CUENTOS DE ORO Y PLATA
 

 CUENTOS DE ORO

CUENTO AUTOR GRADO
1 La Amistad Esther Brito Primero
2 Mi Primer Jonrón Carlos Eduardo Alviárez García Segundo
3 El Cumpleaños de Juan Gabriel Andrade Tercero
4 MI Pequeño Gran Amigo Carlos Jesús Bolívar Cuarto
5 El Leviathan Wences Acosta Quinto
6 Mi Amigo Virtual José Alberto Martins Meza Sexto

Por: Esther Brito.
Primer Grado.


LA AMISTAD

 

Había una vez varios niños de la calle que hicieron un pacto de amigos y juraron no romperlo, fuera lo que fuera.
El pacto era que toda la comida que consiguiera cada uno se juntaba, para repartírsela en partes iguales.
Todo iba muy bien entre ellos, hasta que un día uno de los niños no encontró nada, no tenia comida para entregar al grupo.
Entonces, cuando fueron a reunir la comida para repartírsela, el jefe del grupo no quiso entregar lo que consiguió ese día, porque le parecía egoísta que unas personas trajeran comida y otras no.
En ese momento, los niños le explicaron al jefe del grupo que no se trataba de egoísmo ni de otra cosa, sino que algunos días no eran buenos para conseguir comida. Allí, el niño entendió que sus amigos eran lo único valioso que él tenía, que eran su familia. Y así vivieron felices por siempre...




Por: Carlos Eduardo Alviárez García
Segundo Grado

MI PRIMER JONRON

Hola, soy un niño de siete años y me llamo Carlos. Les voy a contar lo que sucedió ese gran día en que dí mi primer jonrón. Yo tuve un juego de baseball un domingo en la tarde, eran dos grandes equipos: el mío, San Luis y el otro, Gran Mariscal.
Comenzó el primer inning con ellos bateando, por lo que nosotros éramos home club. Se montaron dos jugadores en la primera y tercera base. Vino un niño y ha metido un jonrón para comenzar el marcador 3-0.
Nosotros luego les hicimos los tres outs para acabar su turno. Ahora nos tocaba a nosotros batear y el orden era: el veloz Angelo, el tímido Fernando, el gran Luis Francisco, el poderoso Carlos (Yo), el astuto Pedro, el pila de Jesús, el tocayo Oropeza, el increíble José Manuel, el bravo de Guillermo y el súper pitcher Antonio.
Adivinen que: Los empatamos 3-3. Nos hicieron tres outs. En el segundo inning nos metieron otra carrera por lo que iban ganando 4-3. Nos tocaba batear nuevamente, no nos rendíamos, teníamos el ánimo muy alto. Coreábamos canciones desde el dogout para animarnos.
En eso, Antonio se ponchó y los demás le decíamos: "Fusil, escopeta, a San Luis se respeta". De repente, los tres que venían se embasaron, llenamos el campo con Angelo en primera, Fernando en la segunda, Luis en la primera y yo bateaba.
El lanzador me tenía en la cuenta de 3 bolas y 2 strikes, con las bases llenas y dos outs. El momento era crucial, parecía un Caracas-Magallanes, la barra de nuestros padres hacía mucha bulla, y en eso, me la lanzó en la zona de strike y la boté de JOOONNNRRROOOONNN!!!!!. Todo el mundo me aplaudía. Los de mi equipo me abrazaron, me felicitaron y yo saludaba al público. Mi mamá gritaba orgullosa: "¡Ese es mi hijo!!!"
Gracias a mi toletazo el juego quedó 7 carreras por 6, a favor de nosotros. Ganamos porque yo puse todo mi empeño y mi fuerza para conectar esa pelota. En ese momento pensé: "la voy a batear lejos, le voy a dar duro, la voy a botar de jonrón", y eso fue lo que sucedió.


Por: Gabriel Andrade
Tercer Grado

EL CUMPLEAÑOS DE JUAN.

