La semana pasada debí realizar
un rápido viaje a Brasil, con reuniones en Brasilia y Sao Paulo. Salí el
lunes a las 23:00 desde Maiquetía para llegar a Brasilia a las 10:00 del
otro día, previo paso por los aeropuertos de Sao Paulo y Rio de Janeiro.
El regreso el jueves fue un poco más dramático. Salí a las 07:00 del hotel
para tomar un vuelo desde Sao Paulo a Caracas, con conexión de una hora en
el Aeropuerto bogotano de El Dorado (larga cola y requisa humillante
incluida), para finalmente llegar a Maiquetía a las 19:00, tras catorce
horas de viaje. ¡Caramba, ni que fuera Surafrica!!!
Mientras planificaba y sufría
la ruta aérea para llegar a la capital del vecino del sur, recordaba
aquellos tiempos cuando Viasa (la desaparecida linea aérea bandera de
Venezuela), volaba regularmente a Río y Manaos, la ruta de playa y el
camino de la selva, ambas permitían que el Planalto Central brasileño
estuviera relativamente más cerca. Pero Viasa ya no existe...
El gobierno venezolano hace
algunos años decidió privatizar la mayoría del paquete accionario de Viasa
y decidió que el mejor socio era nada más y nada menos que Iberia. ¡Ay
Iberia!. Cuántos malestares aéreos, y una que otra mentada te debemos los
venezolanos. Como ya todo el mundo sabe, los magos gerentes de Iberia se
las ingeniaron para quebrar a Aerolíneas Argentinas y a Viasa, llevarse
los mejores aviones de cada una para las rutas de Iberia en Europa y
finalmente quebrar a la propia Iberia. Por cierto, ¿tendrán alguna
relación los actuales organizadores españoles de elecciones (Indra) con
los quiebra líneas aéreas de Iberia?????. Pregunto, sólo pregunto.
Eso de haberse buscado a los
españoles para gestionar la línea aérea venezolana, siempre me ha hecho
recordar una anécdota de la familia de un amigo allá en Mérida. La hermana
de mi amigo, profesora de la Universidad, se iba a Inglaterra de año
sabático, junto a su marido también profesor. Decidieron dejar su casa
arrendada y la pusieron en manos de una inmobiliaria para procurar
posibles inquilinos. La inmobiliaria le presentó un listado de candidatos
a inquilinos, y los dueños de la casa se decidieron por una pareja de
extranjeros porque “los extranjeros cuidan mejor las cosas”. Como en
Mérida todo el mundo se conoce, yo conocía a los nuevos inquilinos de la
casa de la hermana de mi amigo, y tuve la oportunidad de ir viendo en
distanciadas visitas, el progresivo deterioro que sufrió aquella casa a
manos de unos artistas, bohemios, alcohólicos, absolutamente fuera de
cualquier asunto que parezca responsabilidad o algo parecido. No por
bohemios, no por alcohólicos, no por artistas, pero la casa tras un año de
inquilinato, necesitó trabajos de reparación de todo el sistema de aguas
blancas y negras, pisos, puertas, ventanas, y pare de contar. Entiendo que
la colonia de paisanos de la pareja de artistas hizo una recolecta para
ayudar a arreglar la casa, ante la inminente llegada de los dueños.
Recolecta para gastos mínimos porque los mayores quedaron para el bolsillo
de los familiares de mi amigo.
Creo que lo de Viasa fue más o
menos lo mismo. Ante el dogma de la privatización a nadie le pasó por la
cabeza que a lo mejor, sólo a lo mejor, entre todos los que habían
manejado Viasa podría encontrarse uno o dos capacitados para administrar
la empresa privatizada.
Claro que esas cosas pasaban en
tiempos previos a la revolución bolivariana. Ahora, la hermandad mundial
es el norte que mueve nuestras relaciones con el mundo. El pueblo hermano
de China nos enseñará a construir casas. El hermano pueblo de Brasil nos
enseñará a construir puentes y gasoductos, el hermano pueblo de España nos
enseñará a usar camillas, el hermano pueblo de Cuba nos enseñará
tecnología médica. Eso sí, todo a crédito...
Todos hemos oído que el hijo
recién graduado de un amigo se fue a trabajar en Miami. Todos conocen el
cuento de algún recién graduado hijo de italianos que está procurando su
pasaporte italiano. No hay quien no sepa de algún vecino que se fue buscar
trabajo en República Dominicana. Pero también es cierto que todavía quedan
algunos profesionales que saben hacer casas, construir puentes o
gasoductos y hasta armar camillas. En todo caso, creo que las
universidades deberán ir pensando, ahora sí, en una reforma académica,
porque eso de ingenieros o médicos made in Venezuela no va con la
hermandad revolucionaria de nuestro designio bolivariano.
Se especula que el proyecto
bolivariano sólo contempla dejar en funcionamiento al CENDES de la
Universidad Central. Será ese organismo de donde saldrán los futuros
negociadores de la deuda externa venezolana, cuando tengamos que
refinanciar y pedir cacao a Brasilia, Madrid, La Habana y Pekín, las
nuevas acreedoras de la deuda externa venezolana.
Saludos para todos. Nos seguimos
hablando... y hasta la próxima vez. |