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WALTER RODNEY, Cómo Europa subdesarrolló al África.

Traducción: Luis César Bou

 

Capítulo Cuatro. Europa y las raíces del subdesarrollo africano hasta 1885



La relación entre el grado de miseria de los pueblos de África y el alcance y naturaleza de la explotación que tuvieron que padecer es evidente. África permanece marcada por los crímenes de los traficantes de esclavos: hasta hoy, sus potencialidades están restringidas por la despoblación.”

Ahmed Sekou Toure, República de Guinea, 1962

4.1 La Trata de Esclavos Europea como Factor Básico en el Subdesarrollo Africano

Discutir el comercio entre los africanos y los europeos durante los cuatro siglos anteriores al dominio colonial es virtualmente discutir la trata de esclavos. Hablando estrictamente, el africano solo se convertía en esclavo cuando llegaba a una sociedad en la que trabajaba como esclavo. Antes de eso, primero era un hombre libre y luego un cautivo. Sin embargo, es aceptable hablar acerca de la trata de esclavos para referirse al embarque de cautivos desde África hacia otras partes del mundo donde habrían de vivir y trabajar como propiedad de europeos. El título de esta sección está elegido deliberadamente para llamar la atención sobre el hecho de que los embarques eran hechos todos por europeos hacia mercados controlados por europeos, y esto era en interés de del capitalismo europeo y de nada más. En el Este de África y en Sudán, muchos africanos fueron tomados por árabes y vendidos a compradores árabes. Esto es conocido (en libros europeos) como la “Trata de esclavos árabe”. Por lo tanto, dejemos claro que cuando los europeos embarcaban africanos hacia compradores europeos esto era la “Trata de esclavos europea” desde África.

Indudablemente, con pocas excepciones tales como la de Hawkins, los compradores europeos compraron cautivos africanos en las costas de África y la transacción entre ellos y los africanos era una forma de comercio. También es cierto que muy frecuentemente un cautivo era vendido y revendido a medida que hacía su camino desde el interior hasta el puerto de embarque –y que también era una forma de comercio. Sin embargo, en su conjunto, el proceso por el que eran obtenidos los cautivos en suelo africano no era de ninguna manera comercio. Era mediante la guerra, el fraude, el bandidismo y el rapto. Cuando uno trata de medir el efecto de la trata de esclavos europea sobre el continente africano, es muy esencial comprender que uno está midiendo el efecto de la violencia social más que del comercio en cualquier sentido normal de la palabra.

Muchas cosas permanecen inciertas acerca de la trata esclavista y sus consecuencias para África, pero está clara la imagen general de destrucción, y esa destrucción puede mostrarse como la lógica consecuencia de la manera de reclutamiento de los cautivos en África. Una de las incertidumbres concierne a la pregunta básica de cuántos africanos fueron importados. Esto ha sido un objeto de especulación por largo tiempo, con estimaciones que van de unos pocos millones hasta más de cien millones. Un estudio reciente ha sugerido una cifra de unos diez millones de africanos desembarcados vivos en las Américas, las islas del Atlántico y Europa. Porque es una cifra baja, está siendo usada actualmente por los académicos europeos que son apologistas del sistema capitalista y su largo registro de brutalidad en Europa y en el exterior. En orden de blanquear la trata negrera europea, encuentran conveniente comenzar minimizando las cifras concernientes. La verdad es que cualquier cifra de africanos importados a las Américas que esté basada estrechamente en los registros de los sobrevivientes tiende a ser baja, porque había mucha gente en esa época que tenía un gran interés en contrabandear esclavos (y ocultar la información). Sin embargo, si la cifra baja de diez millones fuera aceptada como una base para evaluar el impacto de la esclavitud sobre África en su conjunto, las conclusiones que podrían legítimamente derivarse confundirían a aquellos que intentan aligerar la experiencia del rapto de africanos desde 1445 a 1870.

Sobre cualquier cifra básica de africanos desembarcados vivos en las Américas, uno tendrá que hacer varias extensiones –comenzando con un cálculo para cubrir la mortandad en el viaje. El cruce del Atlántico o “Pasaje Medio”, como era denominado por los esclavistas europeos, era notorio por el número de muertes que provocaba, alcanzando entre el 15 y el 20%. Había también numerosas muertes en África entre el momento de la captura y el del embarque, especialmente en casos en que los cautivos tenían que viajar cientos de millas hasta la costa. Lo más importante de todo (dado que la guerra era el medio principal de obtener cautivos) es necesario hacer alguna estimación del número de gente muerta y herida en el proceso de extraer los que eran tomados vivos. La cifra resultante sería muchas veces mayor a la de los millones desembarcados vivos fuera del África, y es esta cifra la que representa el número de africanos directamente removidos de la población y de la fuerza de trabajo del África a causa del establecimiento de una producción esclavista por los europeos.

La pérdida masiva de fuerza de trabajo africana fue más crítica porque estaba compuesta de hombres y mujeres jóvenes y fuertes. Los compradores de esclavos preferían a sus víctimas entre las edades de 15 y 35 años, y preferiblemente en el inicio de sus veinte; la proporción de sexo era aproximadamente de dos hombres por cada mujer. Los europeos aceptaban frecuentemente niños africanos más jóvenes, pero raramente alguna persona más vieja. Embarcaban a los más saludables cuando era posible, tomándose el trabajo de conseguir aquellos que habían sobrevivido a un ataque de viruela, y que eran por lo tanto inmunes a ataques ulteriores de la enfermedad, la cual era entonces una de las enfermedades que más gente mataba en el mundo.

La ausencia de datos acerca del tamaño de la población de África en el siglo XV hace dificultoso hacer una afirmación científica de los resultados de la pérdida de población. Pero, nada sugiere que haya habido algún incremento en la población del continente en los siglos de la esclavitud, aunque esa era la tendencia en otras partes del mundo. Obviamente, nacían menos niños que los que hubieran nacido si millones de personas en edad reproductiva no hubieran sido eliminadas. Además, es esencial reconocer que la trata de esclavos a través del océano Atlántico no era la única conexión que tenían los europeos con la esclavitud en África. La trata esclavista en el océano Índico ha sido denominada la “trata de esclavos del oriente africano” y la “trata de esclavos árabe” durante tanto tiempo que oculta la dimensión hasta la cual también era una trata de esclavos europea. Cuando la trata esclavista del este africano estaba en su punto máximo, en el siglo XVIII e inicios del XIX, el destino de la mayoría de los cautivos estaba en las economías de plantación de propiedad europea en las islas Mauricio, Reunión y Seychelles, así como en las Américas, vía el Cabo de Buena Esperanza. Además, los africanos trabajando como esclavos en países árabes entre los siglos XVIII y XIX estaban en última instancia sirviendo al sistema capitalista europeo que impuso una demanda a los productos cultivados por esclavos, tales como el clavo de olor cultivado en Zanzíbar bajo la supervisión de amos árabes.

