El tema m�ximo de las ciencias naturales es el de tratar cientificamente
a la conciencia. �Es que la conciencia cae dentro del campo biol�gico o dentro del campo metaf�sico o metabiol�gico? Por ahora, con modestia, se busca una aproximaci�n
a lo que se puede hacer en el contexto de la ciencia, lo cual ya de
por s� deja abierto un campo apasionante. La ciencia es un cierto
m�todo que huye de lo subjetivo. Se puede anular
la conciencia con anestesia y se pueden estudiar
las respuestas de patolog�as, relacionadas
con la conciencia, provocadas por accidentes. El m�todo, as� llamado "cient�fico",
a aplicar, no incluye volcarse cada uno de nosotros hacia dentro nuestro por introspecci�n subjetiva, aunque s� el de usar como punto de partida las manifestaciones,
presumiblemente honestas, de terceras personas a cuyas declaraciones
se las puede procesar friamente como datos cient�ficos bastante objetivos, bastante aceptables
por el principio de objetividad de la ciencia. Si pese a
lo mucho que se descubre, adem�s hay algo adicional, fuera de lo cient�fico, metaf�sico o metabiol�gico,
que est� contribuyendo al fen�meno de la conciencia, esto no queda
descartado de antemano, pero no lo frena al investigador en sus preocupaciones
por saber. Metido en averiguar, el cient�fico no filosofa en ese momento ni se encasilla.
Hay tres funciones cerebrales que se complementan en dar a un cerebro
humano la sensaci�n de estar conciente durante las horas de vigilia.
Son, en el modelo triune,
el sistema de animaci�n ("of�deo" - tronco cerebral ascendente y dienc�falo
frontal, incluyendo el hipot�lamo),
sistema que mantiene encendido al tercer sistema (que enseguida se nombra)
durante la vigilia,
el sistema l�mbico ("mam�fero primitivo") que contribuye con sus influencias emocionales
y quiz�s de atenci�n y concentraci�n al aprendizaje, llamada de
recuerdos, velocidad de pensamiento, todo lo cual se vuelve evidente
cuando falta y
el sistema cognitivo cerebral ("mam�fero"), tanto en la corteza como en la profundidad
de los n�cleos motores y sensoriales, sistema mediante el cual recordamos
transacciones anteriores y les encontramos significado para la confecci�n
de planes futuros.
SISTEMA DE ANIMACI�N
Librado a sus solas fuerzas, no logra nada parecido a una actividad
mental, pero excita y mantiene excitado el sistema normal del comportamiento
conciente. Las ant�tesis son el sue�o y el estado de s�ncope o de
coma. El sue�o es provocado por un conjunto de toxinas ("Valium biol�gico"), a�n desconocidas, que lo
provocan como recurso para detoxificar al cerebrol
SISTEMA LIMBICO
Formado sobre todo por el hipot�lamo, la am�gdala cerebral y el c�rtex
piriforme. Contribuye con la atenci�n, el soporte auton�mico, el
tono emocional y la memoria (mediante el hipot�lamo).
SISTEMA COGNITIVO
Involucra la autopercepci�n o percepci�n de s� mismo y el autorreconocimiento.
La conciencia del autorreconocimiento proviene de la comparaci�n entre
lo que se est� percibiendo con la memoria pasada.
MODELO DE DENNETT
Cada uno de estos sistemas es an�logo a un mapa o a varios de ellos
en el sentido que podemos imaginar reentradas asincr�nicas entre todos
ellos hasta lograr la sensaci�n de conciencia. Esto ser�a la explicaci�n
m�nima para dar una cierta consistencia a una realidad virtual, que
es la ficci�n de que hay un yo. Uno de los estudiosos de la conciencia
m�s talentosos, Dennett, llega a la conclusi�n que la conciencia no
tiene una ubicaci�n concreta en el cerebro. La conciencia es visualizable
como un parlamento democr�tico de estructuras mentales, cada una de
las cuales aporta con su voto la sensaci�n de que hay un yo interno
y hay una realidad externa al yo. Tambien, con su voto, realiza en
el plano conciente o inconciente la toma de decisiones con la que
el cerebro amortigua los problemas o perturbaciones que se le presentan
para su soluci�n o logro de m�nima energ�a de c�mputo.
