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"Mirando el Vecindario"

 

 

LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 29 de Enero, 2001. Año 2.Edición No.4 Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

CUPIDO

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 

Todos en casa sospechamos que Bingo, muy joven aún y mientras todavía vivíamos en Bogotá, tuvo un encuentro amoroso con una vecina recién llegada. A los pocos días nos mudamos y jamás tuvimos noticias de que la familia hubiese crecido por el lado de su componente canino.

        Ya con cuatro años a cuestas, intenté procurar una “namorada” para Bingo en Belém do Pará. Fui con mis románticos cartelones a todas las tiendas para animales. Fue bastante decepcionante percatarme que las carteleras de esos sitios estaban copadas de avisos sobre machos solícitos y sin hembra. Apelar a su carácter de extranjero, bogotano, perro viajado y con hábitos sociales, no fue suficiente para que alguna cachorra se interesara en nuestro fiel Bingo.

        Hace poco creo haber descubierto una candidata ideal, para hacernos abuelos a Olga y a mí. Bastante parecido físico con Bingo por parte de la joven en edad de merecer, y con una dueña que se mostró espontáneamente interesada sobre las cualidades estéticas de Bingo: ambas viven muy cerca de nuestra actual residencia.

        Comencé de inmediato a planear una estrategia cupidesca, pero la inexperiencia me llevó a pedir orientación y consejo a mi mujer, quien conoce el tema perruno desde su hogar paterno, donde nuca faltó un perro. Mi primera pregunta fue sobre los términos del acuerdo que se acostumbra entre los propietarios de los respectivos amantes, a la hora de atender a los esperados cachorritos. Olga comenzó a explicar que el dueño del macho tiene la opción de seleccionar de primero, escoge a uno de la camada y se queda con él.

        Estaba Olga en su explicación, cuando de pronto se quedó callada, pensó, reflexionó, y con duda en el rostro dijo:

        -Bueno, al menos esas eran las reglas antes... Ahora como todo está cambiado, quizás será necesario leerse la nueva constitución para saber como se negocia el caso de los perritos...

        En definitiva, el tema perruno quedó a un lado, mientras con cierta preocupación nos percatamos que el tramo de la biblioteca dedicado a leyes y reglamentos, probablemente debamos limpiarlo porque ya de poco debe servirnos.

        Esto de las reglas de distribución de las crías perrunas, me sirvió para comenzar a entender algo que por mucho que me lo expliquen, todavía me cuesta incorporar a mi repertorio de respuestas.

        Se trata de las empresas  internacionales que han mudado o prefieren instalar sus oficinas regionales para Suramérica,  en Bogotá o Medellín, antes que en Caracas: pese a la violencia política colombiana. Me dicen que la razón es obvia: los costos de instalar y funcionar una empresa son cuantificables allá, incluso los relacionados con la violencia. Se puede planificar costos de un carro blindado, un par de guardaespaldas, personal de seguridad para la casa y las oficinas, primas especiales y otros ítem de esa materia. A las empresas como a mí, les ocurre que con tantas mudanzas en la legislación venezolana, uno termina sin saber a qué atenerse.

        La diferencia es que las empresas mudan su sede buscando estabilidad jurídica (juro que así la llaman), pero resulta muy cuesta arriba que Olga y yo nos mudemos al exterior para procurarle una novia a Bingo.

        En caso de saber de alguien interesado en auspiciar la paternidad de Bingo, ruégole se comunique con nosotros. Temo que en caso contrario, un día de estos Bingo se declare refugiado, pida protección diplomática a su Embajada en Caracas y nos abandone sin importarle la educación, techo, roce social, viajes y comida que le hemos proporcionado.

            Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.

 

 

 

 

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