PESTICIDAS: INFERTILIDAD, CÁNCER Y SUICIDIOS
"Cuando todavía me encontraba bajo los efectos de la anestesia, el médico me dijo: 'Tengo mlas noticias'. Simplemente, sentenció que Felipe había nacido sin brazos y sin piernas. No me dijo por qué motivo. Yo había estado trabajando en los campos desde el inicio de mi embarazo". Romano Franco, la madre de Felipe, trabajaba recogiendo uvas en los campos de alrededor de su pueblo, Bakersfield (California). Entre los pesticidas utilizados en estos campos se encontraba uno de una estructura similar a la de la talidomida. "Nunca nos dicen qué sustancias químicas utilizan. ¿La razón de por qué no dicen nada a nadie? Creo que es porque quieren, simplemente, que continuemos trabajando". Gente que conoce a Felipe sigue trabajando en estos campos. "Creo que la comunidad tiene que luchar, pero yo no sé cómo hacerlo", dice la madre.
PESTICIDAS AGRÍCOLAS HAN SIDO VINCULADOS A LA INFERTILIDAD, LA DEPRESIÓN SUICIDA, EL CÁNCER Y LOS DEFECTOS CONGÉNITOS MÁS HORROROSOS QUE SE PUEDAN IMAGINAR. HA LLEGADO LA HORA, INSISTE MOYRA BREMMER, DE RECONOCER QUE LA DIETA CON ALIMENTOS BIOLÓGICOS NO SIMPLEMENTE CORRESPONDE A UN ESTILO DE VIDA DISTINTO, SINO QUE PONE ÉNFASIS EN LA VIDA Y LE DA LA ESPALDA A LA MUERTE. NO OLVIDEMOS QUE LOS PESTICIDAS SON PRODUCTOS QUÍMICOSDE SÍNTESIS, NO EXISTENTES EN LA NATURALEZA, SINO PROCEDENTES DEL EJE QUÍMICO INDUSTRIAL, UNO DE LOS BASTIONES MÁS CONTAMINANTES Y TÓXICOS DEL "HOMO TEC-NO-LOGICUS".
Ahora que la comida biológica ha
dejado de ser una novedad, en algunos medios se ha puesto de moda
criticarla como "demasiado cara". No es barata. Sin
embargo, si la vida humana vale algo más que nada, los alimentos
biológicos son mucho más económicos que la alternativa
industrial. Esto significa que, teniendo en cuenta que se puede
considerar a los pesticidas las armas de destrucción masiva más
peligrosas, utilizadas indistintamente en todo el mundo para
producir comida, nosotros podemos elegir entre los correcto y lo
incorrecto. La evidencia de que están causando daños
cerebrales, cáncer, infecundidad y cosas peores, afectando a
miles y miles de personas involucradas en la agricultura, es
desolador y tiene implicaciones para cada uno de nosotros.
En Holanda, por ejemplo, la probabilidad de que un agricultor
pueda tener hijos es cuatro veces inferior a la de la mayoría de
los holandeses. En EE.UU., donde el uso de pesticidas es aún
más intenso, la probabilidad de que un agricultor pueda tener
hijos es ocho veces inferior. Un agricultor del denominado
"Cinturón del grano" americano me dijo que estaba
esperando (casi) enfermar de cáncer "porque eso es lo que
le ha ocurrido a otros de mis amigos agricultores". Existe
la evidencia de que hay familias donde, uno tras otro, los
campesinos se suicidan después de haber llegado al tramo final
de una depresión causada por la exposición a pesticidas.
No obstante, si los agricultores están más expuestos, nosotros
y nuestras familias posiblemente estamos solamente a pocos pasos.
Hay evidencias claras de que vivir en la proximidad de cultivos
que usan pesticidas puede significar una amenaza para usted y
para la salud y fecundidad de sus hijos. Por si fuera poco,
cuatro de cada 10 de nosotros somos genéticamente vulnerables a
los organofosforados de uso frecuente. Estos productos pueden ser
responsables directos de todo tipo de disrupciones endocrinas e,
incluso, de mutaciones.