Para hacerse entender, Dennett apela a un t�rmino de la computaci�n
contempor�nea, la realidad virtual, por la cual se le puede sugerir
a los sentidos una realidad que no existe pero que puede ser casi
palpable (un viaje, una aventura, una transformaci�n no real). Esa
realidad virtual que llamamos yo, es una ficci�n magn�fica que Dennett
compara con el centro de gravedad definido en mec�nica. El centro
de gravedad de una esfera hueca donde se ha hecho el vac�o no tiene
nada, pero reduce para los c�lculos el problema de una figura tridimensional
a un punto sin dimensiones. Esto es magn�fico. El centro de gravedad
de un motor en marcha, con poleas y manivelas y vibraciones es un
punto que puede coincidir con nada, que se desplaza con m�nimo recorrido
cada vez que da vuelta una manivela. Es una realidad que no existe
pero que simplifica todo lo pr�ctico que se necesita hacer en ingenier�a.
Lo mismo, sugiere Dennett, pasa con el yo. Los antiguos aseguraban
que en la gl�ndula pineal resid�a el esp�ritu, el yo. Pero no hay
suficientes axones que salgan de all� para verificar la hip�tesis.
As� como el esp�ritu de una colonia de termitas est� distribuido entre
el juego de genes comportamentales de 100000 peque�os agentes, logrando
que cada uno sepa qu� papel le toca, "nuestra conciencia humana y
nuestra mismidad narrativa", es m�s el resultado de lo que nos decimos
nosotros mismos y le decimos a los dem�s que de un sitio determinado
dentro nuestro. Al f�sico le sirve el centro de gravedad. A nosotros
nos sirve el yo, el centro de gravedad narrativa, en el sentido que
narramos experiencias de ese yo.
El mundo es un sitio sin letreros ni casilleros, sin divisiones que
resulten ser necesarias y suficientes, aunque est� acotado por la
f�sica. El cerebro y su conciencia asociada, son los que perciben
esa ausencia de letreros y encasillan y generalizan el mundo externo,
evidenciando que esa es su principal actividad. (Edelman)
Una pregunta crucial es c�mo sensaciones, percepciones y sentimientos
surgen del tejido cerebral, al mascar un cracker, al escuchar una
sinfon�a o al detenernos frente a la Gioconda.
�Por qu� no? Una abeja es atra�da por la flor, que coevoluciona hacia
la hermosura y hacia la palatabilidad del n�ctar. Esa abeja coevoluciona
hacia la atracci�n que le provoca esa hermosura y hacia el est�mulo
supranormal que le provoca ese mismo n�ctar. En el insecto provisto
de sistema nervioso, los pulsos el�ctricos asociados con la visi�n
de la hermosura y con la degustaci�n del sabor azucarado le provocan
gratificaciones del centro del placer de su cerebro, que lo llevan
en forma innata a repetir la experiencia otra vez m�s. En esta coevoluci�n
ambos participantes cumplen, con una explicaci�n por causas, sus objetivos
de los cuales nada pueden saber: la planta recombina sus genes sin
intenci�n de hacerlo y la abeja prepara el alimento para la nueva
generaci�n que no imagina.
Tambien en este campo la biolog�a tiene proyecciones fuera de serie,
incluso para el t�cnico en alimentos. Entender por qu� a trav�s de
una combinaci�n de sucesos electroqu�micos se rechaza o se acepta
"concientemente" a un alimento, es un objetivo tan poderoso como otros de contenido similar. El planteo de las grandes preguntas de la biolog�a est�n
llegando a su fin en este corto texto. �Tendr� la conciencia, que
se puede autodescubrir, tambien el poder de comprenderse del todo a s� misma?