METRORRAGIAS DISFUNCIONALES.
CICLO
ENDOMETRIAL
v Endometrio
experimenta cambios morfol�gicos c�clicos a lo largo del ciclo, descam�ndose y
regener�ndose cada 28 horas.
DURACI�N
CICLO MENSTRUAL: Cl�sicamente se admite que la duraci�n del ciclo
es de 28 d�as, considerando el d�a primero como aquel en que se inicia el sangrado, sin
embargo en la realidad son muy pocas las mujeres que cumplen con esta norma.
Las alteraciones del ciclo menstrual constituyen una de las causas mas frecuentes
por las cuales la mujer acude a la consulta del m�dico.
Es dif�cil definir los trastornos menstruales debido a las grandes variaciones
fisiol�gicas del ciclo menstrual. Resultado dif�cil establecer una l�nea que separe la
normalidad de la anormalidad. La duraci�n
del ciclo menstrual normal oscila entre 3 y 4 semanas.
Se acepta que la menstruaci�n normal debe durar entre 2 y 7 d�as, y que el
per�odo intermenstrual, o per�odo libe de hemorragia, debe ser superior a 18 d�as e
inferior a 35. Mas dif�cil a�n es valorar
la cantidad o intensidad normal de la hemorragia menstrual.
Se acepta que el volumen de la p�rdida mensual oscila entre 30 y 40 ml. Y se
considera anormal cuando la p�rdida es superior a 80 ml por ciclo menstrual, lo que puede
inducir una anemia con deficiencia de hierro. Se
comprende que en la practica este dato no es utilizable y que el m�dico se vale del
n�mero de compresas o tampones que la mujer utiliza durante el periodo menstrual. Se calcula que la mujer emplea 10-15 tampones o
compresas por ciclo normal. Sin embargo, el
dato mas seguro para valorar la cuant�a de la hemorragia menstrual es el an�lisis de
sangre: Hematocrito, recuento de hemat�es,
hemoglobina y sideremia.
Entre
los trastornos menstruales podemos incluir los
siguientes s�ndromes.
2.-
Hemorragia uterinas anormales.
3.-
Dismenorreas.
Se
define la amenorrea como la ausencia temporal o permanente de la menstruaci�n. Existen tres tipos fundamentales de amenorreas:
v Amenorrea
fisiol�gica.
v Amenorrea
primaria.
v Amenorrea
secundaria.
v Antes
de la pubertad
v En
el embarazo.
v En
la lactancia.
v En
la menopausia.
2. El
embarazo cursa siempre con amenorrea. Por
ello, una falta de la regla de pocos meses de duraci�n en una mujer joven hasta entonces
bien menstruada, que tiene relacione sexuales y no practica anticoncepci�n, debe hacer
suponer siempre un embarazo.
3. Durante
la lactancia existe una amenorrea de duraci�n variable y de origen
hipot�lamohipofisiario. Existe en estos
casos, junto a la liberaci�n de prolactina aumentada, una disminuci�n en la producci�n
o liberaci�n de gonadotrofinas y por ello una ausencia en la maduraci�n de los
fol�culos ov�ricos, lo que a su vez originar� una producci�n de baja de estr�genos y
progesterona, y finalmente una ausencia de crecimiento o de desarrollo del endometrio.
4. Al
declinar la funci�n del ovario, o al menos al cesar su secreci�n hormonal r�tmica,
aparece la menopausia, que suele iniciarse entre los 45 y 55 a�os.
Estos cuatro tipos de amenorrea no requieren tratamiento alguno, pero deben ser tenidos en cuenta al plantear el diagn�stico diferencial. S�lo cuando la amenorrea de la lactancia se prolonga, una vez suspendida �sta, exige un estudio de la funci�n hipotalamohipofisaria y su eventual tratamiento seg�n las pautas que mas adelantes exponemos
AMENORREA
PRIMARIAS.
No
existe acuerdo en la definici�n de la amenorrea primaria.
Para unos, la amenorrea primaria es la ausencia de la aparici�n de la regla
cumplidos los 18 a�os, mientras que la falta de regla entre los 16 y 17 a�os, la
consideran menarquia tard�a. Para otros, en
cambio, cuando la regla no ha aparecido a los 16 a�os, consideran que ya existe amenorrea
primaria. Debe tenerse en cuenta que solo el
3% de las muchachas tendr�n la menarquia despu�s de los 15 y 1/2 a�os. Por ello, en la cl�nica, es pr�ctico incluir
como amenorrea primaria a todos l os caos que a los 16 a�os no han tenido la menarquia.
Por
otra parte, debe tenerse en cuenta tambi�n el desarrollo de los caracteres sexuales
secundarios. Por ejemplo, una joven de 15
a�os, que inicia su desarrollo sexual a los 14 a�os, probablemente tendr� su menarquia
entre los 16 y 17 a�os. Por ello, parece
l�gico considerar como un caso de amenorrea a una muchacha que a los 14 a�os no ha
iniciado el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.