Juan estaba muy feliz porque era su cumpleaños, su mamá había hecho una torta en la casa, el abuelo iba a ir a visitarlo. Juan lo esperaba con ansias pero se quedó dormido. Cuando despertó ya su abuelo y sus amigos estaban allí para darle una sorpresa. Juan se contentó mucho al ver que todos estaban juntos en su cumpleaños. Pero se puso muy triste porque su papá no había llegado a tiempo a cantarle en su fiesta.
El papá había llegado tarde porque tenía mucho trabajo, ya que era médico y tuvo que atender una emergencia en el hospital.
El papá de Juan lo sentó en las piernas y le explicó:
- Cuando se trata de ayudar a las personas que están enfermas, los médicos tienen una responsabilidad con los pacientes y hay que ser solidarios y ayudarlos en lo que esté a su alcance para que mejoren, por eso, yo me siento satisfecho y orgulloso de mi profesión. Y tú Juan, ¿Qué opinas?.
A lo que Juan respondió:
- Lo siento papá, no había pensado en esas personas enfermas, sino siempre pensé en mí y en la fiesta que se haría. Sé que fui muy egoísta por no darme cuenta que otras personas también te necesitan. Sin embargo, yo sé que tú siempre estás pendiente de mí. Por ello me siento orgulloso de tener un padre como tú, además de poder contar con un abuelo y una familia tan unida y colaboradora. Le doy gracias a Dios por tenerlos a todos aquí.
Todos conversaron y comieron torta. Al final todos se despidieron.
Juan se sentía feliz cuando terminó su fiesta de cumpleaños. Sus padres recogieron todo y Juan se fue con su abuelo a contarle lo bien que la pasó. Al día siguiente, Juan abrió los regalos y uno de ellos era un yoyo que venía con una carta que decía: "Juan eres mí mejor nieto y te quiero regalar algo sencillo Con amor, tu abuelo".

 


 

 

Por: Carlos Jesús Bolívar
Cuarto Grado

MI PEQUEÑO GRAN AMIGO

Juan Chinchillo era un chico bastante particular Siempre triste y nada conversador, aunque tan sólo tenía 7 años. Una tarde, Juan Chinchillo se escondió bajo su cama mirando una pequeña ratonera. Se quedó sorprendido sin creer lo que veía. Era un pequeño niño, no más grande que su dedo pulgar, quien corría adentro de la ratonera, al parecer, para protegerse del frío.
­Psss yuju psss, niño!!!- dijo Juan, aunque no alcanzaba a comprender que existiese un niño tan chiquitico.
­Ah, hola- habló gritando el pequeñín. -Por fin me ves, te esperaba hace mucho tiempo.
-¿Qué dices? ¿Me esperabas a mí? ¿Desde cuándo vives allí? ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?- preguntaba Juan Chinchillo atropellando las palabras.
-Un momento, deja las prisas, acerca tu oído para no tener que gritar tanto- dijo el habitante de la ratonera alzando la voz.
­ Me llamo Rayo en la Noche, pertenezco a una tribu indígena, vivo aquí hace meses, y sí, te esperaba, porque me siento bastante solo.
De la sorpresa, Juan Chinchillo pasó a la intriga ¿Tribu?, ¿Indígena?, ¿Rayo de qué?, la verdad no entendía nada.
-¿Quieres entrar?- le preguntó Rayo en la Noche, ­No te sorprendas, toca este pequeño clavo de tu cama que mi abuelo Tarapacay hechizó para que pudieras visitarme.
Increíble, de la curiosidad pasó a la incredulidad, tocó el clavo sólo para cerciorarse que su mente le estaba haciendo una mala jugada y que muy pronto despertaría del loco sueño, cuando sintió que se hacía más y más pequeño hasta alcanzar el tamaño de un ratón.
-Pasa, te invito a mi hogar- le dijo el pequeño niño, quien era delgado, vestía el típico atuendo indígena venezolano, con la piel del color de la madera y una mirada muy dulce. Le explicó que en su pueblo tanto la solidaridad, como la amistad y el agradecimiento, son valores muy importantes; que se sentían en deuda con los padres de Juan quienes eran médicos y asistían todos los días al campamento donde vivía Rayo en la Noche, ayudando en todo lo que estaba a su alcance.
Un día, les oyeron hablar acerca de su hijo mayor quien después de mudarse de la capital se sentía solo y triste. Enviaron a Rayo en la Noche con la misión de recuperar la felicidad del niño Juan, pero estaba tan triste que no se percataba de la compañía que tenía.
Juan se impresionó de la ratonera donde vivía Rayo en la Noche, era helada y sin muebles. ¡Y el niño estaba allí por él!. Entonces se le ocurrió una gran idea, decidió salir y tocar el clavo de la ratonera, todo fue tan rápido, que pegó la cabeza de su cama. Buscó algunos muebles de la casa de muñecas de su hermanita, unos retazos de tela, fósforos de madera ¡ah! unas uvas y aceitunas también, para la merienda. Rayo en la Noche no lo creía, parecía una hermosa casa. Prendieron una fogata con los fósforos, que para su tamaño, eran enormes troncos; y la comida fue un banquete. Poco a poco se hicieron amigos. Rayo en la Noche le contaba historias de los valores y el folklore de su pueblo, y Juan cada tarde, traía algo del almuerzo para comer y así compartían mientras crecía una amistad que aún perdura en las tierras del sur de Venezuela. Todavía Juan Chinchillo se toca el corazón cuando se siente solo, pues allí en el bolsillo izquierdo de su camisa guardaba a Rayo en la Noche a la hora de cenar


