Confesiones de un inspector de fábricas de trabajo esclavo
Por Joshua Samuel Brown

Distante al otro lado del Pacífico, no tenía ni idea de cuál es mi trabajo. Estamos a 15 de octubre de 1.998, y 12 horas antes estaba en las oficinas del sur de California de una compañía independiente de verificación que inspecciona las fábricas por si hubiese violaciones de seguridad y abusos de los derechos humanos en todo el mundo. Me habían contratado por teléfono unos días antes. ¿Mi única cualidad para el trabajo? que hablo chino y tengo un amigo que ya trabajaba para la compañía. Asumí que podría haber algún tipo de proceso de entrenamiento para enseñarme cómo ser un inspector de derechos humanos. Pero no lo había.

Llegando a Los Ángeles, otro inspector me llevó a Denny, entonces volví a la oficina, donde estuve durante unas horas hasta que me llevaron al aeropuerto para coger mi vuelo a Taiwan. Le dije a mi gerente que me sentía un poco indispuesto para el viaje.

"No te preocupes, lo harás bien", me dijo, dándome un maletín lleno de archivos que contenían los nombres y direcciones de 23 fábricas de Taiwan, y 26 dólares al día para comer.

"Te reunirás con tu compañero en Taiwan, te enseñará las sogas", dice, pasándome el manual de la compañía. "Puedes aprender sobre las regulaciones OSHA y los códigos de conducta de los fabricantes en el avión".

Mi compañero se llama Johnn, pero todo el mundo le llama Heart Attack (Ataque al Corazón). Le encontré tendido sobre el suelo de nuestra habitación del hotel en Taipei temprano por la mañana. Hojas de reportajes, informaes de violaciones y fotografías de fábricas estaban tirados por el suelo. John se arrastraba por el suelo, diciendo entre lloriqueos que le había despertado una llamada de Marty a las 4 de la mañana, algo sobre un "fallo en asegurar jornales posteriores en Saipan". Heart Attack parecía extremadamente tenso. "Jornales posteriores, John", balbuceaba con la voz en falsete. "Asegurar los jornales posteriores, no olvidar los jornales posteriores". Me presenté, diciéndole que yo iba a ser su compañero, y que se suponía que él debía enseñarme. Me miró con odio."¡¿Enseñarte?! ¿Yo? Me van a despedir después de esto de Saipan, pero antes quieren que enseñe a mi propio sustituto, ¿no? No voy a cavar mi propia tumba, ¡no, gracias!".

Las cosas estaban tensas, y ni siquiera había abierto mi maleta. Intenté desviar la situación ofreciéndome a traerle una taza de café en el pasillo del hotel, asegurándole que no sabía nada sobre Saipan, ni de ningún plan para despedirle. Heart Attack parecía relajarse.

"Perdóname por esto", dijo levantándose con la ayuda de mi mano. "Nadie me enseñó a asegurar los jornales posteriores, ¿sabes?".

Incluso sin saber lo que quería decir con "jornales posteriores", asentí. Iba a pasar las siguientes dos semanas aprendiendo de Heart Attack cómo ser un inspector. A pesar de su neurosis aparente, tenía los instintos de un sabueso, y se probaba como un excelente inspector. En el trabajo hace justo tres meses, ya era considerado un veterano en la compañía.

"Esta compañía ha experimentado un cambio más alto que la mayoría", me advirtió en le café.

Las malas revisiones significan poco
18 de octubre de 1.998

Estoy aprendiendo de Heart Attack cómo funciona el negocio. Los inspectores van a las fábricas de todo el mundo buscando signos de explotación laboral, violaciones de seguridad, niños trabajando y cuota de vilaciones. Nos pagan nuestros clientes, grandes fabricantes cuyas tiendas y productos son nombres familiares. En un buen día, nuestra compañía gana miles de dólares de unas pocas inspecciones internacionales. A los inspectores se les paga el mínimo por horas, sin beneficios. Se espera que los inspectores trabajen semanas de 70 horas, y estar atentos las 24 horas al día a las llamadas de la oficina de Los Ángeles. Lo speor en una fábrica es, que cuantos más inspectores se mandan, más dinero amasa la compañía. Mi primer día en el trabajo, Heart Attack y yo hicimos dos inspecciones sorpresa. La primera fábrica es una subcontrata de una fábrica que fabrica regalos para Kmart.

