PERSECUCIÓN RELIGIOSA El Universal, Caracas, Venezuela,
27 de noviembre de 2000
El gobernador de Táchira,
evangélico, ordenó eliminar todo vestigio católico en las escuelas. Ahora,
para formar parte del gabinete estadal es preciso no ser católico. El
gobernador de Mérida, compañero golpista del de Táchira, (ambos mencionados
en el caso del robo de armas del Fuerte Tiuna en 1992) emuló sus decisiones
anticatólicas en las escuelas, iniciando a su vez, una persecución policial,
judicial e informativa contra Monseñor Baltazar Porras, cabeza máxima de la
Iglesia Católica en Venezuela. Acecho en Táchira y Mérida: dos bastiones del
catolicismo
El gobierno chavista
mezcla su radicalismo político con intolerancia religiosa, apoyándose en
agrupaciones que en nombre del Evangelio practican una cacería visceral
contra las organizaciones católicas. En Brasil, esas sectas que ahora se
anuncian en la TV venezolana, poseen un canal con cobertura nacional, donde
entre película y película, alguno de los “obispos” ha sido visto pateando la
imagen de María la Virgen.
El gobierno de Chávez ya
arrebató los recursos fiscales de las obras sociales administradas por la
Iglesia. Los altos personeros hacen turno para denigrar de la Iglesia y sus
sacerdotes: en esa hostil campaña han actuado desde Chávez, hasta su
vicepresidente, sus ministros generales de Defensa, y de Infraestructura, y
por supuesto el ministro coronel de Interiores y Justicia y sus capitanes
gobernadores. Campaña que neciamente intenta debilitar el peso institucional
de la Iglesia.
La defensa de Monseñor
Baltazar Porras es hoy en día, la defensa de nuestra forma de pensar, actuar
y ser. En su defensa está en juego el derecho a preservar la fe y las
costumbres de nuestros padres, a elegir nuestra fe y a ser orgullosamente
católicos.
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