Otálvora

Página creada en abril de 2000

Caracas - Venezuela

 

 Inicio

Indice de artículos

 Indice de Libros digitales

 Curriculo Viate Hoja de Vida Edgar C Otálvora

 Mapa del sitio

La biografía de Juan Pablo Rojas Paúl

 

LA CRÓNICA DE EDGAR C. OTÁLVORA


Caracas, Venezuela 07 de Agosto, 2000. Edición No.14. Se distribuye semanalmente (...o cuando haga falta)

La Crónica de Edgar C. Otálvora

AGENDAS

La Crónica de Edgar C. Otálvora

 

            Narración tomada del folclore urbano:

            Con el orgullo corporativo siempre en alto, Luis se jactaba de haber comenzado su carrera desde abajo y haber subido en la vertical organización de la empresa. Progresar en la empresa era, a juicio de sus colegas, ir ascendiendo de piso en piso. Mientras más alto quedara la oficina, más cerca te encontrabas del poder supremo, más cerca del jefe de todos los jefes, más cerca del reverenciado penthouse.

            Esa verdad irrefutable, parte básica de la cultura organizacional de la "gran familia" como se autodenominaba la empresa, fue puesta en duda por Luis desde  sus primeros días de trabajo. Recién ingresado fue encargado para llevar hasta el despacho del presidente de la empresa, unas comunicaciones de altísima importancia y urgencia, que no podían quedar en manos del correo interno. Sus viajes casi diarios, desde el sótano dos hasta el penthouse, fueron abriéndole la oportunidad para descubrir las verdaderas claves, las evidencias ciertas de la jerarquía y el poder.

            Descubrió que la manifestación externa máxima del poder, reside en la agenda, en el tipo de agenda que cada uno utiliza para anotar sus compromisos. Sabía que él, como recién llegado debía conformarse con una pequeña agenda de bolsillo, tapa de plástico, con citas citables en cada página, comprada con su propio peculio a un buhonero. A medida que se ascendía en cargo y responsabilidad, la respectiva agenda comenzaba a cambiar, creciendo en tamaño. El plástico de la tapa se transformaba en cartón artísticamente decorado, luego en cuero sintético, para finalmente aparecer el noble cuero, con su inconfundible olor y textura. No sólo el material de la tapa iría cambiando: el contenido escrito en ella mudaba a medida que el cargo del propietario se acercaba al penthouse. Para los cargos bajos, la agenda tiene el nombre de algún proveedor de servicios de limpieza. Luego de algunos ascensos, la agenda ya es uno de los  obsequios anuales  de la propia empresa, la cual distribuye entre sus más prometedores empleados, incluyendo el codiciado logotipo de la firma. Años y ascensos mediantes, la agenda tendrá impreso el nombre del propietario, en letras cursivas de falso oro. Finalmente, la agenda del jefe de todos los jefes, era un obsequio de algún colega del exterior, con hermosas ilustraciones de algún evento histórico a celebrarse en el corriente año.

            Pero lo fundamental de las agendas era el uso que se les daba. Los más bajos escalones escribían sus citas y llevaban la agenda en el bolsillo interno del paltó. Los jefes menores  contaban con su agenda de escritorio. Los jefes un poquito más arriba, ya contaban con su propia secretaria con quien compartían el trabajo de actualizar la agenda. Pero en el pináculo de la organización, allá donde las águilas vuelan y los altos ejecutivos deciden,  las agendas no estaban en los bolsillos o los escritorios propios. El cambio sustancial, el símbolo supremo del poder absoluto residía allí, justamente allí: cuando se es jefe de verdad verdad, la agenda la tiene la secretaria. De allí, pensaba Luis, que el ideal de todo ejecutivo era llegar al día cuando la agenda dejara de ser su directa responsabilidad. Y Luis hizo desde entonces, que el norte de su vida fuera el nunca más cargar una vil agenda de plástico en el bolsillo del  paltó.

            Con el correr de los años, con trabajo meritorio, y siempre con poco tiempo para compartir con mujer e hijos, Luis fue ascendiendo en la compañía. Cada año al llegar el mes de enero, tenía nuevas pruebas de su teoría de las agendas. Su agenda fue cambiando, de plástico a cartón, luego de semicuero, años más tarde fue de cuero legítimo nacional y finalmente de cuero legítimo italiano.

Llegó a la cumbre, llegó al penthouse. Miembro del directorio: entre él y el cielo sólo existía una persona: el jefe de todos los jefes, el presidente y dueño de la empresa. El día de su primera reunión de directorio, ya sentado en la larga mesa junto a sus nuevos colegas,  escuchó  el emocionado discurso de bienvenida que le brindó el presidente. Habló del trabajo, la dedicación, los deseos de superación, los nuevos tiempos. Luis recibió de una de las asistentes un paquete envuelto sobriamente. Conminado por el propio presidente, abrió el envoltorio, abrió la caja y descubrió aquel obsequio que lo convertía en miembro de la selecta cofradía de jerarcas de "la familia": en sus manos pudo ver una agenda electrónica,  con un dorado logo de la empresa en la tapa, hecha de plástico, y del tamaño justo  para llevarla en el bolsillo interno del paltó.

 Dicen quienes vieron a Luis abandonar el salón al final de la reunión, que la expresión de su cara mostraba afectación, sorpresa, algo de indignación y no poca rabia.

            Dos días después,  la policía encontró junto al cadáver de Luis, una nota a manera de explicación de su inusitado suicidio: "Ya saben lo que pueden hacer con su agenda.. DE PLÁSTICO".

           

  Saludos para todos. Nos seguimos hablando... y hasta la próxima vez.      

 

 

 

Hosted by www.Geocities.ws

1