Nadie ha sido capaz de establecer una cifra que represente las pérdidas totales de población africana, como consecuencia de la extracción de trabajo esclavo de todas las áreas y hacia todos los destinos, durante los muchos siglos en que existió la trata esclavista. Sin embargo, en todos los otros continentes desde el siglo XV en adelante, la población mostró un incremento constante y a veces espectacular; en tanto que es notorio que no ocurrió lo mismo en África. Un académico europeo dio las siguientes estimaciones de población mundial (en millones) para cada continente:

              1650     1750     1850     1900

Africa     100        100       100       120

Europe    103        144       274       423

Asia        257        437       656       857

Ninguna de las cifras anteriores son realmente precisas, pero ellas indican un consenso entre los investigadores de la población en el sentido que el continente africano entero tiene un anormal registro de estancamiento en este aspecto, y no hay factor causal otro que la trata de esclavos, hacia la que debe dirigirse la atención

Un énfasis en la pérdida de población en altamente relevante para la cuestión del desarrollo socioeconómico. El crecimiento poblacional ha jugado un rol principal en el desarrollo europeo al proveer trabajo, mercados, y presiones que condujeron a un avance ulterior. El crecimiento poblacional japonés tuvo similares efectos positivos; y en otras partes de Asia que permanecieron precapitalistas, el tamaño de la población condujo a una explotación mucho más intensiva de la tierra, lo que no ha sido el caso en lo que es el continente africano poblado dispersamente.

En tanto la densidad de población era baja, los seres humanos considerados como unidades de trabajo eran mucho más importantes que otros factores de producción tales como la tierra. Desde un confín a otro, es fácil encontrar ejemplos de que el pueblo africano era consciente de que la población era en sus circunstancias el factor de producción más importante. Entre los bemba, por ejemplo, el número de súbditos era considerado más importante que la tierra. Entre los Shambala de Tanzania, el mismo sentimiento era expresado en el dicho: “un rey es gente”. Entre los Balanta de Guinea-Bissau, la fuerza de la familia esta representada por la cantidad de manos que hay para cultivar la tierra. Ciertamente, muchos gobernantes africanos consintieron la trata de esclavos europea por lo que ellos consideraban una razón de propio interés, pero en ninguna escala de racionalidad puede considerarse que la sangría de población haya sido algo distinto a un desastre para las sociedades africanas.

La actividad económica africana fue afectada tanto directa como indirectamente por la pérdida de población. Por ejemplo, cuando los habitantes de un área dada eran reducidos por debajo de cierto número en un medio ambiente donde estaba presente la mosca tse tse, los pocos remanentes tenían que abandonar el área. En efecto, la esclavización era causante de que esta gente perdiera su batalla por domesticar y someter a la naturaleza –una batalla que es la base del desarrollo. La violencia también significa inseguridad. La oportunidad provista por los compradores de esclavos europeos se convirtió en el principal (aunque no el único) estímulo para una gran violencia social entre distintas comunidades africanas y dentro de una misma comunidad dada. Tomó la forma más de la razzia y el rapto que de la guerra regular, y ese hecho incremento el elemento miedo e incertidumbre.

Tanto abiertamente como por implicación, todas las potencias europeas indicaron en el siglo XIX su conocimiento de que las actividades conectadas con producir cautivos eran inconsistentes con otros propósitos económicos. Ese fue el momento en que Gran Bretaña en particular quería africanos para recolectar aceite de palma y caucho, y para cultivar cosechas para la exportación, en lugar de para esclavos; y era claro que las razzias esclavistas estaban violentamente en conflicto con ese objetivo en África oriental, central y occidental. Mucho antes de esa fecha, los europeos aceptaron ese hecho cuando su propio interés estaba involucrado. Por ejemplo, en el siglo XVII, los portugueses y holandesas desalentaron la trata esclavista en la “Costa de Oro” porque reconocían que podía ser incompatible con el comercio de oro. Sin embargo, para fines de ese siglo, había sido descubierto oro en Brasil, y la importancia de del abastecimiento de oro africano había decrecido. Dentro del tráfico atlántico en su conjunto, los esclavos africanos se convirtieron en más importantes que el oro, y el oro brasileño fue ofrecido a cambio de cautivos africanos en Whydah (Dahomey) y Accra. En ese punto, la esclavitud comenzó a minar la economía de la “Costa de Oro” y a destruir el comercio de oro. Las razzias y raptos de esclavos hicieron peligrosa la búsqueda y tráfico de oro; y hacer razzias en busca de cautivos se mostró más rentable que buscar oro. Un europeo que estaba en la escena notó que: “como una razzia afortunada hace rico a un nativo en un día, ellos se aplican más a la guerra, el robo y el saqueo que en su viejo negocio de cavar y recolectar oro”.

El cambio anterior desde la búsqueda de oro a las razzias esclavistas tuvo lugar dentro de un período de pocos años entre 1700 y 1710, cuando la “Costa de Oro” comenzó a abastecer entre 5 y 6 mil cautivos por año. Para fines del siglo XVIII, fue exportado un número mucho menor de cautivos desde la “Costa de Oro”, pero el daño ya estaba hecho. Es importante señalar que los europeos buscaron diferentes partes de África occidental y central en distintas épocas para que jugaran el papel de abastecedores principales de esclavos para las Américas. Esto significa que virtualmente cada parte de la extensa costa occidental entre los ríos Senegal y Cunene tuvo al menos unos años de experiencia del tráfico intensivo de esclavos –con todas sus consecuencias. Además, en la historia de Nigeria occidental, el Congo, Angola del norte y Dahomey, hubo períodos que duraron décadas en que las exportaciones permanecieron en un nivel de varios miles al año. La mayoría de esas áreas estaban desarrolladas en un nivel relativamente alto dentro del contexto africano. Había fuerzas importantes dentro de África, cuyas energías de otra manera se habrían dirigido hacia el progreso y mejoramiento del continente en su conjunto.

