EL NIÑO, LA SOBERANIA Y LAS
NUEVAS AGENDAS Venezuela Analítica, Caracas,
Venezuela, mayo, 1998
I
Al noroeste de Colombia se extiende la llamada región del Urabá: área de
producción bananera y camino hacia la selva del Darien, unión y barrera
entre colombianos y panameños. El Urabá antioqueño ganó grandes espacios
noticiosos debido a una sangrienta combinación de guerrilla izquierdista,
conflictos agrarios y laborales, exguerrilleros pacificados, grupos
militares privados conocidos como "autodefensas", a lo cual se suma la
estratégica posición y la biodiversidad que surge a medio camino entre el
Caribe y el Pacífico.
La tensión reinante entre 1995 y 1996 llevó al gobernador del Departamento
Antioquia y a la valiente alcaldesa de Apartadó, a proponer la fallida
creación de un grupo de personalidades extranjeras que propiciaran un
diálogo entre las partes. El Premio Nobel Oscar Arias Sánchez llegó a ser
mencionado para encabezar el grupo.
Por aquellos días, el general Harold Bedoya Pizarro, veterano en lucha
antiguerrilleros y entonces Comandante de las Fuerzas Militares de Colombia,
denunció las pretensiones que otros países tendrían sobre el Urabá. Los
diarios de Bogotá especularon sobre los intereses estratégicos que se
estarían moviendo desde Europa, Estados Unidos e incluso desde Caracas y
Managua, propiciando una intervención internacional en el Urabá, con el
argumento de los derechos humanos. Las usuales denuncias contra el gobierno
de Bogotá, realizadas desde foros europeos por ONG sensibles a las
posiciones de la guerrilla y el eco que tienen entre europarlamentarios,
parecían darle algún piso a las preocupaciones oficiales colombianas.
La incomodidad estratégica de los sectores militares colombianos se
reproduce en otras latitudes, especialmente en los países suramericanos
colocados en los primeros lugares del ranking mundial de biodiversidad.
La Amazonía se ha transformado en uno de los grandes temas de la nueva
agenda mundial. El papel de pulmón del planeta que le ha asignado la cultura
de masas, en estos tiempos globales, la ha colocado en permanente peligro de
intervención extranacional.
En Brasil, las denuncias sobre los intereses internacionales que se vuelcan
sobre el Amazonas vienen de todos los niveles del espectro. El brasileño
Consejo Federal de Biología CFB, por ejemplo, dedicó el más reciente número
de su boletín bimestral (enero-febrero 98) para señalar la biopiratería de
que es objeto la Amazonía. La CFB publicó referencias farmacológicas de
productos que fueron sintetizados en laboratorios extranjeros a partir de la
extracción ilegal de material biológico amazónico. La lista de la piratería
incluiría 2001 especies de pájaros amazónicos localizados en la Universidad
de Luisiana y 1798 en el Instituto Smithsoniano. Pero el blanco de las
denuncias no es sólo el coloso del norte: la CFB apunta contra el gobierno
de Malasia quien habría creado productivos clones de árboles de caucho a
partir de material sustraído de Brasil.
Preocupación biológica y comercial aparte, militares brasileños en condición
de retiro, organizados bajo el nombre de Confederaçao dos Integrantes e
Beneficiarios das Forças Armadas e Auxiliares CONFAMIL, procuran dejar sin
efecto el decreto del Presidente Color de Mello que creó la Reserva
Yanomami. A juicio del CONFAMIL, esta extensa reserva, localizada en la
frontera con Venezuela, sería el paso legal que permitirá un movimiento
secesionista para crear una república Yanomami, manipulada por potencias
extranjeras. Por su parte, algunas ONG europeas ha acusado a los militares
retirados, por supuestamente representar intereses de empresas madereras que
buscan abrir brechas legales para explotar las actuales reservas indígenas.
Las similitudes de argumentos y la simultaneidad de las acciones entre ONG y
sectores internos de cada país, quedaron también plasmadas en las
reacciones que en Brasil y Venezuela generó el proyecto de tendido eléctrico
en tierras yanomamis.
El híbrido de temas ambientales e indígenas es constantemente tratado en la
prensa brasileña y forma parte indiscutible de su agenda internacional: Tal
como a Colombia con los derechos humanos, toca a Brasil atender los aspectos
de imagen internacional, afectados por las ONG y los reporteros
internacionales, en cuanto al manejo que hace de la Amazonía.
