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LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Esta Crónica también fue publicada como artículo de opinión, en El Universal, Caracas, Venezuela, 05 de septiembre de 2000

Caracas, Venezuela 30 de Agosto, 2000. Edición No.17. Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 PERFORMANCES 

La Crónica de Edgar C. Otálvora

           

Empezandito los años ochenta, en plena boga nacional del accionismo en las artes plásticas, junto con mi amigo Luis (evito el apellido para proteger a los inocentes), nos dedicamos a producir una propuesta de arte conceptual, un performance lo llamábamos. Con aquella propuesta participamos en el Salón Michelena: era la primera vez que el salón habría competencia para lo que otros llamaban nuevos lenguajes. Ese año nadie ganó, nadie perdió. El jurado se negó a emitir veredicto sobre esta especialidad. Luego fuimos invitados a participar en la muestra de accionismo como parte del VI Festival Internacional de Teatro, con sede en la desaparecida Galería de los Espacios Cálidos. Allí también forramos la galería con varios cientos de metros cuadrados de tela blanca, montamos la música de Brian Eno, proyectamos nuestros slide y, mal que bien, ganamos algunos aplausos.

Recuerdo aparte de pasados idos, el cuento lo traigo a colación porque con el pasar del tiempo, el performance se ha transformado en una interesantísima arma política. Se podría decir que el performance salió de las galerías para debutar en las tribunas políticas y con todo éxito. Un buen ejemplo lo constituye Antanas Mockus. Colombiano, bogotano, hijo de inmigrantes europeos orientales. Antanas ya siendo autoridad universitaria en la principal universidad colombiana, inició su meteórica carrera política. En medio de un acto académico, y dado que el público no hacía silencio, el profesor Mockus vino hasta el borde del entarimado, se bajó los pantalones y le mostró sus europeas nalgas. Desde entonces, los medios de comunicación comenzaron a cubrir intensamente cada una de los performances que Antanas ejecutaba. Otro de sus momentos estelares fue cuando al frente de una manifestación, se plantó a las puertas del palacio presidencial esgrimiendo una espada de plástico. Con esos gestos y unos medios sedientos de noticias, Antanas se fue convirtiendo en una referencia política nacional. Se lanzó como candidato a la Alcaldía de Bogotá y la ganó. Casi inmediatamente  anunció su matrimonio, el cual fue cumplido dentro de la jaula de los leones de un circo. Al poco tiempo, Antanas no satisfecho con el cargo de Alcalde, renunció y se lanzó a candidato a la presidencia. No ganó pero sus voticos sacó. Ahora, dos años después de las elecciones presidenciales, ha pedido perdón al pueblo de Bogotá por haber abandonado la Alcaldía y de nuevo se ha presentado a disputarla. Esta vez el performance de lanzamiento de la candidatura, consistió en regar talco en todo el piso de la oficina donde fueron a presentar su postulación: los performers (perdón, los partidarios) que le acompañaban iban descalzos dejando huellas sobre el talco: Toda una lírica propuesta conceptual.

Y conste que he preferido ejemplificar con el profesor Mockus, y no con algún ejemplo nacional, para que no se diga que estamos peor que Manuel Caballero y Marta Colomina, en eso de hablar mal del actual gobierno venezolano. Pero de verdad, verdad. Cómo se nota que mi amigo Luis y el suscrito éramos jóvenes e inexpertos en aquellos años de performistas. Quien sabe y si hubiésemos sacado nuestros trapos rojos en vez de blancos,  cambiando la música de Brian Eno por algo un poquito más llanerazo, digamos, hasta nos hubiéramos ganado alguna alcaldía, y quien quita, hasta algo mejor.

Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.          

 

 

 

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