El enorme volumen de toxinas usadas para la agricultura es
alucinante. Cada año, sólo EE.UU. produce pesticidas
suficientes como para rociar todo el planeta. Un círculo
vicioso. Entre ellos -igual que entre los pesticidas fabricados
en Europa- hay sustancias que pueden perjudicar los ojos, la
piel, el sistema inmunológico y el sistema hormonal. Y, además
-lo más pérfido de todo-, también pueden dañar el cerebro y
el cuerpo de bebés aún no nacidos y provocar abortos
involuntarios y nacimientos de niños muertos.
ESTADOS CORRUPTOS
No obstante, muchos de nosotros tenemos un sentimiento
engañoso que nos sugiere que todo lo que no nos causa un daño
inmediato... es inocuo; o creemos que el Estado es una niñera
que siempre se va a preocupar de nuestra salud. Pero en este caso
la niñera está despistada con la TV. Como las industrias
petroleras y químicas son los grandes motores del crecimiento
económico (también son los patrocinadores principales de los
políticos), muchos gobiernos de todo el mundo se han convertido
en unos irresponsables frente al peligro de los biocidas
químicos. De esta manera miles de pesticidas son admitidos
rutinariamente sin ser sometidos a ningún control de seguridad
que resultara digno de este nombre.
Es por todos sabido que las sustancias químicas pueden
interactuar de manera peligrosa. Sin embargo, las pruebas no
analizan los cruces entre unas sustancias y otras. Por ejemplo,
una combinación fatal podría resultar de un producto
alimenticio que contenga determinados aditivos y pesticidas o,
por decir algo, una mezcla podría resultar fatal al ingerir el
pesticida del primer plato con el del segundo. El riesgo que
representan todas estas interacciones también se ignora.
Además, se sabe desde hace tiempo que los tóxicos son
liposolubles y que, por lo tanto, se almacenan en la grasa de
nuestro organismo. Pero la mayoría de las pruebas enfoca los
efectos sólo a corto plazo. El hecho de que una anomalía en un
solo gen puede hacer que cuatro de cada 10 personas sean
especialmente vulnerables a los organofosforados puede xplicar
por qué las heces de las ovejas no tienen ningún efectos para
algunos agricultores mientras que pueden ser letales para otros.
No obstante, las medidas reguladoras para pesticidas ignoran el
potencial en cuanto a la vulnerabilidad genética.
De hecho, los reglamentos de "seguridad" no cumplen con
estándares mínimos. Desde hace ya mucho tiempo se sabe que la
dieta de una mujer igual que los medicamentos que toma, pueden
afectar a sus hijos y nietos. Pero pruebas con pesticidas que
abarquen varias generaciones son raras. Todos sabemos que las
pruebas con animales clasificaron como inocua la talidomida. Hay
que tener en cuenta que la seguridad de un pesticida suele ser
estimada a partir de pruebas con animales y que los efectos se
calculan para hombres adultos -ignorando la vulnerabilidad de
mujeres, ancianos, niños y fetos en gestación-.
Aparte de esto, muchas sustancias químicas son permitidas para el uso, cuidadosamente calculado, que ejercen unos hombres al rociar las plantas llevando moon-suits con botas resistentes al agua, guantes y mascarillas antigás. En realidad, millones de toneladas de estas sustancias son exportadas cada año a países del Sur, con climas tropicales, donde la mayoría de los campesinos son, además, analfabetos, y no pueden leer las instrucciones de uso. Tampoco tienen recursos para comprar las mascarillas y los equipos de protección, y nadie se los garantiza. Muchos de ellos son mujeres jóvenes, que trabajan en los primeros meses de gestación. Recientemente, en 1.994, EE.UU. exportó incluso sustancias químicas como el DDT (lindano) y el paraquat, cuyo uso estaba prohibido en ese país desde hacía años, habida cuenta de su peligrosidad. Y América no se queda sola. Otros países occidentales exportan a estados del Sur productos que están prohibidos en esas naciones. Se trata de un asesinato masivo.
UN ASALTO A LA FERTILIDAD
Muchas toxinas medioambientales han sido criticadas por
haber causado el declive masivo de la fertilidad masculina
durante los últimos 50 años. Otras sustancias presentes en
otros productos, como plásticos y demás, determinados hábitos
"civilizados" (pantalones muy ceñidos o el uso de
motocicletas), una vida muy sedentaria y otras cuestiones, como
el alcohol o el tabaco, son parte del problema, pero los
pesticidas tienen una corresponsabilidad clara y evidente.