Por: Wences Acosta
Quinto Grado

EL LEVIATHAN

Esta es la historia de una criatura mitológica que es el rey del Océano llamada: Leviathan. El Leviathan era una serpiente marina gigantesca que podía arrojar fuego desde su boca y además era dueño de todo el Océano. Esta criatura fantástica viaja por todos los mares del mundo asegurándose de que todas las aguas estén calmadas y se dice que esta criatura es el guardián de Atlantis.
Un día cerca del estado Nueva Esparta, un campesino andaba en un bote de remos huyendo de los policías, ya que el campesino no había pagado la renta y lo sentenciaron a condena de muerte. Mientras, el hábil hombrecito iba en un bote de remos, la policía lo perseguía con tres barcos gigantes hasta que naufragó en la isla de Margarita; pero antes de desmayarse por el fuerte golpe vio la sombra de una serpiente destruyendo los tres barcos con facilidad.
Cuando el campesino se levantó; vio a una serpiente marina gigante y en ese mismo momento el campesino se dio cuenta de que era el Leviathan; el dueño del Océano que pelearía contra Behemoth el dueño del desierto dentro de cientos de años.
El campesino vio los barcos de los policías quemados y a lo lejos observó a los policías huyendo en unos botes de remos; entonces, el campesino le preguntó al Leviathan:
- ¿Tú me salvaste? - y el Leviathan movió la cabeza de arriba a abajo.
Pasaron las horas El Leviathan le dio al campesino peces frescos y calientes para que pudiera comer. De repente, aparecieron los mismos policías; pero con nueve barcos armados de cañones que habían venido a matar al Leviathan.
El Leviathan destruyó los nueve barcos con facilidad; pero apenas los destruyó vinieron otros barcos con cañones más peligrosos y cada vez que el Leviathan destruía los barcos llegaban otros.

En un comienzo, al gigante reptil se le hizo fácil; pero después se le dificultaron las cosas y con su poder cataclismático ocasionó una fuerte tormenta; pero lo raro es que no llovía; sino que solamente caían los truenos y rayos de la furia del Leviathan.
El campesino le debía la vida al Leviathan, así que para ayudarlo saboteó uno de los barcos y le ayudó a combatir.
Al final, el Leviathan emitió un rugido que hizo olvidar a todas las personas que estaban allí lo que habían presenciado, incluyendo la existencia del mismo. El campesino se desmayó y despertó en las costas cerca de Caracas olvidando todo lo que tuviera que ver con el Leviathan. Los policías también olvidaron lo acontecido; incluso la condena de muerte del campesino. Sin embargo, él siempre comentaba que había soñado con una serpiente gigante.




Por: José Alberto Martins Meza
Sexto Grado

MI AMIGO VIRTUAL

Había una vez un anciano muy sabio llamado Lucas, que vivía solo en una cabaña y contaba con 92 años de edad; lo suficiente como para haber experimentado los largos y duros caminos de la vida.

Cansado de su soledad un día decidió salir a pasear y al regreso, encontró un niño llorando en la puerta de su casa. Este niño se hacía llamar Jaime; decía que no tenía amigos. El pobre viejo conmovido lo invito a pasar, pero le parecía increíble el que un niño tan joven no tuviera amigos, no viviera rodeado de sonrisas y juegos como todos los de su edad. De pronto, le pareció que esta podía ser el comienzo de una gran amistad. El anciano gran conocedor de leyendas, parábolas y juegos de agilidad mental, le regalaba al niño día a día un poco de sus grandes experiencias.

Un día, Jaime salió a sorprender a la gente con las enormes enseñanzas dadas por el viejo y la gente se quedaba casi sin palabras al ver que un niño tan pequeño sabía. Él sin decir nada acerca de su amistad con aquel hombre, seguía su rutina de aprendizaje en la casa de Lucas. Casi como un hijo, Jaime le preguntaba que como había sobrevivido tantos años en la soledad y él sólo respondía: "el tiempo es el mejor amigo del hombre, pronto sabrás la respuesta".

Pasó el tiempo. Jaime fue creciendo y con él sus enseñanzas. De tantas cosas que contaba a la gente del pueblo, fue encontrando amigos que compartieran y se interesaran por saber las nuevas anécdotas que vivía y que nadie sabía de donde sacaba. Todos comentaban lo extraño que era.

