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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 4 de Octubre, 2000. Edición No.22. Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

PUENTE 

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 

            Un día de estos, siempre me lo prometo, debo escribir sobre esa plaga que llaman seguros médicos. Por ahora, baste comentar que entré a la farmacia que está casi al frente del edificio donde vivo. Es tal la frecuencia con la cual visito ese establecimiento, que tras siete meses de residir en la zona, salvo la señora del quiosco y el peluquero, el único que me saludo con más o menos confianza es el atendiente diurno de la farmacia. Dada la familiaridad que ya le tengo (total quién mejor que él conoce las intimidades farmacológicas de mi familia) me permití burlarme de él:

- Caramba a ver si te compras un periódico nuevo, en ves de estar leyendo uno de cuando Luis Herrera.

            En medio de la frase fijé la mirada en el rostro del caballero, para percatarme, quizás tarde, que el joven vendedor tendría a los sumo diez o doce años cuando Luis Herrara Camping era presidente, por lo que obviamente aquel comentario poco le diría...

-  Ah perdón, yo no sabía que usted coleccionaba objetos antiguos. Si usted quiere le regalo algunos ejemplares sueltos de la revista del INCIBA y algunos número salteados de la revista de Olavarría, Resumen...porque desde que me mudé no se que hacer con ellos, y me da como lástima botarlos.

La cara del vendedor  quedó como si le hubiera llegado un marciano a pedir un supositorio de  kriptonita azul.

-         No entiendo señor que es lo que me quiere decir.

-         Me refiero a ese periódico antiguo. No debería ser tan descuidado con esos periódicos viejos, fíjese que se dañan con la luz y la humedad, aunque ese todavía se ve con buena tinta...

-         Bueno señor, ese periódico es de hoy. Ese se lo compro a la señora del quiosco todos los días, usted sabe, para leer la página de deportes...

Bien, eso me pasó unos días atrás, cuando el 2001 publicó en sus enrojecidas letras de portada la noticia sobre la decisión del gobierno de iniciar la construcción inmediata de un puente que una tierra firme con la isla de Margarita. Rubor interno aparte, pagué las cápsulas que pedí, entregué el cheque y (aprovechando que ya no me hacen esperar mientras confirman el cheque), salí corriendo a la calle donde me esperaba Bingo. A rápidos pasos regresé a casa, llegué a la silla de extensión donde suelo leer de noche, abrí una cerveza y quedé medio tieso por un buen rato. Lata vacía,  me levanté poco a poco para comprobar que no vivía un “Volver al Futuro IV”.

Miré por las ventanas queriendo comprobar que allá a lo lejos se ve la relativamente nueva bola de pepsicola en la Plaza Venezuela, y más al oeste pude ver el alminar de la mezquita de Los Caobos. Revisé en la pantalla del celular, en la agenda de mi mujer, en la fecha y hora de la computadora. Finalmente me fijé en la data de los periódicos del día: efectivamente estábamos en el año 2000. Yo no estaba confundido de fecha.

Al principio llegué a pensar que los editores del 2001 le quisieron jugar una mala pasada a los lectores, pero aquel día no era ni el 28 de diciembre ni el primero de abril, así que nada de que se tratara de un día de inocentes criollo o importado. ¿Sería posible que las computadoras del 2001 perdieron la fecha y reprodujeron un titular de veinte años atrás....? Es posible, es posible me decían mis añejos conocimientos informáticos adquiridos a punta de perforar tarjetas IBM. Es posible, pero bastante improbable.

Después de un rato, con la paciencia de quien ejecuta una obligación con terceros, con la paciencia del lector desapasionado, me dediqué a leer prensa y documentos de última hora. Empecé con el texto del discurso de Hugo I, sobre el último programa económico que ha sometido a conocimiento del país. Encontré que serán creados los comedores escolares y los populares. Leí que serán creados nuevos organismos públicos. Leí que le van a cambiar el nombre a los demás organismos. Leí que van a hacer una reforma agraria. Leí que van a crear un organismo para encargarse de la basura de todas las ciudades del país. También me enteré que Hugo I convocó a los presidentes de Centroamérica para mostrarles las ofertas que Venezuela hace a los países pobres. Leí también que Fidel viene a repetir en Venezuela su visita oficial de un mes a Salvador Allende. También encontré entre mis papeles un e-mail enviado por un amigo, con las bases para el concurso sobre el Ché Guevara, convocado por unos muchachos que hace algunos meses organizaron una marcha desde Cúcuta a Caracas, financiada por el gobierno y donde cada noche discutían las obras completas del ex ministro cubano.

Las lecturas resultaron altamente refrescantes, casi aliviadoras. Me sirvieron para comprender que el 2001 no había sufrido ningún contratiempo computacional en referencia a su titular del día. Tampoco yo me había transformado en un personaje de Spilberg. Claro que no!!!.

Estos días he comprendido aquella idea platónica de la historia circular. Esa es la razón, supongo, por la cual antes el actor cómico Joselo escribía y cantaba gaitas burlándose del  puente para Margarita: ahora él y su mujer escriben para El Universal, muy serios artículos de prensa glorificando a Hugo I.

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.          

 

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