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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 16 de Abril, 2001. Año 2. Edición No.13 Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

EL SEÑOR B

La Crónica de Edgar C. Otálvora

          

      

           La historia que hoy traigo, estimados lectores, aconteció en un país latinoamericano bañado por el mar Caribe.

Su más alto mandatario es una figura que usualmente ocupa los más destacados espacios de la prensa internacional, en sus secciones sobre el continente. Famoso por su locuacidad, es uno de los personajes centrales de nuestra historia.

Sucedió que un día, en un país vecino se descubrió que el señor B era el responsable de sonados crímenes. El gobierno del país vecino hizo un llamado a las autoridades policiales del mundo, para que arrestaran al señor B. Incluso el país vecino, sabiendo que el señor B se encontraba en el país de nuestra historia, solicitó que tan peligroso delincuente fuera deportado.

Los voceros del gobierno del país de nuestra historia, reiteradamente declararon que el señor B no se encontraba en su territorio y que las acusaciones del país vecino respondían a los deseos de dañar la imagen del país de nuestra historia.

Por aquellos días, el país de nuestra historia adelantaba una muy intensa campaña internacional para promover sus intereses en la región. Hoy en día se sabe que el señor B realizó funciones de asesor del gobierno, aprovechando sus estrechas relaciones con diversos países latinoamericanos y con sus socios quienes lamentablemente algunos acusaban de estar vinculados al narcotráfico.

Mientras el señor B contaba con la seguridad que le confiere ser un invitado oficial del país de nuestra historia, el gobierno seguía negando la presencia del señor B.

Cierto día la televisión del país vecino mostró un video, el cual confirmaba la presencia del señor B en una zona residencial de la capital del  país. A las pocas horas el mandatario del país, en uno de sus usuales discursos y ante la evidencia del video, dijo que el señor B “podría estar” en la capital del  país. El mandatario agregó que en el supuesto caso de que B estuviera en el país, eso se debía a razones “humanitarias” y negó toda clase de vínculos con él.

A estas alturas del relato caigo en cuenta que la inicial del señor de la historia no era B sino V.

Además, creo que debo aclarar que los personajes del cuento son Fidel Castro y Robert Vescoel .

La historia narrada corresponde al refugio que el gobierno cubano concedió al señor Robert Vesco, acusado en diversos países por delitos que incluyen el narcotráfico y estafa. Mientras el gobierno de Estados Unidos solicitaba a Vesco, el gobierno de Fidel Castro lo mantuvo refugiado en Cuba, comisionándole incluso operaciones para la obtención de divisas mediante negocios no siempre muy santos. La presencia de Vesco en La Habana quedó confirmada mediante un video difundido en agosto de 1985, por la cadena de noticias NBC, dejando al gobierno cubano  en evidencia. Fidel Castro debió cambia de versión ante los periodistas internacionales que asistieron a la conferencia convocada por Cuba para discutir la deuda externa.

Advertencia: Cualquier parecido con casos acontecidos en Venezuela recientemente NO es mera coincidencia.

           

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.                  

 

 

 

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