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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 02 de Mayo, 2001. Año 2. Edición No.14 Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

POLIZÓN

La Crónica de Edgar C. Otálvora

              

           

            Hace un par de días, el personal de seguridad del aeropuerto detectó a un joven que intentaba introducirse en el sistema de tren de aterrizaje de un avión. La aeronave tenía como destino a los Estados Unidos, pero al contrario de lo que mis estimados lectores pudieran estar pensando, el hecho no ocurrió en Barranquilla o en La Habana.

Ocurrió en Maracaibo, la segunda ciudad del país, la capital petrolera venezolana.

Desconozco detalles, porque lamentablemente la prensa no se ha dedicado a definir  detalles de este candidato a emigrante ilegal venezolano.

En todo caso, este muchacho salvado de morir aplastado por el sistema de aterrizaje,  asfixiado por falta de oxigeno, o congelado por falta de presurización, cuyo cuerpo probablemente hubiera caído destrozado a tierra en las proximidades de algun aeropuerto en La Florida, es un macabro símbolo de los tiempos que corren.

Todos tenemos un sobrino, una vecina, un compañero de la facultad, todos comenzamos a tener un emigrante en la familia. Hasta hace poco eran los muchachos recién graduados con ganas de casarse y vivir con dos mil dólares. O el cuarentón que ya no consigue trabajo de programador. O el locutor de radio o el técnico en televisión que recibieron una inmejorable oferta de trabajo. Los balseros aéreos como alguien con tino los ha calificado.

Pero a esos balseros con tiquete aéreo, ya no les va tan bien como esperaban. El sueño americano al parecer no es tan fácil como se lo vendieron en la serie de televisión. Recuerden que cual salvadoreños, algunos  venezolanos mayameros solicitaron status de refugiados como consecuencia de la tragedia de Vargas. Querían meter el cuento de que su partida al norte se debía a los serios problemas económicos  causados por las lluvias.

A los militares retirados, a los políticos en conserva, a los empresarios con casa allá y negocio aquí, a todos ellos se les está sumando una nueva migración, menos chic, menos cosmopolitan. Ya ellos crearan su modus vivendi de venezolanos en el exilio mayamero, con sus respectivas clases y subclases.

Pero los que nos quedamos, tendremos que comenzar a acostumbrarnos a una nueva imagen del venezolano en el extranjero. El “ta barato dame dos” pareciera que sólo está quedando para los  más altos dignatarios revolucionarios. Los demás ya saben que la ruta hacia el norte es de polizón.

Ojalá que los venezolano-americanos no comiencen a reemplazar a los chicanos, peruanos o dominicanos, en esos deprimentes espectáculos que llaman talk-show y donde se muestran las miserias que Latinoamérica exporta. 

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.                

 

 

 

 

 

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