Cuando
una mujer ha tenido la regla durante cierto per�odo de tiempo y posteriormente deja de
tenerla, decimos que existe una amenorrea secundaria, si se excluyen las amenorreas
fisiol�gicas, ya expuestas. No existe
acuerdo sobre el tiempo que debe transcurrir sin la regla para definir el concepto de
amenorrea secundaria. Algunos autores
(Dewhurst, 1972) consideran que debe ser
superior a 12 meses y otros, superior a 6 Para
nosotros basta que la falta sea superior a 3 meses.
Las
causas capaces de producir amenorreas son muy numerosas. Pueden producirse por alteraci�n
en cualquiera de los eslabones que regulan la funci�n menstrual, es decir: �tero, ovarios, hip�fisis y sistema nervioso
central. Pero, adem�s, existen otras causas
que, aunque primitivamente no se localizan en los �rganos citados, secundariamente pueden
perturbar su normal funcionamiento y conducir, por ello, a ausencia de la regla.
Imperforaci�n
del himen: Es una malformaci�n poco frecuente, que
habitualmente va acompa�ada de genitales internos normales.
La
descamaci�n menstrual queda retenida primero en la vagina (hematocolpos) y, si el proceso
no es tratado adecuadamente, con frecuencia la sangre se acumula tambi�n en �tero (hematometra).
La
mujer experimenta dolores mensuales coincidiendo con la descamaci�n menstrual, a veces
muy intensos. El himen puede tener un tono
azulado y el tacto rectoabdominal delimita una masa que a veces rebasa la s�nfisis del
pubis, constituida por la vagina rellena de sangre y el �tero con hematometra o sin el.
La
agenesia parcial o total de la vagina puede asociarse con �tero rudimentario y constituir
el llamado s�ndrome de Rokitansky-K�ster-Hauser. Este
s�ndrome se caracteriza por los siguientes hechos:
1.-
Caracteres sexuales secundarios femenino normales.
2.-
Cariotipo 46, XX
3.-
Agenesia total o parcial de la vagina.
4.-
�tero rudimentario no canalizado.
5.-
Frecuentes malformaciones renales.
Feminizaci�n
testicular: Es una forma de intersexualidad o de
seudohermafroditismo masculino, que se caracteriza por los siguientes datos:
2.-
Cariotipo 46,XY
3.-
Vagina ciega, que no se contin�a con el �tero, ya que habitualmente falta este.
4.-
Las g�nadas son test�culos histol�gicamente bien conformados.
5.-
La testosterona alcanza niveles semejantes a los del hombre.
1.-
Fenotipo de aspecto masculino.
2.-
Genitales externos mas o menos virilizados con hipertrofia del cl�toris.
3.-
Vagina normal.
4.-
�tero y anexos existentes.
5.-
Cariotipo 46, XX
6.-
Elevaci�n de los 17-cetosteroides.
7.-
Niveles bajos de gonadotrofinas.
2.-
Genitales externos de aspecto femenino pero infantiles.
3.-
Genitales internos femeninos e hipopl�sicos.
4.-
Niveles elevados de gonadotrofinas.
5.-
Cariotipos 45, XO; 46, XX o mosaicos.
6.-
Se presenta bajo tres formas:
b) Disgenesia
gonadal pura sin malformaciones ni enanismo (s�ndrome de Swyer).
c) Disgenesia
gonadal y enanismo (s�ndrome de R�sle).
En
ocasiones esos procesos destructivos producen adherencia o sinequias entre ambas paredes
del �tero, s�ndrome de Asherman. La
esquistosom�asis puede originar amenorrea con destrucci�n del endometrio. En nuestro ambiente, su existencia es excepcional.
Tambi�n
en el endoc�rvix puede producirse estenosis e incluso obliteraci�n total de la cavidad que obviamente puede conducir a una
amenorrea secundaria. Las causas mas
frecuentes de estas lesiones son la Conizaci�n, la amputaci�n y las cauterizaciones del
cuello uterino.
Insuficiencia
ov�rica primaria. Es un concepto. Dif�cil
de delimitar, en la pr�ctica, de la insuficiencia ov�rica secundaria de origen central
hipotalamohipofisaria.
La
determinaci�n de gonadotrofinas, elevada en la insuficiencia primitiva ov�rica y
descendida en la insuficiencia de origen hipotalamohipofisaria, constituye el dato mas
importante para el diagn�stico.
Frecuentemente
la regla se inicia, pero despu�s de un per�odo mas o menos largo se agota el potencial
terminal de los ovarios y la paciente presenta primero una oligomenorrea, y luego,
amenorrea. En estos casos existe un d�ficit
de estr�genos y un aumento de gonadotrofinas junto con el cortejo sintom�tico que
acompa�a a la menopausia: crisis
vasomotoras, sofocaciones sudoraci�n, parestesias, etc.
Por
ello se denomina este cuadro menopausia precoz.
Para
la mayor�a de autores, el l�mite de edad para hablar de menopausia precoz es de 40 a�os
para otros, de 35 a�os.
Sin
embargo, si la p�rdida del potencial germinal del ovario es muy r�pido puede producirse
una amenorrea primaria e incluso un d�ficit mas o menos importante del desarrollo de los
caracteres sexuales secundario.
No
se conoce, con exactitud la etiolog�a de la
insuficiencia ov�rica primaria.