El cambio hacia las actividades guerreras y la captura debe haber afectado todas las ramas de la actividad económica, y en particular a la agricultura. Ocasionalmente, en ciertas localidades la producción de comida fue incrementada para proveer provisiones a los barcos negreros, pero la consecuencia general de la esclavización sobre las actividades agrícolas en África occidental, oriental y central fue negativa. El trabajo fue drenado de la agricultura y las condiciones se volvieron inestables. Dahomey, que en el siglo XVI era conocido por sus exportaciones de comida hacia lo que es hoy Togo, estaba sufriendo hambrunas en el siglo XIX. La presente generación de africanos recordará el periodo colonial cuando los hombres capacitados dejaban sus hogares como trabajadores migrantes, la perturbación en la rutina agrícola en los distritos de origen frecuentemente causaba hambrunas. Después de todo, el comercio de esclavos significaba una migración del trabajo en una forma cientos de veces más brutal y perturbadora.

Para lograr el desarrollo económico, una condición esencial es hacer la máxima utilización de los recursos naturales y laborales del país. Usualmente, esto demanda condiciones pacíficas, pero ha habido épocas en la historia en que grupos sociales se han fortalecido asolando a sus vecinos en busca de mujeres, ganado y bienes, porque entonces utilizaban el “botín” de sus correrías para beneficio de su propia comunidad. La esclavitud en África ni siquiera tuvo ese valor. Los cautivos eran embarcados hacia el exterior en lugar de ser utilizados dentro de cualquier comunidad africana para crear riqueza a partir de la naturaleza. Fue solamente como un subproducto accidental que en algunas áreas los africanos que reclutaban cautivos para los europeos comprendieran que era beneficioso quedarse con algunos cautivos para el propio uso. En cualquier caso, la esclavización previno a la población remanente de involucrarse efectivamente en la agricultura y la industria, y utilizó a los cazadores profesionales de esclavos y a los guerreros más para destruir que para construir. Aparte del aspecto moral y el sufrimiento inmenso que causó, el comercio europeo de esclavos fue totalmente irracional económicamente, desde la perspectiva del desarrollo africano.

Para ciertos propósitos, es necesario ser más específico y hablar  del comercio de esclavos no en términos del continente en general sino más bien con referencia al impacto variable en las distintas regiones. La relativa intensidad de las razzias esclavistas en distintas áreas es muy bien conocida. Algunos pueblos sudafricanos fueron esclavizados por los boers y algunos musulmanes de África del norte por europeos cristianos, pero esos fueron episodios menores. Las zonas más notorias para las exportaciones humanas eran, primeramente, África occidental desde el Senegal hasta Angola a lo largo de un cinturón que se extendía unas 200 millas hacia el interior y, en segundo lugar, esa parte del África oriental central que hoy cubre Tanzania, Mozambique, Malawi, Zambia del norte y el Congo del este. Además, pueden hacerse precisas distinciones dentro de cada una de esas áreas.

En consecuencia puede parecer que la trata de esclavos no afectó adversamente el desarrollo de algunas partes de África, simplemente porque las exportaciones eran inexistentes o estaban en un nivel bajo. Sin embargo, el argumento de que la trata de esclavos europea fue un factor conducente al subdesarrollo para el continente en su conjunto puede ser sostenido, porque aunque un distrito africano que no comerciara con Europa no estaba enteramente libre de las influencias que ésta ejercía. Los bienes comerciales europeos se infiltraban en lo más profundo del interior, y (más significativamente) la orientación de grandes áreas del continente hacia las exportaciones humanas en lugar de otras interacciones positivas fue lo que predominó.

La propuesta anterior puede ser comprendida más completamente haciendo algunas comparaciones. En cualquier economía dada, los variados componentes reflejan mutuamente su estado. En consecuencia, cuando hay depresión en un sector, esa depresión se transfiere invariablemente hacia otros, al menos en cierta medida. Igualmente, cuando hay auge en un sector los otros se benefician. Yendo hacia las ciencias biológicas, se encontrará que los estudiosos de ecología reconocen que un simple cambio, tal como la desaparición de pequeñas especies, puede disparar reacciones negativas o positivas en esferas que superficialmente parecen no conectadas. Los sectores de África dejados “libres” por las exportaciones de cautivos deben haber sido afectados por la tremenda dislocación –de formas que no son fáciles de comprender, porque en gran parte es preguntarse qué habrá pasado.

Las preguntas hipotéticas tales como “¿qué hubiera pasado si...? a veces conducen a especulaciones absurdas Pero es completamente legítimo y muy necesario preguntar “¿qué hubiera pasado en Barotselandia (Zambia del Sur) si no hubiera habido una trata de esclavos generalizada a través del cinturón del África central que cruza inmediatamente al norte de Barotselandia?” “¿Qué habría ocurrido en Buganda si los katangueses hubieran estado concentrados en vender cobre a los Baganda en lugar de cautivos a los europeos?”

Durante la época colonial, los británicos obligaron a los africanos a cantar:

Rule Britannia, Britannia rule the waves

Britons never never never shall be slaves

[Gobierna Britannia, Britannia gobierna las olas

Los británicos nunca nunca serán esclavos]

 

Los propios británicos comenzaron a cantar la canción a inicios del siglo XVIII, en el pináculo de la utilización de los africanos como esclavos. “¿Cuál hubiera sido el nivel de desarrollo de los británicos si millones de ellos hubieran sido puestos a trabajar como esclavos fuera de su patria durante un período de cuatro siglos?” Además, asumiendo que esos tipos maravillosos no pudieran nunca nunca nunca haber sido esclavos, uno puede especular un poco más sobre los probables efectos sobre su desarrollo si Europa continental hubiera  sido esclavizada. Si ese hubiera sido el caso, sus vecinos cercanos hubieran sido desplazados del fructífero comercio con Gran Bretaña. Después de todo, el comercio entre las islas británicas y lugares como el Báltico y el Mediterráneo es considerado unánimemente por los estudiosos como habiendo sido el estímulo más temprano a la economía inglesa en los períodos finales del feudalismo e inicios del capitalismo, incluso antes de la época de la expansión de ultramar.

Una táctica que ahora está siendo empleada por ciertos académicos europeos (incluyendo norteamericanos) es decir que la trata esclavista europea fue indudablemente un mal moral, pero fue económicamente buena para África. Aquí la atención debe dirigirse sólo muy brevemente a unos pocos de estos argumentos para indicar cuán ridículos pueden ser. Uno que recibe mucho énfasis es que los gobernantes africanos y otras personas obtuvieron bienes europeos a cambio por sus cautivos, y así fue como los africanos ganaron “riqueza”. Esta sugerencia falla en tener en cuenta el hecho de que varias importaciones europeas estaban compitiendo con y estrangulando a producciones africanas; falla en tomar en cuenta el hecho de que ninguno en la larga lista de artículos europeos era del tipo de los que entran en el proceso productivo, sino más bien cosas para ser consumidas rápidamente o descartadas por inútiles; e increíblemente pasa por alto el hecho de que la mayoría de las importaciones eran de la peor calidad incluso como bienes de consumo –ginebra barata, pólvora barata, ollas y calderos llenos de agujeros, abalorios, y otras basuras surtidas.

