ENDOMETRIOSIS   

Julio Alfaro Toledo. Matr�n Docente. Especialista en Ginecolog�a

 DEFINICION

 La endometriosis es una entidad muy peculiar que se define por la presencia de tejido muy semejante o id�ntico a la mucosa endometrial, tanto estructural como funcionalmente, en lugares distintos del que fisiol�gicamente ocupa el endometrio.   En la endometriosis se observa, por tanto, gl�ndulas y estroma que responden al est�mulo de las hormonas ov�ricas.

Existen dos formas de endometriosis bien distintas, tanto en su histog�nesis como en su cl�nica:

 Aunque esta entidad fue descrita por primera vez hace aproximadamente un siglo, y en la �ltima d�cada se han publicado gran cantidad de trabajos sobre esta entidad, la realidad es que no hay unanimidad sobre una serie de puntos, tales como la histog�nesis y el tratamiento.

HISTOGENESIS.

 La g�nesis de la endometriosis ha sido muy debatida, y existe en la actualidad diversas teor�as que pretenden explicar el origen de esta entidad.

Se acepta actualmente que la histog�nesis de la adenomiosis es diferente de la endometriosis externa.  Por ello, las exponemos por separado.

 

ADENOMIOSIS.

 La teor�a que goza de mayor aceptaci�n supone que la adenomiosis se produce por proliferaci�n de la capa basal del endometrio y penetraci�n de zonas de �sta en el espesor del miometrio.

La penetraci�n del endometrio en la profundidad se hace siguiendo los intersticio musculares; pero se supone que quiz�s pueda penetrar tambi�n siguiendo la v�a hem�tica y la linf�tica.

Hablan en favor de esta teor�a los hallazgos de Cullen, quien encontr� continuidad entre los focos de adenomiosis y la capa basal del endometrio en la mayor�a de los casos estudiados practicando cortes seriados.  Por su parte, Marshak y Eliashop, trabajando con rayos X, hallaron algunos casos continuidad entre el material opaco inyectado en la cavidad uterina y los espacios glandulares de la adenomiosis.

Se han invocado una serie de factores que podr�an favorecer la aparici�n de la adenomiosis, bien estimulando la proliferaci�n de la capa basal del endometrio o bien disminuyendo la resistencia del miometrio a ser penetrado por la mucosa uterina.  Entre estos factores se citan:  Inflamaciones, multiparidad, legrados repetidos, traumas quir�rgicos (ces�reas miomectom�as), tumores uterinos, factores hereditarios, edad avanzada, estimulaci�n estrog�nica excesiva.  Sin embargo, no existen pruebas objetivas que permitan afirmar que los factores antes se�alados desempe�an un papel importante en la producci�n de la adenomiosis.

Otra teor�a defendida para explicar la producci�n de la adenomiosis es la metapl�sica.  Seg�n esta teor�a, los focos endometriales se producir�an por metaplasia a partir del tejido muscular o del tejido conjuntivo.

 

ENDOMETRIOSIS EXTERNA.

 

Entre las numerosas teor�as defendidas para explicar la g�nesis de la endometriosis externa, s�lo citamos las que gozan de una mayor aceptaci�n.:

 

Teor�a metapl�sica:   Supone esta teor�a que los focos de endometriosis se originan por metaplasia a partir del epitelio peritoneal, de forma semejante a como los cistoadenomas se originan a expensas del epitelio germinal del ovario.  Para comprender esta transformaci�n hay que recordar que e epitelio cel�mico primitivo es el origen de la mucosa del conducto de M�ller, del epitelio peritoneal y del epitelio germinal del ovario.  Est�mulos no muy bien conocidos (inflamatorios, hormonales o de otra �ndole) pondr�an en marcha la proliferaci�n de un grupo de c�lulas de la serosa peritoneal que, adquiriendo propiedades semejantes a las c�lulas primitivas del celoma, producir�an epitelio endometrial a la vez que la estroma subyacente desarrollar�a estroma endometrial.

Esta teor�a permite explicar la producci�n de los focos de endometriosis situados en la cavidad peritoneal.

Para algunos autores, todo el mes�nquima retroperitoneal y quiz�s otras zonas de mes�nquima y, por supuesto, la estroma del tracto genital, pueden originar focos de endometriosis cuando existe un est�mulo adecuado.

 Teor�a implantativa.  Defendida por Sampson, supone que las masas celulares endometriales desprendidas, fundamentalmente durante la menstruaci�n, pasan a la trompa y de all� a la cavidad peritoneal, en donde anidan.  Si esta teor�a es cierta deber�an cumplirse las siguientes condiciones.         

 

  1. Paso de sangre menstrual a la cavidad abdominal a trav�s de la trompa (menstruaci�n retrograda).  Existe actualmente evidencia de que la menstruaci�n retr�grada es muy frecuente.

 

  1. La sangre menstrual contiene c�lulas endometriales viables, es decir, c�lulas que conservan su vitalidad.

 

  1. Se han encontrado c�lulas endometriales en la trompa y en la cavidad peritoneal.

 

  1. Las c�lulas endometriales contenidas en el flujo menstrual son trasplantables a la cavidad abdominal con capacidad de crecimiento.

 

  1. La distribuci�n anat�mica de los focos de endometriosis se adecuan a los principios de trasplantes biol�gicos.

 

Es interesante destacar que para la implantaci�n y el crecimiento de los focos de endometriosis no parece ser necesario el est�mulo de los estr�genos ni de la progesterona.   En cambio, para el mantenimiento con vitalidad durante largo per�odo de tiempo, si se precisan estas hormonas.

Esta teor�a explica la g�nesis de los focos de endometriosis existentes en la cavidad peritoneal, pero no puede explicar c�mo se produce la endometriosis alejada de esta cavidad.

Existe evidencia de implantes de tejido endometrial, en heridas quir�rgicas (ces�reas, histerectom�as, episiotom�as, etc.?

Propagaci�n linf�tica.  Halban, llam� la atenci�n sobre la posibilidad del transporte de c�lulas endometriales por v�a linf�ticas y de su posible implantaci�n en lugares alejados.  Posteriormente, una serie de autores han encontrado c�lulas endometriales en vasos o en ganglios linf�ticos.  Sin embargo, la localizaci�n habitual de los focos de endometriosis no habla en favor de este tipo de propagaci�n, aunque no puede negarse que alguna forma de endometriosis tenga este origen, como la localizada en el ombligo. 

Propagaci�n hem�tica.  Se ha se�alado tambi�n la posibilidad de que las c�lulas endometriales pueden ser transportadas por v�a sangu�nea e implantadas en lugares muy distantes del endometrio.  Solamente de esta manera podr�an explicarse ciertas formas de endometriosis, como las localizadas en pulm�n, piel y m�sculos.   Sin embargo, debemos pensar que este es un mecanismo de excepci�n.