La
insuficiencia ov�rica primaria precoz puede darse por una serie de causas que podemos
clasificar, te�ricamente, en dos grupos.
Insuficiencia
ov�rica precoz con dotaci�n folicular.
En
este grupo los ovarios contienen abundantes fol�culos primordiales; por ello algunos
autores los consideran como falsa menopausias precoces.
Los niveles de gonadotrofinas est�n elevados. Comprende a su vez:
S�ndrome
de resistencia ov�rica a las gonadotrofinas (s�ndrome de Savage). Se caracteriza por la existencia en los ovarios de
fol�culo primordiales aparentemente normales en n�mero con ausencia pr�cticamente de
fol�culos en desarrollo, y rara vez se detecta infiltraci�n linfocitaria o de c�lulas
plasm�ticas u otros signos de reacci�n autoinmune.
Los fol�culos son insensibles a las gonadotrofinas end�genas cuyos niveles
sangu�neos est�n elevados; pero tampoco responden a las gonadotrofinas ex�genas
administrada.
Comprende
a su vez:
Por
todo ello se comprende que las alteraciones num�ricas y estructurales del cromosoma X
pueden perturbar la dotaci�n folicular. Se
han descrito las siguientes alteraciones cromos�micas asociadas a menopausia precoz:
-
Cariotipo
45X. Aunque en la mayor�a de los casos
conduce a amenorrea primaria, se han descrito casos de menopausia precoz.
-
Mosaicos. Particularmente 45X/46XY
-
Disgenesia
gonadal pura.
-
Cariotipos
47XXX
-
Deleciones
del cromosoma X.
-
Cromosoma
X en anillo.
b) Factor yatrog�nico. En algunas ocasiones, la menopausia precoz es
inducida por un acto m�dico. Las formas mas
frecuentes de menopausia precoz iatrog�nica son:
-
La
radioterapia puede producir una menopausia precoz si la dosis de radiaci�n es suficiente.
-
La
quimioterapia puede producir tambi�n menopausia precoz.
Sin embargo, al igual que sucede con la radioterapia, la menstruaci�n a
veces puede retornar.
d) Alteraciones de origen metab�lico: Se ha descrito la existencia de menopausia precoz
asociada a galactosemia. Se supone que la
galactosa o algunos de sus metabolitos pueden tener una acci�n delet�rea sobre las
estructuras del ovario o las gonadotrofinas, las cuales contienen en su mol�cula
galactosa y galactosamina
e) Alteraciones de origen familiar. Se han comunicado en la literatura algunos casos
de menopausia precoz en distintos miembros de una familia, sin alteraciones detectables en
el cariotipo (Staruf y cols., 1987).
f) Alteraciones Idiop�ticas o de causa desconocida. Existen algunos casos en los que no es posible,
con los m�todos de que actualmente disponemos, encontrar una causa responsable de la
menopausia precoz.
Ciertos
tumores del ovario.
Pueden
producir amenorrea secundaria, particularmente los tumores productores de hormonas
androg�nicas o tumores masculinizantes (androblastomas, tumores de c�lulas lipoideas,
tumores con estroma funcionante). Otros
tumores, como los de la granulosateca, mas raramente producen amenorreas.
Produce
tambi�n amenorrea. No se sabe con exactitud actualmente si el trastorno es primitivamente
ov�rico o central, hipot�lamohipofisiario. Por
ello es dudosa su inclusi�n en este aparato.
AMENORREA DE ORIGEN HIPOFISARIO.
Tumores
hipofisarios.
Los
tumores benignos de la hip�fisis constituyen la causa mas frecuente de amenorrea
hipofisiaria. Los tumores malignos
hipofisarios como causa de amenorrea son excepcionales
En
la actualidad se prefiere denominar a los tumores hipofisarios con las hormonas
espec�ficas que producen, mas que, como se hac�a anteriormente, con los nombres de los
tipos celulares de que se originan
(eosin�filos, acid�filos o crom�fobos).
Los
adenomas secretores de prolactina son los tumores hipofisariois que con mayor frecuencia
producen amenorrea. Seg�n su tama�o se
denominan Microadenoma, cuando su di�metro es inferior a 1 cm., y Macroadenoma cuando
superan estas dimensiones.
Por
otra parte, se ha calculado que aproximadamente la tercera parte de las mujeres afectas e
amenorrea de causa no bien conocida tienen niveles altos de prolactina , si bien s�lo la
tercera parte de ellas tienen galactorrea. Asimismo,
se ha calculado que alrededor de la tercera parte de las mujeres afectas de amenorreas
secundarias tienen un adenoma hipofisario y si, adem�s, la amenorrea se acompa�a de
galactorrea, probablemente la mitad de ellas presentan anormalidades en la silla turca ,
los niveles de prolactina pueden ser normales y existir un tumor hipofisario, aunque
cuando los niveles de prolactina est�n muy elevados siempre existe amenorrea que puede
acompa�arse o no de galactorrea.
Por
otra parte, no es raro que las mujeres presenten galactorrea con reglas normales
(aproximadamente, la tercera parte de los casos).