Las hormonas son los mensajeros químicos del cuerpo y no sólo
regulan la fertilidad sino también el desarrollo y el
funcionamiento del cerebro y del organismo. Una de las ideas
"espléndidas" de la industria de los biocidas
sintéticos ha sido crear sustancias químicas que provocan
disrupciones en estos mensajeros endocrinos. Desafortunadamente,
especies muy diferentes emplean mensajeros químicos casi
idénticos. De esta manera, lo que provoca disrupciones en un
mosquito también perjudica a criaturas más grandes, incluso al
hombre. Un gol en la propia puerta que selló la mala fama del
DDT y que provocó su prohibición.
En 1.992, un encuentro de científicos de disciplinas diversas
atribuyó defectos congénitos, infertilidad, sistemas
inmunológicos dañados, trastornos en el comportamiento,
feminización mascuina, masculinización femenina y disfunciones
tiroideas en peces y aves... a 36 pesticidas disruptores
endocrinos. Fue tarde, demasiado, para los muchos veteranos de
Vietnam que habían estado expuestos al "agente
naranja", un pariente cercano de algunos herbicidas
modernos, lo que nos muestra una vez más cómo hallazgos
bélicos/militares son utilizados también con fines civiles. Con
esto se puso en evidencia la incapacidad de los veteranos para
tener una descendencia "normal".
Investigaciones de fecha más reciente han mostrado que incluso
la exposición a pesticidas durante los días necesarios para la
formación de esperma puede afectar a la fertilidad de un hombre
y la normalidad de un niño concebido con este esperma. Sin
embargo, cuando pesticidas prohibidos por sus efectos sobre el
aparato reproductor son exportados a los países del Sur, el
bumerán vuelve a nosotros con importaciones de comida, con el
pescado e incluso con la lluvia.
Posiblemente, estas sustancias se encuentran en tu cuerpo y en el
mío, porque, como ya hemos dicho, se conservan en la grasa.
Entonces, apenas sorprende que la disfunción tiroidea se
extienda, la fecundidad masculina y femenina disminuyan y un
número cada vez mayor de bebés nazca con deformaciones
genitales.
EL ÚTERO, INSEGURO
Si eso significa sólo que las mujeres empleadas en
fincas no pudieran concebir, el daño causado ya sería
suficiente. Pero no es tan simple. A escala mundial, millones de
mujeres y niñas descalzas trabajan como minifundistas y
trabajadoras nómadas y son salpicadas por sustancias químicas,
trabajando en campos mojados por toxinas recién esparcidas y
recogiendo, clasificando y empaquetando fruta cubierta con
pesticidas.
Las palmas de las manos y las plantas de los pies son tan
absorbentes que, en algunos puntos, los médicos tradicionales
utilizaban tintura para proteger estas zonas ante posibles
infecciones. Las toxinas de hoy entran con la misma facilidad. Y,
de igual modo que las sustancias nutritivas se almacenan en los
organismos femeninos para alimentar a los bebés de mañana, los
disruptores hormonales se acumulan en el cuerpo de una mujer año
tras año. Y luego atraviesan la placenta tan fácilmente como
cualquier sustancia nutritiva. De esta manera, a escala mundial,
muchas esposas de agricultores y obreras de granjas sufren la
pena espantosa de concebir consecutivamente sólo para perder sus
bebés durante el embarazo, al nacer o poco después (a menudo
por culpa de defectos congénitos terribles).
Los fetos y los bebés reaccionan de una manera tan sensible a
muchos pesticidas que estos problemas no están limitados a
empleadas de granjas. El año pasado, un estudio en mujeres de
California mostró que, tan sólo viviendo en un radio de una
milla de granjas donde se utilizan distintos tipos de pesticidas,
aumentó un 120% la probabilidad de perder al bebé por defectos
congénitos durante las semanas críticas del embarazo, que
suelen ser las primeras.
DESTRUYENDO LA SALUD
MENTAL
Durante un tiempo, ha sido común pensar que bebés
nacidos sin síntomas obvios de intoxicación por pesticidas
estuvieran sanos y salvos. Pero unos estudios señalan que no es
así. Numerosas pruebas con animales mostraron que, durante
períodos críticos de la evolución de un feto, una sola dosis,
por pequeña que sea, de algunos de los pesticidas habitualmente
usados... puede causar un daño permanente en el cerebro.