 Teor�a inmunitaria.  Se ha sugerido que la endometriosis podr�a producirse por un desequilibrio entre la importancia de la menstruaci�n retr�grada y la respuesta inmune citot�xica celular mediada.

La sangre menstrual vertida en la cavidad abdominal es pronto retirada por el organismo merced a una respuesta inmune citot�xica.  Se ha se�alado que las mujeres con endometriosis grave o moderada tienen una importante depresi�n de la respuesta citot�xica.

Se ha postulado que la endometriosis podr�a ocurrir ante una menstruaci�n retr�grada anormalmente elevada que sobrepasa la respuesta inmune, pero tambi�n podr�a producirse con una menstruaci�n retr�grada poco importante si la respuesta inmune est� disminuida.

 Otros factores que pueden influir sobre el desarrollo de la endometriosis.  En el apartado de epidemiolog�a se analizan una serie de factores que pueden favorecer la aparici�n de la endometriosis.  Para evitar repeticiones remitimos all� al lector.

La asociaci�n de adenomiosis y endometriosis externa es valorada de forma diferente por los distintos autores.   Para Novak y Woodruff, esta asociaci�n es frecuente, puesto que aparece en el 40% de los casos.

El cambio, otros autores consideran que se tratan de dos entidades diferentes, ya que su histog�nesis y su cl�nica son distintas y, por ello, la asociaci�n es rara.   Ya hemos expuesto como la histog�nesis de ambos procesos es muy distinta y, mientras en la endometriosis externa la esterilidad es frecuente (46-50%), en la adenomiosis es rara. 

ANATOMIA PATOLOGICA.

 La endometriosis puede localizarse en el �tero, ovarios, trompas, cuello uterino, vagina, vulva y perineo, es decir, en todo el aparato genital.   Puede tambi�n localizarse, fuera del aparato genital, en la pelvis, tabique recto-vaginal, peritoneo uterino, ligamentos anchos, ligamentos �terosacros, ligamentos redondos, fondo de saco v�sicouterino e incluso en lugares alejados del aparato genital (intestinos, ombligo, vejiga, cicatrices de laparotom�as, pulm�n, pleura y extremidades).

La localizaci�n mas frecuente es la uterina, y le sigue en frecuencia la ov�rica.  Entre las dos representan el 75% de todas las posibles endometriosis.

 Aspectos macrosc�pico. 

Var�a seg�n sea la localizaci�n.  Exponemos a continuaci�n las formas que son mas caracter�sticas:

 Localizaci�n uterina (adenomiosis).   El �tero habitualmente est� aumentado de tama�o y es mas pesado, pero puede ser de volumen y peso normal y hasta estar reducido de tama�o en el 8.3% de los casos.

            Al corte, la adenomiosis, puede adoptar tres formas: 

a)      Puede existir un engrosamiento difuso de la pared. 

b)      Puede estar localizada semejando un mioma, aunque siempre sus l�mites con el tejido normal circundante no est�n tan bien marcados como en el mioma.    

c)      Masa polipoide (p�lipo adenomiomatoso) que hace relieve en la cavidad uterina corporal o cervical.  La primera forma es la mas frecuente y la �ltima se observa en muy rara ocasiones.

 En ocasiones, en los focos de adenomiosis se aprecian zonas de hemorragia circunscritas.

 Endometriosis ov�rica.   Casi siempre es bilateral.  Aparece en forma de quiste cuyo di�metro oscila entre 1-6 cm, aunque puede tener mayores dimensiones.   Habitualmente estos quistes contienen sangre, por lo que su contenido es de color marr�n oscuro, parecido al chocolate; de aqu� la denominaci�n de "Quistes de chocolate".  Con frecuencia estos quistes se rompen y se originan firmes y densas adherencias con los �rganos vecinos, adherencias que hacen dif�cil la extirpaci�n quir�rgica de los anexos.

Aunque el aspecto macrosc�pico es bastante caracter�sticos, el diagn�stico de seguridad s�lo puede hacerse en el estudio histol�gico, ya que un aspecto semejante pueden mostrar los quistes foliculares hemorr�gicos y los cistoadenomas peque�os con hemorragia intracavitaria.

 Otras localizaciones.  En el peritoneo pelviano, fondo de saco v�sicouterino y fondo de saco de Douglas, la endometriosis aparece en forma de quistes de peque�o di�metro, inferiores habitualmente a 1 cm.   Por su contenido hem�tico tienen el mismo aspecto se�alado en el ovario.

A trav�s del peritoneo, su color es azulado o frambuesa.  Al corte derrama un contenido semejante al alquitr�n o el chocolate.

 En la mayor�a de las localizaciones, la endometriosis aparece en forma de peque�os quistes de color azul, que contienen una sustancia semejante al alquitr�n, debido al contenido en sangre (vagina, vulva, ligamentos redondos, ligamentos �terosacros, ombligo, etc�tera).

A veces la endometriosis adopta una forma nodular por la proliferaci�n de los tejidos circundantes, fibras conjuntivas y musculares (ombligo, intestino), ligamentos �terosacros, ligamentos redondos, etc.  Estos n�dulos tienen una consistencia mas o menos dura, seg�n la intensidad de la reacci�n perif�rica, y su tama�o es igualmente variable, aunque en general no alcanzan grandes dimensiones.

  EPIDEMIOLOGIA.

 Frecuencia.

 Es dif�cil establecer con exactitud la frecuencia de la endometriosis.   Las tasas comunicadas var�an extraordinariamente, seg�n los grupos de mujeres estudiadas y el m�todo empleado para efectuar el diagn�stico.   Por otra parte, no es lo mismo prevalencia (porcentaje de mujeres que padecen la enfermedad en un momento dado) que incidencia (porcentaje de casos nuevos por a�o que aparecen entre personas libres del riesgo de enfermedad), y esta diferencia habitualmente no se tiene en cuenta.      

En una amplia revisi�n de la literatura, que recoge estudios realizados sobre distintos grupos de mujeres mediante cirug�a de diversa extensi�n, se encontraron tasas de prevalencia que variaban de 0 a 50%.

Se ha calculado que la incidencia de endometriosis p�lvica en Estados Unidos entre mujeres de edades comprendidas entre 15 y 64 a�os (blanca y no blancas) es algo mayor del 0,1%, cifras basadas sobre datos recogidos en mujeres con corta estancia hospitalaria.

 Factores de Riesgo.