Se
supone que los niveles altos de prolactina inhiben la secreci�n puls�til de la GnRH,
probablemente por incremento de los opi�ceos end�genos
y esta inhibici�n conduce a la amenorrea.
Otros
tumores hipofisarios, distintos de los prolactinomas, pueden producir amenorrea, entre
ellos los tumores productores de ACTH o de hormona de crecimiento, que pueden conducir a
cuadro cl�nicos bien definidos en el primer caso al s�ndrome de Cushing y en el segundo a la acromegalia.
Es
importante destacar que la amenorrea pueden ser el primer s�ntoma en la evoluci�n de un
tumor hipofisario. Por otra parte, los
tumores hipofisarios, aunque sean benignos, si se extienden hacia arriba, pueden legar a
comprimir el quiasma �ptico y originar trastornos en la visi�n (hemianopsia bilateral).
El
craneofaringioma es un tumor derivado del saco de Rathke
y, por tanto, un tumor de origen embrionario que se localiza por encima de
la silla turca y que, en su extensi�n, puede originar defectos de la vis�n y d�ficit en
la producci�n de gonadotrofinas tr�ficas hipofisiarias y, de esta manera, originar
amenorreas.
Los
tumores hipofisiarios pueden aparecer a cualquier edad, y, por ello, pueden originar tanto
amenorreas primarias como secundarias.
Se
denomina as� a una alteraci�n cong�nita en la que la silla turca queda incompletamente
cerrada, de forma que el espacio subaracnoideo penetra en el hueco hipofisario, y la
hip�fisis queda aplanada y separada del hipot�lamo, lo cual puede simular un tumor en la
visi�n radiosc�pica.
AMENORREA
HIPOTAL�MICAS.
Representan
el tipo mas frecuente de amenorreas hipogonadotr�ficas.
El mecanismo de producci�n de estas formas de amenorreas se interpreta como
una p�rdida de la secreci�n puls�til de GnRH (Hormona hipotal�mica liberadora de
gonadotrofinas), por debajo de los niveles normales.
Las
principales formas etiol�gicas de amenorreas hipotal�micas son:
Se
ha demostrado que diversos est�mulos ps�quicos pueden producir amenorreas tanto
primarias como secundarias. Sucede, por
ejemplo, en muchachas angustiadas por circunstancias ambientales desfavorables, en
internados, en colegios, en c�rceles o en campos de concentraci�n, o en j�venes
angustiadas por prohibiciones exageradas de sus padres sobre funciones sexuales, que
llegan a tener gran miedo al acto sexual.
Igual
puede suceder en mujeres adultas por problemas tensionales, econ�micos, ps�quicos, sexuales, etc., que llegan a dejar de
tener la regla.
Se
supone que el mecanismo de producci�n de la amenorrea en estos casos de estr�s reside en
la acci�n de la hormona liberadora de corticotrofina (CRH), que inhibe la secreci�n de
gonadotrofinas, probablemente por aumento de la secreci�n de opi�ceos end�genos (Olster
y Ferin, 1987).
El
pron�stico de este tipo de amenorrea es habitualmente favorable, ya que al desaparecer la
agresi�n ps�quica casi siempre aparece la regla. En
un grupo numeroso de amenorreas secundarias producidas por estr�s o p�rdida de peso en
un largo per�odo de tiempo de observaci�n (6 a�os), en el 72% de los casos la regla
reaparece espont�neamente
Amenorrea
por desnutrici�n.
La desnutrici�n o adelgazamiento, si es
suficientemente acusado, puede producir amenorrea primaria o secundaria, en ocasiones
precedida de oligomenorrea. En estos casos se
detecta un descenso de las gonadotrofinas, tanto de la FSH como de la LH, trat�ndose, por
tanto, de una amenorrea hipogonadotropa.
El
cuadro puede producirse por una dieta muy rigurosa o por la entidad conocida con el hombre
de anorexia nerviosa, que se caracteriza por una p�rdida de peso del 25% o por un peso
inferior al 15% del que corresponde a la mujer por su edad y altura. Aunque la anorexia nerviosa es una enfermedad que
puede conducir a un estado grave, con una mortalidad no despreciable (5-15%), el
ginec�logo suele asistir las fases iniciales
de esta enfermedad, que debe diagnosticar y orientar adecuadamente el tratamiento.
La
obesidad puede producir tambi�n amenorrea, que habitualmente se origina por anovulaci�n
y solo en algunos casos es una amenorrea hipogonadotr�fica, cuando existen factores
ps�quicos asociados.
Las
mujeres que hacen mucho ejercicio y participan en competiciones deportivas, al igual que
las que se dedican a la danza, tienen con frecuencia trastornos de la regla, como
oligomenorrea, acortamiento de la fase l�tea, ciclos anovulatorios y tambi�n amenorrea . Estas mujeres experimentan con frecuencia p�rdida
de la grasa corporal por debajo de un nivel cr�tico y estr�s durante las competiciones.
Se
mantiene que se necesita un peso corporal m�nimo, por debajo del cual la menstruaci�n no
ser�a normal (concepto del peso cr�tico) y lo mismo debe ocurrir con la cantidad de
grasa corporal.