Siguiendo con lo anterior, se ha sugerido que ciertos reinos africanos se fortalecieron política y económicamente como consecuencia del comercio con los europeos. Los más grandes de los reinos de África occidental, tales como Oyo, Benin, Dahomey y Asante son citados como ejemplos. Oyo y Benin eran grandes, antes de hacer contacto con los europeos, y mientras tanto Dahomey como Asante se volvieron más fuertes durante el período de la trata esclavista europea, las raíces de sus logros retroceden hacia años muy anteriores. Además –y esta es una de las falacias más grandes en el argumento de los apologistas de la trata esclavista -  el hecho de que un estado africano dado se volviera políticamente más poderoso el mismo tiempo que se implicaba en vender cautivos a los europeos no es para ser atribuido automáticamente al crédito de la trata de esclavos. Una epidemia de cólera puede matar a miles en un país y sin embargo la población crece. El incremento obviamente sobreviene a pesar y no a causa del cólera. Esta lógica simple escapa a aquellos que hablan acerca de la trata esclavista europea beneficiando al África. La tendencia destructiva del comercio de esclavos puede ser establecida claramente; y, doquiera un estado parece progresar en la época de la trata esclavista, la conclusión simplemente es que lo hizo a pesar de los efectos adversos de un proceso que era más dañino que el cólera. Esta es la imagen que surge de un estudio detallado de Dahomey, por ejemplo, y en el análisis final aunque Dahomey hizo lo mejor que pudo para expandirse política y militarmente mientras todavía estaba ligado a la trata de esclavos, esa forma de actividad económica perjudicó seriamente su base económica y lo dejó en situación mucho peor.

Unos pocos de los argumentos acerca de los beneficios económicos para África de la trata esclavista europea dicen nada menos que exportar millones de cautivos era un modo de evitar la hambruna en África! Intentar replicar a esto sería penoso y una pérdida de tiempo. Pero, quizá una versión más subterránea del mismo argumento requiere una respuesta: o sea, el argumento de que África ganó porque en el proceso de trata esclavista fueron adquiridas del continente americano nuevas variedades de cultivos alimenticios y éstos se divulgaron en África. Los cultivos en cuestión son el maíz y la cassava, que se divulgaron en África a fines del siglo XIX y en el presente siglo. Pero la difusión de cultivos alimenticios es uno de los fenómenos más comunes de la historia humana. La mayoría de los cultivos se originaron en sólo uno de los continentes, y luego el contacto social provocó su transferencia hacia otras partes del mundo. Comerciar con esclavos no tiene influencia especial sobre la difusión de cultivos –las formas más simples de comercio habrían obtenido el mismo resultado. Hoy, los italianos tienen comidas derivadas del trigo como los spaghetti y macaroni como su elemento principal, en tanto que la mayoría de los europeos utilizan la patata. Los italianos tomaron la idea de comidas tipo spaghetti de los tallarines chinos luego de que Marco Polo retornó de sus viajes allí, en tanto Europa adoptó a patata de los indios americanos. En ninguno de los dos casos los europeos fueron esclavizados antes de que pudieran recibir un beneficio que era el patrimonio lógico de toda la humanidad, pero a los africanos se nos dice que la trata esclavista europea nos desarrolló porque nos dio maíz y cassava.

Todos los puntos anteriores están tomados de libros y artículos publicados recientemente, como fruto de la investigación en las principales universidades británicas y norteamericanas. Probablemente no son las consideraciones más comunes incluso entre los académicos burgueses europeos, pero son representativas de una tendencia creciente que parece estar por convertirse en la nueva ortodoxia aceptada en los países capitalistas metropolitanos; y esto coincide significativamente con la lucha de Europa contra la descolonización ulterior de África mental y económicamente. En cierto sentido, es preferible ignorar tal basura y aislar a nuestros jóvenes de sus insultos; pero desafortunadamente uno de los aspectos del actual subdesarrollo africano es que los editores capitalistas y los académicos burgueses dominan la escena y contribuyen a moldear las opiniones por todo el mundo. Es por esta causa que los escritos del tipo que justifica la trata esclavista tienen que ser expuestos como propaganda racista burguesa, sin conexión con la realidad o con la lógica. Es una cuestión no solamente de historia sino de la lucha por la liberación hoy en día en África.

 

4.2 Estancamiento tecnológico y distorsión de la economía africana en la época precolonial.

Ya ha sido indicado que en el siglo XV la tecnología europea no era totalmente superior a la de otras partes del mundo. Había ciertos rasgos específicos que eran altamente ventajosos para Europa –tales como la navegación y (en menor medida) las armas. Los europeos que comerciaban con África tenían que hacer uso de bienes de consumo de Asia y África, mostrando que su sistema de producción no era absolutamente superior. Es particularmente remarcable que en los primeros siglos de comercio, los europeos recayeron mucho en los textiles indios para su reventa en África, y también compraban telas en varias partes de la costa occidental africana para revenderlas en otras partes. Marruecos, Mauritania, Senegambia, Costa del Marfil, Benin, el país yoruba y Luanda eran todos exportadores hacia otras partes de África –a través de la intermediación europea. Sin embargo, para la época en que África entró en la era colonial, estaba concentrada casi completamente en la exportación de algodón sin procesar y la importación de telas de algodón manufacturadas. Esta reversión remarcable está ligada al avance tecnológico en Europa y al estancamiento de la tecnología en África debido al propio comercio con Europa.

