Nota::
Lin Zexu era el Comisionado imperial que tenía el mandato de terminar con el
tráfico de opio que llevaban adelante los mercaderes europeos en Cantón. Envía esta
carta a la reina Victoria en 1939, antes que comenzaran las hostilidades que se
conocieron como Primera Guerra del Opio. Esta carta no tuvo otra respuesta que
el envío de la flota británica a bombardear los puertos chinos.
Una
comunicación: Magníficamente nuestro gran Emperador pacifica y tranquiliza a
China y a los países extranjeros, cuidándolos a todos con la misma
benevolencia. Si hay ganancias, entonces él las comparte con los pueblos del
mundo; si hay perjuicios, él los elimina en beneficio del mundo. Esto es porque
toma al espíritu del Cielo y de la Tierra como su propio espíritu.
Los reyes
de vuestro honorable país, por una tradición transmitida de generación en
generación, se han destacado siempre por su cortesía y sumisión. Nosotros hemos
leído vuestros sucesivos memoriales tributarios diciendo que “En general,
nuestros compatriotas que van a comerciar a China han siempre recibido de Su
Majestad el Emperador un tratamiento gracioso y una justicia imparcial”, y es
así. Privadamente, nos hemos deleitado con el modo en que vuestros honorables
gobernantes comprenden profundamente nuestros grandes principios y están
agradecidos por la Gracia Celeste. Por esta razón la Corte Celeste, cuidando a
aquellos que vienen de lejos, ha redoblado sus tratamientos corteses y
benévolos. La ganancia del comercio ha sido disfrutada por vosotros desde hace
doscientos años. Esta es la causa por la que vuestro país ha sido conocido por
sus riquezas.
Pero,
después de un largo período de intercambio comercial, aparecieron entre la
multitud de los bárbaros tanto personas buenas como malas. Consecuentemente,
hay aquellos que contrabandean opio para seducir al pueblo chino y así causar
la difusión del veneno a todas las provincias. Tales personas, que solo se
preocupan por obtener ganancias, y descuidan los perjuicios que causan a otros,
no son tolerados por las leyes del Cielo y son unánimemente odiados por los
seres humanos. Su Majestad el Emperador, habiéndose enterado de esto, está
furioso. Me ha enviado especialmente a Kuangtung, como su Comisionado junto al
Gobernador General y Gobernador Adjunto para investigar y arreglar esta
cuestión.
En China,
todas aquellas personas que vendan o fumen opio recibirán la pena de muerte.
Hemos señalado el crimen de aquellos bárbaros que a través de los años han
estado vendiendo opio. El profundo daño que han provocado y las grandes
riquezas que han acumulado justificarán su ejecución de acuerdo a la ley. Sin
embargo, hemos tomado en consideración el hecho de que muchos bárbaros, al tener
noticia de esto, han intentado no repetir sus crímenes y retornar a su lealtad
hacia nosotros, tomando de sus almacenes 20.183 cajas de opio y pidiéndonos, a
través del oficial consular Elliot, que las recibiéramos. Han sido enteramente
destruidas y esto ha sido puntualmente reportado al Trono en varios memoriales
por este comisionado y sus colegas.
Afortunadamente
hemos recibido un favor especialmente extenso de Su Majestad el Emperador, que
considera que para aquellos que se rindan voluntariamente hay algunas
circunstancias para aliviar su crimen y, por lo tanto, magnánimamente les ha
perdonado el castigo. Pero para aquellos que de nuevo violan la prohibición del
opio, es dificultoso para la ley perdonarlos repetidamente. Habiendo
establecido nuevas regulaciones, presumimos que el gobernante de vuestro
honorable país, que se deleita en nuestra cultura y cuya disposición se inclina
hacia nosotros, debe ser capaz de instruir a los muchos bárbaros para observar
con cuidado la ley. Solo es necesario explicarles las ventajas y desventajas y
luego ellos sabrán que el código legal de la Corte Celeste debe ser obedecido
con temor y absolutamente.