 Se supone que algunos factores pueden constituir riesgo de padecimiento de endometriosis; entre ellos consideraremos los siguientes: 

Edad.  Se acepta que existe una relaci�n evidente entre la endometriosis p�lvica y la edad.  El diagn�stico de endometriosis p�lvica habitualmente se realiza en la etapa reproductiva o menstrual de la mujer.  Antes de la menarquia y despu�s de la menopausia la endometriosis es rara.   Tambi�n se ha se�alado un incremento de la incidencia de endometriosis p�lvica, desde los 15-19 a�os, cuando se encuentran cifras mas bajas (0.07%), hasta los 40-44 a�os, en que se hallan las tasas de incidencia mas elevadas (0,39%), y un descenso de la incidencia a partir de los 45-49 a�os.  Este descenso se interpreta como el comienzo de la menopausia.

La incidencia de endometriosis p�lvica en mujeres de edades comprendidas entre 15 y 19 a�os es, como hemos se�alado, muy baja.  Sin embargo, debe tenerse en cuenta que algunos estudios se�alan que en estas edades, cuando la sintomatolog�a es persistente, el 50% de los casos padecen endometriosis.

No se ha encontrado relaci�n entre la edad de la mujer y la gravedad de la endometriosis. 

Raza:  Cl�sicamente se ha considerado que los factores raciales ejerc�an una influencia notable en la incidencia de la endometriosis.  As�, se cre�a que en la raza negra la endometriosis era excepcional.  Actualmente se sabe que estos conceptos son err�neos, y aunque en muchas estad�sticas la incidencia de endometriosis es superior en las mujeres blancas que en las negras, se cree que estos datos son imputables mas a factores socioecon�micos que a la propia raza.

Tambi�n algunas estad�sticas han se�alado una incidencia de endometriosis alta en las mujeres orientales, en particular en las japonesas, incluso superior a la de la mujer blanca.  estos datos son cuestionables, ya que esta estad�stica incluye tambi�n los casos con adenomiosis.

 Nivel socioecon�mico.  Una serie de estudios han encontrado una mayor prevalencia de endometriosis diagnosticada quir�rgicamente en pacientes privadas que en pacientes de hospitales p�blicos.

No se han registrado diferencia significativas entre distintas ocupaciones (ama de casa y trabajadoras fuera de casa) nacionalidad y religi�n.

No se conoce bien que hechos condicionan esta mayor incidencia de endometriosis en mujeres de alto nivel socioecon�mico; de hecho hay enfermedades ligadas a determinados grupos sociales, pero debe tenerse en cuenta si realmente las mujeres de bajo nivel socioecon�mico con s�ntomas de endometriosis son con menor frecuencia ingresadas y sometidas a cirug�a que las mujeres con los mismos s�ntomas de clase social mas elevada.

 Estado civil.  Algunas estad�sticas se�alan la existencia de una elevada frecuencia de solteras entre las mujeres afectas de endometriosis;  otras, por el contrario no encuentran este aumento.

Se precisan estudios que aclaren el posible papel de la ausencia de embarazo y del coito.

 Anomal�as cong�nita del tracto genital.  Algunos estudios han puesto de manifiesto que las anomal�as obstructivas cong�nitas del tracto genital favorecer�an la producci�n de endometriosis por menstruaci�n retr�grada.  Sin embargo, no existen actualmente datos seguros que permitan afirmar que las anomal�as cong�nitas obstructivas favorezcan la producci�n de la endometriosis p�lvica.

 Patolog�a del ovario.  Se ha defendido que el s�ndrome del fol�culo no roto y luteinizado, as� como los defectos de la fase l�tea, podr�an favorecer la producci�n de la endometriosis p�lvica, ya que los niveles de hormonas sexuales alterados facilitar�an la implantaci�n de las c�lulas endometriales.

Sin embargo, en la actualidad no existen trabajos que demuestren de forma incontrovertible que los defectos de la ovulaci�n aumenten el riesgo de endometriosis.

 Otras lesiones org�nicas del aparato genital.   Se ha afirmado que el �tero en retroversoflexi�n puede favorecer la menstruaci�n retr�grada y, por consiguiente, e desarrollo de endometriosis.  Sin embargo, no hay estudios que demuestren esta afirmaci�n de forma segura.

Tambi�n se ha postulado que la enfermedad inflamatoria p�lvica podr�a favorecer la g�nesis de la endometriosis al estimular la producci�n de metaplasia peritoneal.  Esta es una afirmaci�n meramente especulativa y no existen datos objetivos que la confirmen.

se ha se�alado que la ligadura tub�rica puede aumentar el riesgo de padecimiento de endometriosis, quiz�s por f�stula de la porci�n proximal de la trompa.

 Paridad.  Desde 1938 se acepta la hip�tesis defendida por Meigs, de que la falta de hijos por deseo de vitarlos favorece la producci�n de endometriosis.  La enfermedad se producir�a por estimulaci�n permanente de las hormonas c�clicas, que produce el ovario, no interrumpida por las gestaciones.  Estos est�mulos inducir�an la metaplasia peritoneal o se favorecer�an las posibilidades de las menstruaciones retr�gradas.

En los �ltimos a�os, algunos autores han puesto en duda esta hip�tesis o, por lo menos, han planteado que no existen datos estad�sticos que la avalen.  Los estudios actuales sugieren que los est�mulos c�clicos de las hormonas ov�ricas influir�an mas favoreciendo la progresi�n de la enfermedad que en el comienzo. 

Caracter�sticas de la menstruaci�n.  Se ha comunicado un ligero adelanto en la edad de la menarquia. de forma que se ha se�alado que su aparici�n antes de los 12 a�os constituir�a un factor de riesgo de padecer endometriosis, aunque no creemos que existan  estad�sticas, significativas que avalen esta afirmaci�n.

Algunos estudios, han demostrado que en las mujeres que padecen endometriosis son mas frecuentes, con significaci�n estad�stica sobre grupos controles, las menstruaciones con las siguientes caracter�sticas:  ciclos cortos de 27 d�as o menos .  Flujo menstrual largo (superior a 7 d�as) y dolor menstrual.   Probablemente  este tipo de menstruaci�n favorece el reflujo de sangre a la cavidad peritoneal; se ha especulado que existir�a un aumento de la producci�n de prostaglandinas que elevar�a la presi�n intrauterina, pero est� por demostrar si precede a la aparici�n de la endometriosis.

Por otra parte, no se ha demostrado que el uso de tampones durante la menstruaci�n incremente el riesgo de endometriosis.

 Factores gen�ticos.  Algunos estudios sugieren que existen factores gen�ticos que favorecen la producci�n de la endometriosis, al hallar una tasa elevada de padecimiento de dicha enfermedad, frente a grupos controles, entre los familiares de dicha mujeres.  Se ha se�alado un tipo polig�nico o multifactorial de herencia, con aparici�n de endometriosis en el 7% de los familiares de primer grado de las mujeres afectas y del 2% en los pacientes de segundo grado.  Sin embargo, algunos autores, plantean objeciones metodol�gicas a estos estudios  y ponen en duda que los factores gen�ticos favorezcan la producci�n de la endometriosis o, al menos, concluyen que no hay datos seguros para confirmarlo.

