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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 11 de Septiembre, 2000. Edición No.19. Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 ¡CERO PROPINAS!

La Crónica de Edgar C. Otálvora

   

             La otra vez escuché una anécdota, que por su valor práctico, me permito comentarla. Fecha de la escena: lunes, día siguiente de las últimas elecciones presidenciales, me refiero a las del mes de julio. Lugar de la escena:  casa de una amiga quien le abre la puerta a la empleada doméstica. Dato: la empleada doméstica iba tres veces a la semana para realizar las diversas tareas en el hogar de la amiga. Acción: la amiga abre la puerta, la empleada toda llena de risa entra en escena, y le espeta a la amiga:

Empleada: Y...entonces doñita, ¿qué le pareció el triunfo de mi comandante Chávez???!!!!

Amiga: Pase Petrica, menos mal que viene con tan buen ánimo...porque le tengo una noticia...

Empleada: ¿Buena o mala, mi doñita???

Amiga: Bueno Petrica, lo que pasa es que como Chávez ganó, y la situación económica sigue muy mala, fíjese que en el consultorio (si, la amiga es odontóloga...), son cada vez menos los pacientes que llegan...y entonces Petrica, a mi me da mucho dolor porque yo de verdad la necesito, pero a partir de hoy sólo va a venir una vez por semana. Yo me imagino que el presidente Chávez le conseguirá un trabajito mientras tanto.

 

            La amiga odontóloga es parte de un creciente movimiento que gana adeptos, especialmente entre las filas femeninas de la maltratada clase media caraqueña.

            El grito de guerra de este novísimo movimiento es ¡Cero Propinas!!!.

            Las bases teóricas del movimiento parecen sólidas. Sostienen sus cultores, que hasta ahora la clase media ha venido paleando la crisis económica que afecta a los pobres. En pocas palabras, la disminuida clase media es la que compensa la miseria que el gobierno está sembrando. Por lo que la clase media sería el catalizador que ha impedido un alzamiento popular antigobierno. Continúan mis interlocutoras planteando que al dar una limosna en la calle se está alargando la agonía de esos neo-desempleados. Plantea el naciente movimiento que no se debe dar propinas en los restaurantes, estaciones de servicios, supermercados, repartidores a domicilio, estacionamientos y mucho menos a los valet parking. “Hay que hacerles sentir que la cosa está mala. Hasta ahora mucho pobre no se han dado cuenta de lo mal que anda la economía porque siempre llega un clase media y ¡zas!, le da su propinita  y le resuelve el día”.  Además, por esa vergüenza muy clase media del qué dirán, el monto de las propinas han ido en aumento, rasguñando como gato las paredes persiguiendo los precios. Suelen las militantes de este movimiento aconsejar a sus hijas y amigas, para que al momento de pagar la cuenta en el restaurante, estén vigilantes para que el novio o el marido no se vaya de mano con la propina, para alagar a la enamorada. Cero propinas!!! Es la consigna.      

            Ya a  principios de año, los jóvenes neo-socialdemócratas de Visión Emergente con Ciprianito Heredia a la cabeza, amenazaban con actos de desobediencia civil caso se convocaran las elecciones presidenciales para mayo. Después de ello, los jóvenes y no tan jóvenes de organizaciones políticas caraqueñas de nuevo cuño, tales como Primero es Justicia  o Queremos Elegir, han lanzado sus respectivos gritos convocando a inéditas y aún no explicadas jornadas de desobediencia civil. Todos nos preguntamos cómo se cocina eso de desobediencia civil, y sólo alguno de los nuevos líderes urbanos ha asomado que sería algo así, como las acciones de protesta de Martín Luther King...

             Pero mientras los machos de la casa amenazan con su desobediencia civil, las féminas ya han comenzado a hacerla realidad. Los viejos cacerolazos que conmovieron los gobiernos de Salvador Allende y de Carlos Andrés Pérez, quedaron en la lejanía de la vieja política. Ahora, la militancia parece adquirir renovados aires, trasladándose de la plaza pública a la mesa del restaurante o a la caja del supermercado.

            Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.                   

       

 

 

 

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