Investigaciones recientes sugieren que esto también ocurre a los
niños una vez nacidos. E investigaciones realizadas en México
mostraron lo mucho que los pesticidas pueden dañar la sanidad
menttal de los niños.
La Dra. Elizabeth Guillette investigaba a los niños de edad
preescolar de las mismas características genéticas para
comparar a los que viven en un valle de granjas acostumbrados al
uso de pesticidas con aquellos procedentes de las zonas más
altas, donde no se utilizan estos productos. Se detectaron altos
niveles de pesticidas múltiples en la leche materna y en la
sangre del cordón umbilical de personas procedentes del valle.
Pero ninguno de los niños empezó a mostrar signos físicos de
intoxicación de pesticidas. Sin embargo, un test psicológico de
los dos grupos dio resultados muy distintos.
Los niños del valle con pesticidas tenían una capacidad de
resistencia reducida, peor coordinación, memorias menos ricas y
les faltaba creatividad en sus juegos en comparación con
aquellos de las zonas altas sin pesticidas. Y, si se les
señalaba el dibujar a una persona, sus dibujos eran radicalmente
diferentes. Los dibujos de los de cinco años expuestos a
pesticidas eran fragmentarios, desordenados y caóticos, mientras
los niños de las familias no tocadas por pesticidas dibujaban
figuras típicas para su edad. De igual modo, los niños
expuestos a pesticidas fácilmente se excitaban y se enfadaban y
además mostraban agresión no provocada.
RIESGOS GRAVES
Algunos expertos vincularon estos descubrimientos con
dificultades de concentración. Y semejante daño seguramente
puede ser común en familias de granjeros donde se utilicen
biocidas de síntesis. Cuando se hicieron pruebas en la orina de
niños preescolares de obreros agrícolas en el estado de
Washington, la mayoría de las pruebas contenía concentraciones
insanas de pesticidas. Hubo muestras que contenían el triple de
la dosis "segura" para adultos. Y algunos habían
estado expuestos a dosis 20 veces más altas que la considerada
"segura" para adultos. En otro estudio en niños de
obreros agrícolas la orina de más de la mitad contuvo
azinphosmethyl (un organofosforado muy tóxico) a una
concentración bien por encima de lo que, según se sabe, causa
daños en el funcionamiento del cerebro.
Dado que las mentes de niños agricultores están expuestas a
riesgos tan graves sin que ellos trabajen en los campos,
imagínese el peligro que corren los 800.000 niños obreros
agrícolas en todo el mundo. En muchos países del Sur, hasta un
70% de los trabajadores agrícolas son niños de 5 a 15 años, y
además a muchos adolescentes les toca aplicar pesticidas. Un
miembro de una organización de caridad me dijo que, incluso en
EE.UU., sólo una vez cada 75 años se hacen inspecciones en las
granjas con respecto al trabajo infantil. En los campos de uvas y
fresas de California es posible que niños inmigrantes con sólo
cuatro años trabajen junto a sus madres embarazadas en tierras
rociadas con bromuro de metilo -un portente tóxico nervioso con
mala fama por causar defectos congénitos y daños cerebrales en
animales-. Se conocieron casos de enfermedades, infecundidad,
abortos involuntarios y nacimientos de niños muertos entre
trabajadores inmigrantes, pero sólo pocos quieren admitir que
están enfermos porque, entonces, son despedidos. De esta manera
ni sus propias enfermedades ni el daño mental que casi
inevitablemente sufran sus niños figuran en las estadísticas.
INVITACIÓN AL CÁNCER
Sólo pocos de los trabajadores que producen el
chocolate, el té, el café y las frutas tropicales para nuestras
mesas alcanzan los 50 años. Esto se debe al hecho de que muchos
pesticidas perjudican el sistema inmunitario, duplicando su
vulnerabilidad a enfermedades tropicales y cáncer. Puesto que
sólo pocos de los agricultores del Sur pueden pagar el
tratamiento médico, nunca sabremos cuántos fallecen debido a
cánceres potenciados por biocidas químicos, pero se debe
suponer que son muchos. Cada vez son más los estudios que
vinculan distintos tipos de cáncer con pesticidas.
