Un día de estos, siempre me lo prometo, debo
escribir sobre esa plaga que llaman seguros médicos. Por ahora, baste
comentar que entré a la farmacia que está casi al frente del edificio donde
vivo. Es tal la frecuencia con la cual visito ese establecimiento, que tras
siete meses de residir en la zona, salvo la señora del quiosco y el
peluquero, el único que me saludo con más o menos confianza es el atendiente
diurno de la farmacia. Dada la familiaridad que ya le tengo (total quién
mejor que él conoce las intimidades farmacológicas de mi familia) me permití
burlarme de él:
- Caramba a ver si te compras un periódico nuevo, en ves
de estar leyendo uno de cuando Luis Herrera.
En medio de la frase fijé la mirada en el
rostro del caballero, para percatarme, quizás tarde, que el joven vendedor
tendría a los sumo diez o doce años cuando Luis Herrara Camping era
presidente, por lo que obviamente aquel comentario poco le diría...
- Ah perdón, yo no sabía que usted coleccionaba objetos
antiguos. Si usted quiere le regalo algunos ejemplares sueltos de la revista
del INCIBA y algunos número salteados de la revista de Olavarría,
Resumen...porque desde que me mudé no se que hacer con ellos, y me da como
lástima botarlos.
La cara del vendedor quedó como si le hubiera llegado un
marciano a pedir un supositorio de kriptonita azul.
-
No entiendo señor que es lo que me quiere decir.
-
Me refiero a ese periódico antiguo. No debería ser
tan descuidado con esos periódicos viejos, fíjese que se dañan con la luz y
la humedad, aunque ese todavía se ve con buena tinta...
-
Bueno señor, ese periódico es de hoy. Ese se lo
compro a la señora del quiosco todos los días, usted sabe, para leer la
página de deportes...
Bien, eso me pasó unos días
atrás, cuando el 2001 publicó en sus enrojecidas letras de portada la
noticia sobre la decisión del gobierno de iniciar la construcción inmediata
de un puente que una tierra firme con la isla de Margarita. Rubor interno
aparte, pagué las cápsulas que pedí, entregué el cheque y (aprovechando que
ya no me hacen esperar mientras confirman el cheque), salí corriendo a la
calle donde me esperaba Bingo. A rápidos pasos regresé a casa, llegué a la
silla de extensión donde suelo leer de noche, abrí una cerveza y quedé medio
tieso por un buen rato. Lata vacía, me levanté poco a poco para comprobar
que no vivía un “Volver al Futuro IV”.
Miré por las ventanas
queriendo comprobar que allá a lo lejos se ve la relativamente nueva bola de
pepsicola en la Plaza Venezuela, y más al oeste pude ver el alminar de la
mezquita de Los Caobos. Revisé en la pantalla del celular, en la agenda de
mi mujer, en la fecha y hora de la computadora. Finalmente me fijé en la
data de los periódicos del día: efectivamente estábamos en el año 2000. Yo
no estaba confundido de fecha.
Al principio llegué a pensar
que los editores del 2001 le quisieron jugar una mala pasada a los lectores,
pero aquel día no era ni el 28 de diciembre ni el primero de abril, así que
nada de que se tratara de un día de inocentes criollo o importado. ¿Sería
posible que las computadoras del 2001 perdieron la fecha y reprodujeron un
titular de veinte años atrás....? Es posible, es posible me decían mis
añejos conocimientos informáticos adquiridos a punta de perforar tarjetas
IBM. Es posible, pero bastante improbable.
Después de un rato, con la
paciencia de quien ejecuta una obligación con terceros, con la paciencia del
lector desapasionado, me dediqué a leer prensa y documentos de última hora.
Empecé con el texto del discurso de Hugo I, sobre el último programa
económico que ha sometido a conocimiento del país. Encontré que serán
creados los comedores escolares y los populares. Leí que serán creados
nuevos organismos públicos. Leí que le van a cambiar el nombre a los demás
organismos. Leí que van a hacer una reforma agraria. Leí que van a crear un
organismo para encargarse de la basura de todas las ciudades del país.
También me enteré que Hugo I convocó a los presidentes de Centroamérica para
mostrarles las ofertas que Venezuela hace a los países pobres. Leí también
que Fidel viene a repetir en Venezuela su visita oficial de un mes a
Salvador Allende. También encontré entre mis papeles un e-mail enviado por
un amigo, con las bases para el concurso sobre el Ché Guevara, convocado por
unos muchachos que hace algunos meses organizaron una marcha desde Cúcuta a
Caracas, financiada por el gobierno y donde cada noche discutían las obras
completas del ex ministro cubano.
Las lecturas resultaron
altamente refrescantes, casi aliviadoras. Me sirvieron para comprender que
el 2001 no había sufrido ningún contratiempo computacional en referencia a
su titular del día. Tampoco yo me había transformado en un personaje de
Spilberg. Claro que no!!!.
Estos días he comprendido aquella idea platónica de la
historia circular. Esa es la razón, supongo, por la cual antes el actor
cómico Joselo escribía y cantaba gaitas burlándose del puente para
Margarita: ahora él y su mujer escriben para El Universal, muy serios
artículos de prensa glorificando a Hugo I.
Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la
próxima vez. |