Se
supone que la amenorrea en estos casos se produce por la supresi�n de la GnRH y que esta
supresi�n se debe a un aumento de los opi�ceos end�genos que inhiben su secreci�n.
Se
ha demostrado que en el ejercicio intenso se produce un descenso de gonadotrofinas y un
incremento de prolactina, hormona de crecimiento, testosterona, ACTH, esteroides adrenales
y endorfinas. El incremento de prolactina es
poco elevado y no parece desempe�ar un papel importante.
Tambi�n
se sugiere que la disminuci�n de grasa
disminuye la producci�n de estr�genos biol�gicamente activos.
Tanto
en la hip�fisis como en las zonas vecinas, la existencia de estas lesiones pueden
producir amenorrea. Entre ellas est�n los
gomas, tuberculomas, hidrocefalia por oclusi�n del acueducto de Silvio, aneurisma de la
arteria car�tida interna, procesos inflamatorios (meningitis y meningoencefalitis),
traumatismos cerebrales, etc.
Menci�n
especial merece la insuficiencia total hipofisiaria, o panhipopituitarismo, que se produce
como consecuencia de una isquemia o de un infarto y que puede producirse despu�s de una
hemorragia importante tras un parto, constituyendo el llamado s�ndrome de Sheehan.
Las
causas anteriormente citada pueden progresar lentamente hasta llegar o no a un
panhipopituitarismo total, el cual afecta la hormona de crecimiento, la FSH y LH, la ACTH
y la TSH.
Son
lesiones muy raras, entre las cuales cabe citar el s�ndrome de Laurence-Moon-Biedl, que
se caracteriza por infantilismo sexual, obesidad, d�ficit mental, retinitis pigmentaria,
polidactilia e hipertricosis. Es una lesi�n
cong�nita grave, localizada en el mesenc�falo, en que la amenorrea es solo un
epifen�meno que pasa a un segundo plano ante la importancia del cuadro.
Se
supone que se produce por acci�n inhibidora sobre el hipot�lamo con consiguiente
disminuci�n de la producci�n de gonadotrofinas hipofisiarias. Tambi�n otros f�rmacos pueden deprimir el
hipot�lamo (Dogmatyl y otros medicamentos psicotropos).
Se
caracteriza por una atrofia de la corteza olfatoria e infantilismo sexual, y probablemente
est� tambi�n afectada la zona hipotal�mica productora de GnRH. Existe por ello anosmia, es decir, incapacidad
para percibir los olores, amenorrea primaria y falta de desarrollo de los caracteres
sexuales secundarios. Los ovarios son
semejante a los de las ni�as, es decir, contienen fol�culos primordiales, pero carecen
de formaciones foliculares en maduraci�n. Las
tasas de gonadotrofinas est�n descendidas y el cariotipo es femenino.
El
ovario responde al est�mulo de las gonadotrofinas ex�genas y puede inducirse la
ovulaci�n. En cambio, el clomifeno no es
eficaz.
AMENORREAS
DE ORIGEN SUPRARRENAL Y TIROIDEAS
La
hiperfunci�n suprarrenal, adquirida posteriormente en edades mas avanzadas, puede
producir amenorrea secundaria. La elevada producci�n de andr�genos
suprarrenales puede alterar la funci�n menstrual quiz�s inhibiendo la producci�n de
gonadotrofinas y en ocasiones, si es acentuada, producir fen�menos mas o menos intensos
de masculinizaci�n o virilizaci�n.
La
hiperfunci�n suprarrenal puede ser primitivamente de origen hipofisario o suprarrenal,
por hiperplasia, adenomas o tumores.
El
s�ndrome del ACTH ect�pico es hoy bien conocido. Se
origina por la producci�n de esta hormona por ciertos tumores, como carcinomas
bronquiales con met�stasis pulmonares, tumores de es�fago, h�gado, mediastino,
p�ncreas, ovario y m�dula �sea.
La
hiperfunci�n suprarrenal puede originar el
conocido s�ndrome de Cushing, caracterizado por amenorrea, hirsutismo, obesidad en el
tronco, cara de luna llena, estr�as, hipertensi�n, diabetes, osteoporosis. Los 17-hidroxicorticoides est�n aumentados, y en
algunos casos tambi�n los 17-cetosteroides.
En
otras ocasiones se produce un cuadro que recuerda el s�ndrome adrenogenital cong�nito,
por lo que se denomina s�ndrome adrenogenital adquirido.
El cuadro cl�nico puede ser muy florido y casi id�ntico al descrito al
hablar de la amenorrea primaria. Pero otras
veces la sintomatolog�a es mucho menos
evidente y constituye lo que se denomina s�ndrome adrenogenital subcl�nico o s�ndrome
adrenogenital l�mite.
La
hipofunci�n suprarrenal, o enfermedad de Addison, puede producir amenorrea acompa�ando
los restante s�ntomas caracter�sticos de astenia, adelgazamiento, pigmentaci�n, etc.
Las
alteraciones de la funci�n tiroidea, tanto por exceso como por defecto, pueden originar
trastornos menstruales, tanto de hipermenorrea como de oligomenorrea y amenorrea.