Cuando se hicieron mapas ilustrando la aparición de varios tipos
de cánceres en cuatro estados de EE.UU., las áreas con más
cáncer coincidieron con las zonas del cultivo de trigo y de la
aplicación de pesticidas. En Florida se comprobó una tasa muy
elevada de víctimas de cáncer de próstata. En Dinamarca y en
EE.UU. se descubrió que la existencia del dieldrin en la sangre
de una mujer significa un mayor riesgo de que padezca cáncer de
mama y una posibilidad restringida de sobrevivirlo. Resulta que
tan sólo con vivir dentro del perímetro de una milla y media de
los campos de fresas de Cape Cod (New England, Massachussets),
según se ha probado, asciende el riesgo de que un niño
desarrolle un tipo distinto de cáncer cerebral. A fin de
cuentas, revisando 31 estudios de cánceres infantiles, se
demostró que si uno de los padres estaba de alguna manera
afectado por pesticidas... el riesgo de que los niños sufran Wilm's
tumor, sarcoma de Ewing y tumores de las células del
esperma... era más grande, y que tan sólo vivir en una granja
se veía asociado con un riesgo elevado de varios cánceres
infantiles.
Por supuesto, estas asociaciones no demuestran ninguna
casualidad. Sin embargo, estudios hechos en laboratorios aprueban
que células cancerígenas se multiplican aceleradamente con la
presencia de distintos pesticidas. Varias sustancias biocidas a
la vez fomentan el crecimiento de células cancerígenas tan
sólo en minutos. En Gran Bretaña, la cifra de conocidas o
sospechadas sustancias cancerígenas que han aparecido en el
mercado se ha duplicado durante los últimos 12 años.
AGRICULTORES INVISIBLES
El cáncer llama la atención y es el objeto de muchos
estudios. Pero el sufrimiento no registrado de agricultores cuya
vida fue arruinada por lospesticidas podría ser más grande.
Datos derivados de la estadística Health and Safety (sanidad y
seguridad) del Reino Unido señalan en reiteradas ocasiones que
los pesticidas afectan a más ciudadanos que a agricultores. Sin
embargo, la verdad cruel es que lo que se da a conocer
oficialmente se restringe a intoxicaciones a corto plazo mientras
se ignoran las enfermedades crónicas que son causadas a largo
plazo por pesticidas acumulados en el cuerpo.
El caso de John Peters es típico. Durante años rociaba silos
con sustancias químicas. Nunca entendió por qué tenía dolor
de cabeza, dificultades de respiración, un estómago delicado
y diarrea cuando usaba estas sustancias químicas, ni siquiera
cuando sus ojos empezaron a ser sensibles a la luz. Llevaba ropa
de protección y desconocía los síntomas de intoxicación
causados por estas sustancias. Una vez, después de haberse
mojado con el pesticida, le invadieron dolores de cabeza
mortales, palpitaciones y dolores de pecho. Tamblaba, sudaba,
tenía alucinaciones y problemas serios de respiración. Cuando
los síntomas peores hubieron disminuido, se quedó con una
sensibilidad aguda a la luz, temblor y reacciones alérgicas
severas a sustancias cotidianas. Tan sólo hablar le agotaba.
Pero no ha recibido ninguna compensación, ni él ni los miles de
agricultores como él que aparecen en las estadísticas de los
daños causados por los pesticidas. Oficialmente, semejantes
reacciones a los pesticidas no ocurren.
UN MAR DE MOLESTIAS
Uno de los efectos secundarios de las vastas
plantaciones, los monocultivos inmensos de la Revolución Verde,
es que tienen que ser fumigadas desde el aire. Los habitantes del
distrito de Karsagod, en el Sur de India, dieron alegremente la
bienvenida al desarrollo de las grandes plantaciones estatales de
anacardos. A sus niños les gustaba saludar con las manos a los
helicópteros que rociaban con endosulfán los árboles. El
biocida caía también sobre los pueblos. Unos 20 años más
tarde, esta gente destaca entre los más afectados por pesticidas
como un ejemplo expresivo y terrible. En 183 casas se han hallado
279 enfermos graves. El uso de los pesticidas vino acompañado
por infecundidad, problemas ginecológicos, asma, depresión
suicida y cáncer. Es habitual ver niños que sufren
hidrocefalia, retraso en el crecimiento y deficiencias
mentales...
