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"Mirando el Vecindario"

 

 

LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 15 de Agosto, 2000. Edición No.15. Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

PRECIOS BOLIVARIANOS 

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 

 

        Motivos de trabajo me llevaron a Quito con pasantía de varios días en Santafé de Bogotá.

 

        Manías de viajante me hacen siempre, en estos casos, visitar dos sitios claves para el más fiel conocimiento de las realidades locales: un supermercado y una librería. Supermercado para ver precios. Librería para buscar y comprar novedades, atender el pedido de algún amigo y comparar dotación y precios.

        Esas manías suelen ser peligrosas para la autoestima nacional, especialmente si uno viaja al sur y no al norte.

        Manías mediante, permítame contarle amigo lector, que el libro de Mario Vargas Llosa, “La fiesta del Chivo”, en una excelente librería del norte de Bogotá, pagado con tarjeta de crédito, tomándose un tintico por cuenta de la casa y después de haberlo revisado cómodamente sentado en una poltrona de cuero, usted puede comprarlo por el precio de 29.900 pesos colombiano. Eso al cambio del día, dos mil pesitos por US dólar, es exactamente US dólar  14,95, poco más o menos  diez mil bolívares bolivarianos. Manías mediante, en las librerías de la Caracas bolivariana el precio del libro de Vargas Llosa es de 23.000 bolívares bolivarianos. En la república bolivariana, los libros cuestan el doble que en aquel país desangrado por la guerra, el narcotráfico y por la oligarquía que asesinó a Sucre y amenaza a nuestro querido lider Hugo I. Alguien dirá que el ejemplo del libro de Varguitas no es representativo, ya que puede tratarse de una conspiración de los cubanos gusanos de Miami para dañar la imagen de la revolución bolivariana. Es posible...

 

        Después pude ver a en cada esquina de Quito, de cada uno de los quitos (el turístico en las cercanías del Hilton, en los centros comerciales donde no entran indios, y en el centro histórico inundado de indios con crinejas) decenas de locales para uso de internet a precios solidarios, mientras me daba envidia ver que en aquel país pobre es posible telefonear al extranjero por sólo 40 centavos de US dólar vía internet. Mientras eso veía, llegué a mi destino. Pregunté al taxista el precio de la carrerita y el taxímetro marcó 15.000 sucres...Dado que la oligarquía quiteña decidió también acabar con sucre, pronto la moneda ecuatoriana será el US dólar. Por ahora, 25.000 sucres equivalen a un US dólar. Cuentas sacadas, la carrerita de quince minutos en un carro nuevo, de cuatro ruedas y cuatro puertas, con atento chofer y segura seguridad,  me costó algo así como 400 bolívares bolivarianos. En aquel país que vive de plátanos, con inminente revuelta de coroneles e indígenas, moroso en su deuda externa, en aquel país con mínima producción petrolera y cero sueños de liderazgo mundial, en aquel país es posible viajar en un taxi por el precio de un atiborrado autobús de la bolivariana Caracas.

       

        Sobre los precios de la comida puedo remitir información a quien esté interesado. Mándeme un e-mail y con gusto le enviaré los precios vigentes en los super supermercados de esos países donde la revolución no ha llegado.

 

        Al fin de cuentas, preferí dejar de sacar cuentas.

 

Regresé a Venezuela y a la salida misma del avión, un agente de la disipol, sometía a manoseo (llamado cacheo en el argot oficial) a los clase media que nos atrevimos a salir del país a coger un poquito de aire fresco y a menor precio, o para ganarnos algunos US dólares  y poder cubrir los costos en bolívares bolivarianos.

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.

 

 

 

 

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