La manufactura textil en el mundo pasó por una etapa de telares manuales y producción artesanal en pequeña escala. Para el siglo XVI ese era el patrón general en África, Asia y Europa; con los productores textiles asiáticos como los más hábiles del mundo. India es el ejemplo clásico, donde los británicos utilizaron todos los medios a su disposición para matar a la industria textil, de manera que los textiles británicos pudieran ser vendidos en todas partes, incluyendo el propio interior de la India. En África, la situación no era tan definida, ni se requería tanto esfuerzo consciente por parte de los europeos para destruir la manufactura textil africana pero la situación era la misma. Europa se benefició tecnológicamente de sus contactos comerciales externos, en tanto que África o no pudo beneficiarse o se perjudicó. Las invenciones e innovaciones vitales aparecieron en Inglaterra a fines del siglo XVIII, luego de que las ganancias del comercio exterior fueran reinvertidas. De hecho, la nueva maquinaria representaba la inversión de capital primario acumulado del comercio y la esclavitud. El comercio africano e indio fortalecieron a la industria británica que a su vez aplastó a cualquier industria existente en lo que ahora se denominan países “subdesarrollados”.

La demanda africana de textiles se incrementó rápidamente en los siglos XV, XVI y XVII, de manera que hubo un mercado para todos los textiles producidos localmente así como un sitio para las importaciones provenientes de Europa y Asia. Pero, dirigida por una clase capitalista ávida, la industria europea incrementó su capacidad para producir en gran escala por medio de la energía eólica, hidráulica y de vapor. La industria textil europea fue capaz de copiar diseños africanos e indios, y eventualmente reemplazarlos. Parcialmente por medio del establecimiento de un monopolio sobre la distribución textil en las costas de África, y parcialmente arruinando la producción africana con la importación textil masiva, Los comerciantes europeos finalmente tuvieron éxito en poner fin a la expansión de la manufactura textil africana.

Hay muchos y variados factores sociales que se combinan para determinar cuándo una sociedad hace un avance desde la tecnología artesanal de pequeña escala al equipamiento diseñado para dominar a la naturaleza de manera que el trabajo sea más efectivo. Uno de los factores principales es la existencia de una demanda por más productos de los que pueden elaborarse manualmente, de manera que la tecnología es demandada para responder a una necesidad social definida –tal como la de textiles. Cuando los textiles europeos se volvieron dominantes en el mercado africano, esto significó que los productores africanos fueron apartados de la demanda creciente. Los productores artesanales o abandonaron sus tareas frente a los textiles baratos europeos, o continuaron con los mismos instrumentos manuales de pequeña escala para crear estilos y piezas para mercados particulares. En consecuencia, hubo lo que puede denominarse “detención tecnológica” o estancamiento, y en algunas instancias verdadera regresión, ya que la gente olvidó incluso la técnica simple de sus ancestros. El abandono de la tradicional fundición de hierro en la mayor parte de África es probablemente la instancia más importante de a regresión tecnológica.

Desarrollo significa una capacidad de crecimiento autosostenido. Esto significa que una economía debe registrar avances que a su vez promuevan progresos ulteriores. La pérdida de industrias y capacidades en África fue extremadamente pequeña, si la medimos desde la perspectiva de las adquisiciones científicas modernas o incluso según los parámetros de la Inglaterra de fines de siglo XVIII. Sin embargo, debe tenerse en mente que ser llevado hacia atrás en una etapa significa que es imposible avanzar hacia una etapa superior. Cuando una persona es obligada a abandonar la escuela luego de sólo dos años de educación escolar primaria, no hay duda que está académica e intelectualmente menos desarrollado que uno que tuvo la oportunidad de ser escolarizado hasta el nivel universitario. Lo que África experimentó en los primeros siglos del comercio fue precisamente la pérdida de la oportunidad de desarrollo, y esto es de la mayor importancia.

Uno de los rasgos asociados con el avance tecnológico es un espíritu de investigación científica estrechamente relacionado al proceso de producción.  Esto conduce a la innovación e invención. Durante el período de desarrollo capitalista en Europa, este fue el caso, y los historiadores ponen gran énfasis en el espíritu de invención de los ingleses en el siglo XVIII. [... ...] La conexión entre África y Europa desde el siglo XV en adelante sirvió para bloquear este espíritu de innovación tecnológica tanto directa como indirectamente.

La trata esclavista europea fue una obstrucción directa, al remover a millones de jóvenes y adultos jóvenes que son los agentes humanos de los cuales surge la invención. Aquellos que permanecieron en áreas malamente ocultas de la captura de esclavos estuvieron más preocupados por su libertad que por las mejoras en la producción. Además, incluso las regiones más activas de África  occidental, central y oriental estaban más comprometidas con el comercio que con la producción, a causa de la naturaleza de los contactos con Europa; y esa situación no fue conducente a la introducción de avances tecnológicos. Los grupos más dinámicos de un gran área de África se asociaron con el comercio exterior –notoriamente, los intermediarios afro-portugueses de la Alta Guinea, las mujeres mercaderes akan, los comerciantes aro de Biafra, los mulatos de Angola, los comerciantes yao de Mozambique, y los swahili y wanyanmezi de África oriental. El comercio que ellos llevaban adelante era en rubros de exportación como cautivos y marfil que no requerían la invención de maquinaria. Aparte de esto, fueron los agentes en la distribución de importaciones europeas.

Cuando Gran Bretaña era la potencia económica líder del mundo, solía referirse a sí misma como una nación de tenderos: pero la mayoría de los bienes de sus tiendas eran producidos por ellos mismos, y esto fue por la lucha con los problemas impuestos por la producción que llevaron adelante sus ingenieros con tantas invenciones. En África, los grupos comerciantes no podían hacer ninguna contribución al mejoramiento tecnológico porque su papel y preocupación llevó sus mentes  y energías lejos de la producción.

Aparte de la invención, también debemos considerar la copia de tecnología. Cuando una sociedad por cualquier razón se encuentra tecnológicamente detrás de otras, pude mejorar su situación no sólo mediante invenciones independientes, sino también por la copia. De hecho, muy pocos de los principales descubrimientos científicos del hombre han sido descubiertos por separado en distintos lugares y por distinta gente. Una vez que un principio o herramienta es conocida, se disemina o difunde entre otras gentes. ¿Por qué entonces la tecnología europea fallo en hacer su camino dentro de África durante los muchos siglos de contacto entre los dos continentes? La causa básica es que la propia naturaleza del comercio afro-europeo era muy desfavorable para el movimiento de ideas y técnicas positivas desde el sistema capitalista europeo al sistema de producción precapitalista africano (comunal, feudal y pre-feudal).

