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GEORGE PADMORE:

GUÍA DEL SOCIALISMO PANAFRICANO

 

La lucha de clases nace de la propiedad privada de los medios de producción. No existió siempre la explotación mediante la utilización de los me­dios de producción.

Dijo Marx que la base de todos los sistemas so­ciales primitivos, como el de los griegos y los roma­nos, en el amanecer de la historia, fue la propiedad común de los que en aquella época eran los medios esenciales de vida sobre la Tierra. Lo mismo puede observarse en todas las sociedades africanas con anterioridad a la penetración europea y la implan­tación del derecho de bienes raíces. Y como entre los africanos todas las unidades sociales tenían iguales derechos al suelo, o, para decirlo más co­rrectamente, no existía derecho individual sobre la tierra, no había diferentes privilegios de clase. En consecuencia, esas sociedades primitivas no se divi­dían en clases económicas como las conocemos hoy. No habla patronos ni trabajadores asalariados por­que la propiedad común de la tierra ofrecía a todos la oportunidad de ganarse la vida sin vender su fuerza de trabajo. Las relaciones sociales eran, por esa razón, las de igualdad social. Todo el sistema social africano, nacido de la propiedad comunal tribal, o común, de los medios de vida —la tierra— y sustentado sobre esa base, tomó, de acuerdo con ella la forma de “comunismo primitivo”

Sólo aparecen diferencias sociales cuando un pue­blo pierde su dominio comunal sobre la tierra y la sociedad empieza a dividirse gradualmente en cla­ses basadas sobre la propiedad de bienes, produ­ciendo un cambio fundamental en las relaciones sociales...

Aunque la conquista de la tecnología por el hom­bre permitió el desarrollo de fuerzas productivas que podían resolver el problema de la escasez, esas fuerzas no fueron plenamente liberadas. Por el contrario, la clase social de los capitalistas explota a los trabajadores, dando origen a la lucha de clases.

Es esta posibilidad de abundancia lo que dio forma a la lucha entre “los que tienen” y “los que no tienen” en todo el mundo. La gente común de Asia, Africa y otras zonas subdesarrolladas pide participar en las cosas buenas de la vida. El obje­tivo socialista, que se combina con el despertar nacionalista en esos países asiáticos y africanos, constituye fuerzas cuyo dinamismo está cambiando en todo el mundo los destinos de los pueblos de color olvidados hasta ahora...

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