Durante el mes de octubre de 1997, cuando se llevó a cabo en Manaos la
reunión de evaluación del Programa Piloto para la Conservación de las Selvas
Tropicales PPG7 -un mecanismo del Grupo de los Siete para financiamiento de
proyectos en la Amazonía- las reuniones contaron con la presencia de
representantes no sólo de Brasilia y de los países donantes, sino de
aproximadamente trescientas ONG que opinaban, censuraban y filtraban a los
medios los puntos más críticos de las políticas para la Amazonía
brasileña. Un caso particularmente esclarecedor de las fuerzas en
pugna en cuanto a la internacionalización del tema ambiental, lo constituyó
el de los incendios que afectaron al estado amazónico brasileño de Roraima.
La tradicional preparación de terrenos para la siembra mediante previas
quemas, se unió este año a la sequía provocada por El Niño (el supervillano
y la omniexplicación de nuestros días) y causaron incendios que por sesenta
y tres días, partiendo de las zonas de expansión de la frontera agrícola,
afectaron una extensión de 3,3 millones de hectareas, de las cuales 900 mil
quedaron totalmente calcinadas, en áreas mayoritariamente de sabanas y
cerrado. El gobierno argentino envió a Roraima un contingente de personal
bomberil, aviones y helicópteros. Venezuela destacó personal para aislar el
fuego que se encontraba próximo a su territorio. Aparte de la ayuda de un
socio del Mercosur y del vecino potencialmente afectado, Brasil recibió
desde Ginebra, del ruso Vladimir Sakharov, jefe de la Coordinación de
Asuntos Humanitarios de la ONU, el ofrecimiento de organizar ayuda para
combatir el fuego. La oferta de la ONU, segun declaraciones hechas por ONG
ambientalistas, habría sido hecho en diciembre de 1997 cuando aún los
incendios no eran de gravedad. El 24 de marzo Brasilia aceptó el envio de
una delegación técnica de la ONU. El 13 de abril, al recibir el informe de
ese grupo, Brasil dejó en claro que no acepta ayuda multilateral para
atender conflagraciones en la Amazonía. Ya el General Luiz Edmundo Carvalho,
Comandante de la Primera Brigada de Infantería de Selva, encargado de las
operaciones, insistentemente planteó que Brasil no requería de ayuda
internacional para resolver los incendios en el Amazonas. Los incendios de
Roraima fueron incluso uno de los temas de Su Santida Juan Pablo II, durante
la oración Regina Coeli en la Semana Santa de este año. Diversos medios
comentaron que Brasil veía con preocupación la creación de los llamados
"cascos verdes" por parte de la ONU, para actuar en operaciones ambientales.
Muchos temen que vía la internacionalización de la problemática amazónica,
Brasil pierda control de su frontera de expansión económica, a pesar de su
probado celo, que le ha hecho adelantar el Plan Calha Norte y el actual
Sistema de Vigilancia Amazónica.
II
La noticia de la llegada a Japón, el pasado mes de marzo, de los primeros
dos aviones AWACS construidos por la empresa Boeing para ese país, pasó más
o menos desapercibida. Un total de cuatro AWACS fueron adquiridos por Japón
a los Estados Unidos, con lo cual el país del sol naciente adquiere una
importante plataforma volante de control militar del espacio aéreo de una
porción estratégica del Pacífico asiático. La reafirmación del cometido
japonés dentro del orden militar mundial de fin de siglo, fue prácticamente
desatendida por los medios mundiales, más atentos a los detalles de la
llamada crisis financiera asiática o a los por menores de las desventuras
tribunalicias del Presidente Clinton.
La crisis de los mercados de capitales del sureste asiático mostraron sobre
el tapete, los términos de la actual globalización. Lejos de un juego de
pares con posibilidades similares de éxito, la globalización quedó en
evidencia como un juego de cartas marcadas.
Ya es repetitiva la afirmación según la cual la globalización y la
liberación de las fuerzas de mercado "han acrecentado las divergencias entre
los niveles de ingreso de los países industrializados y los en desarrollo, y
principalmente entre los grupos de ingreso de cada país". Así los afirma la
CEPAL en su informe 1997 sobre la inserción internacional de América Latina
y el Caribe. CEPAL dice apoyarse en datos del FMI, de la UNCTAD y del "Economic
Report of President" de los Estados Unidos. Esta precisión que ha bajado el
optimismo aperturista que muchos mantenían pocos años atrás, sin embargo,
está sumada a la aparente inevitabilidad de la globalización.