"Chico, el último que enviaron realmente fastidió la inspección", dijo Heart Attack. "Mira este informe". El informe es de una inspección de hace un año. Está escrita de forma tan genérica que el que la escribió podría fácilmente haber descrito la mitad de las factorías de tamaño medio de Taiwan. A la fábrica se le daba un bajo riesgo, terminando con la línea normalmente usada, "El inspector no pudo encontrar ninguna violación que pudiese ser considerada como un riesgo en esta fábrica de tamaño medio". Creo que quizás estábamos en la fábrica equivocada, porque en la que estábamos era un auténtico infierno -una fábrica oscura con poca ventilación y un equipamiento peligroso-. No había ningún kit de primeros auxilios, y los extintores estaban caducados.

Entrevistamos a los trabajadores. Me dijeron que les pagaban sólo la mitad de lo que les prometían en el contrato, y uno de los trabajadores me confió que quería escapar, pero el jefe tenía todos sus documentos escondidos bajo llave. Le pregunté por qué no se lo dijo al último inspector, y me miraron de forma extraña.

"Un forastero nos visitó el año pasado, pero no habló con nosotros. ¿Era de vuestra compañía?".

Llevé estos problemas ante el gerente de la ´fabrica , y me miró como si estuviese loco.

"¿Qué problema?", dijo el gerente. "¡El último chico dijo que todo estaba OK!. ¡Firmé el papel y se fue!. ¡¿Por qué me molestáis de nuevo?!". Después llamé a nuestra oficina y le pregunté a uno de los gerentes cómo pudo el anterior inspector darle un bajo riesgo a esta fábrica de esclavos. "Ese tipo no lo logró", me dijeron.

Unos días después, Heart Attack y yo estuvimos en el centro de Taiwan, y yo aprendiendo mucho más sobre el negocio. Parecía ser una carnecia de consistencia en las actitudes de los inspectores que trabajaban para nosotros.

"Cada uno tiene su propio punto de vista", me dijo John, "Hay algunos a los que llamo inspectores "colirio". Pueden ir a la peor fábrica de China y buscar el kit de primeros auxilios. Ignorarán todas las otras violaciones, y escribirán tres párrafos en su informe sobre que no vieron colirios para los ojos en el kit. Entonces, vuelven a casa y hablan de cómo pueden inspeccionar cinco fábricas al día". Le pregunté por qué estos inspectores "colirio" no eran despedidos por incompetentes. "Esta compañía buca la cantidad, no la calidad", dijo John. Nos acercamos a la fábrica, un lugar en el que producen hebillas de cinturón para Calvin Klein. La fábrica había estado bajo inspección algunas veces, pero no por inspectores "colirio". Este sitio había sido peinado.

"¡Mira este informe!", Heart Attack me dio la lista de violaciones del anterior equipo de inspección. Había algunas violaciones bastante fuertes:

- Peligrosos químicos pesados mezclados en cubos por trabajadores con indumentaria inapropiada
- Horas extras no pagadas con el sueldo legal
- Denegado el acceso a sus pasaportes a trabajadores inmigrantes
- Jornadas de 90 horas semanales

Hay un acuerdo tácito de que lo que escribimos en nuestros informes será leído por los fabricantes, que se supone que cerrarán las fábricas que continuamente violan sus códigos de conducta. Esta fábrica ha estado en lista de alto riesgo durante dos años. Pregunté a Heart Attack si pensaba que el cliente cerrará pronto la fábrica, y él lo negó con la cabeza.