 Otros factores:  Se ha comunicado que tanto el tabaco como el ejercicio tienen un efecto protector sobre la producci�n de endometriosis, probablemente porque ambos descienden los niveles de estradiol.

En cambio, una talla superior a 166 cm. aumenta significativamente el riesgo de endometriosis.

Igualmente algunos estudios, se�alan una mayor incidencia de endometriosis en mujeres de peso inferior al normal que en grupos control.  No obstante, algunos autores interpretan este hecho como producido por la enfermedad y no como un factor de riesgo de ella.

 SINTOMAS.

 El s�ntoma cardinal de la endometriosis es el dolor p�lvico, que puede asociarse a esterilidad.

Puede existir otros s�ntomas asociados, a menudo condicionados por la localizaci�n de los focos de endometriosis.

 Dolor P�lvico.

 Es el s�ntoma mas caracter�stico de la endometriosis y con frecuencia el �nico.  Su presentaci�n e intensidad son muy variables.  Muchas mujeres con endometriosis, incluso avanzadas, tienen poco o ning�n dolor, mientras que otras con lesiones muy discretas tienen dolores intensos.  Se ha calculado que el 32% de las mujeres que padecen dolor p�lvico cr�nico tienen endometriosis detectada quir�rgicamente.

El dolor suele ser intenso, profundo, constante y est� localizado a los lados de la pelvis, en una u otra fosa il�aca.

El momento de su presentaci�n es muy caracter�stico; aunque puede aparecer durante todo el ciclo genital, lo habitual es que sea premenstrual o perimenstrual (dismenorrea), es decir, que se inicie al comienzo de la regla o uno 2 d�as antes y persista o incluso se acent�e durante la menstruaci�n.  Por otra parte, la intensidad del dolor aumenta con el tiempo.

No se conoce con exactitud porque se produce el dolor en la endometriosis. En ocasiones existen masas con adherencias que pueden f�cilmente explicarlo,  pero otras las lesiones anat�micas son m�nimas.  Cl�sicamente se ha supuesto que le dolor se origina por los cambios secretorios y por la descamaci�n  menstrual que experimenta los focos de endometriosis, rodeados de tejido fibroso.  Sin embargo, los cambios c�clicos del tejido endometri�sico son muy poco evidentes.  En la actualidad se supone que este tejido libera prostaglandinas y  mediadores inflamatorios (interleucinas, cininas, etc.) que muy probablemente son los productores del dolor.  Es conocido que peque�os focos de endometriosis pueden liberar cantidades importantes de prostaglandinas.

La Dispareunia, o dolor en el coito, es bastante frecuente.  Es probable que se deba a la existencia de focos de endometriosis en el fondo del saco vaginal posterior, que fijan el �tero en retroversi�n.

 Esterilidad.

La endometriosis se asocia con frecuencia a esterilidad en un 30% de los casos.

El mecanismo por el que se produce la esterilidad a menudo no es bien conocido.   Se comprende que sean est�riles las mujeres que padecen endometriosis graves con lesiones anat�micas importantes y extensas adherencias, que pueden perturbar la movilidad de la trompa o bloquear el ovario e impedir que el ovocito sea transportado a la trompa; tambi�n en caso de endometriomas voluminosos, que destruyen gran parte del tejido ov�rico, puede comprenderse que se produzca esterilidad.  En realidad. la obstrucci�n tub�rica es rara, ya que s�lo se observa en el 7% de los casos, pero habitualmente el aspecto de la trompa no es normal y puede mostrarse edematosa.  la endometriosis leve, que no distorsiona la anatom�a de los �rganos genitales internos tambi�n puede producir esterilidad, aunque algunos investigadores dudan de esta afirmaci�n.

No se conoce bien el mecanismo de producci�n de esterilidad en este tipo de endometriosis.  Se ha postulado una serie de tipo de endometriosis. 

Algunos autores han se�alado una incidencia elevada de ciclos anovulatorios en mujeres afectas de endometriosis y est�riles, muchas de las cuales se embarazaban con un tratamiento adecuado inductor de la ovulaci�n.

 Posible mecanismo de producci�n de esterilidad en la endometriosis.

 

Endometriosis extensa.

a)      Adherencias tuboov�ricas que impiden la captaci�n del ovocito.

b)      Adherencias alrededor del ovario o que bloquean la trompa.

c)      Destrucci�n del tejido ov�rico.

 Endometriosis leve.

         Ciclo menstrual anormal.

a)      Anovulaci�n.

b)      Pico anormal de LH

c)      S�ndrome del fol�culo luteinizado no roto (LUFS)

d)      Fase l�tea insuficiente o inadecuada.

         Hiperprolactinemia.

         Disfunci�n inmune.

         Alteraci�n del fluido peritoneal.

a)      Prostaglandinas.

b)      Macr�fago.

         Aborto espont�neo.

  

 Asimismo, algunos autores han comunicado en ciclos ovulatorios una anormal elevaci�n del pico de LH en la mitad del ciclo y un subsiguiente retardo en la elevaci�n de la progesterona en la fase l�tea.

El denominado LUFS (S�ndrome del fol�culo luteinizado no roto) se ha relacionado con la endometriosis y la esterilidad que a ella se asocia. Sin embargo, actualmente se duda de la importancia del LUFS en la endometriosis.

La insuficiencia del cuerpo l�teo se ha relacionado tambi�n con la esterilidad producida por la endometriosis.  Algunos autores han encontrado una elevada incidencia de esta alteraci�n en mujeres afectas de endometriosis y esterilidad, superior a la de grupos control.  Sin embargo, se precisan estudios ulteriores ya que los datos existentes en la literatura no son concordantes.

La hiperprolactinemia ha sido tambi�n se�aladas como posible mecanismo de producci�n de la esterilidad en la endometriosis.  El numero de casos descrito es insuficiente para sacar sobre este punto conclusiones definitivas.

Hace alg�n tiempo se se�al� la posibilidad de que la esterilidad asociada a la endometriosis fuera producida por alteraciones del sistema inmunitario.  En favor de esta hip�tesis se arguye la demostraci�n de la presencia de complemento componente C3, as� como de anticuerpo antiendometriales y anticuerpos antiovario, en mujeres que padecen endometriosis y no en grupos controles.   Estos anticuerpos podr�an impedir la anidaci�n y el desarrollo precoz del embri�n, as� como el desarrollo normal del fol�culo y de la ovulaci�n.  Sin embargo, en la endometriosis leve no se encuentran los mismos resultados y, en cambio se hallan anticuerpos antiendometriales en la enfermedad inflamatoria p�lvica antigua.

Por otra parte, parece bien establecido que la endometriosis se asocia a fen�menos de autoinmunidad.  As� se ha se�alado que en las pacientes afectas de endometriosis est� aumentado al doble el riesgo de padecer un lupus eritematoso sist�mico, y hay una alta incidencia de mujeres con endometriosis que presentan anticuerpos antinucleares o anticoagulante l�pico.