La única sociedad no-europea que copió efectivamente a Europa y se convirtió en capitalista es la de Japón. Japón era ya una sociedad feudal altamente desarrollada progresando hacia sus formas capitalistas en el siglo XIX. Su pueblo no fue esclavizado ni colonizado por Europa, y sus relaciones comerciales externas eran muy ventajosas. Por ejemplo, los manufactureros textiles japoneses tenían el estímulo de su propio mercado interno creciente y algo del externo en Asia y Europa. Bajo tales circunstancias, la joven clase capitalista japonesa (incluyendo a muchos antiguos terratenientes feudales) copiaron la tecnología de Europa y la domesticaron exitosamente antes de fines del siglo XIX. La utilización de este ejemplo de fuera del África se utiliza para enfatizar que para que África pudiera utilizar la tecnología de Europa la demanda debería haber venido de interior de África misma –y muy probablemente de una clase o grupo que viera ganancias en la nueva tecnología. Tenía que haber tanto voluntad de parte de los europeos para transferir la tecnología como estructuras socio-económicas africanas capaces de hacer uso de esa tecnología e internalizarla.

Cazar elefantes o cautivos usualmente no induce en África a una demanda por ninguna tecnología más que las armas de fuego. Las líneas de la actividad económica adjuntas al comercio exterior fueron o destructivas como la esclavitud, o en el mejor de los casos puramente extractivas, como la caza de marfil y la tala de árboles de maderas preciosas. En consecuencia, no había razón para desear las habilidades técnicas europeas. Las economías africanas habrían tenido poco espacio para tales habilidades a menos que las exportaciones de tipo negativo fueran detenidas. Un hecho remarcable que frecuentemente es traído a la luz es que varios gobernantes africanos en distintas partes del continente consideraron claramente la situación, y buscaron tecnología europea para el desarrollo interno, que se deseaba que reemplazara a la trata esclavista.

Los europeos ignoraron deliberadamente esos requerimientos africanos de que Europa pusiera a su disposición ciertas habilidades y técnicas. Este fue un elemento en la situación del Kongo a inicios del siglo XVI, que ya ha sido mencionada. Ocurrió también en Etiopía, a pesar de que en Etiopía no fue establecido ningún comercio en cautivos con los Europeos. Una embajada portuguesa llegó a la corte etíope en 1520. Habiendo examinado las espadas, mosquetes, ropas y otros objetos de los portugueses, el emperador Lebna Dengel sintió la necesidad de introducir el conocimiento técnico europeo en Etiopía. Existe correspondencia entre el emperador y gobernantes europeos tales como los reyes Manuel I y Juan III de Portugal y el papa León X, en la cual se pide por la asistencia europea a la industria etíope. Hasta fines del siglo XIX, las peticiones etíopes en tal efecto fueron repetidas con poco o ningún éxito.

En la primera mitad del siglo XVIII, hubo dos ejemplos de gobernantes africanos que apreciaban la tecnología europea, y mostraron su preferencia por los saberes y no los barcos esclavistas. Cuando Agaja Trudo de Dahomey buscó detener el comercio en cautivos, hizo una apelación a artesanos europeos, y envió un embajador a Londres para ese propósito. Un europeo que estuvo en la corte de Dahomey a fines del siglo XVIII dijo a sus compatriotas que “si algún sastre, carpintero, herrero o cualquier otra suerte de hombre blanco que es libre desea ir allí, encontrará muy buen respaldo”. El ashantehene, Opoku Ware (1729-50), también pidió a los europeos la instalación de fábricas y destilerías en Asante, pero no obtuvo respuesta.

Teniendo en mente la historia de Japón, debe señalarse que los primeros requerimientos por asistencia técnica vinieron de los imperios de Etiopía y Kongo, que en el siglo XVI estaban en un nivel indudablemente comparable al de la mayoría de los estados feudales, con la importante excepción que ellos no habían producido las semillas del capitalismo. Durante el siglo XVIII los grandes estados africanos de Dahomey y Asante se volvieron prominentes. Habían dejado atrás la etapa comunal y tenían una estratificación de clases de algún modo feudal junto a la especialización en muchas actividades tales como el trabajo del oro, el hierro y los textiles. La sociedad asante bajo Opoku Ware había mostrado ya una capacidad para la búsqueda de innovaciones, tomándose el trabajo de tomar los tejidos de seda importados y destejiéndolos para combinar la seda con el algodón para hacer el famoso tejido kente. En otras palabras, no hubiera habido ninguna dificultad en que tales sociedades africanas dominaran los conocimientos técnicos europeos y cruzaran la estrecha fisura que existía entre ellas y Europa en esa época.

Bien dentro del siglo XIX, Europa desplegó la misma indiferencia hacia los pedidos de asistencia práctica provenientes de África, aunque para ese período tanto los gobernantes africanos como los capitalistas europeos hablaban sobre reemplazar la trata de esclavos. A inicios del siglo XIX, un rey de Calabar (en Nigeria del este) escribió a los británicos pidiendo por una refinería de azúcar; en tanto que en torno a 1804 el rey Adandozan de Dahomey fue lo suficientemente audaz como para pedir ¡una fábrica de armas! Para esa fecha, muchas partes del África occidental estaban yendo a la guerra con armas de fuego y pólvora europea. Surgió un dicho en Dahomey que expresaba que “Quien hace la pólvora gana la guerra”, lo que era un reconocimiento de que los africanos estaban condenados a caer ante la superioridad de los europeos en el campo de la tecnología armamentista. Por supuesto, los europeos estaban también muy al tanto de que su tecnología armamentista era decisiva, y no existía la menor posibilidad de que hubieran estado de acuerdo en enseñar a los africanos a hacer armas de fuego y municiones.

Las circunstancias del comercio africano con Europa eran desfavorables para crear una demanda africana consistente por tecnología relevante para el desarrollo; y cuando esa demanda existió fue ignorada o rechazada por los capitalistas. Después de todo, no hubiera estado en el interés de los capitalistas desarrollar África. En épocas más recientes, los capitalistas occidentales han rehusado construir la represa del río Volta para Ghana, bajo el gobierno de Kwame Nkruman, hasta que comprendieron que los checoslovacos harían el trabajo; rehusaron construir la represa de Asuan para Egipto, y la Unión Soviética ha llegado al rescate; y en una situación similar ubicaron obstáculos en el camino de la construcción de un ferrocarril entre Tanzania y Zambia, y fue el estado socialista de China que avanzó para expresar su solidaridad con los campesinos y obreros africanos de un modo práctico. Ubicar la cuestión entera en perspectiva histórica nos permite ver que el capitalismo siempre ha desalentado la evolución tecnológica en África, y bloqueado el acceso de África a su tecnología. Como se verá en la sección subsiguiente, el capitalismo introdujo en África solo los aspectos limitados de su cultura material que eran esenciales para la explotación más eficiente, pero la tendencia general ha sido para el capitalismo la subdesarrollar tecnológicamente al África.