Vuestro
país está a 60 o 70 mil li (tres li hacen una milla) de China. No obstante, hay
barcos bárbaros que se esfuerzan para venir aquí a comerciar con el propósito
de hacer grandes ganancias. La riqueza de China es usada como ganancia por los
bárbaros. Se dice que la gran ganancia hecha por ellos deriva toda ella de la
correcta participación china. ¿Con qué derecho ellos a cambio usan una droga
venenosa para perjudicar al pueblo chino? Déjennos preguntar: ¿Dónde está
vuestra conciencia? He oído decir que el fumar opio está estrictamente
prohibido en vuestro país; esto ocurre porque es claramente entendido el daño
que el opio causa. Desde que no está permitido hacer daño a vuestro propio
país, entonces todavía menos deberían ustedes dejar que se perjudique a otros
países. ¡Tanto menos a China! De todo lo que China exporta hacia países
extranjeros, no hay una sola cosa que no sea benéfica para el pueblo: Son
benéficas cuando se comen, cuando se usan o cuando se revenden: Todas son
benéficas. ¿Hay un solo artículo proveniente de China que haya hecho algún daño
en países extranjeros? Tomen como ejemplo el té y el ruibarbo, los países
extranjeros no podrían estar un solo día sin ellos. Si china cortara estos
productos sin preocuparse por aquellos que habrían de sufrir ¿qué podrían los
bárbaros poner en su lugar para mantenerse vivos? Además, los productos
textiles de los países extranjeros no podrían ser tejidos si no obtuvieran la seda china. Nuevamente, si China
cortara estas exportaciones benéficas ¿qué ganancia podrían esperar hacer los
bárbaros? Por lo que se refiere a otros productos comestibles, comenzando con
dulces, jengibre, cinamomo y cosas por el estilo, y artículos para el uso como
seda, satén, porcelana, etc., las cosas que pueden ser obtenidas por los países
extranjeros son innumerables. Por la otra parte, los artículos que llegan a
China desde el extranjero pueden ser utilizados únicamente como juguetes.
Podemos tenerlos o prescindir de ellos. Desde el momento que no son necesarios
para China ¿qué dificultad podríamos tener si cerramos nuestras fronteras e
interrumpimos el comercio? Sin embargo, nuestra Corte Celeste deja que el té,
seda y otros bienes sean embarcados sin límite y circulen por todas partes sin
avaricia. Esto es por ninguna otra razón que la de compartir el beneficio con
los pueblos del mundo entero. Los bienes exportados de China por vuestro país no
solo abastecen vuestro propio uso y consumo, sino que también son fraccionados
y vendidos en otros países, produciendo una triple ganancia. Aún si ustedes no
vendieran opio, tendrían esta triple ganancia. ¿Cómo pueden ustedes llegar a
vender productos dañinos si no es por un deseo insaciable?
Supongamos
que hubiera un pueblo de otro país que llevara opio para venderlo en Inglaterra
y sedujera a vuestro pueblo para comprarlo y fumarlo. Seguramente vuestro
honorable gobernante aborrecería profundamente esto. Hemos oído que vuestro
honorable gobernante es bueno y benevolente. Naturalmente ustedes no pueden
desear dar a otros lo que no quieren para sí mismos. También hemos oído que los
barcos que vienen a Cantón tienen reglamentos promulgados y establecidos por
los que no les está permitido transportar bienes de contrabando. Esto indica
que las órdenes administrativas de vuestro honorable gobierno han sido
originariamente estrictas y claras. Solo porque los barcos comerciales son muy
numerosos quizá no han sido examinados con cuidado. Ahora, luego de que esta
comunicación ha sido despachada y usted ha entendido claramente lo estricto de
las leyes prohibitivas de la Corte Celeste, ciertamente no dejará a sus
súbditos violar la ley nuevamente.
Hemos
sabido además que en Londres, capital de vuestro honorable gobierno, y en
Escocia, Irlanda y otros lugares, originariamente no se había producido opio.
Solo en algunos lugares de la India bajo vuestro control como Bengala, Madrás,
Bombay, Patna, Benarés y Malwa ha sido sembrado opio de colina a colina, y han
sido abierto lugares para su manufactura. Por meses y años ha continuado el
trabajo en orden a acumular el veneno. El detestable olor asciende irritando al
cielo y espantando los espíritus. Realmente usted puede erradicar las plantas
de opio de estos lugares y de todos los campos, y sembrar los cinco cereales
(cebada, trigo, arroz, etc.) Cualquiera que se atreva a plantar y manufacturar
opio nuevamente debe ser castigado severamente. Esta sería una política de
gobierno grande y benevolente que acrecentaría el bien común y alejaría el mal.
