ESTUDIOS PALEONTOLOGICOS DE CUVIER EN 1800- Con motivo de
observar diversas osamentas de osos y de elefantes se me ocurrió
hace más de doce años, la idea de aplicar las reglas generales de la
anatomía comparada al caso de la reconstrucción y de la determinación de las
especies fósiles (o sea de huesos conservados en depósitos subterráneos
sedimentarios). Me apercibí que esas especies no estaban del todo relacionadas
con las especies que viven hoy en día, aún intentando compararlas con las
que más se les parecen. Me encontré trabajando sobre restos fósiles hallados
en el subsuelo de París, que está provisto de un número extraordinario de
depósitos óseos en comparación con otros sitios que tenía presentes.
Tampoco me imaginé que me iba a tocar poner a la luz del día géneros
enteros que son desconocidos en el mundo actual, mantenidos desde hace
muchísimo tiempo a gran profundidad.
Hice buscar osamentas más abajo que algunas que habían aparecido
previamente, ofreciendo a los obreros recompensas para despertar su
interés. Así llegué a tener una colección mucho más numerosa que las
que se poseían antes y luego de algunos años me ví lo suficientemente
rico en mi colección como para no sentir ya necesidad por disponer
de materiales adicionales.
Pero lo que limitaba el conocimiento era la tarea de su disposición
y de la reconstrucción de sus estructuras, indispensables para
reconocer las especies extintas en forma ajustada.
La mía era la situación de un hombre en posesión de restos
mutilados e incompletos de varios centenares de esqueletos
pertenecientes a veinte tipos de animales. Hacía falta que se le
encontrase su sitio a cada hueso hallado. Había que intentar una
pequeña resurrección pero yo no poseía la trompeta para hacer
que ella se presentase. Sin embargo las leyes inmutables (regla 9),
suplieron a la trompeta faltante, con lo cual, a la voz de la anatomía
comparada, cada porción de hueso iba a parar a su sitio. Yo carezco
de la habilidad para transmitir el placer involucrado al ver que, a
medida que un cierto carácter distintivo aparecía, todas las
consecuencias más o menos previsibles de ese carácter se iban
confirmando sucesivamente. Los pies mostraban conformidad con
lo que indicaban los dientes y los dientes a lo que anunciaban los
pies. Los huesos de las piernas, de los cuellos, todos aquéllos que
debían ligar las partes extremas se los halló conformados tal como
uno los podría haber juzgado de antemano. En una palabra, cada
una de las especies podía renacer, por así decir, de un único elemento
disponible.
[GEORGES CUVIER, Recherches sour les ossements fossiles, 1812, Tomo 3, parte 2, Ossements fossiles des carrières de platre des environs de Paris.] ----------------------------------------------------------------------------------------------------
23.feb.2001
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Colección de lecturas de Biología- Carlos von der Becke.