La trata esclavista europea y el comercio de ultramar en general tuvieron lo que se conoce como “efectos multiplicadores” sobre el desarrollo de Europa en un sentido muy positivo. Esto significa que los beneficios de los contactos exteriores se extendieron hacia muchas áreas de la vida europea no conectados directamente al comercio exterior, y que la sociedad toda estuvo mejor equipada para su propio desarrollo interno. Lo opuesto ocurrió en África, no sólo en la esfera crucial de la tecnología, sino también con respecto al tamaño y funcionamiento de cada economía de África. Bajo los procesos normales de evolución, una economía crece progresivamente hasta que luego de un tiempo dos economías vecinas se fusionan en una sola. Así fue precisamente como las economías nacionales se crearon en los estados de Europa occidental a través de la combinación gradual de lo que alguna vez fueron economías provinciales separadas. El comercio con África ayudó verdaderamente a Europa a unir más estrechamente las diferentes economías nacionales, pero en África condujo a la disrupción y desintegración a nivel local. Al mismo tiempo, cada economía local dejó de estar dirigida exclusivamente o incluso principalmente hacia la satisfacción de las necesidades de sus habitantes; y (lo reconozcan o no los africanos) su esfuerzo económico sirvió a intereses externos y los hizo dependientes de esas fuerzas externas basadas en Europa occidental. De esta manera, la economía africana tomada como un todo fue desviada lejos de su línea de desarrollo previa y fue distorsionada.

Hoy se ha convertido en un conocimiento común el hecho de que una de las causas principales por las que la industrialización genuina no puede realizarse fácilmente es que el mercado para los bienes manufacturados en cualquier país africano tomado individualmente es demasiado pequeño, y no hay integración de mercados en grandes áreas de África. La clase de relación que África ha tenido con Europa desde el propio comienzo, ha trabajado en una dirección opuesta a la integración de las economías locales. Ciertos lazos territoriales establecidos en el continente fueron rotos luego del siglo XV a causa del comercio europeo. Varios ejemplos surgen en la costa occidental africana hasta Angola, porque en esos sectores el comercio europeo era más voluminoso, y la documentación escrita superviviente es también más extensa.

Cuando los portugueses llegaron a la región de la Ghana moderna, en la década de 1470, tenían pocas mercancías que ofrecer a los habitantes a cambio del oro demandado por Europa. Sin embargo, eran capaces como para transferir por barco desde Benin en Nigeria abastecimientos de textiles de algodón, abalorios, esclavas, que eran comerciables en la “Costa de Oro”. Los portugueses estaban respondiendo a una demanda dada en la “Costa de Oro”, de manera que debe haber existido un comercio previo entre la gente de Benin y la de la “Costa de Oro”, particularmente los akan. Los akan eran productores de oro, y los de Benin artesanos especializados que tenían una superproducción de textiles y abalorios que manufacturaban ellos mismos. Como estado expansionista con un gran ejército, Benín tenía también acceso a prisioneros de guerra, en tanto que los akan parecían preocupados en construir su propia población y fuerza de trabaja, de manera que adquirían mujeres cautivas de Benin y las integraban rápidamente como esposas. Cuando intervinieron los portugueses en este intercambio, lo subordinaron a los intereses del comercio europeo. Tan pronto como Portugal y otras naciones europeas tuvieron bienes suficientes como para no ser dependientes de la re-exportación de ciertas mercancías de Benin, entonces todo lo que permaneció fueron los lazos entre la “Costa de Oro” y Europa por una parte y entre Benin y Europa por la otra.

Probablemente, los productos de Benin habían llegado a la “Costa de Oro” a través de las caletas tras la costa de lo que hoy es Dahomey y Togo. Por lo tanto, habría sido más conveniente cuando los europeos establecieron un contacto directo a través del mar abierto. Como señalé antes, la superioridad de los europeos en el mar era del mayor valor estratégico, junto a su capacidad organizativa. Esto fue ilustrado en varios lugares, comenzando con el Magreb y Mauritania. Luego de que los portugueses tomaron el control de la costa atlántica de África nor-occidental, fueron capaces de asegurar caballos, textiles de lana y abalorios, que embarcaron más hacia el sur hacia África occidental para cambiar por oro y esclavos; hasta el siglo XVI, el artículo más importante llevado por los portugueses para comerciar en Senegambia era el caballo. A cambio por un caballo recibían hasta quince cautivos. Los textiles de lana y abalorios norafricanos también eran utilizados por los portugueses para comprar oro en el río Gambia y tan lejos hacia el sur como en Sierra Leona.

Es necesario recordar que el Sudán occidental tenía relaciones con la costa occidental africana y con África del norte. Mucho antes de la llegada de los europeos, los caballos se trasladaban desde África del norte para ser cruzados con los caballos de África occidental. Mucho antes de la llegada de los europeos, los árabes y mauritanos viajaban hasta el río Senegal y más al sur para encontrar a los comerciantes mandinga djola y traspasarles productos tales como abalorios hechos en Ceuta y textiles fabricados con la lana de las ovejas del norte de África. Con la ventaja de la rapidez del transporte por mar en relación con el viaje por tierra a través del desierto, los portugueses rompieron la integración económica de la región. En cuanto al ejemplo Benin/Akan, el punto a señalar es que luego de que los portugueses se convirtieron en intermediarios tuvieron la oportunidad de desarrollar un nuevo modelo de comercio por el cual tanto África nor-occidental como África occidental se dirigieron hacia Europa y se olvidaron mutuamente.

Una situación similar se produjo en la costa de la Alta Guinea, y esta vez la explotación europea fue asistida por la presencia de colonos blancos en las islas de Cabo Verde. Los portugueses y los colonos de Cabo Verde penetraron en el comercio de Alta Guinea desde la década de 1470. Intervinieron en la transferencia de algodón y colorante de índigo de una comunidad africana a otra, y los colonos caboverdianos establecieron una floreciente industria de cultivo y manufactura de algodón. Utilizaron trabajo y técnicas de tierra firme, y exportaron los productos terminados a lo largo de la costa hasta Accra.