Podemos concluir que no disponemos de datos suficientes en la actualidad para poder establecer el papel que los fen�menos inmunitarios desempe�an en la asociaci�n endometriosis-esterilidad.

Las prostaglandinas han sido tambi�n responsabilizadas en la g�nesis de la esterilidad que se produce en las mujeres afectas de endometriosis.  es bien sabido que el endometrio normal segrega prostaglandinas y se supone que los focos de endometriosis localizados en el peritoneo producen prostaglandinas, que pueden  alcanzar una elevada concentraci�n en el flujo peritoneal, superior a lo normal.  Por otra parte, algunos autores, han demostrado que los focos peque�os de endometriosis leve producen mayor cantidad de prostaglandinas F que la endometriosis avanzada.  Esta elevada concentraci�n de prostaglandinas puede alterar la movilidad de la trompa u originar trastornos funcionales en el ovario.  Sin embargo, algunos autores no han conseguido demostrar una suficiente concentraci�n de prostaglandinas en el fluido peritoneal para considerarla responsable de la esterilidad asociada a la endometriosis.  Se necesita por ello trabajos que demuestren o invaliden de forma definitiva esta teor�a.

Tambi�n se ha invocado como causa de esterilidad una inflamaci�n intraperitoneal est�ril, que induce un aumento del fluido peritoneal y del numero de macr�fago y que se produce por el paso retr�grado de productos menstruales y/o los implantes de tejido endometrial en el peritoneo.  Los macr�fagos pueden secretar sustancias con efectos t�xicos y perturbar el proceso inicial de la fecundaci�n, ejerciendo, entre otras, una acci�n delet�rea sobre los gametos.

 Alteraciones menstruales.

 La edad de la menarquia puede estar ligeramente adelantada.  Los ciclos menstruales est�n acortados (27 d�as o menos) y la duraci�n de la menstruaci�n prolongada y con frecuencia se detectan peque�as p�rdidas de sangre premenstrualmente.  Como ya hemos   expuesto, la regla se acompa�a de dolor.

 Otros S�ntomas.

 Pueden existir otros s�ntomas seg�n las distintas localizaciones de la endometriosis.  Citamos entre los m�s frecuentes los siguientes: 

a)      Proctalgia y tenesmo rectal en casos de endometriosis del recto.

b)      Disuria, tenesmo vesical y hematuria en casos de endometriosis de la vejiga.

c)      En casos de rotura de un quiste endometri�sico del ovario puede producirse un cuadro de abdomen agudo.

d)      En casos de endometriosis intestinal pueden existir trastornos de la funci�n intestinal (diarrea, estre�imiento, hemorragia catemenial por el recto, cuadros obstructivos o seudoobstructivos).

 Otras veces la endometriosis cursa de forma totalmente asintom�tica (endometriosis silente).

De cuanto hemos expuesto hasta aqu� se desprende que, ante una pareja est�ril con exploraci�n normal del var�n, el m�dico debe pensar siempre en la posibilidad de una endometriosis.

 

EXPLORACION.

En la inspecci�n simple pueden observarse ciertas formas de endometriosis (vulva perineo, cicatrices de laparotom�as, ombligo) como n�dulos de color azul.

Mediante la inspecci�n con especulo pueden visibilizarse n�dulos con igual tonalidad azul en el cuello uterino y en la vagina.

En ambos casos, si los n�dulos se ulceran o se biopsian, se observa la salida de sangre oscura.

En la exploraci�n mediante tacto vaginoabdominal o rectoabdominal pueden detectarse n�dulos de tama�o variable, de consistencia dura y firmemente adheridos a los tejidos circundantes, localizados en los ligamentos �terosacros, fondo de Douglas o tabique rectovaginal.  En general, estos n�dulos se exploran mejor mediante el tacto rectal que por v�a vaginal.

Puede igualmente reconocerse ovarios qu�sticos (endometriomas), en general bilaterales  y con firmes adherencias a los �rganos vecinos.  Estas tumoraciones no suelen ser muy grandes.

El �tero suele encontrarse en retroversi�n fija y su movilizaci�n despierta dolor.  En la adenomiosis, el �tero aparece aumentado de tama�o, de forma irregular y de consistencia blanda.   El diagn�stico con un leiomioma uterino puede ser dif�cil.

 Podemos concluir que los datos recogidos por la exploraci�n, con frecuencia no son concluyentes y, para llegar a un diagn�stico seguro, tenemos que recurrir  a los siguientes m�todos complementarios.

 a)      Laparoscop�a.  Es el m�todo mas valioso de que disponemos para hacer un diagn�stico de seguridad.  Permite, adem�s, hacer tomas bi�psicas de las zonas sospechosas para estudio histol�gico.  Sin embargo, en la mayor�a de los casos, el cl�nico experimentado puede establecer el diagn�stico por el aspecto de las lesiones sin recurrir a la biopsia.

 b)      Histerosalpingograf�a.  Puede ser �til en ciertos casos para el diagn�stico de la adenomiosis y de la endometriosis tub�rica, pero con frecuencia no es concluyente

 c)      La ultrasonograf�a, TAC y la resonancia magn�tica. Pueden ser de utilidad en ciertos casos concretos, como para el control de evoluci�n de endometriomas en tratamiento, pero no tienen suficiente seguridad como para basar en ellos el diagn�stico.

 d)      Enema de bario y rectoscopia. Puede ser �tiles en el diagn�stico de la endometriosis intestinal.

 e)      Cistoscop�a y urograf�a descendente.  Pueden ser �tiles para el diagn�stico de la endometriosis del tracto urinario.

 f)        Biopsia  de los focos accesibles, como la vulva, fondo de saco vaginal, cuello uterino, cicatriz laparot�mica y ombligo.

g)       Marcadores.  Actualmente se estudia la posibilidad de realizar el diagn�stico mediante marcadores como el CA-125 y los anticuerpos antiendometriosis, sin necesidad de recurrir a la cirug�a.

 

CLASIFICACION.

 Se han propuesto diversas clasificaciones de los hallazgos encontrados en la endometriosis con la finalidad de objetivar la intensidad de las lesiones y de esta forma facilitar el enjuiciamiento de los tratamientos empleados.

A continuaci�n expongo una clasificaci�n que parece bastante sencilla.

 Endometriosis leve.  Peque�as p�pulas superficiales de color caf� o p�rpura, en:

-           Peritoneo p�lvico.

-           Ligamentos uterinos.

-           Fondo de saco de Douglas.

-           En uno o los dos ovarios.

 Endometriosis moderada.  A las lesiones del grupo 1 se a�aden:

-           Cicatrices y retracci�n.