No
se conoce muy bien el mecanismo de producci�n de estas alteraciones, pero existen pruebas
cl�nicas y experimentales que demuestran una mutua influencia entre la funci�n del
tiroides y de los ovarios.
Por
lo expuesto hasta aqu�, se comprende que el diagn�stico de una amenorrea puede resultar
dif�cil, ya
que la causa productora del trastorno puede estar localizada en el �tero, ovario,
hip�fisis, sistema nervioso central, suprarrenal, tiroides, o puede ser de origen
ps�quico o incluso el resultado de una enfermedad general que ocasiona desnutrici�n
importante.
3. Exploraci�n
ginecol�gica realizada meticulosamente.
En
el estudio de una amenorrea primaria, la presencia o ausencia de caracteres sexuales
secundarios o el desarrollo anormal de �stos pueden ser de eficaz ayuda para el
diagn�stico.
Cuando
la amenorrea primaria vaya acompa�ada de ausencia de caracteres sexuales secundarios o,
dicho con otras palabras, cuando no aparece ni la regla ni ninguno de los signos que
caracterizan la pubertad, existe un verdadero infantilismo sexual. En estas circunstancias ha de pensarse en una
causa central neurohipofisaria primitiva o en una anomal�a gen�tica.
El
diagn�stico con un retraso idiop�tico de la pubertad es f�cil de hacer
retrospectivamente, pero es dif�cil ante de aparecidos los caracteres sexuales
secundarios. Por ello es aconsejable iniciar
el estudio de toda amenorrea con infantilismo sexual
a partir de los 16 a�os y mantener el control, aunque luego nos encontremos
con la agradable sorpresa de que se inicia tard�amente la pubertad. Naturalmente, si existen signos cl�nicos de
Disgenesia gonadal o s�ndrome de Turner, es necesario comenzar antes el estudio.
Las
amenorreas primarias con infantilismo sexual pueden ser producidas tambi�n por anomal�as
gen�ticas, particularmente por la Disgenesia gonadal o s�ndrome de Turner. El diagn�stico se apoyar� en los siguientes
datos: junto al infantilismo sexual hallaremos talla baja, alteraciones del
cariotipo (fundamentalmente 45, XO o mosaicos), las gonadotrofinas suelen estar elevadas y
la laparotom�a con biopsia de la g�nada demuestran la existencia de g�nadas
rudimentarias con ausencia de c�lulas terminales. Pero existen disgenesias gonadales con un cuadro no tan
t�pico, ya que la talla es normal y el cariotipo es 46,XX.
En estos casos, la celioscop�a y la biopsia de las g�nadas nos dar�n el
diagn�stico.
Las
amenorreas primarias con caracteres sexuales secundarios normalmente desarrollados
sugieren una anomal�a del tracto genital:; imperforaci�n del himen, ausencia cong�nita
de la vagina o s�ndrome de
Rokitansky-K�ster-Hauser. Las pruebas
de funci�n hipot�lamohipofisarias y el funcionamiento ov�rico son normales. El diagn�stico se apoyar� en la inspecci�n del
himen y el fallo de intento de canalizaci�n de la vagina, apoyado en la celioscop�a para
visibilizar los genitales internos.
Ante
una amenorrea secundaria, es necesario, en primer lugar descartar una gestaci�n mediante
las reacciones de embarazo, la ecograf�a o ambas.
Descartada
una gestaci�n, la anamnesis cuidadosa y la exploraci�n Ginecolog�ca y general de la
paciente pueden orientar sobre una causa determinada de amenorrea. en estos casos es f�cil programar las exploraciones complementarias y
determinaciones hormonales necesarias para llegar a un diagnostico seguro de la amenorrea. Pero con frecuencia, a pesar de un interrogatorio
bien dirigido y una meticulosa exploraci�n, no se llega ni siquiera a sospechar la causa
productora de la amenorrea. En estos casos,
la siguiente metodolog�a exploratoria puede ser de utilidad en el diagn�stico.
�
Determinaci�n
de TSH. Permite detectar los casos de hipotiroidismo, en
los que la TSH estar� elevada. Otras
determinaciones de la funci�n tiroidea, como la T4, pueden estar compensadas y
ser normales por elevaci�n de la TSH. El
tratamiento en estos casos es f�cil y eficaz.
�
Determinaci�n
de prolactina. Debe realizarse aunque
no se detecte galactorrea. Si est� elevada
(superior a 100 ng/ml), se practicar� una radiograf�a de silla turca, o, mejor, una TAC. Recientemente se ha considerado que la resonancia
magn�tica tiene mayor exactitud para la detecci�n de peque�os adenomas hipofisarios.
Si
tanto la TSH como la prolactina son normales, se realizar� la prueba de la progesterona.
Existir
hemorragia menstrual. Esto significa que el endometrio es receptivo al
est�mulo hormonal y que existe una secreci�n end�gena de estr�genos suficientes para
hacer proliferar el endometrio y prepararlo par que pueda reaccionar al est�mulo de los
gest�genos.
