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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 22 de Marzo, 2001. Año 2. Edición No.10 Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

POWER POINT

La Crónica de Edgar C. Otálvora

           

        Por allá en los años 90 o 91 del siglo pasado, era tal el interés por el tema fronterizo, que en razón de mi trabajo, acabé visitando las más inesperadas salas de Caracas y el interior, explicando las negociaciones que llevábamos con Colombia, la situación de violencia fronteriza y demás asuntos del menú de las relaciones con el vecino país.

Era tantas las solicitudes de información, que propuse la adquisición de algunos equipos de apoyo. Por aquellos días no existían los pequeños proyectores plug and play de hoy en día. Con recursos internacionales pude adquirir un retroproyector “ultra liviano”, una pantalla de cristal líquido y un computador portátil. En aquellos días, el portátil era algo así como un 286, monocromático, pesadísimo, corría el windows 3.x, y casi todos los programas eran todavía en ambiente DOS. El paquete para preparar presentaciones era muy amigable, pero absolutamente incapaz de importar textos, gráficos o tablas de otros aplicativos.

Así las cosas, el maletín de los equipos terminó en sedes de partidos mayoritarios y minoritarios, en salas ministeriales, empresariales, universitarias, militares y demás.

Aquello era una maravilla que deslumbraba tecnológicamente y facilitaba la repetición del diagnóstico y las propuestas.

En los noventa el mundo cambió y la Microsoft se agarró el mundo para ella.

Desde que regresé a Caracas hace un año, he asistido a diversas conferencias, tanto empresariales como académicas. En todas las conferencias, he visto que antes que el expositor pueda saludar a los organizadores, siempre un “técnico” lo aborda para pedirle la entrega del disquete. Recuerdo que dicté una conferencia sobre las relaciones con el norte de Brasil, y los organizadores no podían creer que no llevara una presentación preparada en power point. Hasta ofrecieron su ayuda para  prepararme una.

La clave de toda conferencia actual es el disquete, es decir, el apoyo hecho en power point, sin el cual un conferencista de estos días pareciera perdido. Dado el alto nivel de mis estimados lectores, no voy a molestarlos hablando de las inmensas bondades del power point para preparar exposiciones. Aquello es una maravilla, hace casi de todo.

El otro día el economista y ex ministro ecuatoriano Fidel Jaramillo ofreció una muy interesante explicación sobre el proceso de dolarización de la economía de su país. En medio de su conferencia el portátil falló, el “técnico” de los equipos tecleaba y tecleaba tratando de reactivar la computadora. Mientras, el público seguía en la proyección sobre las pantallas, las idas y venidas de cursores, manitas y flechas que demostraban que el “técnico” no podría revivir su portátil. Mientras tanto, el doctor Jaramillo apelaba a su maletín, sacaba su propia computadora y se la entregaba al “técnico”, quien apuraba para cambiar cables, conexiones y restablecer la proyección, ahora con el computador suplente. Aquellos fueron los diez minutos más largos de la historia tecnológica de la raza humana.

El “técnico” agarró la computadora saboteadora y se sentó a un lado. El público pudo seguir los gestos del “técnico” intentando dar vida nuevamente a su computadora saboteadora.

Luego tocaba el turno de exponer a Ruth de Krivoy. Cumplió el ritual de entregar su disquete al “técnico”. La computadora comenzó de nuevo a fallar. Y la señora Krivoy dijo que no necesitaba del aparato para hacer su conferencia.

Bravo!!! El power point quedó execrado por unos momentos y todos los asistentes pudimos disfrutar del viejo y grato arte de la oratoria. No hizo falta gráficos, efectos de pantalla, colores y el consabido apuntador laser. El power point, por lo menos aquella tarde, perdió la partida.

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.

 

 

 

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