-           Adherencias moderadas de los ovarios al ligamento ancho o al fondo de zona del saco de Douglas.

 Endometriosis grave.  Adem�s de las lesiones anteriores existe:

 a)      Lesiones tumorales hemorr�gicas del ovario (endometrioma) en uno o en los dos.

b)      Adherencias moderadas o intensas:

         Ovario al ligamento ancho o al fondo de saco de Douglas.

         Peritoneo peritub�rico.

         Fondo de saco de Douglas al recto.

c)      Afectaci�n del intestino o del tracto urinario.

d)      Afectaci�n de �rganos distantes.

 

EVOLUCION.

 La evoluci�n de la endometriosis est� �ntimamente relacionada con la funci�n ov�rica.  Por ello existe una tendencia espont�nea a la regresi�n cuando la mujer inicia la menopausia.

Es tambi�n interesante se�alar que la gestaci�n influye muy favorablemente en la evoluci�n de la endometriosis, mejorando ostensiblemente el cuadro cl�nico no solo  durante el embarazo, sino que, terminada la gestaci�n, la mejor�a persiste.

Ya expusimos al hablar de la anatom�a patol�gica, la posibilidad de la transformaci�n maligna de la endometriosis.

Desde el punto de vista funcional, el hecho mas desfavorable es la elevada frecuencia de las mujeres est�riles.

Tambi�n se ha podido demostrar que la endometriosis tub�rica incrementa las gestaciones ect�picas.

Otras complicaciones, como cuadro de abdomen agudo por rotura de un quiste de chocolate, cuadros obstructivos intestinales o problemas urinarios serios, son realmente excepcionales.

  

TRATAMIENTO.

 El tratamiento est� condicionado por la intensidad de los s�ntomas, por la localizaci�n y extensi�n de las lesiones y por la edad de la mujer y su deseo de descendencia.

Disponemos actualmente de dos m�todos que pueden resultar �tiles en el tratamiento de la endometriosis:

              Hormonoterapia.

            Cirug�a. 

El tratamiento de la endometriosis tiene a�n una serie de puntos en litigio.   A pesar de lo expuesto sobre el mecanismo de producci�n de la esterilidad, se discute si la endometriosis leve debe ser tratada: especialmente se ha puesto en duda si los focos peritoneales, que solo producen esterilidad, deben ser tratados.  Se han publicado una serie de trabajos, que se�alan que las tasas de embarazos obtenidos con el tratamiento m�dico o quir�rgico en la endometriosis leve son similares a la alcanzada manteniendo una conducta expectante.  Sin embargo, otros autores, por el contrario, siguen recomendando el tratamiento de la endometriosis leve.

 Tratamiento Hormonal. 

Los focos de endometrio ect�pico responden a las hormonas esteroideas de forma semejante al endometrio normal, y este hecho constituye la base del tratamiento m�dico de la endometriosis.

 Estr�genos a dosis elevadas, en particular el dietilestibestrol, a raz�n de 100-400 mg/d�a, se utilizaron en el tratamiento de la endometriosis.  Sus resultados mediocres junto con sus elevados efectos secundarios han propiciado su total abandono.

 Andr�genos (metiltestosterona a dosis de 5-10 mg/d�a) han sido tambi�n utilizado en el tratamiento de la endometriosis.  Aunque pueden mejorar el dolor que acompa�a a la endometriosis, sus pobres resultados sobre la producci�n de embarazos y sus posibles efectos secundarios (acn�, hirsutismo, etc.) y sobre el feto si la mujer est� embarazada (riesgo de masculinizaci�n si es un feto hembra, al no suprimir la ovulaci�n) han condicionado su abandono.

 Seudoembarazo.  Hasta finales de la d�cada de los 70, este tratamiento introducido por Kistner en 1958, fue el de elecci�n de la endometriosis,  Se funda en el hecho confirmado de que la gestaci�n no s�lo act�a como profil�ctica, sino que mejora sustancialmente la endometriosis y que esta mejor�a persiste una vez terminado el embarazo.

Se supone que la regresi�n de los focos de endometriosis en el embarazo tiene lugar por la anovulaci�n y la amenorrea, que origina la inhibici�n de a adenohip�fisis.  Se afirma igualmente que la mejor�a se produce porque la endometriosis se transforma en decidua durante la gestaci�n, por acci�n de los altos niveles de hormonas sexuales que se producen en la placenta, y esta transformaci�n de la estroma conduce a la atrofia ya la inactividad glandular.

Se comprende que la gestaci�n no siempre es posible, y en ocasiones no es deseable; por ello para obtener estados semejantes al embarazo y suprimir la ovulaci�n, se han empleado gest�genos, asociados a peque�as dosis de estr�genos.

 Se emplea cualquier contraceptivo oral combinado tomado continuamente, a dosis de 1 comprimido diario, que se puede aumentar a 2-3 por d�a si es necesario para evitar la hemorragia por disrupci�n.

La terap�utica se�alada frena la producci�n hormonal de la adenohip�fisis y, aunque no inhibe totalmente la producci�n de FSH y de L.H., en cambio hace desaparecer el pico ovulatorio de la L.H.

La duraci�n del tratamiento oscila entre 6 y 12 meses. Durante el curso del tratamiento pueden aparecer una serie de efectos secundarios, tales como nauseas, dolor o molestias en las mamas, leucorrea, retenci�n de agua y sal con aumento de peso, insomnio, intranquilidad, irritabilidad o, por el contrario, somnolencia y peque�as p�rdidas intermenstruales.  Algunos autores han descrito aumento del volumen de los miomas y una mayor tendencia a la aparici�n de trombosis y embolismos.

Al cesar la terap�utica, la ovulaci�n aparece casi siempre en un per�odo entre 6 a 8 semanas.

La experiencia adquirida en los �ltimos a�os con este tipo de tratamiento no ha respondido a las esperanzas que en �l se hab�an depositado.  Es cierto que la mujer experimenta una notable mejor�a de sus s�ntomas, entre  el 75-100% de los casos seg�n las estad�sticas, y que el �ndice de embrazadas en mujeres est�riles es del 10-58%, pero los focos de endometriosis no desaparecen totalmente y el 20-25% de los casos presentan recidivas.

Por otra parte, la intensidad y la importancia de los efectos secundarios han inducido a buscar otras formas de tratamiento, y hoy el seudoembarazo s�lo debe ser considerado cuando las modalidades de tratamiento, que exponemos a continuaci�n, est�n contraindicadas o no pueden ser empleadas.

 Gest�genos.  Tambi�n se ha utilizado la administraci�n de gest�genos solos en el tratamiento de la endometriosis.   El gest�geno mas recomendado ha sido el acetato de medroxiprogesterona, que puede emplearse por v�a intramuscular (50 mg. por semana) o por v�a oral (30 mg/d�a), durante 9-12 meses.  Tiene una acci�n inhibidora de la funci�n gonadotropa, particularmente cuando e administra por v�a intramuscular, por lo que suprime la ovulaci�n; adem�s, induce atrofia del endometrio y decidualizaci�n de la estroma.

