Tiempos atrás, la gente se vestía de forma formal para ir al banco. Era
lógico, uno iba a encontrarse con el guardián de los ahorros o con el ojo auscultador del prestamista. Un paltó siempre era oportuno para parecer un
tipo digno de cobrar un cheque. Hoy en día, el traje para ir al banco debe
ser, digamos, casual. Mejor aún, el tipo de calzado que debe usarse para ir
a una sucursal bancaria a efectuar alguna operación, debe ser deportivo:
gomas, tenis, zapatos deportivos, unos naik, o como guste llamarla usted,
estimado lector.
La
razón para tal cambio de modales en el vestir, se debe a las nuevas
realidades bancarias nacionales. Como ya muchos saben, está terminantemente
prohibido utilizar teléfonos celulares mientras se está dentro de los bancos
o en las casas de cambio. Por ello, el usuario bancario mientras espera en
la larga cola, suda de temor ante la posibilidad que comience a sonar el
teléfono celular.
Caso
que alguien decida llamarlo por el celular mientras usted espera que le
paguen el chequecito, en cuestión de segundos y antes de que la llamada se
caiga, usted deberá mirar al vecino de cola buscando comprensión, pedirle
que le cuide el puesto en la cola, agarrar el teléfono, colarse entre la
multitud que está detrás de usted en la cola, llegar a la puerta del banco,
sortear al guardia que está atravesado en plena entrada, conquistar la acera
de la calle y finalmente poder atender la inoportuna llamada telefónica.
Cosa de segundos, marca olímpica que el usuario bancario debe contar entre
sus atributos deportivos. Por ello, y para evitar consecuencias físicas
nefastas en meniscos y tobillos, siempre es conveniente usar zapatos
deportivos de buenas especificaciones técnicas, amén de sudaderas,
rodilleras y demás equipo propio de competencias de alto impacto.
No
cabe duda que ir a los bancos hoy en día es un asunto altamente peligroso.
Ya de por sí, ir y meter la cabeza en la boca del lobo, pidiendo prestado,
ya es un altísimo riesgo personal. A ello se suma, los eventuales maltratos,
sustos, heridas o muertes que pueden enfrentar los usuarios bancarios que
tengan la mala idea de hacer coincidir su vista al banco, con la de alguna
banda de atracadores.
Las
nuevas tecnologías, valga decir los teléfonos celulares, han agregado nuevos
elementos de potencial riesgo a las visitas bancarias. Ahora, cualquiera
corre el riego de romperse una rodilla o la frente, o ambos, en caso de
sufrir algún maluco accidente mientras desesperadamente corre para atender
el teléfono celular fuera de la sucursal bancaria. Un riesgo adicional,
consecuencia del anterior, es la potencial confusión policial que podría
resultar de algún agente del orden que confunda al cliente bancario con un
malhechor disfrazado de deportista.
Esto
de prohibir los celulares dentro de los bancos, yo suponía al principio, que
era una situación análoga a cuando uno va en el avión, y el capitán pide por
los altavoces que apaguen todos los aparatos, y muy especialmente el
celular. Porque los controles de esos aviones modernos y computarizados
parece que pierden un poco el control, cuando reciben las señales
provenientes de un celular. Pero la norma que prohíbe el uso de los
celulares en las sucursales bancarias, es debida a otros motivos: motivos
delincuenciales, como se podría decir...
Entiendo que está prohibido que se utilicen celulares, para impedir que el
vecino de atrás en la cola, llame a algún compinche y le pase la información
de que el gordito con lentes rayban y franela de rayas verdes y azules, sacó
un millón de la cuenta de ahorro de la mamá. Total, debido a la paranoia
ante el delito, se prohíbe usar celulares, lo que nos obliga ir al banco
vestidos de deportistas para poder pegar la carrera en caso de que suene el
teléfono celular. O en el caso del gordito con lentes rayban y franela de
rayas verdes y azules, para poder correr e impedir que lo atraquen en la
esquina al salir del banco.
Todos
éstos son costos de la modernidad, no cabe duda. Eso me hace recordar la
tesis del almirante, poeta, gobernador de Caracas hasta hace una semana
atrás y prohombre del gobierno venezolano, quien propuso acabar con el
reciclaje de las latas de aluminio, porque algunos recoge-latas según él,
son narcotraficantes. En esa misma línea de reflexión, se podría proponer
que cierren a todos los bancos, o que conviertan las pistas de atletismo en
sucursales bancarias, o que cierren de una vez por todas los servicios de
telefonía celular.
(Por
cierto, si es verdad que el narcotráfico da tanto dinero, por qué en Caracas
los narcotraficantes recogen latas?)
Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima
vez. |