Un día, ante el acoso de los chismosos del pueblo, respondió que todo lo que sabía se lo había enseñado su amigo virtual. Unos cayeron muertos de risa, otros casi asustados solo corrían, pues parecían locuras las que el joven Jaime había dicho. Jaime sin decir palabras salió en una carrera a casa de Lucas y le comentó lo que sucedió en el pueblo.
Lucas lo miró con una cara de sorpresa; sabía que era el momento de revelarle un pequeño secreto que le haría entender porque vivía solo, era muy sabio y nadie nunca había sabido de él. Lucas tomó de la mano a Jaime y lo sentó en un tronco de madera que semejaba una silla, y le dijo:

- ¿Alguna vez te has preguntado como llegaste hasta mi?, ¿Por qué fue que me conociste?

Jaime respondió asombrado:
- Me he hecho la pregunta muchas veces, pero nunca tengo la respuesta.

Lucas con una sonrisa peculiar le confesó:

- Nadie me ve porque no quieren verme, todos me huyen; algunos me temen. Yo aporto sabiduría y llego cuando más me necesitan, por eso tú llegaste a mí; porque me necesitabas para aprender a compartir, a pensar y a disfrutar del valor de la amistad sin temerle a la soledad.

- Entonces, ¿tú quien eres? - dijo Jaime; y Lucas con voz suave y firme respondió:
- Yo soy el tiempo, por eso me huyen porque nadie quiere ver que pasará más allá de sus días de niñez y de juventud donde todo es alegría. Nadie entiende porque llego con el peso de los años y con arrugas en la cara. Ahora comprendes mi soledad, Jaime.
Gimiendo por las palabras de su gran amigo, le dijo:

- Ahora comprendo por qué todos me creen loco, pero es que muchos no aprecian el tiempo.

- Así es - dijo Lucas - recuerda que cada vez que me necesites allí estaré yo, acompañándote para que comprendas y escuches tu voz interior. Mantén siempre presente para tus días por venir que sólo el tiempo cura las heridas y sana cicatrices.

 

EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE ES EL TIEMPO.

 

 CUENTOS DE PLATA

 
CUENTO AUTOR GRADO
7 La Historia de un Mango, un Loro y un Turpial María Paula Padilla González Primero
8 La Fuerza de la Amistad Andrea Primera Primero
9 El Araguaney de los Ocho Colores Yvanna A. Serra R. Segundo
10 El Gato y el Ratón Evencio Hernández Tercero
11 Aurora y Riki Andrea Martínez Carosella Tercero
12 La Niña y sus Canarios Elis Alejandra Díaz Cuarto
13 El Niño Bondadoso Giovanna Monasterio Cuarto
14 Bethoven el Perro Paracaidista Rafael Oropeza Cuarto
15 El Tiburón Fantasma Alexandra Piña Quinto

 

María Paula Padilla González
Primer Grado.

LA HISTORIA DE UN MANGO, UN LORO Y UN TURPIAL

Había una vez un lindo mango. Oloroso y amarillo colgaba feliz en la ramita de un árbol.
Entonces llegó un turpial con mucha hambre y dispuesto a comérselo.
Cuando ya estaba a punto de picotearlo, de pronto oyó:
- ¡Un momentito! - gritó el escandaloso y afanado loro - ¡Ese mango es mío!
- ¿TUYO?. ¡No señor, yo lo vi primero!- le dijo el turpial.
- ¡Pero yo soy más grande y más fuerte! - le contestó el loro, enseñándole los músculos de sus alas.
- ¡Ja, ja, ja, pero yo soy más rápido! - lo retó el turpial furioso.
- ¡Vamos a pelear, pues!, y veremos quien se lo come.
Y así fue. El Loro y el Turpial se pusieron a pelear a punta de picotazos, aletazos y plumazos. Era una pelea muy brava y las horas pasabanunados trescuatro Cuando ya llevaban como unas diez horas de fuerte batalla, escucharon un ruido!Chupulún!
El Loro y el Turpial miraron hacia abajo y vieron al suculento y apreciado mango. Se había caído de la mata y ahora, poco a poco, se hundía en un pequeño charco, donde unos peces, amigablemente, se habían puesto de acuerdo para compartir entre todos aquel lindo y oloroso regalo que les había caído del cielo.
Agotados de tanto pelear, el Loro y el Turpial se dieron cuenta que por esa situación no disfrutaron del sabroso mango, y se fueron a sus nidos, magullados y hambrientos.