La globalización vista ya no sólo como un programa económico sino como un
proceso político, está incidiendo rápida e inexorablemente sobre la agenda
internacional de todos los países. Así como en los ochenta América Latina
comenzó a rendir debidas cuentas a las periódicas delegaciones del FMI, y
más recientemente Rusia y los expaíses satélites debieron aprender las
lecciones de cómo construir el mercado, ahora la crisis de finales del año
97, obligó a los otrora exitosos tigres y dragones asiáticos a sentarse en
el banquillo del examinador. Tal como Venezuela debe responder por el precio
de la gasolina desde los programas de refinanciamiento de la deuda de los
ochenta, ahora el general Suharto, Presidente de Indonesia, debe rendir
cuentas por la cantidad de parientes que mantiene en la dirección de
programas gubernamentales, incluyendo el polémico proyecto del "carro
nacional": en nombre de la globalización y como precio para recibir ayuda
del FMI, el gobierno de Indonesia tendrá que paralizar el proyecto que ya
había sido impugnado ante la OMC por Japón y la Comunidad Europea. La puja
de Indonesia duró por lo menos cinco meses, y ya a mediados de abril los
cables anunciaban la aceptación del paquete FMI.
Con independencia de criterios como soberanía, o valores como la justa
distribución del ingreso, se está desarrollando una línea de pensamiento que
censura la conducta del FMI. El recetario del Fondo se está extralimitando,
ya que no sólo se ocupa de aspectos claramente no económicos, como las
reformas políticas o institucionales que promueve-obliga. Además de ello, en
el caso coreano el paquete fue ineficiente y contrario al elemental sentido
común. El profesor Martin Feldstein de la Universidad de Harvard en la
edición de marzo del Foreign Affairs, acusó al FMI por no haber interpretado
correctamente la situación. Corea presentaba problemas de flujo de dinero y
no una crisis que ameritara créditos del Fondo ni la reformas
macroeconómicas e institucionales impuestas: una crisis de deuda externa en
un país próspero fue transformada en la bancarrota nacional. El FMI prefirió
proponer reformas legales sobre el capital extranjero admisible, en vez de
gestionar reprogramaciones de pago de deuda con la banca privada. Feldstein
sostiene que el cometido original del FMI está siendo distorsionado, al ir
más allá que su tarea de garantizar la permanencia de los países miembros en
el mercado financiero internacional. Quizás Feldstein obvió en su análisis
el rol de conductores ideológicos planetarios que el FMI y el Banco Mundial
se han autodelegado.
III
En una extensión de 16 hectáreas en el extremo sur de Brasilia, se encuentra
el antiguo centro del espionaje y la inteligencia de los gobiernos militares
brasileños. Ahora, tiene allí su sede el Centro de Estudios Estratégicos
CEE. El Centro es uno de los órganos de la Secretaría de Asuntos
Estratégicos SAE, la cual posee rango ministerial y está directamente ligada
a la Presidencia de la República.
A mediados del mes de marzo pasado, el SELA y la SAE realizaron en el CEE,
un seminario con prominentes figuras del continente para discutir sobre
escenarios mundiales hasta el año 2010, y el entronque de Latinoamérica en
esos posibles ámbitos. Uno de los invitados brasileños fue el polémico Helio
Jaguaribe.
Jaguaribe revisó las opciones de un escenario futuro planetario centrado en
la hegemonía norteamericana en contraste con un sistema multipolar. La elite
del poder en los Estados Unidos estaría comprometida con el proyecto
hegemónico, con la globalización como mascarón de proa y con la capacidad
militar disponible para actuar en cualquier lugar sin altos costos de vidas
de connacionales. La realización del segundo escenario de Jaguaribe,
dependería de la configuración de la Unión Europea "no sólo como un sistema
económico integrado, sino también como un sistema dotado, en términos
satisfactoriamente integrados, de un proyecto común de política
internacional", amen de ofrecer un esquema de "ordenación mundial
alternativa" a la de Washington. Este escenario contemplaría la recuperación
del poderío ruso, la consolidación de China como potencia, mayor peso
internacional de India y la consolidación y expansión del Mercosur. Dentro
de ese marco dicotómico, el proyecto norteamericano del Alca es para
Jaguaribe "una alternativa excluyente" al Mercosur, razón por la cual, desde
los salones de CEE, planteó la necesidad de que el Mercosur muestren su
rechazo a la constitución de Alca, mientras la capacidad competitiva
suramericana permanezca inferior a la norteamericana. Tras negar la
posibilidad de un "imperialismo brasileño", Jaguaribe llamó al Mercosur para
definir una política externa común que contribuya a la constitución de un
orden mundial multipolar, y que permita optimizar la posición de negociación
del Mercosur en caso de llegar a producirse la salida hegemónica
norteamericana.