Sin
embargo, existen dos circunstancias, poco frecuentes, en las que no hay hemorragia
menstrual tras la administraci�n de gest�genos y, en cambio, el nivel de estr�genos es
adecuado:
a) El
ovario poliqu�stico, en el que existe un nivel de andr�genos elevados
b) Los
casos con progesterona elevada asociada a deficiencia enzim�tica
En
una amenorrea primaria hay que pensar en una anomal�a del tracto genital: imperforaci�n
de himen, ausencia cong�nita de la vagina o s�ndrome de Rokitansky-K�ster-Hauser, en un s�ndrome de Morris u otro estado intersexual
si existe alg�n signo de masculinizaci�n, como se expuso anteriormente.
Una
vez establecido el origen gonadal, debe determinarse el estado de los ovarios y su contenido en fol�culos, para identificar el tipo
de trastorno.
La
ultrasonograf�a puede ayudarnos en este prop�sito, aunque en la mayor�a de los casos
ser� necesaria la laparoscop�a, acompa�ada de biopsia ov�rica, para determinar con
seguridad el contenido folicular.
En
esta situaci�n es tambi�n aconsejable realizar el cariotipo, en particular en mujeres
menores de 30 a�os, ya que, como hemos se�alado anteriormente, pueden existir
alteraciones del cariotipo asociadas a amenorrea. Tambi�n
es �til investigar la existencia de enfermedad inmunitaria, posible origen del trastorno,
realizando: hemograma completo y velocidad de sedimentaci�n, determinaci�n de calcio,
f�sforo, T4 libre, TSH, anticuerpos tiroideos, cortisol. factor reumatoide, anticuerpos
antinucleares.
Siempre
se debe considerar que algunos tumores, como el c�ncer de pulm�n, pueden producir una
tasa elevada de gonadotrofinas, aunque esta circunstancia es muy poco frecuente.
Tambi�n
existen tumores hipofisarios que pueden producir elevadas cantidades de FSH, mientras que
la LH es baja, por lo que pueden acompa�arse de amenorrea y otros signos de insuficiente
desarrollo sexual.
Cuando
las gonadotrofinas est�n descendidas (FSH 5
ml U/ml y LH 5 ml U/ml) o los niveles
son normales, el trastorno responsable de la amenorrea puede residir en la hip�fisis o en
el hipot�lamo-sistema nervioso central. En
estos casos, la localizaci�n del trastorno puede realizarse b�sicamente mediante dos
m�todos exploratorios.
a) Estudio de la
silla turca, que puede llevarse a cabo mediante radiograf�a del cr�neo centrada
sobre la silla turca o, con mas exactitud, mediante TAC o resonancia magn�tica. Este ultimo m�todo es el mas sensible, pero
tambi�n el mas caro.
b) Determinaci�n
de prolactina. Se ha propuesto una
serie de pruebas endocrinas para ayudar al cl�nico a distinguir si se trata de una
amenorrea de origen hipofisario o hipotal�mico, como la estimulaci�n de GnRH, la
estimulaci�n de TRH, de la respuesta de prolactina y otras. Sin embargo, la realidad es que, en la pr�ctica,
las dos pruebas anteriormente se�aladas (estudio de la silla turca y determinaci�n de
los niveles de prolactina) suelen ser suficiente para decidir si la amenorrea es de origen
hipofisario o hipotal�mico.
Cuando
la prolactina est� elevada (por encima de 100 mg/ml) y/o la silla turca es anormal,
consideramos que la amenorrea es de origen hipofisario.
Las
amenorreas que cursan sin galactorrea, con niveles de gonadotropinas bajas o normales, con
silla turca normal y en las que la estimulaci�n con estr�genos y progesterona produjo
hemorragia menstrual, se consideran de origen hipotal�mico. El diagn�stico de amenorrea hipotal�mica es, por
lo tanto, un diagn�stico por exclusi�n.
En
este tipo de mujeres es aconsejable un control anual, en el que se practicar�n una
determinaci�n de prolactina y un estudio e la silla turca.
Despu�s de cierto tiempo los controles pueden distanciarse cada 2-3 a�os. En estos casos de amenorrea acompa�ados de un
importante estr�s o p�rdida de peso se han descrito remisiones espont�neas en el 72% de
los casos en un per�odo de 6 a�os .
Las
amenorreas secundarias de causa general que producen desnutrici�n u obesidad precisan una
exploraci�n sist�mica completa, sin olvidar los factores ps�quicos y la dieta.
TRATAMIENTO.
Por
otra parte, las entidades puramente ginecol�gicas capaces de producir amenorrea son
tratadas en otros lugares de esta obra y all� remitimos al lector.
Particular
inter�s tienen las pacientes amenorreicas que desean tener descendencia y en las que la
exploraci�n descubre una falta persistente de la ovulaci�n. En estos casos deben
emplearse los f�rmacos desencadenantes de la ovulaci�n, como el citrato de clomifeno y
las gonadotrofinas, con las pautas que se exponen en otros cap�tulos, y solo en �ltimo
t�rmino recurrir a la resecci�n en cu�a del ovario. En las mujeres que no desean
descendencia pueden utilizarse gest�genos, acetato de medroxiprogesterona a dosis de 10
mg/d�a, durante 10 d�as en la segunda mitad del ciclo, para evitar el riesgo de
hiperplasia o carcinoma de endometrio, ante un est�mulo estrog�nico mantenido y
prolongado. Si hay inter�s en evitar un posible embarazo pueden emplearse contraceptivos.