Por: Andrea Primera
Primer Grado


LA FUERZA DE LA AMISTAD

Había una vez, en un bosque, una aldea se que llama Chinchiguaya. Allí viven unos animalitos llamados: la tortuga Rubertica, el monito Jou, el flamenco Sebastián, el osito Daniel, la jirafa Rosa Linda y el tigre Rayitas. Ellos son amigos desde muy pequeñitos. Todos siempre solían jugar después de salir de clases.
Un día, al monito Jou se le ocurrió una idea y les dice a los demás amiguitos:
- ¿Que les parece si jugamos a las escondidas?
Entonces, respondió la jirafa Rosa Linda:
- ¡Si vamos a jugar!
Después se quedó callada por un momentito, y luego dijo:
- Lo que pasa es que yo soy muy grande para esconderme y siempre me van a encontrar.
Daniel, el osito, le responde:
- Te puedes esconder detrás de un árbol que tenga muchas ramas y que sea tan alto como tú.
El tigre Rayitas le dice a la jirafa Rosa Linda:
- ¡Daniel el osito tiene razón!
La jirafa aceptó la idea y comenzaron a jugar.
Sebastián el flamenco dijo:
- ¡Yo voy a contar! ¡Uno, dos, tres, cuatro!
Rubertica la tortuguita gritó:
- ¡No tan rápido que falto yo!
Ya no faltaba nadie. Empezaron a jugar y todos corrieron a esconderse. Rosa Linda, la jirafa, al no encontrar un gran árbol que la refugiara corrió y corrió hasta alejarse mucho de la aldea. Al rato, Sebastián terminó de contar y comenzó a buscar a todos sus amigos. A Rubertica la tortuguita la encontró debajo de una piedra, al tigre Rayitas lo encontró en una rama de un arbolito y a Daniel el osito lo encontró tapadito con una hoja de palma. Cuando ya estaban todos nuevamente reunidos, el osito les pregunta:
- ¿Y dónde está Rosa Linda, la jirafa?
Ellos respondieron que no la habían visto. Entonces, empezaron a buscarla y al ver que no la encontraban comenzaron a llorar. Rosa Linda había corrido tanto, pero tanto, que no sabia donde se encontraba y desconocía como regresar a la aldea Chinchiguaya. La jirafa, al verse pérdida, también se llenó de miedo y empezó a llorar. Mientras, en la aldea, los amiguitos de Rosa Linda tuvieron una idea. Rayitas les dijo a los demás:
-Vamos a buscarla, tenemos que encontrarla. Ella es nuestra amiga y siempre nos está salvando de todos los peligros.
Luego, formando grupos de dos, salieron a buscar a la jirafa. Unos se fueron por el norte, algunos por el sur y otros por el oeste; hasta que, después de tres horas, fue encontrada por la amiga tortuga y el amigo tigre, llorando a la orilla de un riachuelo. Cuando la encontraron, sus amigos se acercaron a abrazarla y a decirle que no llorara más, ya que habían llegado a rescatarla.
Así, la jirafa Rosa Linda, abraza sonriente a sus amigos y todos regresan a la aldea, en donde los demás los esperaban con ansias. Cuando los vieron, los animalitos de Chinchiguaya se alegraron mucho por saber que se encontraban bien.

 