Para esto, el Cielo lo apoyaría y los espíritus le darían buena fortuna,
prolongando vuestra vejez y extendiendo vuestra descendencia. Todo depende de
este acto.
Por lo que
se refiere a los mercaderes bárbaros que vienen a China, reciben su comida,
bebida y habitación por el gracioso favor de nuestra Corte Celeste. Ellos
acumulan riqueza y beneficios otorgados con placer por nuestra Corte Celeste.
Ellos pasan más tiempo en Cantón que en su propio país. Recopilar claramente
las penalidades legales como ayuda para la instrucción ha sido un principio
válido en todas las épocas. Suponga a un hombre de otro país que llega a
Inglaterra a comerciar, él tiene que obedecer las leyes inglesas. Tanto más
debe obedecer en China las leyes de la Dinastía Celeste.
Ahora
hemos establecido regulaciones gobernando al pueblo chino. Aquel que venda opio
recibirá la pena de muerte. Ahora considere esto: si los bárbaros nos traen
opio ¿cómo podrían los chinos no venderlo o fumarlo? El hecho es que los
bárbaros perversos han puesto a los chinos en una trampa mortal. ¿Cómo podemos
garantizar la vida a estos bárbaros? Aquel que toma la vida de una persona debe
responder con su vida por esto. ¿El daño producido por el opio puede limitarse
a una sola parte? Sin embargo, en las nuevas reglamentaciones, en resguardo de
aquellos bárbaros que traen opio a China, la pena está fijada en decapitación o
estrangulamiento. Esto es lo que se llama desembarazarse de algo dañino en
favor de la humanidad.
Sin
embargo, nos hemos enterado de que a mediados del segundo mes de este año
(abril) el cónsul Eliott de vuestra nación, fue muy severo y firme respecto a
la ley sobre la prohibición del opio, peticionando una extensión del límite de
tiempo. Él requirió una extensión por cinco meses para la India y sus
territorios y puertos adyacentes, y de diez meses para la propia Inglaterra,
después de lo cual podrían actuar en conformidad con las nuevas
reglamentaciones. Nosotros, el comisionado y otros funcionarios, hemos
memorializado esta cuestión y recibido la extraordinaria gracia de Su Majestad
el Emperador, quien ha redoblado su compasión y consideración. Todos aquellos
que desde el año próximo (desde Inglaterra) o seis meses (desde la India)
traigan opio a China por error, pero que voluntariamente confiesen y entreguen
completamente todo su opio, serán exceptuados del castigo. Después de este
límite de tiempo, quienes todavía traigan opio a China, habrán cometido una
abierta violación y serán ejecutados de inmediato, de acuerdo a la ley sin
absolutamente ningún tipo de clemencia o perdón. A esto se le llamará la
exaltación de la bondad y la perfección de la justicia.
Nuestra
Dinastía Celeste gobierna y supervisa una miríada de estados y seguramente
posee dignidad espiritual sin fin. Así, el Emperador no puede ordenar la
ejecución de nadie sin antes haber tratado de reformarlo por la educación. Por
lo tanto, Él especialmente promulgó estas reglamentaciones. A los mercaderes
bárbaros de vuestro país, si quieren negociar por un período prolongado, se les
requiere obedecer nuestros estatutos con respeto u cortar permanentemente el
flujo de opio. No deben de ninguna manera tratar de probar con sus vidas la
efectividad de la ley. Puede usted tamizar los perversos de su pueblo antes de
que vengan a China, en orden a garantizar la paz de vuestra nación, mostrar en
adelante la sinceridad de vuestra política y conducir a ambos países a
disfrutar juntos de la bendición de la paz. ¡Qué afortunado!¡Verdaderamente qué
afortunado! Después de recibir este despacho usted puede darnos personalmente
una respuesta indicando los detalles y circunstancias de vuestro corte del
tráfico de opio, asegúrese de hacerlo.
Lo
precedente es lo que tenía que ser comunicado.
Traducción:
Luis César Bou