Provoca pocos efectos secundarios (aumento de peso, depresi�n, etc), aunque con frecuencia se producen hemorragias por disrupci�n, que pueden cohibirse administrando estr�genos durante unos d�as.  Tambi�n se ha se�alado un retardo de varios meses del inicio de la ovulaci�n al cesar el tratamiento, pero este efecto no ocurre con la v�a oral.

Estudios comparativos con otras modalidades de terapia de la endometriosis han demostrado que el acetato de medroxiprogesterona, administrado por v�a oral, es tan efectivo como el danazol en el tratamiento de la endometriosis asociada a esterilidad.

Gestrinona (etilnorgestrinona o R 2323).  Es un 19-noresteroide no saturado, con acci�n antiprogestacional, que interacciona de forma relativamente inestable con los receptores de la progesterona.  Tiene una ligera acci�n androg�nica y antiestrog�nica, que potencia su acci�n antiprogestacional.  Ejerce una discreta inhibici�n hipofisaria, aunque menor que la de otros derivados androg�nicos y norderivados, y produce  atrofia del endometrio.

Se emplea a dosis de 5 mg. dos veces por semana, administrada durante 6 meses.   Aunque se han ensayado otras v�as de administraci�n (vaginal, parenteral y subd�rmica), la forma com�nmente empleada es la oral.

 Danazol.  Fue introducido en la cl�nica por Greenblatt y cols. (1971).  Su acci�n se ha denominado, quiz�s no muy acertadamente, como seudomenopausia.

El danazol es un esteroide sint�tico, qu�micamente semejante a la testosterona, derivado de la 17-a-etiniltestosterona.

En principio se pens� que ejerc�a su acci�n por inhibici�n de las gonadotrofinas hipofisarias.  Actualmente se sabe que su mecanismo de acci�n es m�ltiple y puede resumirse en los siguientes puntos:  

a)      Inhibici�n de la secreci�n de las gonadotrofinas FSH y LH, particularmente del pico o aumento central de ambas; 

b)      Interacci�n con los receptores intracelulares de andr�genos, progesterona y glucocorticoides; 

c)      No interacciona, en cambio, con los receptores intracelulares de estr�genos. 

d)      Uni�n con la globulina portadora de la hormona sexual (SBHg), desplazando la testosterona y el estradiol y aumentando la testosterona libre en la circulaci�n perif�rica.

e)      Tambi�n se une a la globulina portadora de los corticoides (CBG) y desplaza el Cortisol y la progesterona, originando un discreto aumento del Cortisol.

f)        Disminuci�n de la producci�n de prote�na portadora de hormona sexual (SBHG) por el h�gado, lo que contribuye al aumento de la testosterona libre. 

g)      Inhibici�n de numerosas enzimas que participan en la esteroidog�nesis y alteraci�n del metabolismo estero�deo, aunque no se perturba la aromatizaci�n.

h)      Modulaci�n de funciones inmunol�gicas.

 

Todas estas acciones originan un descenso de estr�genos y un aumento de andr�genos.  Hay un estado hipoestrog�nico e hipoprogestacional, inducido por la depresi�n hipotalamohipofisaria (inhibici�n de la producci�n de FSH y LH) y la supresi�n ov�rica, que podr�a producir amenorrea y regresi�n de los focos de endometriosis.  Sin embargo, probablemente la acci�n beneficiosa del danazol sobre la endometriosis es mas complicada.  Por una parte, el danazol tiene propiedades androg�nicas, se une a los receptores de andr�genos y progesterona en los focos de endometriosis, y all� puede inhibir la proliferaci�n e inducir la atrofia; asimismo, la proliferaci�n e inducir la atrofia; asimismo, la testosterona aumentada por la liberaci�n de su prote�na portadora podr�a unirse a los receptores androg�nicos del endometrio ect�pico y as� favorecer la atrofia.

Por otra parte, se ha supuesto que el danazol puede tambi�n producir la atrofia del endometrio ect�pico modificando la respuesta inmune alterada de la mujer afecta de endometriosis.  As�, se ha demostrado que los anticuerpos contra fosfol�pidos, histonas y nucle�tidos de IgG, IgM e IgA, presentes en la circulaci�n perif�rica de mujeres con endometriosis y esterilidad, disminuyen o incluso desaparecen completamente durante el tratamiento con danazol.

El tratamiento se mantiene durante 6 meses y es aconsejable iniciarlo con el comienzo de la regla.  Si se administran dosis bajas se aconseja el empleo de m�todos contraceptivos, ya que estas dosis no aseguran la inhibici�n de la ovulaci�n y el danazol puede origina malformaciones fetales.

Los efectos secundarios que se presentan con mayor o menor intensidad en el 75% de las pacientes, son el resultado de los efectos androg�nicos, anab�licos y antigonadotropos del medicamento.  Los mas frecuentes son:  aumento de peso, aumento del apetito, acn�, seborrea, cambios de la voz, hirsutismo, masculinizaci�n del feto femenino en caso de embarazo durante el tratamiento, disminuci�n del tama�o de las mamas, sofocaciones, sudoraci�n nocturna, insomnio, irritabilidad, depresi�n, vaginitis atr�fica, calambres, mialgias, edema, rash cut�neo, cefaleas, mareos y n�useas.  Pueden aparecer igualmente p�rdidas de sangre por la vagina, en general de escasa cantidad, y si el f�rmaco se administra durante largo tiempo pueden producirse alteraciones hep�ticas y del metabolismo de las lipoprote�nas.

 

Por ello est� contraindicado el tratamiento con danazol en los siguientes casos: embarazo, lactancia, insuficiencia hep�tica o renal o enfermedad cardiovascular e hipertensi�n arterial.  Tampoco debe administrarse en casos de irregularidades menstruales sin antes haber realizado su diagn�stico etiol�gico.

 

An�logos de la hormona liberadora de gonadotrofinas (GnRH).  La GnRH es  una hormona hipotal�mica secretada de forma puls�til en los n�cleos arqueado y paraventricular anterior, y que estimula en la hip�fisis la secreci�n y  liberaci�n de FSH y LH.  Sin embargo, es llamativo que la administraci�n continua o repetida de GnRH o sus an�logos produzca, parad�jicamente, la supresi�n de la esteroidog�nesis ov�rica y testicular, en lugar de estimularla.  As� se ha demostrado que al final de las 2-4 semanas de administraci�n diaria de la GnRH o sus an�logos, los niveles de estradiol son bajos y semejantes a los obtenidos en las mujeres ovariectomizadas; por esta raz�n se ha denominado a este tipo de tratamiento "ovariectom�a m�dica", aunque en las primeras horas se observe un aumento de FSH, LH y estradiol.