Las posiciones de Jaguaribe no fueron asumidas por el
colectivo de académicos presentes, pero estuvieron latentes en las
deliberaciones posteriores. El objetivo central propuesto por SELA, era
definir líneas maestras para una política exterior de Latinoamérica. Cada
uno de los ponentes fue enumerando los elementos que tendrían que conformar
esa hipotética agenda común. Lo sustantivo que quedó en evidencia durante
aquellas jornadas, fue el creciente grado de internacionalización de los
temas nacionales. La relativización de la soberanía como gustan de llamarla
algunos, es hoy en día una de las condiciones centrales donde se mueven los
gobiernos y sus comunidades nacionales.
La agenda internacional se está abultando, mientras que las líneas que
separan la política externa de la nacional tienden a desdibujarse. Una de
las preguntas claves es justamente referida a la capacidad latinoamericana
para actuar en esta nueva realidad de negociación mundial.
IV
La agenda internacional de los países de América Latina está puesta en reto.
La globalización se topa con un continente cuyos futuros mercados están
siendo disputados por los Estados Unidos y Europa, y donde el aperturismo
aún pareciera estar ganándole la partida al viejo proteccionismo.
La enumeración de puntos en las nuevas agendas no es corta: preservación
ambiental, propiedad genética, derechos humanos, producción y distribución
de narcóticos ilegales, liberalización comercial, derechos de minorías
étnicas y raciales, delimitación y uso del mar, aprovechamiento de órbitas
espaciales, legislación para delitos transfronterizos. Pero además, el
precio de la gasolina, el desempleo de los recursos nacionales, el control
de los incendios, el número de parientes del Presidente en cargos públicos,
el endeudamiento de los gobiernos municipales, la producción de clones
humanos o de armas químicas, entre los primeros que evoca la memoria trás
ver el noticiero de TV.
El temario político tradicional y la diplomacia económica-comercial tienden
cada vez más a converger. Ya no se trata de dos vertientes distintas, sino
que están fluyendo hacia un sólo canal de circulación. El pensamiento de
Jaguaribe sobre utilizar el Mercosur para actuar contra la solución
hegemónica mundial, es en realidad una muestra académica del fenómeno más
complejo que se está presenciando: la constitución de bloques políticos a
partir de los bloques económicos. El Mercosur está marchando en esa
dirección y las posiciones de Brasilia y Buenos Aires ante diversos aspectos
(Alca, la democracia en Paraguay, v.g.) así lo demuestra. Igualmente, la
Comunidad Andina acaba de decidir en la Reunión Presidencial de Guayaquil,
Ecuador (abril 1998) la "definición de una política exterior y una
estrategia comunitarias", las cuales en la práctica ya comienzan a
perfilarse en temas como las relaciones ante la Unión Europea, o las
definiciones ante el Alca.
A la par del crecimiento del temario, la complejidad de su manejo por parte
de los gobiernos nacionales, reside en la cantidad y naturaleza de nuevos
actores involucrados, y de las alianzas que entre ellos se producen. Nos
referimos a los grupos de países, a las empresas de capital anónimo
transnacional, a las ONG y a los juegos de confluencias y contradicciones de
intereses entre ellos y sectores nacionales internos específicos.
En tiempo de política correcta y de debilitamiento de las estructuras
partidistas tradicionales en buena parte de los países del Continente, las
organizaciones privadas ganan terreno, y se convierten en actores de
política exterior, como ya lo son los gobiernos estadales y municipales en
muchos casos. No pareciera casual que en la IV reunión de Ministros de
Comercio del hemisferio, celebrada en Costa Rica (marzo 1998) acordaron
crear, con vistas a las definiciones sobre el Alca, instancias de
representación para la sociedad civil y con los interesados en los temas
medio ambientales y laborales, amen de mantener los foros empresariales ya
existentes. Los Presidentes andinos, a su vez, reunidos en el mencionado
encuentro de Guayaquil, decidieron crear un foro empresarial, además de
instruir a la Secretaría General para incluir a la "sociedad civil" en la
construcción de la Comunidad Andina.
Pensando en el reto para los formuladores de las políticas exteriores de
nuestros países, dos palabras parecieran claves: la inestabilidad y la
complejidad. |