La política es una cosa tenaz, adjetivo muy bogotano por lo demás. Si bien
es una verdad inapelable aquella de que en política no hay muertos
insepultos, también es verdad que los tiempos que corren, de realidad
virtual, noticias en vivo y full multimedia, el deterioro de la imagen
pública es tenaz, verdaderamente tenaz. Revisando archivos me encontré con
un caso, digno de recordación.
A mediados del año 96, el brasileñísimo Movimiento de los Trabajadores Sin
Tierra, mejor conocido por sus siglas MST, vivía una de sus más poderosas
horas de fuerza política. Hasta la capital de Brasil, desde los cuatro
puntos cardinales, llegaron campesinos, para instalar un campamento en la
Emplanada de los Ministerios, en pleno Eixo Monumental: corazón mismo de
Brasilia. Las revistas Time y Newsweek dedicaron portadas al movimiento que
con fuerte acento leninista, mantenía en jaque la paz en diversas zonas
rurales, promoviendo invasiones de haciendas. (Ojo por estos lados)
Al MST se fueron uniendo diversos grupos. Sindicatos,
izquierdistas de todas las tendencias, y miembros de un grupo llamado
Movimiento de los Sin Techo. El Movimiento de los Sin Techo estaba
constituido por sectores marginales, especialmente de la gran zona urbana de
San Paulo. El Movimiento de los Sin Techo encontró en el Movimiento de los
Sin Tierra, una alternativa para luchar por un trozo de tierra donde sembrar
matas y un techo.
A finales de 1997 llegó hasta uno de las decenas de campamentos
que el MST mantenía en todo el país, un fotógrafo con deseos de capturar las
imágenes cotidianas del fenómeno social de los sin tierra. El fotógrafo
pidió a los dirigentes del campamento, que permitieran fotografiar las
faenas agrícolas en pleno desarrollo. La idea de fotografiar a un militante
sin tierra manejando un tractor parecía bastante ilustrativa y
publicitariamente efectiva, sobre la buena utilización que el MST
supuestamente daba a las tierras invadidas. Alguien sugirió que el tractor
fuera conducido por una joven de nombre Débora.
Débora era una de las sin techo que se había alistado en las filas de los
sin tierra. Las fotos se tomaron, y a los pocos días el fotógrafo regresó
para sostener una seria conversación con la fotogénica militante.
La oferta del fotógrafo era sencilla. Diez mil dólares para que
Débora posara para la edición brasileña de la revista Playboy. En Brasil,
donde el desnudo es asunto usual en la farándula y más allá, aparecer en las
desnuda páginas de Playboy, puede ser el inicio o la confirmación de una
gran carrera artística.
La Si Tierra Débora, madre de dos niños, divorciada y antes Sin
Techo, aceptó la propuesta. Comenzaba así un debate nacional sin
precedentes.
La dirección nacional del MST fue convocada con carácter de
urgencia. Los medios noticiosos especulaban que Playboy estaba interesada en
fotos con Débora desnuda acompañada de los símbolos del MST. La dirigencia
del MST rechazó la decisión de la militante Débora y exigió respeto para los
símbolos del movimiento.
Por varios días los dirigentes nacionales del más agresivo movimiento
izquierdista brasileño, debatieron el asunto. Finalmente la decisión de
estos hijos de Marx y Lenin fue expulsar a Débora del movimiento de los sin
tierra.
Un abogado laboralista exigió que el pago de Playboy a Débora debía ser el
doble del ofrecido, atendiendo las remuneraciones usuales para este tipo de
actividades. El exmarido de Débora declaró que él la apoyaba en su decisión
de mostrar sus atributos. Decía el exmarido que Débora tiene un cuerpo
hermoso, y que es justo que gane dinero con eso. Débora, por su parte,
explicaba a los periodistas que aparecer desnuda en Playboy no era un
insulto para sus camaradas del MST, sino una forma para adquirir vivienda
para sus dos hijos. Los articulistas opinaban en las páginas políticas de
los diarios, mientras sectores feministas llamaban a defender los derechos
de Débora.
Débora se convirtió de Sin Tierra en la Sin Ropa.
En aquellos días las movilizaciones del MST enfrentaban la
oposición, incluso armada, de asociaciones de propietarios de haciendas. Las
amenazas de respuestas violentas por parte de los dueños de haciendas
invadidas, parecían que llevarían a una verdadera guerra rural. En pueblos
interióranos, los mirones gritaban "que se quiten la ropa", cuando grupos
del MST hacían sus concentraciones para arengar a sus militantes.
Débora se convirtió en fenómeno nacional. Las fotos para Playboy
fueron tomadas, y una de las cadenas de televisión nacional del país, le
ofreció a Débora la conducción de un popular programa vespertino. Desde Río,
llegó a Débora la honrosa invitación para que formara parte de la comparsa
de una importante escuela de samba, durante el carnaval de 1998.
Finalmente la esperada edición de Playboy llegó a los puestos de
revistas, con ventas normales para este tipo de publicación, sin mayores
consecuencias.
El programa de televisión inventado para Débora, salió al aire, pero la
presentadora fue rápidamente sustituida. Débora no era muy experta en eso de
animar un programa de TV. En sus últimas apariciones en la televisión,
Débora era asistente en un programa de concursos dominicales, en el cual se
limitaba a traer el sobre con el premio. Ya para el Carnaval de 1999, el
Sambódromo de Río se había olvidado de Débora. Algún diario que de ella se
acordó, la califico como la Sin Programa.
La máquina de producción de imágenes es implacable. Quien no aporta rating
se tiene que ir.
Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez. |