Narayan es un hombre que mide 91 centímetros. Sus capacidades
mentales están tan reducidas como su cuerpo. Ha perdido la mayor
parte de su pelo y su piel tiene una costra extraña. La cabeza
de una niña creció y creció hasta casi explotar y luego
encogió hasta que la pequeña falleció sometida a unos dolores
terribles.
Una prueba de sangre tomada por un médico local mostraba una
concentración 637 veces más alta que el límite admisible de
endosulfán. Al manifestarse estos hechos, unos oficiales del
gobierno seguían insistiendo en que el producto era impecable y
pasaron cuatro año hasta su ilegalización. ¿Cuántos anacardos
se habrán consumido por Navidad sin saber que algunos niños
murieron por ellos?
UNA CULTURA DEL RECHAZO
Semejante catálogo de miserias humanas seguramente
cuestiona nuestro derecho de haber sido designados como seres
"civilizados". También prové la evidencia contundente
para justificar poner un fin a los suministros de pesticidas
dirigidos por los gobiernos e ilegalizar muchos de los productos
que habitualmente se utilizan en los cultivos convencionales.
Pero las previsiones para que ocurra esto son malas. Hace más de
40 años, unos estudios del Royal Free Hospital ya demostraron
que las células del esperma de unos ratones sometidos a una
dieta no-orgánica eran poco vivaces y malformadas. Evidencias
como tales y el catálogo de daños que para la vida salvaje han
significado los vertidos de residuos tóxicos y el uso
indiscriminado de pesticidas de todo tipo... deberían haber
alarmado a los gobiernos ante los posibles peligros para la
Humanidad. Pero los gobiernos no quieren reconocer que, durante
años, se sacrificaron conscientemente la salud, la fertilidad y
la salud mental de millones de hombres, mujeres y niños en los
altares del crecimiento económico, la globalización y el poder.
FUERZA PERSONAL
Ahora, nos toca actuar. Muchos de los lectores de The
Ecologist, desde hace tiempo, compran alimentos biológicos.
Pero una proporción alta de la fruta brillante, de la verdura
fuera de temporada, del chocolate y del café que de pronto van a
aparecer en las mesas festivas de la próxima Navidad... habrán
sido producidos con la ayuda de pesticidas que no sólo afectan a
las comunidades agrícolas, sino también a los empaquetadores,
los comerciantes y los suministradores. ¿No será ahora, pues,
el momento adecuado para que empecemos a hablar sobre comida
biológica como una alternativa ética... y no sólo como un
estilo de vida? ¿Y no habría llegado ya el momento ideal para
llamar la atención sobre los inconvnientes de la comida
convencional?
Con los transgénicos entendimos que, cuando hay suficientes
consumidores que se mueven, los grandes almacenes escuchan. Los
10 supermercados más grandes del Reino Unido tienen ingresos
anuales similares a los de los 35 países más pobres del mundo.
Los datos son extrapolables a España. Si nuestros supermercados
dejaran de comprar comida rociada por estas sustancias tóxicas,
agricultores y propietarios de tierras y plantaciones
gradualmente dejarían de usarlas. Cada vez que compramos comida
biológica o libre de pesticidas, o apoyamos a nuestra tienda
local para que evite comprar productos convencionales, o
informamos sobre este tipo de asuntos... salvamos vidas. Y cada
palabra y cada compra cuenta. Esta vez, todos nosotros podemos
provocar un cambio, hagan lo que hagan los gobiernos.
Moyra Bremmer es la autora del libro muy aplaudido "GE: Genetic Engineering and You"; fue presentadora de "Science Now" y del "BBC Television's Money Programme"; también colabora con "Newsweek".
Copyright Moyra Bremmer. Por favor, siéntase libre de copiar este artículo para otras personas. Moyra Bremmer ofrece su copyright a toda reproducción de carácter no-comercial siempre que la pieza esté utilizada en concordancia con su copyright y la publicación principal sea atribuida a The Ecologist.
FUENTES DE INFORMACIÓN
SOBRE PESTICIDAS
PROTÉGETE, PROTEGE A TU FAMILIA, A TUS AMIGOS...
Artículo extraído de:
The Ecologist para España y Latinoamérica, nº 15,
octubre-noviembre-diciembre 2.003 (páginas 33 a 36).
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