Por: Yvanna A. Serra R.
Segundo Grado

EL ARAGUANEY DE LOS OCHO COLORES

Había una vez una niña que se llamaba Carolina. Ella y su mamá querían ganar el concurso botánico pero su vecino, el señor Omar, hacía siempre trampa y le robaba las plantas a Carolina, ya que con las plantas robadas siempre ganaba.
Así que Carolina y su mamá decidieron cultivar un Araguaney para el concurso de este año. Pasó una semana y no había rastro de que estuviera creciendo algo, así que esperaron un día más. A la mañana siguiente se empezó a ver un tallo, y un día después ya se veía como una planta normal, por lo que al señor Omar no le impresionó esta nueva planta. Sin embargo, la verdad era que él robaba a Carolina sólo por gusto y porque no lograba que sus plantas crecieran, así que decidió robar esta nueva planta.
Por suerte, el día en que Omar intentó robar por primera vez el árbol, Carolina estaba mirando por la ventana y rápidamente le avisó a su mamá. Ambas fueron al jardín inmediatamente y la mamá de Carolina le dijo al señor Omar:
- ¡Señor Omar deje de robar nuestras plantas ahora mismo!.
Y él contestó:
- ¡Oh! Yo sólo estaba mirando su plantita. ¿Qué hora es?...¡Es muy tarde me tengo que ir!.
Pero en voz baja murmuró:
- La próxima vez ...¡me la llevaré!.
Un mes después, Carolina vio que apareció en su plantita una flor amarilla, entonces le dijo a su mami:
- ¡Mami , mami, mira mi plantita tiene una flor amarilla!.
A lo que la madre le contestó:
- En serio, déjame ver, jUauh, es una flor muy linda!.
Dos días después, la niña le comentó a su mamá:
- ¡Mami, mami, le salió otra flor a mi Araguaney y es ...azul!. ¿Eso es natural en un Araguaney?.
La mamá de Carolina le contestó:
- La verdad Carolina es que no, creo que tu Araguaney es muy especial.
Por mala suerte, el señor Omar escuchó esta conversación, así que decidió robar este Araguaney tan especial, pero por buena suerte cuando lo intentó su otra vecina Martha lo vio y gritó:
- ¡Carolina, te están robando tu planta!.
Cuando el señor Omar trata de agarrar la planta Carolina salió corriendo al jardín pero no alcanzó a ver nada extraño, la planta permanecía en su lugar. Sin embargo, le dijo a Martha:
- ¡Gracias por avisarme, Martha!.
Y ésta le contestó:
- ¡De nada!.
En los días que siguieron, la planta continúo desarrollándose, le crecieron flores de los diferentes colores: Amarillo, azul, anaranjado, morado, verde, rosado y rojo.
Estos siete colores, más el marrón del tronco, lo hacían un Araguaney de ocho colores. Unos años después, ya era un árbol que tenía un tronco suave y no rugoso como los otros árboles y cada primavera tiene las flores más hermosas del mundo. Finalmente Carolina y su mamá ganaron el concurso botánico.



Por: Evencio Hernández.
Tercer Grado

EL GATO Y EL RATÓN

Un día la dueña de la casa se levantó y le dieron ganas de comer queso, pero cuando abrió la nevera, un ratón le saltó encima.
La señora estaba tan asustada, que se montó encima de la mesa de la cocina.
Tenía tanto miedo que se hizo de noche y aún seguía en la mesa.
Sólo cuando llego el esposo pudo bajar de la mesa.
Al día siguiente fue corriendo a comprar un gato.
Al llegar a la tienda, pidió que le dieran el gato más feroz.
Cuando llego el gato a la casa, el ratón salió a comer queso.
Entonces, el gato atacó al ratón, pero con tanta suerte que el gato se estrelló contra la puerta de la nevera y el ratón pudo escapar.
El ratón recordó que su amigo el perro de la casa de al lado le debía un favor y que además odia a los gatos.
Fue a buscarlo y le pidió que le ayudara a intimidar al gato.
El perro aceptó y se pusieron de acuerdo para darle un escarmiento.
Esa noche colocaron un plato con sardinas en la entrada de la cocina.
El olor era tan irresistible que al gato se le hizo agua la boca.
Se acercó al plato y vio que era su comida favorita, pero sospechó que era una trampa.
Sin embargo, las sardinas se veían tan ricas, que lo olvidó y se puso a comer.
Justo cuando empezaba a saborearlas un perro tres veces más grande que él, se le acercó ladrando.
Fue tanto el susto que el gato quedó tieso en el sitio.
Desde ese día, nunca más volvieron a ver al gato.
El perro y el ratón vivieron felices para siempre.


 

Por: Andrea Martínez Carosella.
Tercer Grado.

