución”.
La constitución chavista es un instrumento que el
lenguaje mediático lo ha calificado como “un traje a la medida”, forma
rebuscada para decir que se trata de un esquema de dictadura constitucional.
La imposibilidad práctica de recurrir al mecanismo revocatorio del mandato
y la amenaza latente de una reforma constitucional convocada y aprobada
exclusivamente por el presidente (ambos casos documentados por Juan Carlos
Rey y Jorge Pabón en la revista SIC), obligan a un repensamiento de
la conducta de los sectores democráticos venezolanos. Las reuniones
periódicas de incontables grupos privados de análisis, el surgimiento de
novedosas organizaciones de reflexión y acción política, el ejercicio de la
opinión abierta desde los medios, el fortalecimiento de los liderazgos
democráticos regionales, son elementos que deben tender a la construcción de
una gran red de autoprotección, solidaridad y apoyo de todos los que
defendemos la democracia, entendida como el respeto a la diversidad y el
rechazo a la “unidad”.
|