Conocida la estructura qu�mica de la GnRH, los qu�micos han puesto a punto an�logos mas activos biol�gicamente y de vida media mas larga (tiptorelina, buserelina, histrelina, leuprotelina, nafarelina), que se administran por v�a intranasal (600 - 1.200 mg./d�a), subcut�nea (0,6 - 1 mg.) o en depot (3,5 - 4 mg. cada mes).  El tratamiento puede iniciarse el primer d�a del ciclo o hacia la mitad de la segunda fase del ciclo (d�as 20-22 del ciclo) y se mantiene 6 meses.  La ovulaci�n se recupera al cabo de 1-2 meses de interrumpir el tratamiento.

Los efectos secundarios de los an�logos de la GnRH son los s�ntomas que aparecen en la menopausia: sofocaciones, sequedad vaginal, cefalalgias, depresi�n, insomnio, irritabilidad, molestias articulares.  Estos par�metros se normalizan a los 3-6 meses de suspender el tratamiento.   Se ha estudiado si existe tambi�n disminuci�n de la densidad �sea, lo que probablemente depende del tiempo de duraci�n del tratamiento, aunque con los tratamientos habituales no se detecta un descenso de la densidad �sea cl�nicamente significativo.

En cambio, al contrario que el danazol, los an�logos de la GnRH no inducen cambios significativos en el metabolismo de los l�pidos, no alteran el colesterol ni las lipoprote�nas de baja densidad (LDL) ni las de muy baja densidad (HDL) ni las de alta densidad (HDL) ni los triglic�ridos ni las enzimas hep�ticas ni los par�metros de la coagulaci�n.

Puede tambi�n producirse una p�rdida hem�tica al cabo de 1-2 semanas de iniciado el tratamiento.  Despu�s se instaura una amenorrea, durante la cual, en ocasiones, aparecen peque�as p�rdidas de sangre.

Es interesante destacar que el tratamiento con an�logos de GnRH, al igual que los otros tratamiento m�dicos, act�an suprimiendo o inactivando los focos de endometriosis mas que cur�ndolos definitivamente.

Por otra parte, al elegir el tratamiento m�dico se ha de tener en cuenta que la eficacia de los an�logos de la GnRH es similar a la del danazol y, por tanto, deben valorarse los posibles efectos secundarios.

Adem�s, se ha de tener presente que la curaci�n definitiva de la endometriosis s�lo se obtiene con la cirug�a.  Las tasas de recurrencias son aproximadamente del 5-20% por a�o, alcanzando a los 5 a�os cifras del 40%.  Estas recidivas pueden ocurrir porque el tratamiento fue incompleto, pero tambi�n por implantaci�n d enuevos focos de endometriosis tras repetidas menstruaciones retr�gradas. 

 TRATAMIENTO QUIRURGICO.

 A pesar del auge que la terap�utica hormonal ha alcanzado en los �ltimos a�os, la cirug�a conserva aun indicaciones.

El tratamiento quir�rgico est� condicionado fundamentalmente a tres hechos:  edad de la mujer, deseo de descendencia y extensi�n de las lesiones.

Si la mujer es joven y muestra deseos de tener hijos, en principio debe evitarse la cirug�a e instaurarse un tratamiento hormonal.  Solo cuando este tratamiento fracasa, se recurrir� a la cirug�a, que entonces debe ser conservadora si la extensi�n de las lesiones lo permiten.  Los endometriomas de di�metro superior a 1 cm. deben ser extirpados; en estos casos hay que intentar conservar el ovario, teniendo en cuenta que la conservaci�n de 1/10 de la masa ov�rica es suficiente para mantener la funci�n del ovario.

 El tratamiento conservador consiste en la extirpaci�n de los focos de endometriosis y  liberaci�n de adherencias o destrucci�n por cauterizaci�n de ciertas zonas de endometriosis, pero conservando total o parcialmente ambos ovarios.  Para ello la microcirug�a puede ser de gran utilidad.  Debe evitarse la creaci�n de grandes �reas cruentas cuyas peritonizaci�n resulte dif�cil, as� como la lesi�n de �rganos vitales.  Cuando un anejo est� muy comprometido y el otro se halla bien conservado, puede ser mejor extirpar el mas lesionado. 

La destrucci�n de peque�os focos de endometriosis puede hacerse por laparoscop�a, mediante coagulaci�n o mejor con l�ser.

Es cierto que este tipo de tratamiento arroja un tanto por ciento elevado de recidivas, pero tambi�n es frecuente que despu�s de �l la mujer quede embarazada, con lo que puede obtenerse una curaci�n definitiva o, al menos una gran mejor�a.

 Sin embargo, cuando las lesiones son muy extensas, el tratamiento conservador no es aconsejable.  Igual sucede en mujeres de edad superior a los 40 a�os o en mujeres que no desean descendencias.  En estos casos es siempre aconsejable hacer un tratamiento hormonal previo, y, si con este tratamiento no se observa mejor�a importante, efectuar cirug�a mas radical extirpando el �tero, las trompas y ambos ovarios.   Puede conservarse un ovario si no est� afectado, pues, aunque entra�e un riesgo de recidiva, este no es elevado. Si se extirpan ambos ovarios, puede realizarse posteriormente tratamiento hormonal sustitutivo como en la menopausia; en estos casos, el riesgo de recidiva de focos de endometriosis no extirpados es muy bajo. 

Las grandes ex�resis quir�rgicas no est�n exentas de riesgos.   hay que tener en cuenta que con frecuencia existen densas adherencias y que a veces, si se intenta extirpar todo el tejido endometri�sico, pueden producirse lesiones intestinales.  Por ello, en algunas ocasiones es preferible renunciar a ex�resis total del tejido, debido a que la ovariectom�a y el tratamiento hormonal postoperatorio pueden curar definitivamente la afecci�n.

Solamente en algunos casos, cuando se produce obstrucci�n intestinal, est� indicado ampliar la ex�resis.

Es importante recalcar que la cirug�a debe ir precedida de un tratamiento hormonal de 6 a 8 semanas de duraci�n y seguida igualmente de un tratamiento hormonal que oscilar� entre 12 y 24 semanas.  En mujeres est�riles que desean un embarazo, es preferible prescindir del tratamiento postoperatorio, ya que las tasas mas altas de embarazo se obtienen el primer a�o despu�s de la cirug�a.

En la Adenomiosis el tratamiento est� condicionado por la edad de la mujer y las caracter�sticas de la lesi�n.  Si la mujer es joven, puede intentarse la extirpaci�n del foco conservando el �tero.   Sin embargo, a menudo la lesi�n es difusa y es necesario extirpar el �tero.  En estos casos se conservar�n los anexos.

 

Fuente: Ginecolog�a Gonzalez Merlo

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