AURORA Y RIKI

Había una vez una niña llamada Aurora que vivía en un apartamento y soñaba con tener un perrito, pero a sus padres no les gustaba la idea de tener ningún animal dentro de su casa puesto que no contaban con suficiente espacio para que un perro o cualquier otro animal pudiera vivir de manera adecuada, como debe ser.
A pesar de ello, se sabe que hay muchas personas que tienen animales en sus casas y los cuidan, ya que tienen tiempo para atenderlos como se merece cualquier mascota. Sin embargo, hay personas que se empeñan en tener una mascota, a pesar de no poderle brindar el cuidado que necesitan, por ello caen en malos tratos y eso no debe ocurrir.
Un día, la niña decide pedirle a su papá un perro, por lo que llegaron a un acuerdo, el cual consistía en que él le compraría un doberman enano, pero éste debía vivir en las áreas de trabajo de su papá, que eran amplias, para que el perro viviera de manera cómoda. Así lo hicieron y al llegar el perrito, Aurora lo bautizó con el nombre de Superman. Allí Superman contó con todos los cuidados necesarios para vivir bien. La niña estaba tan feliz que le daba hasta tetero, ya que era un cachorrito.
Aurora, al pasar por el trabajo de su papá para visitar a Superman, como todas las tardes, no consiguió a su mascota en ninguno de los lugares que éste acostumbraba a esperarla. La niña le dijo a su papá sobre lo que estaba sucediendo y comenzaron a buscarlo por todas partes, y como no apareció pensaron que se había perdido. La niña lloró mucho y estuvo triste por mucho tiempo, así se quedó recordando a su querida mascota que, desde aquel día, no volvió a ver jamás.
Saliendo un fin de semana de paseo, Aurora con sus padres fue a comprar un regalo para una fiesta infantil. Encontraron en una juguetería un perrito de peluche igual a su perro Superman que se había perdido. Entonces, la niña se puso a gritar de alegría y les pidió a sus padres que por favor se lo compraran, ya que el mismo le traía gratos recuerdos. Los padres de Aurora al verla tan contenta quisieron comprarle el peluche para que ella olvidara la triste situación que había sucedido.
A partir de ese momento, cuando Aurora llega a su apartamento se siente muy feliz porque si puede tener a ese perrito de peluche en su cuarto. Le llama por el nombre de Riki, le da una vida imaginaria y lo trata como si fuera un perro de verdad.
Desde ese entonces toda la familia se siente muy bien y son felices para siempre.


Por: Elis Alejandra Díaz.
Cuarto Grado

LA NIÑA Y SUS CANARIOS.

Había una vez, una niña que tenía dos lindos canarios, ella vivía con sus padres en una casa muy cerca de la montaña.
Cada día, despertaba con los cantos de sus canarios y eso la hacía muy feliz.
La mamá de la niña, le llamaba la atención, porque ésta siempre olvidaba sus tareas diarias, como por ejemplo, ordenar su cuarto, ponerles agua y comida a sus pájaros.
Un día, su mamá le recordó que le diera comida a sus pájaros. Ella fue y les dio de comer, pero olvidó cerrar la puerta de la jaula y uno de los pajaritos se fue volando hacia la montaña, dejando al otro pajarito afligido y solo. La niña se puso muy triste porque sabía que era su responsabilidad, ya que no escuchaba a su madre cuando ésta le hablaba, y le decía que debía realizar sus tareas con interés y responsabilidad.
Una mañana, despertó muy contenta, al darse cuenta que sus canaritos estaban cantando, ya que regresó el que se había escapado.
La niña aprendió la lección: "que tenía que ser responsable al llevar a cabo sus tareas, reconocer sus errores y mostrarse dispuesta a repararlos."


Por: Giovanna Monasterio
Cuarto Grado.

EL NIÑO BONDADOSO.



En un humilde pueblo de los Páramos Andinos Venezolanos, vivía una humilde familia cuyo único hijo se llamaba Juan Diego. Todas las mañanas Juan Diego recorría un largo camino para ir al Colegio; siempre iba con ropas muy viejitas y remendadas, aunque limpias e impecables, con su mochila en la cual llevaba su comida para merendar.
Un día, mientras hacía su recorrido mañanero, oyó un ruido de algo que golpeaba las piedras del camino. Asustado porque pensaba que podía ser un animal salvaje, y temiendo ser atacado, se escondió detrás de unos frailejones para ver de qué se trataba. Desde ese lugar pudo apreciar que no era ningún animal, sino un pobre hombre ciego y hambriento que llevaba un día y una noche perdido en el páramo, según le contó a Juan Diego, luego de que éste perdiera el miedo y se le acercara a preguntar si necesitaba ayuda.
El niño, a pesar de ser tan pequeño, sintió compasión por el hombre y decidió darle su merienda, él sabía que luego al regresar a casa, su mamá lo estaría esperando con un plato de comida y en cambio, ese pobre hombre, no sabía cuando volvería a comer de nuevo.
Juan Diego esperó a que el hombre terminara de comer y lo llevó a la escuela, para ahí pedir que lo atendieran y lo ayudaran a llegar a su casa.
En la escuela, Juanito pasó el día con mucha hambre pero contento por la buena obra que había hecho en la mañana. Al llegar a su casa, le contó a sus padres lo que había sucedido , mientras devoraba un rico plato de sopa que su mamá le tenía preparado.
Su mamá le dijo, que lo que había hecho era un acto de bondad, por lo que era realmente un niño muy bondadoso.
Juan se alegró mucho de las palabras de su madre. En ese momento, pensó en el anciano que encontró perdido esa mañana y deseó que nunca más volviera a perderse para que no sufriera lo que esa noche había vivido.