"Hemos estado aquí ya cinco veces, y siempre está en alto riesgo la fábrica", dice Heart Attack. "Calvin Klein no dejará de usar esta fábrica hasta que no encontremos niños de 9 años encadenados para arquear soldadores y trabajar más rápido. El jefe sabe que nosotros sólo somos togres de papel". Sin embargo, traté de convencer al jefe para cambiar su punto de vista. Heart Attack es un hombre frío, un raro cruce de sinófilo, que habla chino sin nada de modales chinos.

Yo, por otra parte, había pasado mucha de mi vida adulta en Asia. Comprendo el uso de las maneras refinadas. Apelé al sentido del patriotismo y la reputación del jefe.

"Las noticias podrían llegar un día", le dije, pasando del chino mandarían al dialecto nativo tailandés. "Las malas condiciones que encontramos podrían causar una pérdida de buena imagen a tí y a la comunidad de negocios de Taiwan. Los extranjeros te mirarán y le dirán al mundo que los taiwaneses no tienen corazón".

El jefe cabecea educadamente, promete hacer los consejos sugeridos en nuestro informe, y nos invita a cenar con él. Declinamos la invitación, explicando que va en contra del código de conducta de nuestra compañía. Forzosamente dimos a la fábrica otro punto de alto riesgo. El propietario firmó nuestro informe de hallazgos sin mirar.

Dos semanas después de nuestro paseo por Taiwan, Heart Attack y yo tratamos de reunir todos nuestros informes para enviarlos a América. Hemos estado despiertos 30 horas. Me dijo que había sido un viaje exitoso. De las 23 fábricas de nuestra lista, encontramos 22, y sólo nos negaron el acceso a una. Contando nuestras hojas de pérdidas y ganancias, vimos que habíamos hecho ganar a la empresa más de 20.000 dólares. Trabajé 13 horas al día durante dos semanas, y queriendo llegar a San Francisco para algunos R&R.

Mientras estaba contento por mi nuevo trabajo, comencé a comprender lo que necesitaba. ¿Estaba ayudando a la industria a lavar sus trapos sucios, o a embarullar un poco más los rumores de los consumidores americanos?

El hombre de la carne de perro
15 de noviembre de 1.998

Hay un largo foso con un imponente listón de hoja de navaja en un lado, y un puente que lo atraviesa. Es el camino que va de Hong Kong a China. Es donde pasaré las siguientes tres semanas.
Es mi segundo viaje como inspector, y mi primer viaje a China. Antes de dejar mi oficina en Los Ángeles, uno de los inspectores veteranos me dijo "ninguna fábrica de China ha tenido bajo riesgo". Me explicó que todas las fábricas de China estaban tan lejos de los códigos de conducta de los clientes que si a uno se le va a dar algo distnto de un riesgo medio-alto, cualquiera que revisara el informe en la oficina asumiría que el inspector realmente no la ha visto. Le preguntñe por qué siempre molestábamos a las fábricas inspeccionadas, si sabíamos en lo que fallaban; el inspector me miró y me dijo que si estaba loco.

Fue también el primer viaje a China de mi compañero, Jack Li. A pesar de que había trabajado sólo un mes, tenía que enseñarle. Antes de dejar la oficina, me dieron un cheque para pagar el sueldo de Jack. Su paga es la mitad de mi sueldo, sin horas extras pagadas. Su dienro para comer es de 6 dólares menos que el mío. Qué irónico, viajar al extranjero para descubrir la disparidad en el trabajo, mientras recae sobre mí el bienestar de mi compañero.

Me disguto conmigo mismo, y decido romper las diferencias de nuestros salarios entre nosotros.