En
ciertos casos est� indicado el empleo de una terap�utica de sustituci�n con estr�genos
y gest�genos asociados, como sucede en las disgenesias gonadales, en la feminizaci�n
testicular, despu�s de extirpados los test�culos, en la menopausia precoz, en las
insuficiencias ov�ricas importantes con escaso material germinal y en ciertas
insuficiencias hipotal�micas e hipofisiarias, as� como en las amenorreas hipotal�micas. Pueden emplearse los primeros 25 d�as de cada mes
estr�genos equinos conjugados a dosis diarias de 0.625 mg, asociados a un gest�geno,
acetato de medroxiprogesterona, a dosis de 5 mg/d�a, 12 d�as, entre los d�as 14 y 25 de
cada mes.
En
casos de infantilismo sexual no es necesario iniciar el tratamiento con dosis mas altas de
estr�genos, como se realizaba anteriormente. Estas
dosis de sustituci�n son suficientes para inducir el desarrollo de las mamas y de los
restantes caracteres sexuales secundarios.
En
las amenorreas hipotal�micas, el tratamiento sustitutivo descrito es apropiado, pero debe
tenerse en cuenta que este tratamiento no protege frente a un embarazo. Por ello, como no se puede prever cuando se
normalizar� la funci�n sexual, en estos casos puede realizarse el tratamiento con
contraceptivos hormonales orales. La
administraci�n indefinida de estas asociaciones de estr�genos y gest�genos nos podr�a
evitar la aparici�n precoz de osteoporosis y la arteriosclerosis coronaria.
En
casos de insuficiencia funcional hipotalamohipofisaria sin lesi�n org�nica, puede
hacerse igualmente un tratamiento sustitutivo con estr�genos, asociados o no a
gest�genos. Cuando existe enanismo, est�
indicado, en primer lugar un tratamiento con hormona del crecimiento, y s�lo
posteriormente se realizar� el tratamiento con hormonas sexuales esteroideas.
El
tratamiento con gonadotrofinas, empleando gonadotrofina menopa�sica humana y
gonadotrofina cori�nica, se reservar� para inducir la ovulaci�n cuando estas pacientes
desean concebir. Sin embargo, debe tenerse
en cuenta, como expusimos anteriormente, que en ciertos casos (disgenesias gonadales,
feminizaci�n testicular, etc.), el embarazo no es posible.
Igual sucede en el s�ndrome del ovario resistente o en el fallo ov�rico
por enfermedad autoinmune, en el que solo hay descrito alg�n caso de embarazo con
tratamiento con corticoides.
En
el s�ndrome de Kallman, el tratamiento es
semejante al anteriormente se�alado: terap�utica de sustituci�n con hormonas
esteroideas y eventualmente gonadotrofinas. Este tratamiento parece ofrecer mejores
resultados que el clomifeno. En estos casos los ovarios responden al tratamiento con
gonadotrofinas, que deben reservarse para
cuando la mujer desea embarazarse.
En
cambio, en la amenorrea con galactorrea el clomifeno suele proporcionar buenos resultados.
Como
efectos secundarios a la administraci�n de bromocriptina se han descrito n�useas,
v�mitos, cefalalgias, astenia, v�rtigos, congesti�n nasal, dolores abdominales y
s�ntomas ps�quicos. En el 80% de los casos las reglas reaparecen y en el 50-60% de las
pacientes la galactorrea desaparece totalmente, aunque no son raras las recidivas (41% de
la amenorreas y 69% de las galactorreas).
En
los tumores hipofisiarios se han propuesto dos alternativas: la cirug�a y el tratamiento
m�dico con bromocriptina. El tratamiento
quir�rgico se realiza con microcirug�a. Los
resultados obtenidos no son muy satisfactorios: las
reglas se normalizan en el 40-80% de los casos.
El
tratamiento m�dico se realiza fundamentalmente con bromocriptina. Este f�rmaco reduce el tama�o del tumor y
produce necrosis de las c�lulas neopl�sicas y fibrosis
Si
el tumor no supera 1 cm. (Microadenoma), el tratamiento a seguir es discutible entre usar
bromocriptina si se desea un embarazo, o recurrir a tratamiento con estr�genos
sustitutivos.
Las
mujeres con tumores hipofisarios y sometidas a tratamiento con bromocriptina deben ser
controlada peri�dicamente mediante determinaciones de prolactina y estudio de la silla
turca.
Las
amenorreas asociadas a obesidad, sin lesiones org�nicas demostrables, suelen ceder con
dieta hipocal�rica.
En
las amenorreas ps�quicas, tambi�n llamadas hipotal�micas, antes de iniciar ning�n
tratamiento hormonal es conveniente intentar resolver el problema psicol�gico,
solicitando si es preciso la colaboraci�n del psiquiatra.
Entre tanto puede instaurarse una medicaci�n t�nica.
amenorrea
y metrorragias 2�parte -