El Discipulado Cristiano

INTRODUCCION

Con frecuencia Jesús hizo el llamado "Sígueme", ahora a unos pescadores (Mat. 4:19), o aun cobrador de impuestos (Mat. 9:9) o a quien viene con preguntas a El (Mat. 19:21). �A qué los estaba llamando?. Al discipulado. El Señor no dió cursillos de liderazgo, sino que discipuló a un grupo y luego les encomendó que ellos hagan lo mismo.

I. EL DISCIPULO ES UN SEGUIDOR

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame" (Mr. 8:34)
La palabra "seguir" en este pasaje es "ekaloutheo" y describe la forma como siguen los soldados a su comandante en la batalla, o como sigue un siervo a su amo. En tiempos de Jesús, el discípulo seguía a su "rabí" entregándole toda su lealtad, obediencia y devoción. Observaba la vida de su maestro y trataba de imitarlo, viajaba con su maestro, comía y se alojaba con él. Compartía su destino, sea para gloria o para vergüenza.

Jesús aclaró que seguirle implicaba renunciamientos (Mat. 19:21,22; Lc. 9:57-62; Luc. 14:33). Por eso no es extraño encontrar que "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con El" (Jn. 6:66).

Para Jesús no hay obediencias a medias. Se es o no se es discípulo (Lc. 9:62).

II. EL DISCIPULO ES ALGUIEN QUE APRENDE

Discípulo significa "alumno". Un discípulo que no aprende es inútil. El Señor pidió que aprendamos de El (Mat. 11:29).

La actitud de aprender en Pablo era notable, que pese a estar al final de su carrera, solicita sus libros (2 Tim. 4:13). �Nosotros tenemos esa misma actitud?. �Nos interesa aprender cada día mas del Señor?

III. EL DISCIPULO ES UN HACEDOR

El Señor nos impone llevar fruto (Jn. 15:1-8). No hay distinción entre cristianos "activos" e "inactivos". Hay una sola categoría: los que llevan frutos, y esos son sus discípulos. Nada más.

IV. EL DISCIPULO ES ALGUIEN QUE LLEVA LA CRUZ

"El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo" (Luc. 14:27)
El Señor se humilló a sí mismo haciéndose en forma de hombre, y esto lo llevó a la cruz (Fil 2:5-11), pues tomó sobre sí el pecado de otros. Sufrió por su determinación de redimir a la humanidad. Y esa es la voluntad manifiesta de Dios: redimir al hombre. Tomar, pues, la cruz de Jesús es sufrir desaires, burlas, presiones, rechazos, marginamiento, discriminación e incluso la cárcel y la muerte por identificarse y comprometerse plenamente con la causa de Jesús.

"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (I Ped. 2:21)





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