Jack y yo inspeccionamos una fábrica típica china unos días antes. Encontramos por lo menos todas las violaciones del libro. Los trabajadores trabajan 90 horas a la semana. El sitio no tiene extintores ni salidas de emergencia, y está abarrotado de material que con una pequeña chispa podría explotar y convertirse en un infierno en un minuto. No hay seguridad en las máquinas de coser, y el kit de primeros auxilios sólo tiene egujas. La mayoría de los trabajadores son de provincias del extrarradio, por lo que hice las entrevistas en mandarín mientras dejaba a Jack entrevistar a los propietarios en cantonés.

Con los jefes fuera de escucha, les expliqué a los trabajadores que me contasen sus penas, que me dejaran a mí y a los consumidores americanos ayudarles a salir de su miseria. Me sorprendió lo que oí.

"Soy feliz de tener este trabajo", es lo básico que me dijeron muchos trabajadores. "En casa, no tenía cómo sacar adelante a mi familia. Pero ahora, puedo enviarles dinero cada mes".

Ví que ganaban sólo 100 dólares al mes; me recordaron que es cinco veces lo que pueden hacer en sus provincias. Pregunté si se sentían explotados, teniendo que trabajar 90 horas a la semana. Se rieron.

"Cobramos según las piezas que hagamos. Más trabajo, más dinero".

La peor parte del día para ellos, parecía que era verme venir. "No quiero decirte nada porque cerrarás mi fábrica y arruinarás cualquier oportunidad que tenga de tener una mejor vida algún día", me dijo uno.

Jack y yo le dijimos al propietario que necesitaba comprar extintores, poner suministros en el botiquñin de primeros auxilios, instalar equipamiento de seguridad en las máquinas de cosar, y reducir las horas de trabajo a 60 por semana. Nos pensamos que si se preocupa de los dos primeros problemas, habremos ayudado a hacer del mundo un sitio un poco menos feo.

Es demasiado tarde para ir a otra fábrica, por lo que nos sentamos a tomar té con el propietario. Habíamos acabado de explicarle todas las violaciones de salud, seguridad y pagos, pero continuaba siendo un excelente anfitrión.

"Gracias por cuidar tanto de los pobres trabajadores de las fábricas chinas", nos dijo. "Pero realmente, es todo cuestión de ganancias. Si pago a mis trabajadores más dinero, tendré que subir el precio a mis compradores, la gente que les envía a inspeccionar mi fábrica. ¿Creen que lo aceptarían?.

Traté de explicarle que se está desarrollando una nueva consciencia entre los consumidores americanos, y que todos los productores americanos de ropa intentan todo lo que pueden para limpiar sus fábricas.

"Gua yang tou, mai gou rou", contestó, citando un antiguo proverbio chino. Traducido: "Cuelga una cabeza de oveja pero sirve carne de perro".

"Calvin Klein, Wal-Mart, Kathie Lee: todos quieren lo mismo. Trabajo chino, el más barato, el mejor", sonríe, bebiendo el té. "Todos quieren proyectar una cara sonriente, para que parezcan preocupados y compasivos, porque es lo que hace sentir bien a la gente cuando compran productos que tienen sus nombres".

"Pero los dos sabemos que lo único que les preocupa es el dinero", continúa. "Si hiciese todo lo que me habéis dicho, mi ropa sería más cara para los fabricantes. Entonces usarían una fábrica más barata, una en Vietnam o en algún sitio menos regulado que China".

Finamente, me convenció. Comprendo por qué a mi jefe no le importa si hacemos un buen trabajo o no. No estamos aquí para ayudar a cambiar nada, sólo somos preventores. Contratar a una compañía de inspecciones favorable a la industria es la manera más barata de mantener sus beneficios mientras dicen que se preocupan de la gente de cuyo sudor dependen sus beneficios.

Jack y yo terminamos nuestro té, agradeciendo al propietario su hospitalidad, y volvimos a nuestro hotel, sólo un par de cabezas de oveja trabajando para el hombre de la carne de perro.

Ostia en la Boca - LiberAcción

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