Por allá en los años 90 o 91 del
siglo pasado, era tal el interés por el tema fronterizo, que en razón de mi
trabajo, acabé visitando las más inesperadas salas de Caracas y el interior,
explicando las negociaciones que llevábamos con Colombia, la situación de
violencia fronteriza y demás asuntos del menú de las relaciones con el
vecino país.
Era tantas las solicitudes de información,
que propuse la adquisición de algunos equipos de apoyo. Por aquellos días no
existían los pequeños proyectores plug and play de hoy en día. Con recursos
internacionales pude adquirir un retroproyector “ultra liviano”, una
pantalla de cristal líquido y un computador portátil. En aquellos días, el
portátil era algo así como un 286, monocromático, pesadísimo, corría el
windows 3.x, y casi todos los programas eran todavía en ambiente DOS. El
paquete para preparar presentaciones era muy amigable, pero absolutamente
incapaz de importar textos, gráficos o tablas de otros aplicativos.
Así las cosas, el maletín de los equipos
terminó en sedes de partidos mayoritarios y minoritarios, en salas
ministeriales, empresariales, universitarias, militares y demás.
Aquello era una maravilla que deslumbraba
tecnológicamente y facilitaba la repetición del diagnóstico y las
propuestas.
En los noventa el mundo cambió y la
Microsoft se agarró el mundo para ella.
Desde que regresé a Caracas hace un año, he
asistido a diversas conferencias, tanto empresariales como académicas. En
todas las conferencias, he visto que antes que el expositor pueda saludar a
los organizadores, siempre un “técnico” lo aborda para pedirle la entrega
del disquete. Recuerdo que dicté una conferencia sobre las relaciones con el
norte de Brasil, y los organizadores no podían creer que no llevara una
presentación preparada en power point. Hasta ofrecieron su ayuda para
prepararme una.
La clave de toda conferencia actual es el
disquete, es decir, el apoyo hecho en power point, sin el cual un
conferencista de estos días pareciera perdido. Dado el alto nivel de mis
estimados lectores, no voy a molestarlos hablando de las inmensas bondades
del power point para preparar exposiciones. Aquello es una maravilla, hace
casi de todo.
El otro día el economista y ex ministro
ecuatoriano Fidel Jaramillo ofreció una muy interesante explicación sobre el
proceso de dolarización de la economía de su país. En medio de su
conferencia el portátil falló, el “técnico” de los equipos tecleaba y
tecleaba tratando de reactivar la computadora. Mientras, el público seguía
en la proyección sobre las pantallas, las idas y venidas de cursores,
manitas y flechas que demostraban que el “técnico” no podría revivir su
portátil. Mientras tanto, el doctor Jaramillo apelaba a su maletín, sacaba
su propia computadora y se la entregaba al “técnico”, quien apuraba para
cambiar cables, conexiones y restablecer la proyección, ahora con el
computador suplente. Aquellos fueron los diez minutos más largos de la
historia tecnológica de la raza humana.
El “técnico” agarró la computadora
saboteadora y se sentó a un lado. El público pudo seguir los gestos del
“técnico” intentando dar vida nuevamente a su computadora saboteadora.
Luego tocaba el turno de exponer a Ruth de
Krivoy. Cumplió el ritual de entregar su disquete al “técnico”. La
computadora comenzó de nuevo a fallar. Y la señora Krivoy dijo que no
necesitaba del aparato para hacer su conferencia.
Bravo!!! El power point quedó execrado por
unos momentos y todos los asistentes pudimos disfrutar del viejo y grato
arte de la oratoria. No hizo falta gráficos, efectos de pantalla, colores y
el consabido apuntador laser. El power point, por lo menos aquella tarde,
perdió la partida.
Saludos para todos. Nos seguimos
hablando... y hasta la próxima vez. |