Por: Rafael Oropeza
Cuarto Grado

BETHOVEN EL PERRO PARACAIDISTA.

Érase una vez, un perro muy particular llamado BETHOVEN, cuyo dueño era Charlitos, un niño muy querido por sus padres y amigos ya que era muy inocente, ocurrente y cariñoso; además, le gustaba ir a todos lados con su perro.
Un día Charlitos iba al cine con sus padres y como siempre se le ocurrió llevar a BETHOVEN con él metiéndolo en un morral. Logrando entrar a ver la película el niño se sentó con BETHOVEN en el mejor de los puestos ya que no quería perderse ninguna parte de la película que tanto esperaba par ver
BETHOVEN era un perro color caramelo de raza Golden Retriever, con el rabo en forma de trueno, los ojos grandes y negros como el azabache. Era un animalito con muchas ganas de jugar y volar. Cuando tenia tres meses vio una película donde el protagonista era un paracaidista que gracias a su valor había recibido muchas medallas y todo el mundo lo aplaudía.
Por ello, BETHOVEN quería ser paracaidista, un sueño un poco difícil de llevar a cabo cuando eres un perro de menos de seis meses de edad, pues como todos los perros pequeños, BETHOVEN era mimado por su dueño que lo alimentaba, bañaba y lo llevaba a todos lados incluyendo al veterinario como todo padre adoptivo.
BETHOVEN se aburría estando muchas horas solo en su casa. Pues su padre estudiaba lejos del hogar. Él, soñador, miraba al cielo esperando que pasara algún avión, y su pequeña mente perruna se llenaba de ilusiones. BETHOVEN soñaba con ir en veloces aviones, con un uniforme azul y un paracaídas con los colores del arco iris. Sería el mejor paracaidista de mundo, pensaba BETHOVEN.
Mucha gente pensaría ¡qué perro tan tonto!, pero es que la mayoría de las personas mayores piensan que los animales no tienen sentimientos y mucho menos sueños. No saben lo equivocados que están. Pues yo conozco a BETHOVEN y a muchos animales y pongo la mano en el fuego al decir que todo lo que aquí se cuenta es verdad de la verdadera.


Nombre: Alexandra Piña
Quinto Grado

EL TIBURÓN FANTASMA

Hace mucho tiempo antes de que los dinosaurios existieran había una leyenda que se llamaba "El Tiburón Fantasma".
Nadie creía en esa leyenda, hasta que un día por la mañana salieron cuatro botes a las 4:00 a.m. para pescar. Los marineros lanzaron la red, la cual seguía y seguía por metros y más metros. ¡Nada, no había nada!. Los marineros se preguntaban: "¿qué pasaba?", hasta que uno respondió que se estaba manifestando la leyenda del tiburón fantasma.
Todos se preguntaban: ¿Qué leyenda era esa?, y un señor respondió:
- La leyenda del Tiburón Fantasma es aquella que contaban los marineros todas las mañanas. Se manifiesta la noche anterior a la luna llena.
Uno de los marineros dijo:
- Ayer fue luna llena
El señor respondió:
- Yo sé, por eso les cuento la leyenda.
Otro marinero preguntó:
- ¿Qué pasa exactamente según la leyenda?
Dicen que si salen marineros a pescar el tiburón no se los va ni a comer o cosa parecida, solo les va a demostrar que los peces también son seres vivos.
Es decir, esta leyenda habla sobre la historia de un tiburón que le importaba la gente y los peces. Él solo quería que nadie muriera. Pero él también pensó que si no pescaban, los humanos podrían quedarse sin alimento, por eso él decidió solo salir el día después de la luna llena.
Entonces, unos de los marineros preguntó:
- ¿Por qué lo llaman el Tiburón Fantasma?

El señor respondió:
- Lo llaman así porque nadie lo ha visto. Pero pasa lo que nos está sucediendo en estos momentos, no salen peces ni nada por el estilo.
Por lo cual un marinero preguntó:
- Es decir, ¿Hoy no van a salir peces?
- Si - le contesto el señor.
De pronto, el capitán de unos de los botes dijo:
- ¡Peces a la vista!
Pero los marineros asombrados le decían al señor:
- ¿Por qué señor salen peces?
El señor dijo:
- Mis compañeros, les voy a decir una cosa, yo vi al tiburón fantasma y sé que si cuento la historia él nos va dejar pescar. Escuchen una cosa siempre recuerden la Leyenda del Tiburón Fantasma, que nos indica que debemos evitar pescar de forma indiscriminada.

 
 
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