Los portugueses también controlaron el comercio en cauríes en el Kongo y sus islas, el comercio de sal a lo largo de la costa angoleña, y el comercio en textiles de palma de alta calidad entre Angola del norte y del sur. En algunas instancias, lograron el dominio no sólo por sus barcos y habilidades comerciales sino también mediante el uso de la fuerza –en tanto estaban operando en la costa y podían utilizar sus cañones. En África del este, por ejemplo, los portugueses utilizaron la violencia para capturar el comercio a los árabes y swahilis. La disrupción del comercio africano entre la “Costa del Marfil” y la “Costa de Oro” siguió ese modelo. Existía un fuerte comercio costero de canoas entre estas dos regiones, con la gente de cabo Lahou (en la actual Costa del Marfil) navegando más allá del cabo Tres Puntas, para vender sus textiles tan lejos como en Accra. Los portugueses instalaron un fuerte en Axim cerca del cabo Tres Puntas para servir al tráfico de oro con el interior; y una de sus funciones fue cortar el comercio costero africano este-oeste. Prohibieron a los residentes en Axim ir hacia cabo Lahou, y detuvieron a las canoas de la “Costa del Marfil” que pretendían navegar más allá de Axim. El propósito obviamente era convertir a ambas áreas en entidades económicas separadas ligadas exclusivamente a Europa.

El comercio africano mencionado antes demostró tener raíces profundas. Los holandeses lo encontraron todavía en marcha cuando tomaron Axim en 1637. Los empleados de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales que estaba operando en la “Costa de Oro” quisieron poner un fin completo al comercio africano; y cuando esto no se logró trataron de obligar a la gente de la “Costa del Marfil” a comprar cierta cantidad de productos holandeses. Los holandeses ordenaron que todo canoero de Axim que fuera al cabo Lahou debía transportar bienes holandeses por valor de al menos 4 onzas de oro. El propósito era convertir a un intercambio puramente inter-africano en un comercio africano/europeo.

Lo que fue sin duda en detrimento de los intentos africanos por integrar sus propias economías fue el hecho de que cuando los europeos se convirtieron en intermediarios en las redes comerciales locales, lo hicieron principalmente para facilitar la extracción de cautivos, y en subordinando consecuencia la economía entera a la trata esclavista europea. En la Alta Guinea y las islas de Cabo Verde, los portugueses y sus descendientes mulatos se comprometieron en una gran variedad de intercambios abarcando algodón, colorantes, nueces de kola y productos europeos. El propósito de ello era llenar las bodegas de los barcos negreros. En el Congo y Angola, emerge la misma imagen. La sal, cauríes y textiles de palma pasaron a manos portuguesas para compensar la carencia de bienes comerciales y sirvieron para comprar cautivos en distintas partes de la costa y en el interior.

El elemento de subordinación y dependencia es crucial para un entendimiento del subdesarrollo africano de hoy, y sus raíces llegan muy atrás en la época del comercio internacional. También es importante señalar que hay un tipo de falsa o seudo integración que es un camuflaje para la dependencia. En la época contemporánea, toma la forma de áreas de libre comercio en las partes del mundo antiguamente colonizadas. Estas áreas de libre comercio son hechas a la orden para la penetración de corporaciones multinacionales. Desde el siglo XV en adelante, la seudo integración apareció en la forma de la interconexión de las economías africanas a grandes distancias de la costa, para así permitir el pasaje de cautivos humanos y marfil desde un punto dado del interior hasta un punto dado en el océano Atlántico o Índico. Por ejemplo, los cautivos eran movidos desde el Congo a través de lo que hoy es Zambia y Malawi hasta Mozambique, donde los tomaban compradores portugueses, árabes o franceses. Esa no era una integración genuina de las economías de los territorios africanos en cuestión. Tal comercio representaba meramente la extensión de la penetración extranjera, que así ahogaba los comercios locales.

El comercio del oro en el África occidental no fue destruido, pero se volvió directamente dependiente de los compradores europeos al ser desviado de las rutas del norte a través del Sáhara. Dentro del cinturón de la sabana del Sudán occidental, el comercio trans-sahariano del oro había alimentado una de las zonas más desarrolladas políticamente de toda el África, desde el siglo V en adelante. Pero era más conveniente para Europa obtener el oro en la costa occidental que a través de los intermediarios norafricanos, y uno puede especular sobre qué hubiera ocurrido en el Sudán occidental si hubiera habido un crecimiento sostenido en el comercio del oro durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, hay algo que decir a favor del comercio africano con Europa en este producto en particular. La producción de oro implicaba minería y un ordenado sistema de distribución dentro del África. El país akan y parte de Zimbabwe y Mozambique sostuvieron sistemas políticos florecientes hasta el siglo XIX, en gran parte a causa de la producción de oro.

También se derivaron ciertos beneficios de la exportación de marfil. La búsqueda de marfil se convirtió en la actividad más importante en varias sociedades de África del este en un momento u otro, a veces en combinación con el comercio de cautivos. Los wanyamwezi de Tanzania fueron los comerciantes del África del este más reconocidos –adquiriendo su reputación mediante el transporte de bienes a lo largo de cientos de millas entre el lago Tanganyika y el Océano Índico. Cuando los wanyamwezi dirigieron su atención hacia la exportación de marfil, esto impulsó otros desarrollos benéficos, tales como el incremento del comercio de azadas, comida y sal entre ellos y sus vecinos.

Sí, el marfil era un beneficio que era rápidamente agotado en cualquier región dada, y la lucha por asegurar nuevos abastecimientos podía conducir a una violencia comparable a aquella que acompañaba a la búsqueda de cautivos humanos. Además, la limitación más decisiva del comercio del marfil era el hecho de que éste no emanaba de las necesidades locales y de la producción local. Grandes cantidades de marfil no fueron requeridas por ninguna sociedad dentro del África, y ninguna sociedad africana se dedicó a la cacería de elefantes y recolección de marfil en gran escala hasta que la demanda llegó desde Europa o Asia. Cualquier sociedad africana que tomaba seriamente la exportación de marfil, tenía que reestructurar su economía de manera de hacer exitoso el comercio de marfil. Esto a su vez, conducía a una dependencia excesiva e indeseable del mercado externo y de una economía externa. Pudo haber crecimiento en el volumen del comercio y ascenso de algunos efectos colaterales positivos, pero hubo un decrecimiento en la capacidad de adquirir independencia económica y progreso social autosostenido. Además, en todo momento uno debe tener en mente la oposición dialéctica del comercio en África: o sea, la producción en Europa o en América bajo el control europeo. Los pocos subproductos socialmente deseables de la caza de elefantes dentro del África fueron comida de pájaros en comparación con las ganancias, la tecnología y las capacidades asociadas con el producto en Europa. De ese modo, la brecha entre África y Europa era constantemente ampliada; y es sobre la base de esa brecha que llegamos al desarrollo o al subdesarrollo.

 

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